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Yo creo que si, no es nada que no pueda sanar, solo que no tengo mis vendas conmigo así que...
Contestó la pregunta de Riko haciendo un gesto con ambas manos como desentendiéndose de la situación. Miró un momento a Taro cuando probó lo que le había ofrecido. Aquellas lagrimas que escapaban de los ojos del bandido no eran simples lagrimas de alegría, eran LAS lagrimas de alegría. Después de todo no había sido un gesto cualquiera, le habían ofrecido una porción de torta de frutilla digna de Amaterasu. Ese postre podía levantar el ánimo de cualquier persona en menos de lo que aquellos samurai los iban a meter en un calabozo si no arreglaban el tema monetario con el dueño del local.
Bueno, bueno, bueno...
Dijo para para escuchar la forma en la que el dueño los amenazaba, ya estaban los hombres de las katanas ahí así que no había mucho espacio para negociar.
Esto fácilmente podría ser considerado una misión de rango D en cualquiera de las tres aldeas a las cuales representamos. Y eso tiene un costo, señor.
Defender un local de bandidos sonaba como una misión de rango D, aunque no estaba del todo seguro.
Camarero ¿qué cree usted que le habría pasado si no lo hubiésemos protegido? ¿estarían todos esos postres aun en las vidrieras?
Con un poco de suerte los samurai actuarían como jueces intermediarios en todo el asunto y juzgarían ellos la situación, razonó las cosas tan rápido como pudo y lanzó ese argumento con la esperanza de convencer al dueño y los soldados del lugar.
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Todo aquello se estaba yendo de madre, no solo pretendía hacerles pagar los estropicios, si no que, en cima quería que pagaran la cuenta de todos los comensales que había en el momento en el que se inició la pelea, incluyendo la de los maleantes.
— Esto es de risa, si no hubiéramos intervenido, el camarero... — Dijo señalando directamente al hombre, que allí se encontraba. — ... probablemente no habría ni podido salir andando por su propio pie del local de lo que habrían hecho, y, encima que salimos a defender a TU empleado, quieres hacernos pagar todo. —
Riko estaba realmente mosqueado, y posiblemente no fuera consciente de lo que decía, pero razón no le faltaba, habían arriesgado su integridad de forma completamente gratuita, por alguien al que no conocían, y encima pretendían hacerles pagar a ellos.
— Quizás esos señores deberían buscar a las personas que van con machetes, cuchillos y cadenas atacando a cualquiera que se les cruza por su camino. — Dijo en este caso refiriéndose a los samuráis que entraron, y con los que el hombre les amenazó que se los llevarían si no pagaban todo.
De todo esto sacaría una hermosa lección el pequeño shinobi, si no hay una paga de por medio, se acabaron los días de proteger a la gente cuando están peligro, total, no vale de nada y luego encima te tratan de delincuente.
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El camarero se sentía abrumado, por una parte Mogura le inquiría su opinión respecto a que pudo haber sido de él y por otra Riko lo señalaba con el dedo mientras discutía con el dueño del local. El mesero parecía asustado, miro a los ojos de su jefe y supo que no debía hablar de más. Si los ninjas no se hubieran metido su jefe de seguro le estaría descontado del sueldo los gastos de las cuentas de los comensales.
-Yo... Yo... Yo no... no pedí su ayuda- Dijo el sinvergüenza con tal de evitar que su jefe le echara la bronca, aunque sabía que los ninjas tenían la razón.
-Ahí lo tienen, si hubieran dejado que golperan a mi empleado no habría pasado a mayores, pero por su culpa ahora tengo muchas pérdidas- Comentó el jefe.
Tatsuya hizo una cara de total indignación, no daba crédito a lo que sus oídos acababan de escuchar, pensaba que ambos tipos eran unos malagradecidos. Habían ayudado con buena intención y los sujetos con todo el descaro del mundo les decían que hubiera sido mejor haber dejado que los maleantes se salieran con la suya. Aquella fue la gota que derramó el vaso, le dió rabia y poco faltó para que intentase darle un puñetazo en la cara al tipo, pero se contuvo, no era como cuando golpeaba a su hermano pues en este caso si podría traerle serias consecuencias.
-No pienso pagar lo que no nos toca a nosotros- Dijo ya con tono molesto. -Idiota...- Murmuró entredientes.
Por otro lado Taro estaba feliz de la vida con el pastelito de frutilla, estaba realmente agradecido con Mogura por haberle compartido de su postre. Aquel actobcon dulce sabor le hizo arrepentirse de sus malas acciones, quería disculparse con los shinobis pero no encontraba la oportunidad, levantó la mano y abrió la boca pero nadie hacía caso de él medio de la discusión, no le daban lugar a que pudiera dar su opinión.
-Olvídenlo- Bajó la mano resignado.
Uno de los samurai se mostraba airado por la situación, por un momento parecía haberse dejado convencer por las palabras del ninja de Amegakure, pero en cuanto escuchó como Riko los acusaba de hacer mal su trabajo se mostró totalmente ofendido por sus palabras. Rápidamente se agachó para agarrar por el brazo al shinobi de Uzushio y jalonearlo para llevárselo arrestado, pero su compañero con un movimiento de su mano le indicó que lo soltara. El tipo no tuvo mas remedio que liberar al chico de las rastas, mientras el otro con semblante serio le dirigió la palabra a los presentes.
-Ustedes, shinobis que vinieron de tierras lejanas- Habló el samurai con un tono solemne. -Deben saber que desde que Noka-sama organizó este torneo muchos extranjeros han venido a ver la competición, pero esto a su vez también a incrementado los crímenes en menor medida, no podemos estar en todos lados resguardando las ciudades cuando debemos vigilar las áreas del evento- El hombre miró a cada uno de los presentes antes de seguir con su discurso. -Tendrán que pagar los daños que les corresponda, mientras el bandido que se quedó deberá trabajar hasta que salde su deuda... ¿de acuerdo?- Terminó de decir el guerrero.
El dueño del negocio asintió con la cabeza, el sólo quería el dinero para evitar pérdidas importantes. El mesero simplemente se limitó a imitar el gesto de su jefe, Taro en un inicio se mostraba indeciso, pero luego de unos instantes movió la cabeza de arriba para abajo para mostrarse positivo.
-Que los ninjas paguen la pared y sus cuentas; el llorón trabajará para cubrir los demás gastos- Indicó el dueño.
-No me queda de otra, es mejor que una celda- Dijo un resignado Taro.
Sólo faltaban las opiniones de los tres shinobis.
-Pues... Por mí no hay problema...- Respondió Tatsuya ya tranquilizado. -¿Qué dicen ustedes?- Preguntó dirigiéndose a los ninjas de Uzushio y Ame respectivamente.
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~Ausente los fines de semana~
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Mogura había lanzado sus cartas, no sus mejores cartas pero las que tenía en el momento. Tendrían que pagar su comida y el arreglo de la pared, eso le correspondía a él, pues fue quien fallo el golpe. Sacudió ligeramente una bolsa donde llevaba su dinero y miró la torta de frutilla.
Ya que... paguemos y vayámonos...
Contestó a la interrogante de Tatsuya para luego darle un bocado a la torta. Esto provocaría que su ánimo subiese un poco y estuviese mas despreocupado por unos segundos, segundos que usaría para empezar a armar una pequeña torre con los ryos.
Esto sería por mi bebida... después esta la de Riko... y la de Tatsuya...
Una a una las monedas doradas iban sonando y la estructura subía. Miró nuevamente la pared tratando de calcular vagamente el posible costo de la mano de obra y materiales que se necesitaría para repararla, sintió que el efecto de la torta de frutilla estaba bajando, por lo que le dio un bocado mas sin dejar de mirar el muro. Colocó unas monedas más sobre la mesa.
¡Plok!
Un pedazo de muro, que intentaba mantenerse en su lugar, había caído al piso. Mogura resignado hizo sonar la torre de monedas agregando un par mas. Realmente no ya no estaba de tanto humor para seguir peleando, el dueño del local tenía una actitud que le estaba cerrando el apetito y siendo un negocio gastronómico no estaba nada bueno.
El pago por mi bebida, la de Riko-kun, Tatsuya-kun y el arreglo de la pared. Dije que iba a pagar por lo que bebiéramos, y tengo intenciones de mantener mi palabra, los daños en la mampostería fueron ocasionados a causa de mi torpeza por lo que me corresponde la indemnización.
Ciertamente estaba manejando un vocabulario un tanto formal, como cuando trataba con un adulto que no conocía, cosas que había aprendido de su abuelo, si bien estaba intentando cambiar un poco esas cuestiones cuando conocía a gente que parecía tener una edad similar a la suya, con el ánimo que llevaba en ese momento y la situación en general...
Terminemos esto de una vez así podemos retirarnos.
Agregó finalmente mirando a Tatsuya, quien había dicho que pagaría por la comida.
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Riko, realmente cabreado, no había conseguido más que hacer enojar a uno de los dos samurais que se hallaban en el lugar, tanto fue así, que, rápidamente, le agarró por el brazo, dispuesto a inmovilizarlo y probablemente a arrestarlo por su falta de respeto, pero, para su suerte, el compañero se lo impidió.
-Ustedes, shinobis que vinieron de tierras lejanas- Habló el samurai con un tono solemne. -Deben saber que desde que Noka-sama organizó este torneo muchos extranjeros han venido a ver la competición, pero esto a su vez también a incrementado los crímenes en menor medida, no podemos estar en todos lados resguardando las ciudades cuando debemos vigilar las áreas del evento- El hombre miró a cada uno de los presentes antes de seguir con su discurso. -Tendrán que pagar los daños que les corresponda, mientras el bandido que se quedó deberá trabajar hasta que salde su deuda... ¿de acuerdo?- Terminó de decir el guerrero.
El rastas quedó pensativo, quizás se había excedido en sus palabras, por lo que no le quedaba más opción que aceptar la oferta del samurai si no quería tener más problemas.
— Está bien, y pido disculpas si os he ofendido. — Indicó hablando a los dos guardias que allí se encontraban.
Rápidamente sacó una bolsa con una gran cantidad de dinero, y pondría parte de éste junto al que ya había sacado Mogura.
— No me voy a ir sin pagar nada... —
Solo quedaba que Tatsuya pusiera su parte del dinero y los tres jóvenes podrían olvidarse de todo aquel episodio que habían vivido, aunque, al menos les habían servido para aprender algo sobre ellos. Con Mogura era mejor no pelear en distancias cortas, tenía demasiada fuerza, y con Tatsuya había que vigilar bien su espada.
''Al menos no ha sido una pérdida de tiempo.''
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Sus compañeros temporales de pelea estuvieron de acuerdo en colaborar para el arreglo de la pared, que había sido bastante dañada. Además a Tatsuya le correspondía pagar la comida de él y de Mogura, pues Riko no pidió nada al final de cuentas. Sacó su billetera y tomó unos cuantos de billetes, colocándolos junto al montón de fichas que ya habían apilado en la mesa el otro par de ninjas. A pesar de que Mogura fue el que causó los daños Riko y Tatsuya también colaboraron con ello, no le dejaron que el pagara todo.
-Con esto debería ser más que suficiente- Dijo tranquilamente.
El dueño del local se puso a contar el dinero mientras su sonrisa se ensanchaba más y más. El mesero se tranquilizó al darse cuenta de que no tendría que pagar por los platos rotos. Taro seguía ahí sentado y los samurai se limitaban a observar la escena, cuando el jefe terminó de contar hizo un gesto a los guardias, estos entendieron que debían retirarse pues el asunto ya estaba arreglado.
-Esto cubre la pared y sus cuentas, asunto arreglado- Dijo ya feliz.
-Entonces ya no es necesaria nuestra presencia, nos retiramos, con su permiso.- Ambos guardias salieron del local lentamente.
Se había armado un gran alboroto, y resultado de eso tres ninjas que apenas se acababan de conocer terminaron trabajando juntos para combatir a los maleantes. Lo más interesante del asunto era que a pesar de que eran de tres aldeas distintas que en aquellos momentos no tenían ningún tipo de alianza eso no les impidió hacer equipo, sería digno de recordar. El dueño del local tomó el dinero y se retiró, mientras el mesero se acercó a los shinobis con la mano extendida.
-Me darán propina, ¿cierto?- Dijo con sonrisa cínica.
Tatsuya suspiró, no quería mas problemas, sin decir nada sacó una vez más su billetera y le dió un billete de cinco Ryou al sujeto. El papel se balanceó lentamente en el aire hasta caer suavemente en la palma del camarero que sonrió como si se hubiera sacado la lotería.
-¡Gracias!- Exclamó para luego voltearse y señalar a Taro. -¡Hey tú!, tienes mucho que aprender, ahora trabajas aquí, levántate que tienes que hablar con el jefe- Inmediatamente el mesero se fue en la misma dirección que su jefe.
-Ya voy, ya voy- Dijo mientras se levantaba aún adolorido. -Lamento mucho esto, prometo no intentar ser un bravucón nunca más... ¡Y gracias por el pastel!- Dijo mientras se retiraba siguiendo al mesero.
Así se quedaron los tres genins solos en medio de la casa de té con platos a medio comer, algunas mesas a medio tirar y el gran agujero en la pared. Tatsuya ya debía irse, su padre debía de estar molesto por el hecho de que se había tardado más de lo necesario en el lugar, pero si le explicaba que fue por una pelea talvez se iba a enojar más, sea como sea quería dedicarles unas últimas palabras a los ninjas del remolino y de la lluvia.
-Lamento que nos estropearan la comida, talvez sí nos volvemos a encontrar en un futuro podamos conversar sin interrupciones- Dijo sonriente y apenado a la vez. -Por ahora yo debo retirarme, ya se me hizo tarde- Concluyó con pesar.
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Todo el asunto finalmente había sido resuelto, las deudas con el dueño del local habían sido saldadas, incluso Riko había aportado algo de dinero. Taro se tendría que quedar un tiempo más con esa gente para pagar su deuda propia, pero como él dijo, sería mejor que estar en una celda.
Tatsuya había dicho unas palabras lamentando la situación que habían pasado, era una pena realmente. Siendo de lugares tan diferentes podrían intercambiar opiniones tranquilamente por un buen rato, pero eso tambien podría llegar a ser aburrido para los ojos de otras personas.
Tres ninjas de tres aldeas diferentes comiendo juntos. Un poco extraño ¿no?
Él también quería decir algo antes de marcharse del lugar, un pequeño pensamiento sobre los tiempos que les había tocado vivir.
Algo como esto seguro solo puede vivirse en tiempos de paz como los que podemos disfrutar.
Claramente un pequeño disturbio en un lugar de comidas no podía relacionarse con una guerra ni por asomo.
En otra época eso hubiese sido impensable, mucho menos que los tres peleemos a la par y unidos. Es algo para pensar realmente.
Se puso de pie y probó apoyar un poco de peso en la pierna lastimada, molestaba pero podía caminar. Era ya momento de irse después de todo.
No se pierdan la final, muchachos. ¡Espero volvamos a vernos!
Recogería su sombrero de paja del piso del lugar y lo siguiente que haría, ya sin mas asuntos que atender en el lugar, sería largarse de la casa de té y hacer que le curen esa herida.
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Los tres habían aportado su granito de arena, y finalmente, el dueño del local parecía complacido por la suma de dinero que los genins le habían dejado, probablemente era más del necesario, pero no se iban a poner a discutir por eso ahora, Riko solo quería irse del lugar y no volver a entrar jamás en aquella casa del té.
Los samurais se marcharon rápidamente cuando el hombre dio el visto bueno, probablemente tenían otros asuntos que atender, mucho más importantes que aquella trifulca.
— Bueno chicos, la verdad que a sido un rato interesante. — Dijo el de rastas riéndose, al fin y al cabo, quitando las heridas de Mogura, aquello había sido un buen entrenamiento, por lo que no tenía queja alguna.
Entonces el genin de Ame se puso algo filosófico, pero no le faltaba razón, en otra época, posiblemente ni hubieran llegado a sentarse los tres jóvenes en la misma mesa si no querían ser tratados de traidores por sus propias villas.
— Pues si, Mogura-kun, tienes toda la razón. Bueno muchachos, espero que volvarnos a vernos en otra ocasión, y a ver si a la próxima, entrenamos entre nosotros, ¿qué os parece? —
Y tras esto, salió del local, en dirección a encontrarse con sus padres, que ya era hora, y además, tenía una gran historia que contarles.
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Tatsuya escuchó las palabras de sus compañeros, ambos tenían razón. Se podría decir que fue una experiencia agridulce para él, fue bueno conocer y poder llevarse bien con dos shinobis de otras aldeas, pero le hubiera gustado que fuera en una situación más tranquila. Debía dejar de meterse en problemas cada que trataba de socializar con las personas, aunque eso no parecía posible.
-Espero que te mejores de la herida Mogura-kun- Le dijo al de la lluvia. -Yo también espero volver a vernos Riko-kun Contestó al del remolino
El primero en irse fue el genin de Amegakure, a Tatsuya le preocupaba un poco la herida que recibió en su pierna, pero considerando que el propio Mogura era médico no tendría dificultades para cuidarse sólo. Luego partió el ninja de Uzushio, con él no había logrado entablar una mejor conversación, debido a la interrupción, pero sus actos dijeron más que sus palabras, era un buen tipo y un buen peleador.
"Ya se me hizo tarde"
Tras aquella informal despedida el ninja de Taki salió del local, pero a unos cuantos metros de ahí vió a su padre en una esquina, esperándolo con mala cara. El jounin lo había ido a buscar cuando vió a los bandidos huir, y también vió salir a los samurai, ahora que veía a su hijo salir del local donde se hizo el conflicto querría unas cuantas explicaciones al respecto. Tatsuya caminó, sabía que le iba a tocar un buen sermón.
-Tenemos que hablar- Espetó serio el hombre.
Tatsuya no dijo nada, sólo suspiró y en cuanto vió que su padre se ponía en marcha le siguió sin chistar. No hizo nada malo, de hecho había ayudado a un hombre y conoció a dos agradables shinobis. Pero eso no le salvaría del regaño, al menos se llevó una buena historia, llegar como un espectador rezagado no fue del todo malo...
FIN
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