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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Hueco extra

Apenas había pasado dos días desde lo sucedido en Los Arrozales Sangrientos. El enfrentamiento fue una derrota total para la alianza, en la que montones y montones de ninjas murieron o fueron capturados. Yukiko Yuki, una joven jōnin relativamente baja y de piel pálida, había sido una de los ninja que habían escapar del campo de batalla con vida, aunque no hubiese sido voluntariamente.

— Lo siento... —Podía escucharse su grave voz, llorosa, por los pasillos de cierta forja.

Era temprano por la mañana, tanto que el sol ni siquiera había salido todavía, pero ahí estaba la chica, sentada en un enorme sofá negro mientras con su única mano agarraba una foto que solo se mantenía seca e intacta por el cristal del marco. Su rostro estaba ensangrentado, del mismo modo que su torso y su brazo, que presentaban algún que otro corte de poca profundidad incluso a través de su chaleco reglamentario, que estaba prácticamente destrozado.

— ¿Por qué lo hiciste, idiota? —Le preguntaba a la foto—. Se suponía que estabas a salvo...
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#2
La vida de Uchiha Kinumi no había sido ni siquiera soportable desde hace unas semanas. Había perdido a su padre, que estaba desaparecido, y la habían emboscado para intentar matarla. Aún no tenía ni idea de por qué había pasado eso. Y poco después, Toshio, la única persona que conocía lo sucedido y podía apoyarla, se fue a la guerra.

Sola y sin un solo aliado, Kinumi se pasó de paranoica. Cortó su larga melena y se tintó lo que quedó a un verde oscuro. Quería disimular tanto como fuese posible, así que tampoco podía pasar a un rosa chillón. Ahora apenas le llegaba a los hombros y solía llevar una coleta baja.

Solía evitar salir durante el día, moviéndose solo por las sombras y tan sigilosa como fuese posible. No sabía en qué momento volverían a por ella, o si lo harían, pero intentaba evitarlo a toda costa.

Claro que todo eso da igual ahora. A esa hora de la mañana, Kinumi estaba durmiendo como un tronco. Entrenaba más duro a altas horas de la noche para poder conciliar el sueño por puro agotamiento y hasta ahora le había funcionado.

Sin embargo, estaba demasiado alerta para no despertarse por el llanto y los quejidos que venían del salón. Cogió el kunai que guardaba bajo la almohada y se puso en pie de un salto.

Se movió tan sigilosa como pudo. Por suerte, la falta de luz no era problema, pues recordaba perfectamente la distribución del mobiliario. Encontró el origen de los ruidos, era claramente un llanto y unos quejidos tristes, pero Kinumi no estaba dispuesta a arriesgarse a caer en una trampa tan obvia. Se quedó en el pasillo, manteniendo la distancia.

¡No sé quién eres pero sal de aquí ahora mismo! Y que no se te ocurra llevarte nada.

Lanzó el kunai para que impactase a los pies de la figura, como advertencia. Se llevó la mano al portaobjetos y recordó que se acababa de levantar. No llevaba ni su portaobjetos ni su ropa. Dormía con una camiseta de Toshio que le iba mucho más grande de lo que debería.

Solo esperaba que la falta de luz fuese suficiente para cubrir su vestimenta o su amenaza no valdría de mucho.


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#3
Incluso en su profunda tristeza, los sentidos de Yukiko Yuki estaban tan afilados como siempre. Pudo escuchar, aunque algo tarde, el sonido de los pasos de una persona acercarse con sigilo a ella. Solo habían dos personas aparte de ella con las llaves de la casa, y ninguna de ellas podría estar allí en aquel momento, por lo que fuese quien fuese aquella persona, tenía que ser un intruso. Eso la enfurecía. ¿Cómo se atrevía a manchar aquel hogar con su presencia? ¿Cómo se atrevía a pisar el suelo que ellos pisaron?

Un kunai impactó en el suelo bajos sus pies, antes de que aquella persona dijese algo que ella no había llegado a escuchar. Durante dos segundos, la Uchiha no vio reacción alguna por parte de Yuki, que se había quedado mirando el arma mientras Kinumi hablaba. Entonces, con lentitud y temblorosa, dejó la foto y se agachó para recoger el kunai que se había clavado en el suelo.

— Has hecho un agujero en el suelo. —Dijo, con aparente calma, como si simplemente le informase de un hecho—. ¿Cómo te atreves?

Desde su hombro derecho, donde antes no había nada, empezó a crecer espontáneamente un enorme y monstruoso brazo de hielo con un brillo rojizo en su interior. Varias veces más grande que un brazo común, la gigantesca extremidad se estiró directamente hacia Kinumi, cubriendo prácticamente todo el pasillo hasta alcanzarla para agarrarla del torso.

— ¿¡Cómo te atreves!? —Le gritó, llena de ira—. ¿¡Cómo te atreves a dañar este lugar!?

Apretaba, apretaba muchísimo (Fuerza 160), tanto que a la Uchiha le costaría horrores respirar, pero ahora que el rostro de su atacante estaba levemente iluminado por su propio chakra, podría darse cuenta de un importante detalle...

¿No la conocía de algo?


¤ Kōri no Ude: Sentō Mōdo
¤ Brazo de Hielo: Modo Combate
- Tipo: Apoyo
- Rango: S
- Requisitos: Yuki 100
- Gastos: 50 CK (divide regen. de chakra)
- Daños: -
- Efectos adicionales: Dobla la Fuerza del usuario en el brazo afectado, pero divide a la mitad su Destreza
- Carga: 5
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones: -
El usuario, luego de concentrar chakra en uno de sus brazos, convierte la extremidad en una versión enorme y monstruosa de un brazo real. Las extremidades creadas con esta técnica son semitransparentes y muestran un tenue brillo del color del chakra del usuario en su interior, son exactamente igual de resistentes pero pueden ejercer muchísima más fuerza de la que podían anteriormente, pero es mucho más pesado y difícil de controlar, también. Este brazo es cuatro veces más grueso que un brazo normal y puede llegar a crecer hasta ser cinco veces más largo sin coste adicional.

Esta técnica puede sustituir miembros amputados, pero no puede crear extremidades adicionales.
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#4
— Has hecho un agujero en el suelo. ¿Cómo te atreves?

¿De qué estaba hablando? ¡Ella había entrado a robar! ¿Cómo le estaba intentando dar lecciones?

Y tú habrás roto una ventana para entrar. ¿Qué te pasa? ¿Eres una amante de los suelos?

En un primer momento, Kinumi había pensado que se trataba de una ladrona cualquiera. Estaba tan dormida que por un momento se había olvidado que tenía precio a su cabeza en algún circulo tan oscuro que ni lo conocía. Lo recordó cuando la vio formar una enorme mano de hielo y lanzarse a por ella.

Despertó al mismo tiempo que retrocedía, olvidando por un momento el mobiliario del pasillo y tropezandose. Antes de caer al suelo, la mano de hielo ya la había cogido. La estrujó como si se tratase de una muñeca de trapo y por mucho que se retorcía, no aflojaba el agarre.

Dedicó una mirada a su ejecutora. Sin Toshio en la casa, estaba sola, ni siquiera valía la pena gritar pidiendo ayuda. El leve brillo del chakra de la mujer le permitió verle el rostro. Era...

¿T-Toshio? — lo mencionó sin pensar, era obvio que no era Toshio, pero era la chica en la que se había transformado en su primera misión.

Ni siquiera fue capaz de reconocer de qué recuerdo le venía esa idea, simplemente lo mencionó con su último aliento. A punto de ser estrujada hasta echar sus intestinos.


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#5
— ¿Qué?

Como si Kinumi hubiese acabado de pronunciar unas palabras mágicas, la enorme mano que la estaba estrujando simplemente se abrió y se retrajo, liberándola. Prácticamente antes de que cayese al suelo, Yuki recortó la distancia que las separaba sin problema, evitando con facilidad chocar contra cualquier elemento del mobiliario como si se conociese aquella casa a la perfección.

Al llegar a la chica, si esta había caído al suelo, Yuki simplemente se agacharía frente suyo.

— ¿Lo conoces? —Le preguntó—. Esa camiseta es suya. ¿Quién eres?

No parecía agresiva por el momento, pero ahí estaba, con una kunai en una mano y con el otro brazo hipertrofiado.
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#6
En cuanto Yuki la soltó, Kinumi pudo volver a respirar. Ahora consciente de que estaba en peligro. Cayó al suelo, todavía recuperando el aliento, pero cuando se acercó, Kinumi no reaccionó con diplomacia. Sus ojos se tornaron rojos e intentó darle una patada en toda la barbilla en cuanto se acuclilló, impulsandose con sus brazos para ponerse de pie.

¡No te acerques!

Retrocedería por el pasillo, mareada y aún no demasiado recuperada de ser medio aplastada por un enorme brazo de hielo. De nuevo, se llevaría la mano al portaobjetos solo para tocar la nada. Maldijo interiormente su falta de preparación. No podía usar ninguna de sus técnicas dentro de la casa de Toshio, ardería hasta los cimientos.

Así que se puso en guardia, dispuesta a usar sus puños aunque fuera.


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#7
Sin apenas esfuerzo, Yuki desvió la patada de Kinumi hacia un costado, apartándola hacia un lado la distancia justa y necesaria para que no le impactase con su ataque. Entonces, mientras la Uchiha retrocedía mareada, ella simplemente se volvería a poner de pie y empezaría a andar hasta ella con lentitud.

— No se me da bien calmar a la gente, así que tendrás que hacerlo sola. —Le dijo, lanzándole su kunai de lado para que la atrapase—. Te lo pregunto de nuevo: ¿Quién coño eres y qué coño haces aquí? ¿Eres amiga de Toshio?

Si Kinumi continuaba retrocediendo, acabaría encontrándose con el final del pasillo, donde había una enorme ventana por la que entraba la luz de la luna, que era suficiente para poder ver más o menos a la jōnin. Aunque tenía el mismo peinado que su amigo, era completamente distinta a él. Su mirada era fría con un deje de enfado, su piel era pálida y su musculatura no estaba nada marcada para lo fuerte que era. Tampoco tenía la sonrisa de gilipollas que tenía Toshio. También pudo notar que estaba completamente llena de sangre y heridas, cosa que no la hacía menos intimidante, precisamente.
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#8
— No se me da bien calmar a la gente, así que tendrás que hacerlo sola. Te lo pregunto de nuevo: ¿Quién coño eres y qué coño haces aquí? ¿Eres amiga de Toshio?

Aquella mujer estaba burlandose de ella. No había otra forma de verlo. ¿Calmarse? ¿Por qué iba a calmarse? ¡Iba a matarla! Siguió retrocediendo mientras Yuki se lo permitiese, hasta dar con el final del pasillo si era necesario. Cuando la mujer le lanzó el kunai de vuelta, Kinumi lo golpeó para alejarlo, pensando que se trataba de alguna artimaña.

No voy a decir nada, si vas a matarme, hazlo ya. No vas a sacar ninguna información de mí.

Que esos malnacidos conociesen el nombre de Toshio le había afectado más que el hecho de su muerte inminente. Además siendo ella la que momentos antes lo había mencionado. Lo había involucrado de más en sus problemas. ¿Donde estaba su padre ahora? ¿Lo habrían matado? Esperaba que no y que pudiese salvar a Toshio si llegado el momento iban a por él.

Cuando Yuki entró en el haz de luz de la luna pudo verla completamente llena de sangre y con su chaleco y chapita de Jounin. No tenía nada que hacer contra ella. Pero no se iba a rendir. Haría una secuencia de tres sellos, disculpandose mentalmente con Toshio. El último sería el sello del Tigre.

Si Yuki no la interrumpía, lanzaría una enorme bola de fuego que ocuparía todo el pasillo, y lo que no era el pasillo (100 PV). Era eso o la muerte, seguro que Toshio lo entendería.


¤ Katon: Gōkakyū no Jutsu
¤ Elemento Fuego: Técnica de la Gran Bola de Fuego
- Tipo: Ofensivo (quemadura)
- Rango: A
- Requisitos: Uchiha 10
- Gastos:
  • 12 CK
  • (Uchiha 20) (multiplicable x2)
  • (Uchiha 30) (multiplicable x3)
  • (Uchiha 40) (multiplicable x4)
  • (Uchiha 50) (multiplicable x5)
- Daños: 20 PV
- Efectos adicionales: -
- Sellos: Jabalí → Caballo → Tigre
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones:
  • 1'5 metros de ancho y 3 de largo como lanzallamas (multiplicado x1) o 1'5 metros de diámetro, alcanza 6 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x1)
  • 3 de ancho y 5 de largo como lanzallamas (multiplicado x2) o 2 metros de ancho, alcanza 8 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x2)
  • 4 metros de ancho y 6 de largo como lanzallamas (multiplicado x3) o 3'5 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x3)
  • 5 metros de ancho y 7 de largo como lanzallamas (multiplicado x4) o 4 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x4)
  • 6 metros de ancho y 8 de largo como lanzallamas (multiplicado x5) o 5 metros de ancho, alcanza 20 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x5)
Icónica técnica flamígera, insignia del clan Uchiha. No hay un solo miembro del susodicho clan que sea incapaz de ejecutarla, puesto que el aprendizaje del Gōkakyū no Jutsu se utiliza como rito de adultez, de forma que los jóvenes Uchiha son considerados miembros de pleno derecho tan pronto la dominan. Acumulando el chakra, transformado en llamas, en el estómago, el ejecutor lo exhala por la boca, pudiendo hacerlo de dos formas: ya sea a modo de lanzallamas, con un chorro sostenido a lo largo de varios segundos, dirigible, o disparando una esfera ardiente que avanzará en línea recta. En ambos casos, la técnica abrasa al oponente, y deja un llamativo cráter allá donde impacte. La potencia y alcance pueden variar dramáticamente dependiendo del chakra que se utilice, llegando al extremo de lanzar bolas enormes.


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#9
Y no se calmó. Al contrario, pareció ponerse incluso más nerviosa que antes. La chica parecía creer que Yuki había venido a matarla y, la verdad, ¿quién podía culparla? Yuki no era precisamente la clase de persona que inspiraba calma en los demás. Tampoco era la clase de persona que estaba calmada ella misma, realmente. Mucho menos cuando tenía a una chica haciendo sellos justo frente a ella.

La reacción fue instantánea. Con su mano normal le tomó de una de sus muñecas para forzarle a abrir el brazo (Fuerza 80) antes de cogerle nuevamente el cuello con su otra mano. Apretaba con firmeza, pero no lo suficiente para cortarle la respiración.

— Te dije que te relajases. —Le dijo, antes de empezar a andar.

No la llevaba arrastrada por el pasillo, sino que la llevaba lo suficientemente alto como para que sus pies no tocasen el suelo. No pareció importarle que patalease, o que la golpease, o que hiciera cualquier cosa para resistirse, pues solo tenía un objetivo. Al llegar de vuelta al sofá donde había estado llorando antes, cogió la foto que había estado mirando y la obligó a verla. En ella aparecía un Toshio un par de años más joven abrazando con una enorme sonrisa a un muy apenado a Tamao y a una chica que tenía toda la pinta de no querer estar allí. Tras ellos había un enorme hombre de cabellos y ojos rojos con una placa de jōnin en el hombro.

— Esta soy yo. Yukiko Yuki, amiga de Toshio. —Le dijo, antes de soltarla de golpe. Entonces dejaría la foto donde estaba y sacaría un llavero de su bolsillo, mostrándole una llave negra que tenía el sello Kurogane en ella—. Y esta es la puta llave de la casa. Me la dieron sus padres, así que relájate, que todavía no vengo a matarte, pero como intentes volver a hacer cualquier técnica me lo empezaré a pensar.
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#10
Obviamente, Yuki ni se lo pensó antes de agarrarle una de las manos para impedirle hacer los sellos. Después la volvió a agarrar del cuello y Kinumi empezó a retorcerse de inmediato. Con su mano libre intento liberar su cuello mientras pataleaba con tanto ímpetu como podía.

Aún le permitía respirar, aunque con bastante esfuerzo, pues la estaba alzando con esa misma mano. Sus pies ni siquiera tocaban el suelo. ¿Dónde la llevaba? ¿Qué le importaba donde matarla?

Finalmente tuvo su respuesta. Se trataba de Yukiko Yuki, la amiga de Toshio a la que no paraba de alabar. Al parecer, tenía llave de la casa. Ese detalle Kinumi no lo conocía. Pero poco le importó eso.

Podrías haber dicho eso desde el principio. — dijo mientras se masajeaba el cuello en cuanto la soltó.

Pronto, su cerebro volvió a funcionar. Volvió a unir las piezas de aquel puzzle. ¿Qué hacía aquí la gran Yukiko Yuki? Sin duda habría ido a la guerra, por lo que debía de haber vuelto de madrugada. Pero ¿por qué estaba aquí ella y no el dueño de la casa? Llorando, sobre una foto.

Se templó ella sola, o tal vez estaba demasiado agotada para reaccionar de ninguna otra forma que no fuese calmada.

¿Saben Tamao y Toshio que estás aquí? ¿Están en el hospital? — se puso en el mejor de los casos.

Seguramente Toshio estuviese herido, lo suficiente para tener que ir al hospital. Tal vez fuese una herida seria, pero nada que Tamao no pudiese apañarle... ¿verdad?

La mirada de Kinumi se tornó negra, pero Yuki podría ver que prácticamente le estaba suplicando que le diese la razón a su teoría exageradamente optimista.


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#11
Finalmente la Uchiha pareció relajarse lo suficiente como para tener una conversación sin que tengan que matarse, lo que era una suerte, pues si le tocaba a Yuki desescalar la situación... bueno, digamos que no había creado un enorme brazo de hielo para desescalar ningún conflicto, precisamente.

— Supongo. —Respondió secamente cuando Kinumi se quejó de que no se hubiese presentado al inicio—. Tú tampoco te presentaste. Sigues sin hacerlo.

Entonces, Kinumi hizo la pregunta, aunque ya podía intuir la respuesta. La había hecho para que Yuki negase la realidad, pero la chica no hizo tal cosa, en su lugar apartó la mirada y apretó los labios, conteniendo las lágrimas.

— No... Tamao piensa que estoy en el hospital. Él esta allí, ocupado. Toshio... —Aunque su pelo tapaba la mitad de su cara, Kinumi podía ver las lágrimas caer desde su barbilla—. Capturado o... muerto.
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#12
El no presentarse no había sido accidental. Aún no estaba segura de cómo debía actuar. ¿Debía ocultar su nombre? Tal vez era una estupidez, pero ya se había tintado el pelo. ¿Hay alguna diferencia entre eso y empezar a dar otro nombre? Yuki parecía una ninja experimentada, puede que conociese los ojos de un Uchiha, entonces tampoco podía mentirle tanto.

¿Le serviría mentir a medias? Eso ya se estaba poniendo absurdo.

Uchiha Kinumi. — contestó sobriamente.

Entonces Yuki procedió a explicarle que Tamao sí estaba en el hospital, ocupado. Kinumi pensó que sería exactamente lo que había pensado, ocupado con Toshio, obviamente. Pero no. Yuki lo dejó entre capturado por Kurama o muerto y la Uchiha no supo qué opción prefería. Capturado significa que sigue con vida, pero ¿qué vida?

Pero había otro mensaje detrás de ese.

¿Capturado o muerto? ¿Hemos... hemos perdido?

Las lágrimas empezaron a brotarle sin saber muy bien por qué. Conocía mucha gente que había ido a la guerra. La mayoría de su graduación había ido, parte de su familia tambien. Algunos extremadamente jovenes, más que ella. Su padre y ella eran la excepción. Si no hubiese pasado todo aquello... ella podría.

Mierda. — intentó secarse las lágrimas, pero eran más que ella, más de las que podía quitarse con sus temblorosas manos.


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#13
Uchiha Kinumi. Aquel nombre le sonaba muy vagamente de algo, aunque no conseguía recordar de qué. Ya que conocía tanto a Toshio como a Tamao, probablemente el médico le había hablado de ella en algún momento y decidió simplemente ignorarlo.

Entonces, sin que Yuki tuviese que explicarle nada más, la Uchiha pareció haber entendido exactamente la situación en la que se encontraban. Así era mejor. Si hubiera tenido que explicárselo ella, no habría tenido el tacto necesario para hacerlo sin empeorar la situación.

El problema es que ahora la chica había empezado a llorar y la jōnin no tenía la más remota idea de qué hacer al respecto. De hecho ¿debía hacer algo para consolarla siquiera? Podría mentirle y decirle que todo estaría bien, pero no conseguiría nada con eso. Lo mejor era que se enfrentase a la realidad. Así se haría fuerte, pero aún así...

Kinumi sentiría la mano de Yuki sobre su cabeza.

— Yo que tú saldría a comprobar qué te queda. Quizás no estén todos muertos.
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#14
— Yo que tú saldría a comprobar qué te queda. Quizás no estén todos muertos.

Kinumi sonrió amargamente ante las palabras de Yuki. Podía sentir el esfuerzo que estaba poniendo. No era justo que la que acababa de llegar de la guerra tuviera que consolarla a ella.

No te preocupes, no tengo nadie que comprobar. Mi madre murió hace poco y mi padre está desaparecido. Y alguien está detrás de mi cabeza, seguramente alguien del resto de mi familia, así que... — alzó ambas manos en gesto de desidia y las dejó caer a los lados de nuevo. — No sería buena idea ir por ahí preguntando. Ni siquiera es buena idea que esté aquí.

Había querido sobreponerse pero decirlo en voz alta lo había hecho demasiado real. Su madre estaba muerta, su padre desaparecido y ella en peligro mortal y ni siquiera sabía quien, qué, donde, cuando, como ni por qué. Su vida parecía un mal chiste ahora mismo.


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#15
Yuki reconoció la amarga sonrisa en el rostro de Kinumi e instantáneamente supo de que se trataba. No porque ella misma fuese el tipo de persona que mostraría una sonrisa así en un momento como aquel. Tampoco le recordaba a Toshio, pues él era el tipo de persona que ocultaba sus propios problemas y no los compartía con nadie a menos que se los sacasen a golpes. Era más como Tamao.

— ¿Y dónde deberías estar? —Le preguntó, pasando de tener la mano sobre su cabeza a apoyarla sobre su hombro—. Estás aquí porque Toshio te estaba protegiendo ¿me equivoco?
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