Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Es fácil mirar a la gente y hacer juicios rápidos sobre ellos, sus presentes y sus pasados, pero es asombroso el dolor y las lágrimas que esconde una sola sonrisa. Lo que una persona muestra al mundo es sólo una minúscula faceta del iceberg escondido de la vista. Y la mayoría de las veces, esta marcado con grietas y cicatrices que recorren todo el camino hasta los cimientos de su alma.
Tres días atrás:
Sentado junto a la ventana de su habitación el joven Yamanaka parecía concentrado mientras leía su cómic de los Amerangers, pero bajo aquella mascara de indiferencia se escondían la soledad y el dolor. Su paso por la academia le había dejado en su corazón una cicatriz que difícilmente algún día podría cerrarse. Pero lo que mas le dolían no eran los golpes que había recibido casi a diario. No le molestaban las bromas constantes sobre su defecto, mucho menos le molestaban los insultos. Lo que afligía aquel corazón era la soledad.
La madre del joven interrumpió la lectura dando un par de golpes en la puerta abierta de la habitación, para así llamar su atención.
—Cariño, desde que dejaste la academia prácticamente no has salido de casa, solo sales para hacer los recados y entrenar, estamos preocupados
El joven marco con un separador la pagina del cómic en la que se encontraba y lo aparto a un lado. Otra de las partes malas de la mudez, es que no podías sostener nada mientras hablabas.
—"No molesto a nadie quedándome aquí a leer ¿Que puede haber ahí fuera que me interese a parte de la lluvia constante?"
—Alguien de tu edad necesita hacer amigos, entrenar con ellos, salir por ahí a divertirse
—"Esto es divertido, la gente de ahí fuera no lo es"
—Esto no puede seguir así, tu padre se ha puesto en contacto con un amigo suyo, va a formar un pequeño grupo con genins para entrenarlos y enseñarles a trabajar en equipo y te van a incluir
—"No quiero hacerlo, prefiero trabajar yo solo"
—Las cosas no funcionan así en este mundo, te guste o no algún día tendrás que trabajar con mas personas, y es una orden, iras y harás amigos
—"Pero yo no..."
—No hay peros que valgan, vas a ir te guste o no. Dentro de tres días conocerás al amigo de tu padre, iremos a Shinogi-To, y partirás de viaje con tus nuevos amigos, me ha dicho que os va a mandar un encargo y que viajareis hasta las islas del té, vete preparando
—Si mama...
Shinogi-To, Estación de tren
El joven muchacho de amegakure había sido llevado hasta aquel lugar en contra de su voluntad. Muy en contra. Sin embargo el muchacho no podía oponerse a las ordenes de un superior, o mejor dicho, quien mandaba en su casa era su madre, y sus ordenes no se podían desobedecer. Y si ni siquiera el padre del joven Yamanaka era capaz de contradecirla cuando se le metía algo entre ceja y ceja, mucho menos podía hacer Reiji.
Y allí se encontraba, en una abarrotada estación de trenes, junto a un hombre del tamaño de un armario, con el pelo castaño, los ojos azules y una espesa barba que cubría gran parte de su rostro. Ademas iba vestido con una camiseta blanca ajustadisima que le marcaba hasta el ultimo de sus músculos, unos pantalones negros y unas botas negras. Aquel era el supuesto amigo de su padre. Y era tres veces Reiji.
—¡Animate muchacho! —Dijo dándole una palmada en la espalda que casi lo tira al suelo, y eso era suave...—Os vais a divertir mucho y seguro que os hacéis amigos unos de otros, no debería de tardar en aparecer alguien mas, que si no te mandare a ti solo a hacer todo el trabajo
—"Ojala"
—¡Ese es el espirito muchacho, ojala os hagáis todos amigos y trabajéis en equipo como dios manda
"Ojala no venga nadie y me toque trabajar a mi solo, por que, quien sabe a quien mas habrán enviado a hacer estas cosas, seguro que ninguno entiende lenguaje de signos y me dejan atrás y solo como hacían en la academia, esto tiene el mismo futuro que hacer una misión de infiltración vestido completamente de rosa
El muchacho había llegado el primero por que su madre había insistido en que no podía llegar tarde, pero su exageración había conseguido que llegaran incluso antes que aquel enorme mastodonte. Y ahora tenia que esperar junto a él a que llegara alguien mas.
"Al menos, pese a su apariencia de grandullón descerebrado, parece conocer el lenguaje de signos..."
Maar también se unirá a la trama así que posteara después de mi.
Nuestros personajes viajaran hasta allí y ya nos cruzaremos, posiblemente nos cueste un par de post, pero posteemos por turnos ordenados igualmente. Si os parece.
Maar
Nabi
Riko
Reiji
Por ejemplo? Si alguno tiene inconvenientes que se queje, que es gratis
Es difícil deshacerse de las máscaras que a veces nos vestimos para ocultar nuestras debilidades, nuestros más profundos miedos; el día que hemos de hablar de la verdad se ve opacada por la sombra de lo que dijimos ser y el mundo la desconoce. A veces esa máscara nos ayuda a ir lejos poniendo el rostro sin miedo a la adversidad, pero a veces está rota y deja colar la luz. Algunos días antes del encuentro que le sucedería, pese a su ausente carisma, el contacto con la gente era algo que procuraba siempre para evadir la soledad y la nostalgia, gracias a ello luego de un tiempo encontró pares en la academia con quienes se llevaba bien y, por medio de alguno de sus superiores, había recibido una tarea que la llevaría de viaje a las islas del té junto a algunos genin.
<<La última vez que estuve allí sólo comí cereales y agua. Al menos esta vez iré con... otro tipo de personas. Jaj supongo que es buena idea, después de todo ¿algo puede salir mal?>> Mientras caminaba hacia su encuentro, reconoció a lo lejos y por encima de las cabezas el castaño de una melena <<A juzgar por su estatura, según me indicó Lee, no puede ser otro.>> Maar atravesó el gentío y se halló casi frente a él, junto a quien a penas notaba a un genin de ojos igualmente claros.
Al acercarse les saludó con un gesto demasiado informal, llevando hasta su frente una mano y alargándola ligeramente hacia ellos. - Hola -
Se encogió de hombros, porque en el mismo instante en que los saludó acató su error y quiso resarcirlo con una explicación que resultaría bastante torpe por el agitado movimiento de sus brazos - Buenos días. Soy Nara Maar. He estado mucho tiempo lejos de la aldea, perdón por mi falta de modales. - No es como si fuera de la aldea no existiesen los modales, pero trataba con menos formalidad a los viajeros, algo que no anotó en el momento. Miró a uno y al otro buscando tal vez una respuesta y luego prosiguió - Estoy preparada para el viaje - <<Al final, no es para tanto.>>
9/10/2016, 15:17 (Última modificación: 9/10/2016, 15:17 por Inuzuka Nabi.)
Escuchó atentamente lo que Riko le contaba sin interrumpir. Y al final, no le quedaba nada. A ver, que la historia sobre sus padres era muy tristona y era de esas historias humanas de las que despues se hacen libros dramaticos que se leen las señoras cuarentonas que lo único que tienen que hacer a lo largo del día es cuidar de la casa porque los niños ya se han independizado. En esa clase de libros, la muerte de los padres del shinobi podría llevarle a conocer al amor de su vida cuando visita su tumba para dejarle flores. Pero en el caso de Riko le llevaban ante él, quien era, "la primera persona a la que le decía esto".
— La primera persona a la que se lo dices, que no sea la kage de una aldea, ¿no? Porque se lo has dicho a la Uzukage-sama.
El rubio no preguntaba, afirmaba que se lo había dicho. Era algo tan obvio que ni siquiera vio necesario adjuntar el tono de pregunta a algo que tenía que haber hecho sí o sí. Además no es un hecho mundano como que te has pegado con un shinobi de otra villa, se trata de un ANBU MUERTO. Total, que lo mencionó como algo pasajero, ni siquiera esperaba nada más que un "Obviamente, no soy idiota".
— Así que tú tampoco sabes lo que ocurrió, pues algo tuvo que pasar... porque lo de después... No fue algo normal, tuvo que pasar algo gordo. ¡Y no sabemos de qué se trata, Riko!
El rubio gesticuló exageradamente para dejar clara su preocupación. Podía ser el evento más importante de su vida, ¡y la parte más importante no tenía ni idea de lo que pasó! Bajó el tono antes de pronunciar sus últimas palabras.
— Desaparecieron ¿cuantas? ¿Cientos de personas? ¿Miles? ¿Cientos de miles? Y aquí estamos nosotros, vivitos y coleando. ¿No te quema?
Su confianza en sus compañeros de villa era absoluta, sabía que Riko había presenciado la final, así que no había motivo alguno para no compartir sus preocupaciones con él. Además, el travesti demostró un buen juicio en su combate, por lo que valoraba su opinión.
Riko se percaató de cómo su compañero escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras de su historia, sin interrumpirlo y tratando de comprenderle. Cuando el rastas acabó, Nabi sacó a relucir algo que, a pesar de ser lo más lógico, el moreno no había llevado a cabo, avisar a su kage acerca de este evento.
— Pues... El caso... Verás... Soy idiota. — Afirmó el muchacho. — No le he contado esto a la Uzukage-sama... — Terminó por decir.
— Así que tú tampoco sabes lo que ocurrió, pues algo tuvo que pasar... porque lo de después... No fue algo normal, tuvo que pasar algo gordo. ¡Y no sabemos de qué se trata, Riko!
Desde luego al rubio no le faltaba razón, algo muy gordo tuvo que ocurrir para justificar todo lo que pasó después de la aparición del monstruo y prácticamente nadie sabía nada acerca de ello. Riko se limitó a guardar silencio, pues no sabía que contestar a su compañero, por lo que éste prosiguió, no sin antes bajar su tono de voz.
— Desaparecieron ¿cuantas? ¿Cientos de personas? ¿Miles? ¿Cientos de miles? Y aquí estamos nosotros, vivitos y coleando. ¿No te quema?
El rastas miró a su compañero y esta vez si que iba a contestar.
— Claro que me quema, es decir, yo estuve muerto, y de un momento a otro, dejé de estarlo, ¿por qué? No dejo de darle vueltas... — Dijo el joven, mostrando la gran confusión que le atormentaba.
Aún era incapaz de pensar en el porqué de todo lo sucedido aquel día, y, por lo que estaba comprobando, no era el único.
Pero al final, pese a las aspiraciones de Reiji de hacer todo el trabajo el solo, apareció alguien mas. A lo lejos una joven muchacha de oscuros cabellos como la noche y con los ojos del color de las almendras o de los granos de café. Claro, no era difícil localizar a aquel tipo de la barba, era el mas alto de la estación y era imposible que pasara desapercibido. Para ser un ninja, que irónico.
— Ves! Te dije que vendría alguien mas! —Dijo el hombre bastante animado mientras meneaba su brazo para saludarla a lo lejos.
Por sorpresa para Reiji la muchacha no dijo ni una sola palabra al acercarse, pero sin embargo hizo un gesto que enseguida reconoció como un "hola" en el lenguaje para mudos. Como no reconocerlo, si el lo utilizaba casi a diario. Se pregunto en su cabeza si la chica era muda, o todos los asistentes sabían de su defecto y se habían preparado. En cualquiera de los caso, llego a sentir por un momento que no se encontraba solo en este mundo cruel. Y también pensó que, tal vez, aquella absurda idea de su madre no era tan mala.
—Hola — Respondió imitando el gesto de la muchacha
—Buenos días. Soy Nara Maar. He estado mucho tiempo lejos de la aldea, perdón por mi falta de modales
—Yo soy Yamanaka Reiji, encantado, no hace falta que te disculpes
—Yo soy Akiyoshi Ryoma y... ahora que todos nos conocemos, podemos partir, no es que no quiera esperar pos si finalmente viene alguien más, pero el tren sale en un par de minutos y tenemos que subirnos, por cierto, no tenéis que sacar los billetes, ya los he comprado yo, ahora vamos, vamos.
Aquel hombre, que en esos momentos desprendía energía por cada uno de los músculos que se le mercaban y por los que no, se puso detrás de ambos, y con una mano en la espalda de cada uno, los insto a andar en dirección a la locomotora. Así que Reiji le hizo caso y camino hasta subir en el tren. Una vez allí, el hombre gigante que tenia que agacharse para pasar por las puertas que conectaban los vagones, les llevo hasta el tercero de estos y les insto a sentarse en la cuarta fila de asientos.
—Bueno, mi billete es para otro vagón, si, lo he hecho a propósito. Se supone que ahora tenéis que conoceros entre vosotros para coger confianza para hacer la misión que os contare cuando estemos llegando. Así que, para que tengáis verguencilla y os cortéis, yo os dejo solos. Tendríais que haber sido tres, pero bueno, habrá que conformarse. Así que este es vuestro primer trabajo, Tenéis que averiguar, sin decíroslo el uno al otro, las siguientes tres cosas: El color favorito, su comida favorita y por qué es mudo. Que sepáis que me enterare si hacéis trampa. Hasta luego polluelos!
Y tras todo su monologo, se marcho en dirección al segundo vagón dejando solos a la pareja de shinobis mudo. Aquella "misión" que les había encargado era mas difícil de lo que parecía, por que para empezar, Reiji no tenia ni idea de por donde abordarla ¿Tenia que preguntarle cosas hasta dar con las respuestas o simplemente dejar que la conversación fluyera? y ¿como hacía eso? Sobretodo por que normalmente no trataba con el resto del mundo, puesto que había pocos, muy pocos, con los que pudiera hablar.
Había una manera rápida de hacerlo, no era muy justa para la chica, pero la duda ¿Seria trampa usar sus habilidades?
Maar escuchó a ambos varones y asentía con un ligero gesto de su cabeza, con la cara inexpresiva, << Reiji. Ryoma, ¡Cuánta energía destila este hombre! Se parece a... >> Al terminar de hablar su superior los condujo hacia el tren, haciendo que la kunoichi se quedase helada y comenzó a avanzar como por inercia.
La jovencita había aprendido a mantener un margen de distancia con las personas. Si bien le agradaba estar en compañía, el contacto físico era algo que evadía en circunstancias normales, pero la mano firme del shinobi la había tomado por sorpresa sobre su hombro de tal modo que un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Aquél era un hombre apuesto, pero demasiado opulento y de mucha más edad que ella, así que seguramente su reacción no se debía a algún tipo de enamoramiento; si bien sentía que más que un sonrojo le iban a sangrar las orejas, se debía precisamente a que rara vez tenía ese tipo de contacto.
Pronto fueron ubicados en uno de los vagones y el líder del grupo siguió encorvado el camino hacia el siguiente vagón, sin olvidar dejarles una tarea algo complicada. Sólo hasta entonces la genin se percató de la razón por la que su compañero le había estado hablando en señas. Normalmente la gente la daba por sordomuda, aunque a ojos de Maar era algo ilógico, las personas asociaban una cosa con otra. Se había acostumbrado tanto a comunicarse con señas que pasó por alto la posibilidad de que Reiji también fuese mudo.
- ¡Vaya sorpresa! - La kunoichi hizo que sus dedos se desempuñaran a la altura de su pecho y se escuchó lejano el sonido de todas sus uñas al rasparse con la yema del pulgar. - Me parece que será imposible saberlo - Le comentó a su igual tratando de no mostrar el sentimiento de tristeza que la invadió, recordando fugazmente alguna imagen de su infancia y casi al instante el tren parecía que comenzaba a marchar.
Fingió una sonrisa y luego volcó la mirada a la silla del frente, estiró los pies tratando de desviar su atención y prosiguió - Pero tal vez yo pueda adivinar tu color favorito. - Le retó mirando disimuladamente los colores que él vestía.
— Pues... El caso... Verás... Soy idiota.No le he contado esto a la Uzukage-sama...
El rubio cerró el puño con fuerza y apretó los dientes. En ese instante, una gran balanza apareció ante él psicologicamente. En un lado, las ganas de darle dos hostias a Riko, en el otro no había nada, por lo que la balanza estaba totalmente hundida por el lado de darle dos hostias. Sin embargo, el Uchiha empezó a añadir argumentos para no darselas. Primero, no quería más problemas con gente de su villa, segundo, la conversación estaba interesante, si empezaban las hostias solo Shiona-sama sabe donde terminaba eso.
Ahora parecía haber un equilibrio, ¡pero es que hacia semanas, meses, años y aún no se lo habia contado a su kage! ¡Y ERA UN ANBU MUERTO! Pero no, no podía darle dos hostias, tenían que estar unidos, eran compañeros y necesitaba poder confiar en él y que esa confianza fuera mutua. Hizo una respiración exageradamente larga y esperó a que Riko dejara de hablar.
— Claro que me quema, es decir, yo estuve muerto, y de un momento a otro, dejé de estarlo, ¿por qué? No dejo de darle vueltas...
— ¡A eso quería llegar!
Viendo que había levantado demasiado el volumen se acercó a Riko y le paso el brazo por el cuello. Susurrandole bien bajo al oido.
— Mira, lo que está claro es que morimos todos, pero al final nos salvamos nosotros. Pero, ¿y el bijuu? No estaba cuando volvimos. Estamos hablando de que pasó algo que mató a un bijuu ¿y qué es lo más plausible para matar uno? Usar otro. Así empezó con las cinco villas y así está empezando ahora. ¿Qué pasó en Kusa? No tenemos ni idea.
Nabi suspiró, a lo mejor se estaba pasando de conspiranoico. Así que se relajó y dijo algo antes de separarse de Riko.
— Mira, no te digo que vaya a liarse una guerra mundial ni que no te fies de nadie. Solo decirte que este mundo es extraño y los malos hacen cosas malas. Así que manten los ojos abiertos.
Entonces se separó y se dispuso a dejar ese tema para otra ocasión, tal vez deberían hacer una reunión en Uzushiogakure para discutirlo entre todos los de su generación.
— Bueno, ¿y qué tal tu vida de shinobi? ¿Has hecho ya muchas misiones?
El de rastas acababa de soltar la bomba, no había acudido a su kage a contarle lo que había pasado en el torneo, lo cual era obviamente lo más lógico, pero no lo había hecho y, en cuanto estas palabras salieron de su boca, pudo notar como en la mente de Nabi comenzó un debate, no era capaz de adivinar cual era el tema, pero seguro que, uno de los lados que estaba sopesando no era demasiado bueno para la integridad física del moreno, que se limitó continuar hablando, mientras el rubio seguía con su dilema interno.
— ¡A eso quería llegar!
De repente el Uchiha había subido el tono de voz quizás en exceso, lo cual sobresaltó ligeramente a Riko, que rápidamente notó como su compañero de villa le echaba el brazo por el cuello, de tal manera que pudiera susurrarle lo que quería decir, para que nadie más se enterara.
— Mira, lo que está claro es que morimos todos, pero al final nos salvamos nosotros. Pero, ¿y el bijuu? No estaba cuando volvimos. Estamos hablando de que pasó algo que mató a un bijuu ¿y qué es lo más plausible para matar uno? Usar otro. Así empezó con las cinco villas y así está empezando ahora. ¿Qué pasó en Kusa? No tenemos ni idea.
Riko fue capaz de notar la preocupación del rubio, se acababa de montar una conspiración mundial de la nada, él solito, pero, lo cierto, es que prácticamente nadie podía quitarle la razón, porque nadie lo sabía con certeza.
— Espera, espera, espera... ¿Me estás queriendo decir que crees que alguien usó a un bijuu para matar al bijuu que apareció ''de la nada''? — Dijo haciendo un énfasis muy claro en esto último.
Y de repente, se separó del de rastas, y, como si nada de aquello hubiera ocurrido, cambió a un tema completamente banal, sin mayor importancia.
— Bueno, ¿y qué tal tu vida de shinobi? ¿Has hecho ya muchas misiones?
Riko se le quedó mirando por un momento, aún descompuesto por la trama de conspiración que acababa de montar Nabi, y por como de repente fue capaz de pasar del blanco al negro.
— Yo también estoy sorprendido, rara vez conoces a alguien que no sea adulto y conozca el lenguaje de signos, incluso entre los adultos es complicado encontrarlos a veces, por un momento he pensado que habían elegido específicamente a gente que supiera el lenguaje
Si. La tarea que tenían entre manos era difícil, pero solo para uno de los dos. Para ella. La familia Yamanaka se especializaba en técnicas mentales, que decir, que la primera técnica que le enseñaban a sus hijos era la telepatía. Era algo simple y a la vez complicado que les permitía comunicarse mentalmente con otra personas, por lo que, les permitía escuchar los pensamientos de los demás para así conversar. Pero ya le habían dicho a Reiji que no podían hacer trampas, y a pesar de las pintas de musculitos descerebrado que tenia Ryoma, infundía cierto respeto en el joven, que había decidido no utilizar sus técnicas.
—En realidad no hay nada difícil, ya que vamos a ser compañeros y se supone que esto es para conocernos mejor, confesare que puedo leer la mente, soy telepata, y así averiguar las tres cosas, pero no lo haré, jugare limpio
El tren comenzo su camino, ruidoso, pero a los jovenes de amegakure el estruendo de la maquina no suponia ningun problema. No tenian que escucharse.
—Pero tal vez yo pueda adivinar tu color favorito.
—A ver si es verdad —Contesto el joven Yamanaka con sus manos mientras sonreía amistosamente a la muchacha que tenia en frente —Pero creo que deberías ver esto primero.
Reiji era un gran observador. Aunque se trataba de la chica que tenia en frente y era difícil no verla. Y aunque trato de hacerlo disimuladamente, Reiji se dio cuenta de que le estaba observando de arriba a abajo. Imagino que la chica estaba buscando algo destacable en su ropa y lo único que había eran las dos rayas violetas que recorrían la manga de su sudadera desde el hombro hasta la muñeca. Por eso abrió su mochila y mostró las otras dos que llevaba de repuesto. Una con las rayas de color naranja y la otra con las rayas de color verde.
Reiji, por el contrario, no fue en busca del color favorito de la muchacha, de manera indirecta quiso averiguar la mas difícil con una pregunta "Trampa".
—¿Alguna vez has querido volver a hablar?
Respondiera lo que respondiera, Reiji estaría un paso mas cerca de la verdad. Si decía que nunca había podido hablar... era un problema de nacimiento, como el de él. Sino... accidente o poniéndose en lo peor alguien se lo había hecho, tal vez en alguna pelea. Había un motivo mas para lanzar aquella pregunta, claro, ella taba su cuello y teniendo en cuenta el entrenamiento al que se sometían los shinobis de amegakure, no se lo tapaba para evitar pescar un resfriado. O tal vez sí, igual había entrenado fuera por algún motivo.