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Una brecha en el escudo - Versión para impresión

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RE: Una brecha en el escudo - Senju Hayato - 5/02/2023

Entre lágrimas, el chico intentó llegar hasta el epicentro de la explosión. Aún estaba aturdido, mareado, confundido. Había vomitado varias veces al ver el panorama, de hecho posiblemente ya no le quedaba mucho más alimento en el estómago para poder vomitar de nuevo. Pero aún así, intentó llegar hasta donde pensaba que podían necesitar más ayuda. Donde se había producido todo ese desastre. Pero al llegar...

Vísceras. Trozos de personas desperdigados. Sangre por doquier. Un olor extremo a carne quemada.

Olía a lo que debía ser el olor de la guerra.

Muerte.

El estómago, incluso estando vacío, le mandó de nuevo un impulso de liquidos al gaznate. Ya no podía diferenciarse ni alimentos, parecía puro acido o bilis. Era incapaz de aguantar ese tremebundo panorama. Era incapaz de aguantar siquiera en pié. Hincó de nuevo las rodillas en el suelo, mirando a escaso metro de él los restos de una persona, y sus mejillas de nuevo fueron autovías para un carrusel de lágrimas.

Culebra fue incapaz de escuchar siquiera al Uzukage, que a lo lejos pedía una explicación. Una pregunta le martilleaba la cabeza, y era incapaz de razonar...

¿Que clase de monstruo hacía estas atrocidades?.


RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Akame - 23/02/2023

El exiliado miró a su alrededor, embargado por la añoranza. Todos sus sentidos estaban inundados del olor de Yume, del color azul de las paredes de su cuarto, del tacto de las sábanas de su cama. Los recuerdos volvían a su cabeza tan vívidos como si fueran de ayer, aturdiéndole con la fuerza de un huracán. Sintió que le fallaban las fuerzas y estuvo a punto de dejarse caer sobre el colchón de la cama que tantas veces le había acogido por las noches —y alguna mañana—. Pero se obligó a seguir.

«Todavía estoy a tiempo, todavía estoy a tiempo...», se repetía en su fuero interno. La devastación de Kurama no parecía haber alcanzado esa parte de la Villa. Todavía estaba a tiempo.

Veloz como una gacela salió del cuarto y traspasó el salón. El curry humeante aún estaba caliente; Yume había salido hacía poco de allí.

«Todavía estoy a tiempo.»

Con paso apresurado se aproximó al umbral de la puerta entreabierta. Salió al exterior, aspirando el aire fresco de Uzushiogakure, que aquel día traía un sabor amargo; a cenizas, a destrucción, a muerte. Sus ojos rojos escudriñaron los alrededores, buscando a una muchacha de pelo blanco.


RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 28/02/2023

Te mataré, Uchiha Datsue. Te mataré, acabaré con todo lo que amas.

La voz de Kurama reverberó en su cabeza cuando oyó su nombre de los labios de Hanabi. Se le nubló la vista, pero esta vez no por las consecuencias del abuso del Mangekyō. Apretó los puños, clavándose las uñas en las palmas hasta hacerse sangre, y estranguló el sollozo que afloraba en su garganta con todo el peso de la rabia y el odio que hervía por sus venas. Su Sharingan, el reflejo del alma de un Uchiha, brilló con una intensidad desbordante, como las llamas incontrolables de un incendio. Sus pupilas apuñalaron a Raito , exigiendo más respuestas. El Jōnin se forzó a hablar, en un intento de dar un informe de manera impersonal.

Llegó en forma de clon. Debió sellar algo en uno de los guardias que le recibió, una técnica explosiva de gran calibre. Cometí el error de dejarle pasar y… —Apretó la mandíbula, incapaz de continuar.

El Uzukage asintió, sombrío. Podía imaginarse el resto. Incapaz de permanecer quieto por más tiempo, formó un sello, creando cuatro Kage Bunshins. Hubiese podido hacer más de no ser porque no contaba con el chakra de Shukaku. Cuatro Datsues salieron corriendo al centro de la explosión, con el objetivo de ayudar a quienes pudiesen. Un quinto —el único que permaneció junto a las puertas—, posó sus ojos negros en Raito.

Hay algo más —dijo el Jōnin, anticipándose—. El cuerpo que está empleando Kurama es… Uzumaki Shiomaru.

Datsue parpadeó varias veces, tratando de comprender lo que acababa de escuchar. Negó con la cabeza y miró a Hanabi, en busca de alguien más cuerdo con el que hablar.

Eso es imposible —replicó, contundente. Y esperó a que Hanabi le diese la razón.

• • •

Culebra y Akame se encontraron en la calle, en medio del caos. La evacuación aún se estaba ejecutando cuando la explosión había tenido lugar. Los civiles huían despavoridos hacia el puerto, con la incertidumbre y el miedo asolando sus corazones. ¿Había acabado ya el atentado, o era la primera de varias explosiones? ¿Estarían sus familiares y amigos a salvo?

Siguiendo el humo y los chillidos, ambos llegaron al centro de la Villa. Allí donde debía estar el edificio Uzukage, tan solo quedaban escombros y ruinas. El puente había sido derruido, así como todos los edificios a su alrededor en un radio de medio kilómetro. Los heridos y los muertos se contaban a miles. La explosión había sido letal y rápida para muchos, pero otros tantos no habían tenido tanta suerte: la muerte les llegaría de manera más lenta y dolorosa. Encontraron una pareja de ancianos que trataba de reanimar a su nieto. Encontraron a una niña que no paraba de sacudir el cuerpo sin vida de un hombre mientras gritaba:

¡Papá! ¡Papá, despierta!

Oyeron a alguien pidiendo auxilio: tenía las piernas aplastadas bajo un trozo de arco torii. Un hombre chillaba, tirado en el suelo mientras se abrazaba las piernas, encharcado en una sangre que no era la suya. Una mujer gritaba de dolor. Un bebé lloraba en algún lugar. Todo era caos. Todo era llanto. Todo era dolor.

Olía a quemado. Olía a muerte. Pero bajo la fragancia de Izanami, Akame pudo detectar un aroma familiar. Por el rabillo del ojo captó un cabello blanco sobre el suelo. Pertenecía al cuerpo de una muchacha que respiraba con dificultad. Yacía entre los escombros, y clavado en su abdomen, como si fuese algún tipo de trofeo que alguien hubiese conquistado, se incrustaba un bambú que tenía el símbolo de un remolino dibujado en su otro extremo. Probablemente, los restos de la puerta del despacho del Uzukage, que había salido volando por la explosión con tan mala suerte de penetrar el cuerpo de la joven con la letalidad de una katana.

Esa mujer era Yume.

Y sangraba a río suelto.


RE: Una brecha en el escudo - Senju Hayato - 4/03/2023

El mundo se le había caido encima al shinobi de viperino sobrenombre. Por más frío, vándalo y gamberro que había sido tiempo atrás, por más que había sido rechazado por la villa, señalado u acusado de manera injusta... Nada cambiaba el presente. Nada cambiaba esa horripilante escena, y la manera en que le afectaba. Hoy día, ese dolor y esa destrucción le hería como si le hubiesen arrancado el corazón, le hubiesen apagado una colilla encima, y lo hubiesen echado a una pecera llena de pirañas con diabetes. Hoy le dolía más de lo que se pudiera expresar con meras palabras.

El shinobi unió las manos en un sello especial de manos, diseñado por el mismo. Varios hilos de chakra salieron disparados al suelo, justo a sus pies, y poco más tarde la tierra se resquebrajó. Fue apenas un instante, y tras ello una mano de piedras, metal, arena y algunos restos del lugar atravesó el camino para dar paso a una cabeza, otro brazo, más tarde una espalda...

Ninpou: Sonobashinogi no ningyō

Sentenciado el nombre, la técnica culminó con un ente creado con la propia tierra, de forma humanoide. Fue el primero de tres, que tardaron poco en crearse, tras el primero.

Con un juego de dedos, el titiritero lanzó a las tres marionetas hacia los restos del arco torii. Casi al unísono, forzaron sus límites para elevar esos restos, aunque fuese por unos segundos. El marionetista aprovecharía entonces para sacar al pobre hombre de las piernas destrozadas. Era el primero al que ayudaba, y esperaba wue no fuese el último. Había demasiada desesperación y dolor en aquella devastada tierra. Una vez a salvo éste, correría con sus marionetas hasta el hombre que lloraba abrazándose las rodillas.

¡V-vamos! ¡Hay que ayudar a los demás hermano! ¡Guarda las lágrimas para luego y ayuda! ¡Joder!.

No sabía ni quién sería el siguiente... Quizás la niña que lloraba por su padre, o buscaría al bebé al que no lograba ver. Quería ayudar, aunque no sabía ni por dónde continuar.



¤ Ninpou: Sonobashinogi no ningyō
¤ Arte ninja: Marionetas improvisadas
- Tipo: Apoyo
- Rango: A
- Requisitos: Kugutsu Butai 50
- Gastos: 15 CK por marioneta (impide regen. de chakra)
- Daños: -
- Efectos adicionales: Crea marionetas con 10 PV
- Sellos: Especial (Dos manos)
- Velocidad: Moderada
- Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Tras realizar un sello de manos inventado por Culebra, el titiritero clava hilos de chakra en el suelo, y de éste saca hasta un máximo de 10 marionetas. Éstas marionetas tienen poca durabilidad, y no poseen armamento, pero a cambio sus golpes físicos (8 PV) y su capacidad de alejamiento (30 metros) compensan las debilidades. Éstos títeres tienen apariencia humanoide, y están compuestos por los restos de tierra, rocas o metales del entorno en que se use.



RE: Una brecha en el escudo - Sarutobi Hanabi - 15/03/2023

Raito se encargó de extender la explicación del anterior Uzukage:

Llegó en forma de clon. Debió sellar algo en uno de los guardias que le recibió, una técnica explosiva de gran calibre. Cometí el error de dejarle pasar y…

Hanabi apretó aún más las mandíbulas al recordarlo. Por muchas vueltas que le diese, no encontraba una razón mínimamente buena por la que hubiese dejado pasar por alto algo así. Por mucho que hubiese intentado imaginarlo, jamás se le habría ocurrido que Kurama utilizaría una estratagema tan vil y sucia como aquella. Era imperdonable. Tanto como para Kurama como para sí mismo.

Hay algo más —añadió Raito—. El cuerpo que está empleando Kurama es… Uzumaki Shiomaru.

La noticia cayó sobre Uchiha Datsue como un jarro de agua fría. Tal y como les había pasado a ellos hacía unos pocos minutos.

Eso es imposible —replicó, contundente.

A mí también me gustaría creerlo, Datsue —habló al fin Hanabi, reincorporándose a trompicones—. Ese maldito monstruo se ha estado riendo de nosotros todo este tiempo.

Parece ser que... en el Valle del Fin, el Primero reservó parte de su chakra para lanzar un último Füinjutsu. Se salvó a sí mismo, encerrando al Kyūbi en su interior... Y ahora su voluntad ha prevalecido sobre la de Shiomaru. Tiene su cuerpo, pero la voluntad es de Kurama.


RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Suzaku - 15/03/2023

Suzaku se había quedado petrificada en el sitio. Como una estatua, incapaz de moverse, incapaz de apartar los ojos de la escena que se dibujaba frente a sus infantiles ojos. Humo. Escombros. Fuego. Podía escuchar los gritos y los llantos en la lejanía, que se le clavaban en los tímpanos. Buena parte de Uzushiogakure, la Villa a la que había jurado proteger, su hogar, había sido reducida a cenizas.

En shock, fue incapaz de escuchar lo que los dos Uzukage discutían entre sí. Ni siquiera la voz de su hermana llegó hasta sus oídos. Era incapaz de mover un solo músculo y en su mente luchaban la incredulidad y la más absoluta impotencia con el deseo de poder hacer algo por ayudar. A quien fuera.

Una lágrima resbaló por su mejilla, incontrolable.


RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 20/03/2023

Datsue sacudió la cabeza, incapaz de digerir lo que Raito le acababa de contar, lo que Hanabi le acababa de confirmar. Shiomaru, el primer Uzukage, el héroe de Ōnindo y creador de la espada legendaria del Remolino, ¿era el jinchūriki de Kurama? O había intentado serlo, fracasando en el proceso.

No sabía qué pensar. No veía razón alguna para que Kurama fingiese ser alguien que no era. Pero, ¿cómo era posible? ¿Y cómo es que su cuerpo había sobrevivido tantos años? Sabía que los Uzumaki eran longevos, pero, ¿más de doscientos años? Eso tenía que ser un maldito récord, aunque quién sabía cuánto hubiese vivido Shiona de no haber sido asesinada.

Los gritos y las llamas de Uzu le rompieron la cadena de pensamientos. El instinto le gritaba que saliese corriendo a ayudar a la gente, pero su cerebro tuvo que obligarle a recordar que ya había enviado cuatro Datsues en su auxilio. Analizar la situación y descubrir qué había pasado era también su máxima responsabilidad para actuar en consecuencia.

Tendría que haber llegado antes. Tendría que…

¿No haberse marchado? De no haber estado él en el desembarco, cuando los ninjas de Kurama les tendieron la emboscada en la Villa de las Aguas Termales, ¿hubiese sido la misión exitosa? ¿Habrían podido contra el General? ¿Cuántas muertes había evitado? Pero, al mismo tiempo, había condenado muchas otras vidas. Vidas civiles. Niños. Ancianos. Quizá su Sharingan no hubiese visto la argucia de Kurama, quizá no hubiese podido evitarla. Pero había sido su promesa. Había jurado ser el escudo de la Aldea. Cuando la mayor amenaza de Ōnindo había aparecido a sus puertas, sin embargo, él no estaba allí.

No lo estaba.

Encontramos a Akame en el camino de vuelta —dijo, tratando de controlar su frustración—. Vi la oportunidad de recortar días de viaje y la tomé. —Había pensado que así llegaría a tiempo. ¡Si tan solo se hubiesen dado un poco más de prisa!—. Hicimos un trato. A cambio de traerme, le dejaría ver por última vez a su ex, y después…

»Dictaré sentencia.

Los ojos se le habían humedecido. Pero no derramó lágrima alguna.


• • •


Siete consiguió su objetivo, rescatando al hombre atrapado en el arco torii. O, al menos, posponiendo su muerte. La sangre que emanaba de sus piernas no tenía buena pinta. Si no recibía atención médica pronto, las puertas de Izanami se abrirían para él. ¿Qué haría Siete? ¿Buscaría el llanto del bebé? ¿Buscar ayuda médica? Su intento de encontrar colaboración en el hombre que lloraba desconsolado, por desgracia, no pareció surgir efecto.


RE: Una brecha en el escudo - Tsukiyama Daigo - 8/04/2023

En aquel tranquilo día, el boxeador kusajin se encontraba dando clases de Taijutsu tal y como había prometido. No era la primera vez que enseñaba, pero sí que era la primera vez que enseñaba en serio a una clase entera de futuros ninja. Al principio era extraño, no sabía ni como presentarse, pero al poco tiempo demostró que era algo que se le daba sorprendentemente bien.

— Y ahora, si en lugar de liberar nuestro chakra en un puñetazo, lo mantenemos concentrado en el brazo... —Explicaba en un entrenamiento al aire libre, mientras mostraba una de sus técnicas.

¡¡BAAAAAUUUUM!!

Demasiado lejos de la explosión como para saber siquiera lo que había pasado, toda la clase se sorprendió al presenciar la enorme explosión que había ocurrido. Algún chico gritó, pero no tuvieron tiempo de entrar en pánico antes de que una enorme roca se abalanzase encima de uno de los alumnos. Por suerte, Daigo estaba lo suficientemente cerca como para destrozarla de un puñetazo cargado de chakra. Estaban a salvo.

— ¡Id a casa y poned a salvo a quien podáis por el camino! —Les instruyó. Al fin y al cabo solo eran niños. Estudiantes. No era su momento de meterse en esa clase de problemas.

Utilizando sus cadenas para balancearse y moverse por árboles y los edificios que todavía seguían en pie, Daigo salió de la escena tan rápido como pudo.

· · ·

Mientras el titiritero ayudaba al hombre a salir del arco y consideraba sus opciones, escucharía una voz gritándole no demasiado lejos.

— ¡No te lo pienses! ¡Debes llevarlo al hospital! —Se trataba de Tsukiyama Daigo, que estaba buscando desesperado de dónde provenía el llanto del bebé.

Su voz también se podía escuchar en más de un lugar. Habían hasta otros tres como él, clones todos, ayudando a quien podían a toda prisa. Ninguno de ellos se había parado a ver caras ni a preguntar nombres. No se habían percatado de la presencia de Akame, ni de Hanabi, ni del Uzukage. Solo estaban centrados en salvar tantas vidas como pudiesen, asegurándoles a todos que iban a estar bien mientras ellos mismos se esforzaban en mantener la calma.


RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 10/04/2023


25 días desde el post de Hanabi, aún más del de Akame. Esta trama paraliza demasiado el foro como para esperaros más, chicos. Os salto y me tomo la libertad (me había dado permiso) de controlar a Akame por el bien de la coherencia argumentativa, que además sé lo que planeaba hacer


Datsue dio media vuelta, dando la espalda a Hanabi y Raito. En un silencio funesto, observó la columna de humo que ascendía del centro de la villa. Luego, la hierba en donde minutos antes había estado el causante de todo: un clon de Kurama. El cuerpo de Shiomaru. Shiomaru, el primer Uzukage, el padre del Remolino.

Un momento… —farfulló, dándose cuenta de algo. La semilla de una idea chispeó entre sus neuronas. La atrapó con fuerza, y la hundió en las profundidades de su cerebro. Tenía que contárselo a su yo real. Cuánto antes.

Desapareció en una nube de humo.

• • •

Datsue recorría las calles de la aldea, desesperado e impotente, ante la sangre y muerte que había asolado Uzu sin que pudiese hacer nada para ponerle freno. Entonces, un relámpago iluminó su mente, recargando parte de su chakra. Uno de sus clones había vuelto a él, trayendo consigo un puñado de información. Dio gracias por tener algo con lo que entretener su mente ante tal desolación. Dio gracias por tener un plan. Un plan desesperado, casi ridículo. Pero un plan.

Dio la espalda a la muerte y se adentró en el Jardín de los Cerezos.

• • •

Nadie supo qué hizo Datsue en el Jardín de los Cerezos. Pero quienes le vieron entrar, encontraron en Datsue a un chico que corría de manera errática y despavorida, como el animalillo que huye de un depredador. Quienes le vieron volver, encontraron la otra cara de la moneda: tenía la mirada de un cazador, el ritmo rápido pero controlado, la respiración medida, la dirección clara.

Halló a Akame junto a Yume, tratando de contener una hemorragia en el abdomen. Datsue le empujó, pero él se resistió a apartarse. Sus ojos se encontraron, Sharingan contra Sharingan. El poder de aplastar civilizaciones se encontraba entre el espacio de aquellos ojos malditos. Juntos, eran capaces de evaporizar ejércitos enteros. Enfrentados…

Algún día, el mundo lo vería. Pero no sería hoy. Hoy, se entendieron. Akame cedió, y Datsue apoyó una mano chispeante sobre el abdomen de Yume. El Raiton Denkishōshaku no Jutsu consistía en aplicar un flujo de corriente eléctrica constante para cauterizar heridas, logrando detener feas hemorragias como aquella.

¡Siete! —gritó, al reconocerle—. Llévala a ella y a cuántos puedas al hospital. ¡Rápido! ¡Daigo! —gritó, al verle—. Es tu momento. Ven aquí, apoya tu mano en mi hombro. ¡Akame! Tenemos un trato, ¿recuerdas? Llévame a…

Datsue susurró la localización del destino. Akame entornó los ojos, sorprendido y curioso a partes iguales. Asomó en sus labios una pregunta, pero en su lugar estiró la mano. Datsue la tomó como quien agarra un hierro al rojo vivo.

Se produjo una espiral…

… y desaparecieron de la Villa.




Datsue y Akame OUT



RE: Una brecha en el escudo - Tsukiyama Daigo - 12/04/2023

Mientras los Daigos hacían todo lo necesario por ayudar, Daigo, el real, escuchó al Uzukage llamarlo. Parecía que de alguna manera había sobrevivido a la explosión del edificio, o justo lo había pillado mientras estaba de paseo. Fuera como fuese, Daigo se alegraba de verlo con vida.

— ¡Voy!

Sin hacer ningún tipo de pregunta por el plan que tenía, Daigo le encomendó a uno de los Kage Bunshin que se encargasen de la persona a la que estaba ayudando y se dirigió directamente hacia Datsue tan rápido como pudo. Apenas llegó, posó su mano sobre el hombro del Uchiha, dándose cuenta solo entonces de que había alguien más con ellos.

— Espera un momento ¿Akame-sa...? —Antes de que pudiese terminar de hablar, se produjo una espiral.

Zzzzup.


¡Salgo!



RE: Una brecha en el escudo - Senju Hayato - 12/04/2023

TOdo estaba ocurriendo tan rápido, que el titiritero no sabía ni dónde poner el ojo. Quería hacer mucho, pero había demasiado que hacer. Era como la pescadilla que se muerde la cola. De buenas a primeras, un chico de pelo verde le interrumpió, inquiriendo que lo que debía hacer con aquél hombre no era animarlo a ayudar al resto, si no llevarlo al hospital. Si, quizás tenía razón...

Y antes siquiera de que respondiese con una afirmación u algo, el Uzukage se presentó ante ellos. Fue conciso, tajante, directo. Culebra afirmó con un gesto rápido y contundente de cabeza. Debía llevar a cuantos pudiese al hospital, y entre tanto él llamó tipo ese, Daigo. Tan rápido como había llegado, se fue. Literalmente en un pestañeo, junto al peliverde. El marionetista, ni corto ni perezoso, tomó con ayuda de su marioneta al tipo herido, y comenzó a movilizarse hasta el hospital. Allí dejaría al hombre en manos de quien fuera que se encontrase, su objetivo era el dicho por su superior, llevar al hospital a cuantos heridos pudiese.

Y por lo que sus orbes podían vislumbrar, la tarea iba a llevarle un buen tiempo.


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