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El secreto de Tutankabrón - Versión para impresión

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RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Datsue - 3/12/2017

Fue mejor de lo que jamás hubiese imaginado. Mucho mejor. Cuando Banadoru salió de la tienda, con la inocencia e ingenuidad de un kusareño, cayó de lleno en la trama puesta por Datsue, rodando por el suelo del susto y exclamando un rugido que bien podría haber sido de la mismísima Izanami, cuando su esposo descubrió su rostro en el Yomi. Todos se sobresaltaron, incluso el propio Muten Rōshi, y el Uchiha cayó de espaldas de suerte que aquella acción disimuló sus risas apenas contenidas.

«Ains, ha merecido la pena», se dijo, mientras se quitaba una lagrimilla que le caía por la mejilla con el dorso de la mano.

Viendo lo rápido que estaban desmontando las tiendas, se apresuró en irse a la suya, donde se encontró con Aiko.

¿Que tal la guardia?

Divertida —respondió, de muy buen humor—. Ya te contaré —agregó, guiñándole un ojo, mientras se apresuraba a recoger sus cosas.

De vuelta a lomos de su camello, no obstante, se dio cuenta que una de las tiendas todavía no se había recogido. «¿No era esa la de…?» Espoleó a su camello para alcanzar a Muten Rōshi.

Señor, me parece que falta Benimaru. ¿No esperamos por él? —Hubiese preferido realizar aquella pregunta a Banadoru, con el que tenía más confianza, pero después de la última jugarreta probablemente siguiese de malos ánimos—. Separarse del grupo no es lo más seguro… —agregó. No le apetecía en absoluto separarse de ellos para proteger al delegado del Daimyō, pero sabía que Aiko quería impresionarle para conseguir una audiencia con el Señor Feudal, y menos le apetecía que ella se quedase a solas con aquel charlatán…


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Akame - 3/12/2017

Cuando Datsue alcanzó al frente la comitiva, donde iban Rōshi y Banadoru, los académicos cruzaron unas miradas que no pasaron inadvertidas para el Uchiha. La del profesor adjunto era de preocupación y nerviosismo, mientras que la de su jefe y profesor transmitía una calma insondable. Muten Rōshi se volvió hacia el gennin y con un gesto de extrema tranquilidad dió respuesta a sus inquietudes con todo lujo de detalles.

Abudora Benimaru-dono no puede acompañarnos en esta parte del viaje —enunció con autoridad—. ¡Watasashi-san! Acérquese, por favor.

Muten Rōshi esperaría a que la kunoichi se pusiera a la altura de ellos tres para continuar con sus explicaciones.

Debo confesar que Banadoru-kun no ha sido del todo honesto con ustedes... Siguiendo mis instrucciones, claro —agregó, y a pesar de que el profesor no culpaba en absoluto a su subordinado, este parecía muy avergonzado por aquello—. Nuestro verdadero destino no es la biblioteca en ruinas que yace bajo estas arenas, sino otro muy distinto.

El profesor alzó la vista al horizonte y esbozó una sonrisa de satisfacción.

Nos dirigimos hacia una antiquísima tumba situada al Oeste de aquí, y muy cerca de las Pirámides de Sanbei —miró a la kunoichi de Ame y torció los labios en una sonrisa—. Seguro que ahora comprenden lo que pensaría el señor delegado de esto.

»Anoche puse un poco de sedante en la cena de Benimaru-dono. Una dosis nimia, pero suficiente para provocarle un sueño pesado. No se preocupen por él, despertará en unas horas y tiene suficiente agua y comida para volver a pie hasta el pueblo más cercano.

Mientras el profesor les desvelaba su jugada y el verdadero objetivo de la expedición, los dos obreros salieron de la tienda de Benimaru y se subieron al carro donde estaban el resto de sus compañeros. El convoy aceleró el paso a petición de Jonaro.

¡Vamos, vamos! ¡Hay que llegar antes del anochecer! —voceó el jefe de seguridad, visiblemente alerta, que de vez en cuando lanzaba miradas nerviosas al horizonte, como si el ejército del Daimyō pudiera aparecer en cualquier momento.


RE: El secreto de Tutankabrón - Aiko - 3/12/2017

Aiko aún mantenía la mirada en la única tienda sin desplegar, aunque no sabía exactamente a quién echaba en falta. De pronto, Datsue habló con el resto, con los que daban prisas por proseguir el viaje a falta de un miembro. Sin duda alguna, era de lo mas raro... ¿como evitar la curiosidad? Muten Roshi fue el que dio respuesta a tal pregunta, dando a conocer quién era el rezagado. Tras de ello, llamó la atención de la kunoichi, la cuál apenas apartaba la mirada de la tienda.

«Así que don bigote verde no nos acompañará... que raro...»

Tomó rumbo hacia el profesor Roshi, y paró a no demasiada distancia. Fue entonces que el profesor informó de que Banadoru no les había dicho toda la verdad. La chica arqueó una ceja, no entendía a qué se refería. Sin embargo, sus dudas no tardaron en ser respondidas. No se dirigían hacia la pintoresca y olvidada biblioteca, si no hacia unas ruinas cercanas a las pirámides de Sanbei. Explicó que ese era el motivo por el cuál dejaban atrás al emisario.

«Pero entonces... cuando despierte, se dará cuenta de todo ésto...»

Desvió la mirada hacia la tienda de nuevo, intrigada. Pero el profesor no había terminado de hablar, no señor. La noche anterior habían sedado al hombre, al menos eso decía el profesor. Continuó su explicación diciendo que éste despertaría en unas cuantas horas, y que tenía agua y comida para sobrevivir hasta llegar al pueblo mas cercano.

Los dos obreros salieron de la tienda al cabo del rato, y se subieron apresurados al carro, tras lo cuál pasaron a mando de Jonaro. Éste lucía especialmente nervioso, algo que sin duda no pegaba con su apariencia, o con el tipo de hombre por el que la kunoichi lo había tomado.

¿Por qué esos nervios?

La chica mostró una amplia sonrisa, una felicidad que no podía ocultar le invadía. —Mentiría si dijese que no agrada el nuevo rumbo que ha tomado ésto...

Estaba todo dispuesto para continuar el viaje hacia esas intrigantes ruinas, y anunciaron que debían llegar antes del anochecer con las mismas. Aiko sin embargo, aparentaba mas que otra cosa, la curiosidad era algo con lo que no podía combatir... Con gesto disimulado, dejó caer un papel al suelo, que poco a poco se fue deslizando por el aire mientras que el convoy marchaba. Éste no era un papel cualquier, se trataba de su especialidad, ninjutsu de origami. Como por arte de magia, el papel se transformaría en una mariposa —que ni corta ni perezosa— buscaría adentrarse en la tienda del señor Benimaru.

«¿Para qué han entrado ese par de tipos en la tienda si ya estaba dormido don bigote verde...?»

No pasaba nada por echarle un vistazo...


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Datsue - 4/12/2017

La boca de Datsue se fue abriendo más y más a medida que Muten Rōshi explicaba lo que ocurría. Pasó del desconcierto a, rápidamente, el temor. El temor por la incertidumbre, por el engaño, por no saber dónde se estaba metiendo. Aquellos cabrones le habían engañado. ¡Ahora entendía el nerviosismo de Banadoru! Aquellas miradas indiscretas al delegado no eran sino para comprobar que se engullía el veneno.

«¿Dónde cojones me he metido?» Allí, pese a no decirlo directamente, se estaba hablando de traición. Traición al Daimyō. ¿Para qué otra cosa sino iban a envenenar al delegado? Miró de reojo a los obreros que salían ahora de la tienda. ¿Le habían dejado provisiones, como decía Muten Rōshi? «No me pareció verles llevando nada cuando entraron…»

Tragó saliva. Si Muten Rōshi les había engañado a él y al propio delegado tan fácilmente, bien podía mentir en aquello también. ¿Y si en realidad habían entrado para…?

«Mierda… Mierda, mierda, mierda, mierda, ¡mierda!»

No sabía si Aiko estaba sospechando lo mismo que él, pero de hacerlo, parecía que no le importaba en absoluto. Efectos colaterales de ser inmortal: uno siempre veía el peligro con otros ojos. El caso era que Datsue… no lo era.

Señores —dijo, tratando de que su voz sonase calmada—, esto no fue lo que acordamos. Nuestro trabajo era protegerles de bandidos, bestias… ¡no del Daimyō! —chilló, sin poder evitar que el nerviosismo se apoderase de él—. Benimaru fue muy claro en que acercarse a las Pirámedes Sanbei estaba penado con la muerte, y viendo lo que le han hecho, imagino que gracia no le hará tampoco que vayamos a esa tumba… —dejó caer. ¡Aquello era una locura! ¿Cómo podían estar tan tranquilos?


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Akame - 4/12/2017

Muten Rōshi escudrañaba los rostros de ambos ninjas con una firmeza analítica, probablemente tratando de discernir cómo se habían tomado aquella súbita revelación. Banadoru, junto a él y algo más alejado, mantenía la vista al frente; se encontraba tieso sobre su montura, recto como una estaca y evidentemente nervioso.

Aiko pareció tomárselo mejor, y así lo captaron los astutos ojos del académico. La chica trató de utilizar sus habilidades de papiroflexia para mandar una mariposa a espiar lo que había ocurrido dentro de la tienda... Pero pronto se dió cuenta de que su capacidad de concentración y su habilidad con las riendas no eran suficientes para permitirle controlar a la mariposa y seguir sobre su camello al mismo tiempo.

Sin embargo, Datsue reaccionó de forma muy diferente. Tratando de disimular su nerviosismo, cuestionó los planes del director de la expedición. Éste, que montaba a la par del uzujin, le dedicó una mirada dura y unas palabras aun más firmes.

Uchiha-san, entiendo su frustración. Soy un académico reputado en todo Oonindo y tampoco es de mi agrado este proceder, pero usted mismo se hace una idea de las pocas alternativas que he tenido —aquella era la primera vez que los muchachos veían a Muten Rōshi alzar la voz más de lo debido—. He dedicado media vida a este proyecto, a la historia. Los hallazgos que haremos en esta expedición podrían sacudir los mismos cimientos de nuestro pasado, lejano y reciente.

»No permitiré que la estrechez de miras y el autoritarismo de hombres que ignoran el peso de su propia historia echen por tierra esta oportunidad única.


RE: El secreto de Tutankabrón - Aiko - 4/12/2017

Pese a que la chica estaba emocionada por ese rápido giro de acontecimientos, la curiosidad le mataba. Por mas que lo había intentado, mandar a sus propias emisarias de papel se hizo totalmente imposible. Quién lo iba a decir, montar sobre ese animal jorobado y realizar ninjutsu a la misma vez —por raro que pareciese— era realmente complicado. Datsue sin embargo no contentó con la respuesta del hombre de libros. Los nervios se habían apoderado de él, hasta llegó a alzar la voz en pos de remediar todo este disparate sobre pezuñas.

«¿Tendrá miedo?»

Sus palabras claramente reflejaban que ni pizca de gracia le hacía tener que verse involucrado en ésto. Una cosa era defender el carromato de bestias y bandidos, y otra bien distinta era hacerlo del ejercito del señor feudal. No era algo a tomar a la ligera, y hasta la kunoichi era consciente de ello... aunque, por otro lado, eso no le suscitaba miedo alguno.

Bien era cierto que ya les habían mentido una vez, y quien miente una vez raramente lo deja pasar, seguro que miente una segunda vez. Era obvio que la situación empeoraba, y Muten Roshi no pareció dispuesto a dejar el asunto sin mas, hasta él mismo alzó la voz exponiendo sus argumentos.

«Éste tipo... ¿estará diciendo la verdad?»

Ni corta ni perezosa, la kunoichi se aprovechó de la situación. Queriéndolo o sin querer, el Uchiha había abierto un claro hueco que sin duda aprovecharía. La chica explotó en un sinfín de papeles, un torrente de mariposas que se expandió en todas direcciones. La mayoría de éstas se reagruparían rápidamente tras el genin, formando nuevamente gran parte de la figura de la pelirroja. Sin demora, y compartiendo la estrecha montura, abrazaría al joven desde la espalda.

Vamos, Datsue... no te lo tomes tan a lo dramático... —inquirió la chica con voz jocosa —... después de todo, habíamos venido justo para poder visitar las pirámides, es la oportunidad perfecta. Una ocasión así difícilmente se volverá a repetir.

Sus palabras, endulzadas con una gran dosis de realidad, no hacían mas que ocultar su verdadera intención. Sin tener la obligación de domar a la bestia, era completamente libre para manipular unas cuantas mariposas y que cumplieran su objetivo.

¿Cómo fiarse completamente de la palabra de un mentiroso?

No, la confianza es una cosa, y ser tonto o tonta un cosa bien distinta. Por falta de miedo que le tuviese al ejercito del Damyo, no podía permitirse el lujo de ser capturada o vendida al mejor postor, antes debía encontrar solución a su incompleta inmortalidad.

Sin mas, acercó su rostro hacia el flanco del rostro del chico. Al estar a la altura de su oído, susurró tan bajo como pudo, con intención de que nadie mas que Datsue se enterase. —Envié mariposas hacia la tienda, cúbreme.

Tras ello, un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja. No era algo necesario, pero se permitió ese pequeño gran placer.

Venga, vamos... no seas sosainas. —inquirió, retomando un volumen de voz normalizado.


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Datsue - 4/12/2017

Muten Rōshi no parecía compartir las preocupaciones del Uchiha. Lo que a Datsue le inquietaba, al director de la expedición le frustraba. Mientras uno temía la postura del Daimyō, el otro lo criticaba con desdén. Mas las palabras de aquel hombre estaban lejos de convencerle. Quizá lo hubiesen hecho con su Hermano, siempre tan curioso con la historia y lo antiguo. Pero pese a que Datsue también se interesaba por esos temas, tenía su propio pellejo en más alta estima.

«Ahora comprendo que paguen también». Cuando le habían dicho la extraordinaria cifra de tres mil ryōs, lo mismo que por una misión de rango A, solo había pensado en las muchas cosas en las que podría gastar el dinero. Ahora, veía, tendría que superar muchos obstáculos para conseguirlo. Quizá algunos demasiado altos para que un genin como él los pudiese saltar.

Vamos, Datsue... no te lo tomes tan a lo dramático...

Sin darse cuenta, la kunoichi se había deshecho en mariposas de papel para volar a su espalda, teniendo que pegarse él para caber entre las dos jorobas del camello. «¿Dramático yo? Maldita sea, ¿por qué crees que no paras de perder la memoria?», quiso decirle. Mas la kunoichi continuó, argumentando que era la oportunidad perfecta para visitar las pirámides. Era cierto, y que fuese cierto no hacía otra cosa que preocuparle todavía más, pues su objetivo en aquel viaje era bien distinto. Él quería alcanzar la inmortalidad, no la muerte.

Suspiró con pesadez, a la par que la kunoichi agregaba algo más a su oído. Tenía un plan para averiguar qué ocurría en la tienda, debía cubrirla. «De acuerdo… ¡Ay, zorra!» Aiko acababa de morderle la oreja. Menos mal que no podía leer sus pensamientos…

Venga, vamos... no seas sosainas.

No soy un sosaina —replicó Datsue—. Solo un tipo honesto, y espero al menos de mis clientes que también lo sean conmigo —dijo, desviando la mirada hacia Muten Rōshi—. Comprendo que a veces una oportunidad única merece acciones… también únicas. Pero aquí ha habido una pérdida de confianza, Muten Rōshi, y eso es negativo para cualquier misión. Quizá si usted, de buena fe, nos diese la mitad de la recompensa al llegar a nuestro destino, habiendo cumplido ya nuestra mitad del trabajo… —tanteó—. Al menos así sabríamos que podemos fiarnos en cuanto al dinero.

»¿Cuánto tiempo piensan trabajar en esa… tumba? —preguntó luego. No creía que hiciesen sus descubrimientos de un día para otro, y eso era malo. Muy malo.

«¿Habrá averiguado algo ya sobre Benimaru?», pensó, sin atreverse a preguntarle a Aiko.


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Akame - 4/12/2017

Los presentes no pudieron evitar soltar una exclamación de asombro cuando la amejin se deshizo —literalmente— en una nube de papeles que voló hasta retomar su forma original detrás de Datsue. Muten Rōshi lo observó todo con gesto claramente sorprendido y preocupado al mismo tiempo, como si aquella extraña habilidad que Aiko poseía le causara fascinación y miedo al mismo tiempo. Banadoru la observaba con los ojos muy abiertos y la mandíbula descolgada, mientras que Jonaro se había aproximado para tomar las riendas del camello de Aiko, que ahora amenazaba con separarse, libre, del convoy.

¿¡Qué demonios haces, ninja!? ¿¡Acaso pretendes hacernos perder un camello!? —preguntó con malos modos, mientras tiraba de las riendas del suyo propio para equipararse a la altura de los muchachos, aun guardando unos metros de distancia—. ¿Piensas pagarlo con tu parte de la recompensa si se pierde?

El camello recién parecía haberse enterado de su libertad y, ni corto ni perezoso, trataba de dar media vuelta para volver a Inaka. Sólo el firme puño del jefe de seguridad, cerrado en torno a sus riendas, se lo impedía. En sus alforjas iban también las pertenencias de Aiko.

Si Muten Rōshi pensaba contestar a las preguntas de Datsue, no se hizo evidente. El director de la expedición había callado, y miraba a los gennin con gesto inquisitivo, probablemente compartiendo las palabras de Jonaro.

Una de las mariposas de la muchacha se había desprendido de su cuerpo para remontar el vuelo de vuelta al campamento, pero tardaría aún unos minutos en llegar.


RE: El secreto de Tutankabrón - Aiko - 4/12/2017

La habilidad de la chica dejó a todos asombrados. Ninguno pudo contener ese rostro que oscilaba entre temor y fascinación, ninguno salvo el maldito jefe de seguridad, Jonaro. Datsue no tardó en desvelar sus preguntas, haciendo todo lo posible por ganar algo de tiempo. Sin embargo, no parecían dispuestos a hablar demasiado. Sus miradas eran furtivas, y ahora viraban entre el jefe de seguridad y Aiko. Éste parecía enfadado —como de costumbre— y amenazaba con que le descontarían el dinero del camello si lo llegaba a perder.

La chica volvió su mirada hacia el tipo que agarraba ahora su camello, pero mantuvo el silencio, y una mirada que... si bien las miradas pudiesen matar, aquél fornido hombre ya estaría a varios metros bajo tierra. Sin embargo, debía mantener las cosas en tranquilidad, ahora mismo la tensión se podía cortar con un cuchillo de untar mantequilla. Dejó caer un suspiro, y se encogió de hombros.

A éstas alturas, y aún no has comprendido que el dinero no me interesa lo más mínimo... —anunció la chica, como si fuese algo obvio.

Pero lejos de dar ánimos a que una inminente batalla fuese forzada, la chica se dejó caer del camello de Datsue. Sus pies deberían haber posado sobre la cálida arena, pero no fue así. La chica nuevamente quedó deshecha en papeles, aunque en ésta ocasión tan solo su mitad inferior. Jocosa, avanzó hacia su camello, y abrazó su cuello con tal de calmarlo un poco. Incluso se atrevió a darle un beso, y eso que le daba cosa el susodicho animal.

Solo intentaba hacer de mediadora, señor jefe de seguridad... —comentó la chica, mientras clavaba de nuevo sus ojos en Jonaro —... a ninguno de los presente le haría gracia una confrontación entre nosotros mismo, y mas sabiendo que tenemos un objetivo común. Sería una tontería y una perdida de tiempo, ¿no lo cree así?

»¿Por qué no mejor llevarnos bien y solucionar las dudas?

Entre tanto, su aventurera amiguita, seguía camino hacia la verdad. Eso era lo único que les podría dar un pase de confianza, aunque mas que nada era curiosidad... después de todo, miedo lo que es miedo, para nada era un sentimiento afianzado en el corazón de la inmortal.


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Datsue - 5/12/2017

Pero Datsue jamás llegaría a conocer la respuesta de Muten Rōshi, pues un tercer hombre entró en escena: Jonaro. Visiblemente alterado, gritó a Aiko que tuviese cuidado con su camello, pues al desmontarse de él ahora estaba dando media vuelta, con intenciones de alejarse del convoy. Había que reconocerle que tenía su parte de razón, pese a que los modos no fuesen los adecuados. De hecho, no eran para nada los adecuados.

«¿Y sí…?» Desechó la idea en seguida. Introducir en un Genjutsu al camello que montaba Jonaro para hacerle ver una serpiente podía llegar a ser divertido, y seguramente aquel hombre se lo merecía, pero se arriesgaba a ser descubierto y el ambiente ya estaba demasiado tenso.

A éstas alturas, y aún no has comprendido que el dinero no me interesa lo más mínimo...

Datsue arqueó una ceja. ¿Lo decía por él? ¡Pues claro que sabía que no le interesaba el dinero! Pero el mundo no giraba continuamente alrededor de ella. Él también tenía sus sentimientos… por unos papeles de color verde y morado. No obstante, cerró la boca, mientras la kunoichi se excusaba y retomaba su posición. Con tanto ajetreo no sabía si había logrado averiguar algo sobre Benimaru con esas mariposas suyas.

Aiko tiene razón —dijo, para que la conversación no recayese enteramente sobre ella. Suponía que debía concentrarse para ejecutar su técnica—. Discutir ahora es lo último que nos conviene —dijo, mirando primero a Jonaro, luego a Banadoru, y finalmente a Muten Rōshi—. Necesito saber cuál es el tiempo estimado de esta expedición, Muten Rōshi. —Porque como fuese demasiado… Ni loco esperaba a que se presentasen las tropas del Daimyō frente a sus narices—. Para saber si debo prepararme o no para una visita anunciada —agregó.


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Akame - 5/12/2017

Jonaro alzó una ceja, y su rostro cambió por momentos de agresivo a confuso.

¿Que no te importa el dinero? ¿Entonces qué demonios haces aquí, ninja? —era como si el jefe de seguridad fuese incapaz de concebir que fuesen otras las motivaciones que hubieran llevado al dúo hasta allí—. Los ninjas trabajábais por dinero la última vez que lo comprobé, ¡que mi santa madre me dé dos sopapos! Banadoru-san, ¡te las has arreglado para encontrar a los dos únicos mercenarios de todo Oonindo que ofrecen sus servicios de forma altruista! —soltó una risotada que era evidentemente sarcástica, y el aludido se encogió de miedo y vergüenza sobre su montura.

En aquel momento —quizá previendo que el ambiente se caldearía demasiado— Muten Rōshi optó por mediar él mismo.

Señores, debo pedirles que bajen todos el tono de voz —exigió, autoritario pero calmado—. Esta sucesión de acontecimientos está dentro del curso planeado de la expedición, así que no debemos dejar que nuestras dudas o rencillas lastren el progreso de esta importantísima empresa.

Se volvió hacia Datsue, el que hasta ese momento había probado ser más reflexivo y diplomático de todos.

Uchiha-san, no tiene de qué preocuparse. Tal y como he recalcado, todo esto está dentro de lo previsto —aseguró el profesor—. Nadie salvo Banadoru-kun, Jonaro-dono y yo mismo sabe hacia dónde nos dirigimos. El Desierto de Kaze no Kuni es una basta extensión de arena y dunas... Incluso un ejército tardaría días en encontrarnos. Planeo haber terminado mucho antes.

»Cuarenta y ocho horas. Si mis cálculos son correctos, es todo el tiempo que necesitamos. Y es todo el tiempo que les pediré a ustedes. Después podrán cobrar su recompensa y marcharse lejos de aquí.


RE: El secreto de Tutankabrón - Aiko - 6/12/2017

Jonaro quedó estupefacto ante la contestación de la chica, jamás hubiese esperado que un shinobi o una kunoichi se moviesen por algo que no fuese dinero. Hasta hizo un comentario sarcástico haciendo aludir a Banadoru sobre que había conseguido encontrar a los únicos ninjas de todo Onido que trabajaban de forma altruista. Sin embargo, se equivocaba por completo. Que no buscase simplemente dinero no significaba que no quisiera nada, si no todo lo contrario.

No somos simples mercenarios que se venden al mejor postor. Mi recompensa, hasta el último ryo, se lo quedará Datsue. A él le gusta mas el valor monetario, es cuestión de gustos... yo prefiero quedarme con el honor de ser la primera persona que llega hasta el corazón de las piramides de Sanbei y sale con vida. Evidentemente, dentro puede que encuentre algo mucho mejor que unas cuantas monedas.

Muten Roshi decidió justo entonces dar un poco a torcer su brazo, y comenzó a hablar. Lo primero que hizo fue solicitar claramente un pequeño descenso del volumen de voz, y sugirió que las dudas no retuviesen por mucho mas la expedición real, pues no contaban con demasiado tiempo. Continuó hablando, y explicó que hasta para el ejercito que les echasen encima, sería realmente difícil encontrarlos en ese tan amplio desierto. Tras todo eso, terminó por estimar la duración total del viaje, 2 días y serían libres y adinerados.

«Vamos, vamos...»

Ya les habían dado bastantes vueltas al asunto, mantenerlos mas ahí era ya levantar sospechas. Pero, ya no faltaba mucho...

¿Como lo ves Datsue? 6000 ryos por un trabajo de 2 días... no está nada mal.


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Datsue - 6/12/2017

A Datsue le estaba costando sangre y sudor no introducir en un genjutsu al camello de Jonaro para que lo tirase al suelo. Los Dioses sabían que lo merecía, mas Datsue siempre había sabido a quién podía gastarle bromas y a quién no, y Jonaro entraba sin ningún tipo de dudas en el segundo grupo. «Espera a que te pille despistado, capullo. Si algo soy, eso es vengativo. Bien lo saben Ayame, Nabi, Gouka…» De pronto, interrumpió sus pensamientos. No, lo cierto era que no lo sabían, porque todavía no se había vengado de ninguno de ellos.

«Solo es cuestión de tiempo…», se repitió, por enésima vez en los últimos meses.

Aiko, con menos templanza que él, no tardó en replicar. Aseguró que efectivamente el dinero no era de su interés, y que la recompensa se la quedaría el propio Datsue. Que se la quedaría...

... el propio…

«¡¿NO JODAS?!» Las palabras de Aiko resonaron en su cabeza como un eco lejano, repetidas en bucle una y otra vez. De haber sido aquel un manga de los que de vez en cuando leía, al Uchiha se le hubiesen puesto los ojos con el símbolo del ryō. Incluso creyó oír el característico sonido de una caja registradora dentro de su cabeza.

«La madre que me parió… Seis mil ryōs…» La piel se le puso de gallina de pura emoción.

Sí… Creo que… el plan es lo suficientemente bueno —respondió, a Aiko. ¿Qué si era bueno? ¿Y él qué sabía? Apenas había sido capaz de prestar atención a las palabras de Muten Rōshi. Lo único que veía ahora era su sueño materializándose, como un espejismo en el desierto…

… La espuma del mar; el olor a sal; el aire puro; el barco, capitaneado por Datsue el Intrépido con rumbo a la libertad. Y claro, ningún barco que se preciase era bueno sin…

Tuvo que taponarse la nariz con los dedos para evitar una hemorragia nasal.

¡Adelante, muchachos! —exclamó, espoleando su camello—. ¡No perdamos más tiempo!


RE: El secreto de Tutankabrón - Uchiha Akame - 6/12/2017

El intercambio de palabras se resolvió con ambos ninjas aceptando las nuevas condiciones de su empleo. Aiko parecía empeñada en creer que se dirigían al corazón de las Pirámides —aunque Muten Rōshi había dicho claramente que su destino era una antigua tumba—, y Datsue estaba más que conforme con su redoblada recompensa. Motivaciones frágiles, y el profesor lo sabía; pero a aquellas alturas, tenía que conformarse con eso. Los ninja se habían tomado el subterfugio mucho mejor de lo que él había planeado y eso le bastaba. Muten Rōshi no era un hombre estúpido... Sabía cuándo no debía tentar a la suerte.

Así pues, el director de la expedición quiso zanjar el tema con unas palabras de autoridad.

Todos estamos conformes entonces —lanzó una mirada disuasoria a Jonaro, que frunció el ceño y simplemente se alejó de la cabeza del convoy—. No hay un minuto que perder, ¡adelante!

La caravana apresuró su marcha ahora que todos sabían cuál era su destino, y pronto se hubo alejado a kilómetros del improvisado campamento donde yacía, drogado, Abudora Benimaru. Poco después, la mariposa de Aiko le confirmaría que el delegado seguía en su tienda, tumbado y tapado hasta la nariz, probablemente aún bajo los efectos del sedante. También vio que, en efecto, había una mochila y varias provisiones para el viaje de vuelta.

El resto del día lo pasaron en el desierto. No encontraron más pueblos ni oasis concurridos en los que abastecerse o descansar —probablemente porque la ruta que el profesor Rōshi había trazado evitaba cualquier punto habitado—, de modo que la única conversación que les quedó fue la propia. El académico y director de la expedición se mostró mucho más hablador que los días anteriores, aun sin perder su fachada firme y seria. Era evidente que el que era el peor tramo de su plan, al menos a sus ojos, ya había pasado... Y ahora les esperaba la historia. Banadoru, por su parte, mostraba un entusiasmo tintado de preocupación; y no compartía la tranquilidad de su maestro sobre aquella expedición. Jonaro se pasó el resto del viaje fumando de una pipa de madera que guardaba bajo su jubón de cuero, afilando su reluciente espada y hablando de vez en cuando con Hanzō y el resto de los obreros.

Al caer la tarde llegaron a su destino.

Los muchachos lo sabrían por dos cosas. Primera, Muten Rōshi; el profesor empezaría a alabar su suerte y a dar rienda suelta a su entusiasmo —luego se disculparía por algún que otro vítore dicho en voz demasiado alta—. Banadoru parecía en ese momento tan alegre como su maestro, e incluso se olvidó de que habían dejado al delegado del Daimyō drogado y solo en una tienda de campaña durante la mañana. Incluso Jonaro se lanzó a vitorear la expedición junto con Hanzō.

Y segunda, las formaciones rocosas que se elevaban en el horizonte sobre las dunas, como montañas extremadamente erosionadas.

En apenas una hora los obreros montaron el campamento, encendieron varias fogatas y descargaron todos los cajones de madera de los carromatos. Unos contenían herramientas de minería —picos y palas fundamentalmente—, otros puntales de madera y hierro por si hubiera que asegurar la estructura de la tumba, y otros utensilios que podían hacerles falta. Encendieron varias hogueras formando una hilera frente a la formación rocosa bajo la cual estaban las ruinas y montaron las tiendas de campaña detrás de los fuegos. Ya había caído el Sol cuando ardían espetos con carne y pescado, y pasaban de mano en mano cestas de pan. Algunos hombres pasaban de grupo en grupo rellenando jarras, tazas y vasos con agua fresca. Todos agradecían haber llegado por fin a su destino.

Los ninja podrían elegir si sentarse a cenar en solitario o acompañar a los académicos, que se habían dispuesto alrededor de una hoguera como hicieran la noche anterior —con la notable excepción, ahora, de Benimaru—. Jonaro, Hanzō y varios hombres bebían y cantaban alrededor de otro de los fuegos, y comían copiosamente. Parecía que los trabajos de excavación no empezarían hasta el día siguiente.


RE: El secreto de Tutankabrón - Aiko - 7/12/2017

Y al fin, al —PUTO— fin, la jodida mariposa de los cojines llegó al puto sitio. Casi parecía que hubiese invocado a una mariposa minusválida o algo por el estilo. La muy jodída se había llevado tres siglos y medio para llegar hasta la maldita tienda... ya no sabía ni qué mas hacer o decir la pelirroja en pos de cubrir su infiltración. Hubiese sido mas sencillo pillar una lechuga, lanzársela al profesor adjunto a la cabeza, y salir corriendo ella misma hacia la tienda. Hubiese tardado menos, y habrían sido unas buenas risas...

Pero en fin, no se puede tener todo en ésta vida, o eso dicen.

La minusválida logró su función, y tras espiar la tienda por completo, pudo revelar a la pelirroja que el tipo de bigote color moco estaba realmente a salvo. Muten Roshi no había mentido en ésta ocasión, hasta le habían dejado víveres para que éste pudiese sobrevivir unos cuantos días. Quizás, tan solo quizás, podrían obviar el apodo de matagatos a éste tipo por el gato que había matado, obviamente todo ésto metafóricamente. La mentira quizás había sido imposible de obviar con tal de que todo saliese según lo planeado.

Datsue, con dos símbolos del dolar por ojos, se animó tanto a cumplir con la contienda que ni se molestó en ganar algo mas de tiempo. No sabía ni si la chica había podido averiguar sobre barba-moco, solo veía billetes y monedas cayendo desde el cielo...

«Maldito Datsue... lo había dicho por decir, pero le he golpeado justo en su punto flaco... o eso parece...»

Y sin mas reparos, todo estaba zanjado. Fue el mismo Datsue quien dio renovadas fuerzas a que prosiguieran la expedición, vociferando entusiasmado. Sin mas, todos se pusieron en marcha. El camino fue largo, intenso y acalorado, entre duna y duna la chica se acercaría a Datsue e informaría de que efectivamente, el hombre estaba bien y tenía provisiones.

Al anochecer, al fin llegaron. No hizo falta ni que el profesor Roshi así lo afirmara, aunque también lo hizo, delante de ellos se alzaba una estructura inconfundible. La pelirroja quedó boquiabierta, impresionada ante lo que se supoía que llevaba tiempo buscando...

«¡¡LA PIRÁMIDE DE SANBEI!!»

¿Por qué diantres le dijeron que no iban hacia la pirámide de Sanbei? Casi explota de emoción, su sonrisa lucía mas grande que nunca. Allí, frente a ella, su mayor objetivo hasta el momento... al menos que recordase.

Al fin llegamos —celebró la chica, ocultando la mayor parte de su entusiasmo.

De nuevo la escena del día anterior se repitió, y los obreros montaron rápidamente un campamento casi idéntico al de la noche anterior. Las fogatas de nuevo iluminaron el cielo, haciendo de ellos un objetivo fácil, pero sirvió para renovar los ánimos de todos y cada uno de ellos. En éstos fuegos los espetos y brochetas fueron pasando, y entre éstos y la buena cerveza, el descanso estaba mas que asegurado.

Aiko decidió sentarse al lado de Datsue, y relativamente cerca del profesor y el resto, aunque tampoco demasiado pegados. De nuevo ésta noche podía ser larga y traicionera, nunca mejor dicho. La chica no tenía miedo alguno, ya habían llegado a donde quería...

¿Qué les esperaba ahora?

Mañana va a ser un gran día... al fin estamos en la jodida pirámide ésta. —comentó al Uchiha.


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