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Crónica de una Muerte Anunciada - Versión para impresión

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RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 5/04/2019

¡TE VOY A MATAR! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a...!

El grito se le ahogó en la garganta cuando el guardia entró en el pasillo, acercándose con pasos rápidos a donde se sucedía la peculiar escena. La caída de un shinobi y sus horas más bajas; por el momento. Akame se limitó a callar, con la cabeza gacha, y dejar que toda aquella ira se pudriese en su interior como un veneno mortal. No dijo nada más. No volvió a hablar.

Pese a todo, al final él era el perdedor de aquella historia. El villano derrotado.

Apretó los dientes y se recostó de nuevo contra la pared de su celda.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 5/04/2019

Días más tarde…


Cuando el sueño aprieta, el cansancio es tal que no puedes ni mantener los párpados abiertos y la oscuridad te rodea, ni las pésimas condiciones en las que se encontraba Akame le impedían dormir. Dormir malamente, sí. Con las muñecas sufriendo y su cuello agarrotado de tener la cabeza colgando de mala manera hacia un lado. Pero durmiendo, al fin y al cabo. De hecho, lo único confortable allí era el cojín sobre el que se sentaba, ese que Yasashi le había proporcionado el primer —y único— día que le había visto.

Pero resultaba que alguien no estaba interesado en que siguiese durmiendo. Le llamaban. Por su nombre. En susurros.

Akame-kun… Akame-kun… Akame-kun… Akame-kun…

Conocía aquella voz. La había escuchado muchas, muchas veces, susurrada en su oído.

Sí. Era…


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 5/04/2019

«Akame-kun...»

Hacía un día espléndido. El Sol brillaba con fuerza, los pájaros cantaban y las flores estaban en su época más dulce. En todo el Jardín de los Cerezos de Uzushiogakure se respiraba el dulce aroma de los árboles y no era raro que aquella tarde estuviese a reventar. Los uzujin aprovechaban los últimos coletazos del Verano, que ya se iba despidiendo para dar paso al frío Otoño. Pese a que en Uzu no Kuni la época estival podía llegar a ser demasiado calurosa algunos días, en general era apreciada por todos sus habitantes. Entre ellos, no podía faltar un joven jōnin de pelo negro y revuelto, que esperaba pacientemente apoyado en el tronco de uno de los cerezos, rodeado de jóvenes y mayores que tomaban el té, merendaban o simplemente disfrutaban del atardecer.

¡Akame-kun!

Aquella voz activó a Akame como un resorte. El joven Uchiha se había vestido aquel día con sus mejores galas que, por raro que pareciese en él, no incluían el uniforme oficial de la villa. Llevaba un uwagi precioso de color beige —le había costado un maldito riñón—, unos pantalones también tradicionales de tono índigo y todo ello sujeto por un obi color rojo carmesí, el color del Remolino. Se había intentado peinar, pero después de batallar un buen rato con sus rebeldes cabellos, decidió dejarlo por imposible. Calzaba sandalias y por supuesto no llevaba su equipamiento... Pese a estar en una misión muy importante: la de ganarse el corazón de la muchacha que se le aproximaba a paso rápido.

Yume-san, has venido...

Ashina Yume era todo lo contrario a Akame. Aparte de varios años mayor que él, era activa, vibrante, enérgica como un torbellino. Su propia figura era una amalgaba de colores chillones que, pese a todo, ella sabía combinar a la perfección con su tez bronceada y su pelo blanco como la nieve que ese día llevaba recogido en un moño sujeto con un palillo de madera y varias plumas de colores. Sus ojos eran dos luceros bicolores, pues uno de ellos lucía el rojo del Sharingan —aunque ella lo llevaba tapado normalmente—. Y su sonrisa podía levantar a un muerto.

¡Pues claro que he venido! ¿Qué te pensabas? —respondió ella con una risilla pícara tras saludarle con una leve reverencia que Akame correspondió—. Los cerezos están preciosos, y hace una tarde buenísima... ¿Nos sentamos?

Luchando contra los latidos de su corazón, que amenazaba con salírsele del pecho, el joven Akame negó con la cabeza de forma seca. Luego se aclaró la garganta.

Yume-san, espera, yo... Ehm... Tengo una sorpresa para ti —confesó, y ante la cara de sorpresa de ella, el muchacho abrió ambos brazos y vociferó—. ¡DADME EL RITMO!

De repente, como siguiendo una coreografía muy ensayada, la gente que había alrededor de ellos se puso en pie con una sonrisa. Sacaron guitarras, instrumentos de cuerda y viento, y se dispusieron tras Akame formando una improvisada orquesta. El Uchiha —que jamás en su vida se habría atrevido a hacer cosa igual, si no fuese por conquistar a Yume— parecía estar temblando como un flan, pero aun así fue capaz de alzar una mano con tres dedos extendidos.

¡Uno, dos, un-dos-tres ya!

Y así, los miembros de aquella particular orquesta empezaron a tocar un son sumamente pegadizo, muy bailón, mientras Akame seguía el ritmo con el pie derecho, muerto de vergüenza. «¡Es tu hora, Profesional! ¡A por ella!» En cuestión de instantes, el grupo llenó el Jardín de los Cerezos con su melodía, atrayendo a más y más curiosos que se paraban en las lindes del improvisado corrillo para observar.



«You run around town like a fool and you think that it's groovy
You're givin' it to some other guy who gives you the eye
You don't give nothin' to me, you painted a smile
You painted a smile and you dress all the while to excite me
But don't you know you're turning me on
I know that it's wrong, but I can't stop this pain inside me

Baby, love really hurts without you,
Love really hurts without you,
And it's breaking my heart,
But what can I do, baby,

Love really hurts without you,
Love really hurts through and through
And it's breaking my heart
But what can I do without you

You walk like a dream and you make like you're queen of the action
You're using ev'ry trick in the book the way that you look
You're really something to see,
You cheat and you lie to impress any guy that you fancy,
But don't you know I'm out of my mind, so give me a sign
And help to ease the pain inside me.

Baby, love really hurts without you,
Love really hurts without you,
And it's breaking my heart,
But what can I do, baby,

Love really hurts without you,
Love really hurts through and through
And it's breaking my heart
But what can I do without you

Baby, love really hurts without you,
Love really hurts without you,
And it's breaking my heart,
But what can I do, baby,»

En ese momento la banda se vino arriba, subiendo la intensidad y el tono, y el Uchiha —que pese a no ser el mejor cantante del mundo, se estaba defendiendo bastante bien, se dejó llevar por la música, a veces el mejor lenguaje del mundo. Mientras las mejillas le ardían y notaba que le faltaba el aire, Akame caminó unos cuantos pasos hacia la chica a la que amaba y le cantó directamente a ella, clavando sus ojos negros o en los de Yume.

«Love really hurts without you,
Love really hurts through and through
And it's breaking my heart
But what can I do

Baby, love really hurts without you,
Love really hurts without you,
And it's breaking my heart,
But what can I do, baby,
Love really hurts without you,
Love really hurts through and through
And it's breaking my heart...»

Con un impresionante riff final, la canción terminó por todo lo alto y tanto los miembros de la banda como la gran cantidad de espectadores que allí se habían congregado irrumpieron en los aplausos más estruendosos que Akame había escuchado jamás, acompañados de vítores y júbilo.

Ashina Yume... —sururró Akame entre el bullicio, mientras una sonrisa repleta de vergüenza aparecía en su rostro—. ¿Quieres salir conmigo?




Akame entreabrió los ojos con gran temor. Nunca olvidaría aquella voz; era imposible, pues pertenecía a la chica que había llenado de luz sus días. Aquella con la que había sentido una conexión sin igual, a la que le había abierto su corazón, cerrado por derribo. Ashina Yume estaba allí, junto a él, y Akame notó cómo el pecho se le encogía.

No... No... No... —empezó a sollozar—. No... Yume-chan... Tú no...

Con la cabeza gacha, el Uchiha no se atrevía siquiera a mirarla. Tenía la sensación de que si lo hacía, la poca fortaleza que le quedaba saltaría por los aires como un barco con la bodega llena de pólvora. La única persona a la que no podría volver a mirar a la cara jamás, después de haber jodido su futuro. Después de saber que todos los sueños que habían tenido juntos, todos los planes, todas las cosas que querrían haber hecho...

Se les habían escapado como arena entre los dedos.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 5/04/2019

Pero sí, lo era.

Oh, vaya que sí lo era. Ashina Yume. Su novia. Su amor. Su corazón.

Aunque ligeramente cambiada a como la recordaba. Si normalmente era fuego, ahora era una llamita a la que han cubierto con un recipiente y se está extinguiendo por falta de oxígeno. Si antes era un torbellino, ahora era la última brisa de una noche de verano. De esas que transmitían nostalgia y pena porque sabes que lo bueno se ha terminado y toca volver a casa.

Para los que no conozcan a Yume, es una chica de dieciocho años, de pelo blanco y largo que le cae más allá de sus hombros. Normalmente, algo ondulado. En aquella ocasión, sin embargo, encrespado. En la frente, y haciendo que sus cabellos cayesen hacia atrás, una cinta de color marrón que caía sobre su ojo derecho, cubriéndolo. Una pluma de color azul, anudada en un lateral de su bandana, caía por encima de la oreja hasta rozarle un hombro. Varios tatuajes se dibujaban en sus dedos, y normalmente llevaba las uñas pintadas de morado. No en aquella ocasión.

En aquella ocasión no estaban pintadas de nada.

El ojo izquierdo de Yume, el único visible, solía estar lleno de matices crepusculares entremezclados con fulgores propios de la tormenta. No en aquella ocasión. En aquella ocasión tenía el color de una vieja bisagra oxidada. O el de un polvoroso vidrio roto tirado en el cubo de la basura.

Dime que no es cierto —le imploró, con la voz rota de alguien que ha estado llorando mucho tiempo, y de forma reciente. Envolvió los barrotes con las manos y pegó su frente a ellos—. Dime que no es cierto y te juro que te creeré. Por favor... Dímelo...


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 5/04/2019

Pero Uchiha Akame no dijo nada.

Se quedó allí, con los brazos en alto y las piernas despatarradas sobre el suelo sucio, frío y húmedo. Con la vista fija en algún punto indeterminado de la piedra que conformaba aquella celda donde habría de pasar sus últimos días. Lejos de todo. Lejos de Yume. Incluso así, Akame pensó que habría sido mejor no volverla a ver, ni siquiera una vez. Sus ojos todavía no se atrevían a levantarse, a contemplar la que sería por última vez a aquella chica. Y lo deseaba, ¡vaya que si lo deseaba! Con todo su ser. Habría dado su Sharingan por poder mirarla una última vez...

Pero sabía lo que significaría. Prolongar no sólo su agonía, sino la de ella. Uchiha Akame ya estaba condenado, le habían pillado pero bien. Nada iba a salvarle de su final, nadie iba a sacarle las castañas del fuego esta vez. Ya ni siquiera pensaba que su Hermano fuese a rescatarle. La historia de Uchiha Akame el Profesional terminaba en aquella oscura celda, solo. «¿Y qué voy a hacer? ¿Joderle la vida para siempre, dejarle un puñal clavado en el corazón? No. Es mejor así...»

Así que allí quedó, con la mirada fija en el suelo de piedra de la mazmorra.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 5/04/2019

El pecho de Yume empezó a subir y a bajar con cada vez más fuerza, a medida que el silencio se alargaba y respondía, mejor que cualquier palabra, a la pregunta que le había formulado. Los barrotes que sujetaba empezaron a rechinar por la presión de sus manos, y el ambiente se volvió tan cargado y eléctrico que el vello de los antebrazos de Akame se erizaron.

Sus pulmones cogían y expulsaban aire como Fūjin antes de iniciar un vendaval.

¿No vas a contestarme? ¿No vas a…? ¿Ni siquiera vas a mirarme a los ojos? ¡Al menos me merezco eso! —Yume podía ser maravillosa, pero cuando se enfadaba... Cuando se enfadaba era la jodida tormenta. Hablando cada vez más rápido, hablando cada vez más fuerte y alto—. No te creo… ¡NO TE CREO! ¡¿En serio vas a hacerme esto!? ¿¡No vas a tener ni los huevos de mirarme a la cara!?

»¿Fue todo mentira? ¿T-todo?


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 5/04/2019

Akame apretó los dientes.

«Es lo mejor.»

Inspiró aire profundamente por la nariz y lo expulsó por los labios cortados y entreabiertos.

«Es lo mejor.»

Tiró de las cadenas que le apresaban las muñecas para incorporarse, arrastrando sus piernas por el suelo.

«Es lo mejor.»

Pero no levantó la cabeza. No miró a Yume a la cara. Sólo habló, y su voz sonó tan rota como la de la propia Muerte, que le aguardaba afilando su guadaña.

Sí. Todo era mentira. Sólo lo hice para acercarme a ti, y así fortalecer mi presencia en la Aldea. Tú eras parte de mi coartada —soltó de carrerilla, como si tuviera miedo de que cualquier pausa, siquiera para coger aire, le impidiera continuar—. Dadas las circunstancias, ya no te necesito.

«Es lo mejor.»

El único problema era que Uchiha Akame... Era un pésimo mentiroso. Tenía un nudo en la garganta que amenazó con no dejarle pronunciar sus siguientes palabras, y sus ojos se llenaron de lágrimas al hacerlo.

L... L... Lárgate.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 5/04/2019

Quizá Akame fuese un pésimo mentiroso, pero el rechazo y el desengaño eran armas muy poderosas, y si a eso se le añadía que los Dioses, por una vez, estaban con él en aquello —la escasa visibilidad impedían ver las lágrimas que se formaron en sus ojos—, obtenías a un héroe sacrificándose por un bien mayor.

O quizá simplemente Yume pensó que era un cobarde.

Eres un mierda… ¡Eres un mierda! —le espetó con rabia, golpeando con las manos desnudas los barrotes que les separaban. Era una suerte que estuviesen allí, justo en aquel momento, interponiéndose entre ellos dos—. Te odio, te odio, te odio, ¡te odio, te odio, TE ODIO!

Yume apretaba con fuerza los dientes y trataba de no llorar. Pero no podía, no podía conseguirlo. Porque no lloraba porque le odiase…

Lloraba porque odiaba seguir amándole.

Ahora entiendo que tu hermano se haya quedado en casa emborrachándose y no quiera ni verte —dijo, con todo el veneno que fue capaz de soltar—. ¡Porque ya sabía la MIERDA que eras! ¡Bastardo! ¡Hijo de puta! ¡Traidor de mierda! —gritaba con rabia. Y cuanta más rabia soltaba, más crecía en su interior, como si tan solo estuviese avivando un fuego.

La aparición de un guardia les pilló por sorpresa a ambos, como ese rayo de sol que se abre paso en medio de la tormenta.

¡Por Shiona! ¿Qué está ocu…? ¿Yume-san? No… No deberías estar aquí, Yume-san.

Yume se secó las lágrimas casi a golpes, restregando con rabia los antebrazos en sus mejillas.

Tienes razón —dijo, con una voz que pretendía ser fría pero se quedó en arisca—. A mí ya no me queda nada aquí.Solo sueños rotos...

Solo sueños rotos.

Horas más tarde, Akame se dio cuenta que, en el suelo de su celda, una pluma azul dormía en soledad. Probablemente, se le había caído a Yume en medio de la discusión. Lo último que tendría de ella.

Su último recuerdo.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 5/04/2019

«Es lo mejor.»

Yume le chillaba a través de los barrotes, fuera de sí.

«Es lo mejor.»

Golpeó los barrotes con fuerza, arrancando notas metálicas que complementaban su furibunda tonada.

«Es lo mejor.»

El guardia que días antes había interrumpido su propia diatriba contra Chokichi hacía ahora acto de presencia para calmar a Yume.

«Es lo mejor.»

Akame escuchó su voz por última vez.

«Es lo mejor.»

Pasos lejanos, el crujido de una puerta al final del pasillo, y luego otra vez el silencio. Luego otra vez la soledad. Así estaba mejor.

«Es lo mejor.»

No se atrevió a alzar la vista hasta horas después. Se había quedado allí, quieto como una estatua, como si temiese que el más leve movimiento pudiera desencadenar una catástrofe mundial. Cuando por fin lo hizo, sus ojos captaron un matiz colorido entre la negrura que le rodeaba. Una flor entre las malas hierbas. Incluso en aquella hora aciaga...

Estiró los pies y tomó la pluma, que depositó entre sus piernas con el cuidado con el que manejaría una joya de cien millones de ryos. Entonces rompió a llorar. Rompió a llorar de forma queda, mientras su cuerpo se agitaba con violentas convulsiones producto del sofocón, y las lágrimas rodaron por sus mejillas sin impedimentos. El tenue susurro de sus gemidos, que transportaban la más pura tristeza, acurrucaron a la oscuridad que pronto lo envolvió todo cuando la solitaria lámpara decidió apagarse con solemnidad. Tal vez en señal de respeto.

Y, entre los sollozos, un débil canturreo...

Baby... Love really hurts... Without you...


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Sarutobi Hanabi - 6/04/2019

Al día siguiente, Akame tuvo una pequeña sorpresa. Yasashi volvió para interrogarle. Esta vez, acompañado por un guardia, solo por si acaso.

Volvía a ser el hombre de siempre —trajeado de blanco e impoluto—, con su característica y excéntrica amabilidad que provocaba en muchos presos una ligera incomodidad.

En aquella ocasión, pasó de las preguntas, y se metió de lleno en la mente de Akame. Al contrario que sus compañeros, no obstante, que buscaban cualquier recuerdo relacionado con Tengu o sus padres de verdad —pues era un excelente hilo del que tirar—, él optó por otro camino.

Él quiso saber… cuál era el recuerdo más feliz que Uchiha Akame poseía.

Felicidad. Éxtasis. Puro gozo. Conoce los días más felices de una persona, y sabrás quién es. Eso, al menos, era lo que pensaba Yasashi. Pero la luz sola no bastaba para dar forma. Eran las sombras las que daban verdadera profundidad. Las que delimitaban. Conoce los días que una persona se ve en el barro, y sabrás qué es.


• • •


A la noche, en el despacho del Uzukage…

Hanabi releía por tercera vez el informe que le había pasado Yasashi. Katsudon, de pie, a su lado, pasaba también sus ojos por los puntos más importantes.

¿Eres consciente de que tu informe discrepa bastante con el de tus compañeros, Yasashi-san?

Lo soy, Uzukage-sama —dijo, educado, mientras su mirada se perdía en el poso de su taza de café. Lo sabía, sí, pero su trabajo no era estar de acuerdo con sus compañeros. Su trabajo era descubrir la verdad.

Cuéntame cómo llegaste a esta conclusión, por favor. —Hanabi sabía que lo ponía en el informe, pero quería oírlo de sus propios labios.

Como bien sabe, mi especialidad es leer rostros. Muchos de mi gremio se centran en buscar tics, patrones que se repiten cada vez que uno miente. Pequeños gestos, el tono de voz… o incluso la presión sanguínea, el pulso y la respiración. Todas ellas reacciones corporales, que un ninja bien entrenado puede simular. Pero el alma, señor, el alma no se puede manipular. Es intangible, puro e inmutable hasta en las criaturas más corruptas. Es por eso que —en mi experiencia—, la clave está en los ojos. Los ojos nunca engañan, Uzukage-sama.

Los ojos eran, después de todo, el reflejo del alma.

Mientras hacía mi interrogatorio, dejaba mis anotaciones justo lo suficientemente a la vista para que Akame pudiese leerlas. —Y de manera lo suficientemente disimulada para que no fuese descarado. Su actitud y la excéntrica amabilidad que ponía en cada interrogatorio también ayudaban a despistar—. Cosas como que tenía actitud de traidor, o que claramente no tenía su corazón en Uzu. ¿Sabe que vi en sus ojos, Hanabi-sama, cuando leyó eso? Muchas cosas. Pero, por encima de todas ellas, indignación.

»Obviamente, esta solo es una pequeña pieza del gran rompecabezas que es Uchiha Akame. Un jōnin que ya tiene mente de veterano, pese a su edad, y que aún así, pedía exigencias que sabía de sobra no se le iban a conceder para confesar. Yo pienso que un traidor, un espía en activo, sería mucho más cauto. Esperaría a ver las pruebas que tenían contra él y, mientras tanto, trataría de defender su inocencia. Y, en último caso, buscaría alcanzar un acuerdo que creyese realizable. —carraspeó—. De todas formas, creo que en este punto lo que Akame quería era conseguir tiempo.

»Siguiendo con mi idea, pedí a los guardias que no dejasen pasar a los calabozos ni a Datsue, Raito ni Yume, su novia. Hasta el séptimo día. El séptimo día mandé avisar a los tres de que ya podían ir a verle, y yo fui a aguardar junto a la celda de Akame, escondido, para observar los acontecimientos. —El Meisaigakure no Jutsu era, sin duda, uno de sus ninjutsus favoritos—. Yume fue la única que acudió, y lo que vi en ese breve encuentro, fue a un chico que, lejos de clamar por su inocencia, lejos de jugar esa carta desesperada para intentar que su novia le ayudase a escapar, o al menos a intentar defenderle, Uchiha Akame… se declaró culpable. Se declaró culpable y aseguró que todo había sido una mentira para alejarla de él. Y créame una cosa que le digo, Hanabi-sama: nunca en mi vida tuve tan claro que alguien estaba mintiendo.

Estaba claro que todo lo que decía se podía interpretar de dos maneras. Una, que habiendo sido un espía, se dejó conquistar por el corazón de Uzu y ahora, pillado por un crimen pasado, no sabe o no puede reaccionar de la forma correcta. O dos, que era un jodido espía con el único desliz de haberse enamorado de una chica, y que simplemente la quería proteger a ella.

Muchos de sus compañeros creían en la segunda opción. Él, en cambio…

Y finalmente están sus recuerdos, Hanabi-sama. Son muy curiosos, ¿sabe? La persona que selló esos recuerdos falsos en él, lo hizo con una maestría pocas veces vista. Hemos pasado días intentando destaparlos, incluso un Sabio del Consejo bajó al calabozo para romper el sello. Nada. Imposible. Y luego… —sonrió—, luego nos encontramos con que esos recuerdos falsos son taaan claramente ficticios, que parecen hechos por un niño de cinco años.

»¿Me tengo que creer que el mismo genio que hizo lo primero, luego hizo semejante chapuza? ¿O es que querían que supiésemos que eran falsos? ¿O es que querían que Akame fuese descubierto, porque, quizá… hacía tiempo que ya no trabajaba para ellos?

Katsudon y Hanabi se miraron el uno al otro. Por una parte, querían creer en aquello. Lo deseaban. Por otra, todo lo que les ofrecía Yasashi eran conjeturas. No había ni una sola prueba que respaldase su teoría.

Finalmente, están los recuerdos no ocultos. Esos que dejaron porque creían… irrelevantes. Pero a mí, lo que me hacen es reforzar este cuadro. Me hacen estar más seguro de lo que digo. Yo creo que Uchiha Akame fue un espía, un traidor. Y creo también que se volvió un patriota.

Y, sin embargo —replicó Hanabi, releyendo la conclusión final del informe—. Tu recomendación final es que…

Que se le mantenga encerrado, sí —dijo con cierto fastidio—. No tengo pruebas. Podría estar equivocado, y el riesgo corrido sería muy grande. Además, se niega a colaborar, y eso complica las cosas. —Quizá es que no podía. Quizá es que la situación le superaba. O, quizá, simplemente, Yasashi estaba equivocado. Y, en su trabajo, ya sabía las consecuencias que se sufrían al estarlo.

Kunie se lo había mostrado muy bien, en su Genjutsu.

Creo que necesitamos más tiempo para seguir investigando. Añadir más variables. —Una visita de Datsue vendría bien, a ver cómo reaccionaba Akame—. Además, honestamente, aún estando yo en lo cierto, ahora mismo Akame es una bomba de relojería. En mi hipótesis, él se siente traicionado, y podría estallar en…






¡¡¡BOOOOUUUUMMMMM!!!



RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 7/04/2019

¡¡¡BOOOOUUUUMMMMM!!!


El estruendo fue tan potente que parecía que un rayo hubiese caído justo dentro de la mazmorra en la que Uchiha Akame estaba preso, si es que eso era posible. ¡Qué demonios un rayo! Harían falta, más bien, una docena para asemejarse a la destrucción que la primera explosión había causado. La pared de firme piedra de la celda, que había mantenido entre sus confines a algunos de los criminales más peligrosos, sangrientos y dementes que jamás pasaran por las dependencias carcelarias de Uzushiogakure no Sato, reventó como una pila de ladrillos mal colocados. Las cadenas supresoras de chakra saltaron por los aires, deshechas en una miríada de gruesos eslabones que volaron en todas direcciones como una metralla letal. Los barrotes se doblaron ante la increíble fuerza de la detonación y el calor abrasador del fuego.

Y allí, entre los escombros, ignorante a todo lo que sucedía a su alrededor —Uzumaki Goro estaba muerto ya, probablemente—, estaba Uchiha Akame. Su cuerpo estaba carbonizado por varias partes, pero era especialmente en la mitad del rostro donde la carne al rojo vivo parecía latir y bullir de una forma que nadie en sus cabales habría podido soportar. Mientras el caos se desataba a su alrededor, Akame permanecía inmóvil, con una expresión de pura sorpresa en su rostro.

En las historias, cuando los héroes o los villanos morían, siempre se narraba este acto como algo catártico. Casi redentor. Cuando el protagonista o el antagonista revivían sus recuerdos más felices o desdichados, reafirmaban sus convicciones o se retractaban de sus errores en un monólogo introspectivo que purgaba su espíritu para permitirles viajar ligeros de peso hacia lo que quiera que hubiese más allá. Era un punto cúlmen de cualquier historia, cuando todas las cartas se ponían sobre la mesa, cuando se desvelaban los misterios y no quedaban secretos para los protagonistas. La muerte podía ser, en cierto modo, el colofón perfecto.

No en ese caso. Akame no pensó en sus seres queridos, ni en sus aciertos o errores, ni en sus logros o en los últimos días de aprisionamiento. No vio sus aventuras pasar frente a sus ojos, no encontró paz, ni redención, ni la catarsis. Ni tuvo una epifanía. No sintió que viajara ligero de peso, que su espíritu se elevase por encima de las toneladas de piedra, tejas, madera y muebles que formaban los calabozos. No sintió nada en absoluto, porque la primera explosión le alcanzó casi de lleno, y cuando uno de los cascotes que saltaban por los aires le golpeó en el cuello, él simplemente...

Murió.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 7/04/2019

Ya saben lo que ocurrió después. El edificio del Uzukage se consumió en llamas, y Hanabi, como el capitán del barco que se niega a abandonarlo hasta que todos sus tripulantes estén a salvo, se jugó el tipo para evacuarlos a todos.

Uzumaki Goro, por desgracia, estaba lejos de cualquier salvación. Así fue también con Uchiha Akame.

Rabia. Frustración. Dolor. La Villa había recibido un nuevo golpe tras los atentados de Zoku. Una nueva puñalada al corazón, reabriendo una herida que todavía no se había cicatrizado por completo. Y es que, por encima de todas, la muerte de Uzumaki Shiona había sido la peor.

La primera es la que más duelen, dicen.

Pero se recuperarían. Se volverían a levantar, como habían hecho siempre. Porque Uzu era más grande que todo. Más grande que sus habitantes. Más grandes que sus ninjas. Uzu, era una idea. Un sentimiento, una esperanza. Y no importaba cuán duro o largo fuese un invierno, la primavera siempre acababa llegando…

… y con ella, los cerezos.


• • •


Quienes no volverían a levantarse nunca, esos eran Uzumaki Goro y Uchiha Akame. Una mujer contemplaba a este último con sus ojos dorados y una expresión indescrifrable. En menos de dos horas, alguien cogería aquel cuerpo quemado, lo vestiría con traje y lo colocaría dentro de un ataúd para celebrar el funeral.

Aquella mujer, no obstante, tenía otra idea en mente.

Todavía me quedan planes para ti, Akame…

Kunie extendió un pergamino y un cadáver surgió de él envuelto en una nube de humo. Un cadáver de un chico de unos dieciséis años, flacucho, de pelo largo y alborotado, y una cara… Bueno, quemada. Tanto que difícilmente se podría adivinar cómo eran sus facciones antes de que las llamas consumiesen su piel. ¿Quizá como las de Akame? Nadie podía asegurar que no.

Selló a Akame en el pergamino y dejó el cuerpo del niño sin nombre en su lugar.

Es hora de que te lleve a casa, Akame-chan...


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 7/04/2019

«Chas, zas, chas, zas...»

El chasquido de las tijeras de poda reverberaba en todo el huerto, acompañado del cantar de algún pajarillo ocasional y el sonido de la brisa vespertina al colarse entre las ramas de los árboles. Junto a uno de éstos, un olivo especialmente joven y lozano, subido en una escalera plegable de madera, un hombre daba buena cuenta de las ramas secas con su fiel podadora. ¡Chas! Una rama fuera. ¡Zas! Otra. Con la precisión que le otorgaba la veteranía, el tipo parecía todo un maestro en el noble arte de la poda. Las arrugas de su rostro y el aspecto curtido de sus brazos le daban justa apariencia de estar cerca de los cincuenta Inviernos, y en todos ellos había encontrado tiempo para podar aquel árbol. No en vano, lo había plantado al nacer su primer y único hijo... Y era todo lo que le quedaba de él. Por eso presidía su huerto, que se extendía a lo largo de una modesta parcela agricultural, una más de las tantas de Minori.

Hiroshi sacó un trapo azul de uno de los bolsillos de su peto de agricultor y se enjugó la frente con él. Ya estaba atardeciendo y el Sol pronto desaparecería tras las montañas del horizonte, pero aquel hombre no quería dejar su preciado árbol sin podar. Cortar las ramas secas era sumamente necesario para asegurar el correcto crecimiento de aquel ser vivo, para que los siguientes brotes pudieran nacer fuertes y nutridos. Hiroshi creía que en ese sentido —y en muchos otros— los árboles eran como las personas. Resultaba imposible mirar hacia delante y seguir el viaje de la vida si uno no dejaba caer su lastre. Nadie llegaba lejos con una mochila pesada; y él lo sabía bien. Por eso, a pesar de que su mujer —a quien había querido más que a nada en el mundo— había muerto en el parto, él había seguido adelante cuidando de su hijo recién nacido. Por eso, a pesar de que su propio hijo le había abandonado hacía varios años, sin que nunca volviese a saber de él, Hiroshi seguía adelante. Se levantaba cada mañana, trabajaba en su huerto, leía un libro y disfrutaba del atardecer en su porche con un vasito de sake.

Era un hombre sencillo, y aun así, hubiera dado todo por volver a ver a su pequeño Jinbei.

«¡Chas!»

La rama cayó pesadamente al suelo.

Bueno... Creo que sólo me queda esa —murmuró para sí mismo el agricultor, viendo a una solitaria rama seca que había crecido hasta superar a todas las otras, en la copa del árbol—. Vamos, vamos, no me des problemas, pequeño... Cuando llegue la Primavera estarás como nuevo. Ya lo verás.

Hiroshi alargó los brazos para intentar alcanzar la solitaria rama con sus tijeras... Y entonces escuchó un ruido a su espalda. Sobresaltado, estuvo a punto de caer de la escalera y tuvo que soltar las podadoras para agarrarse a la misma y recuperar el equilibrio. Aliviado, volteó la cabeza y escudriñó el huerto con sus ojos avellanados. Al no hallar a nadie, preguntó, con una voz sorprendentemente agradable y melodiosa; su mujer siempre le había dicho que le recordaba a la Primavera.

¿Quién va?


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Datsue - 8/04/2019

Hola, Hiroshi-san —saludó la mujer, vestida en un kimono de color púrpura con motivos florales blancos.

Caminó hacia él con una elegancia natural, propia de nobles que han sido entrenados desde niños para moverse así, dejando tras de sí una fragancia a flor de loto. Inclinó la cabeza hacia atrás para poder verle allá arriba, y sus ojos dorados pasaron del hombre a la rama que le quedaba por podar, y de nuevo al hombre.

¿Quién era ella? Era…

Soy una vieja amiga de Jinbei-kun.


RE: Crónica de una Muerte Anunciada - Uchiha Akame - 8/04/2019

Hiroshi se quedó paralizado en el sitio, encaramado todavía a su escalera plegable y rodeado de las ramas que ya había podado, esparcidas por el suelo. Sus ojos negros no podían despegarse de la figura de aquella mujer, que contrastaba con el ambiente rural de Minori de una forma casi hiriente. Su delicado kimono, su porte regio, su belleza sobrenatural. Pocas veces había visto Hiroshi a una mujer tan espectacular con sus propios ojos; aun menos tan de cerca. Y sin embargo, no era la apariencia de aquella persona la que le había dejado sin habla, con el pecho encogido... Sino sus palabras.

El agricultor bajó lentamente de la escalera mientras se sacudía las manos encallecidas por el duro trabajo en el campo. Su figura era más bien menuda, pese a tener una considerable anchura de hombros gracias a la actividad física que su huerto le exigía, y su rostro de lo más anodino.

¿Ji... Jinbei? —balbuceó, con visible incredulidad—. Me temo que se ha equivocado de casa, señorita, aquí no vive ningún Jinbei... No desde hace mucho.

Visiblemente afectado, Hiroshi se quitó la gorra de labriego y empezó a juguetear con ella entre sus manos peludas. ¿Es que acaso...?

¿Usted... Usted conoce a mi hijo?


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