![]() |
Alquequenje - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País de la Tormenta (https://ninjaworld.es/foro-pais-de-la-tormenta) +--- Foro: Playa de Amenokami (https://ninjaworld.es/foro-playa-de-amenokami) +--- Tema: Alquequenje (/tema-alquequenje) |
RE: Alquequenje - Umikiba Kaido - 10/12/2017 La catarata central se abría impiadosa bajo sus pies, y Karoi planeó su descenso tras advertirle al tiburón que aún el peligro podría continuar acechándoles ahí abajo. El escualo asintió, convencido, y anudó a Nokomizuchi en los linderos de su espalda, con las mismas cintas que acordonaba fuertemente a su kodachi. Segura, con aquel par de filosos dientes de sierra protegiéndole los flancos, Kaido observó a Karoi perderse entre los caudales de la catarata y él hizo lo propio, un par de segundos después. Su cuerpo, al unísono —incluyendo también todos los artilugios unidos a él— se licuaron ipso facto, para mezclarse con la cascada. Descendió víctima de la gravedad, y esperaría hasta sentir el abrazo de la superficie para alzarse él de entre las aguas, formando su azulado y fornido cuerpo frente a los espectadores de aquella cueva. El tiburón se encontró de lleno con los retazos de la batalla final, con Ayame sana y salva alrededor de sus seres queridos, y todos, sin excepción, vivos. Se sintió bastante aliviado, aunque su rostro no mostró reflejo alguno de su renuente preocupación. El gyojin observó a Ayame de pies a cabeza, y le sonrió con aquel manojo de dientes de sierra. Él había estado ahí para salvarla... pero eso ella no lo sabía, ¿cierto? RE: Alquequenje - Manase Mogura - 11/12/2017 Amedama Kiroe no contestó enseguida. Se tomó su tiempo, y en ese tiempo siguieron avanzando por el pasillo. Solo cuando llegaron a la entrada de lo que tenía todas las de ser una biblioteca y un cadáver los recibió en el portal fue que la mujer exclamó: —Sí, contra ese. Señalando el cuerpo inerte del kajitsu. Mogura simplemente trató de prestar atención a la escena e intentó imaginar como habrían hecho exactamente para matarlo. Hasta ahora iban dos bajas enemigas confirmadas y una sin confirmar. —Contra esa también. Diría la fémina una vez hubiesen llegado a una puerta y donde se podría apreciar el cuerpo de una horrorizada mujer congelada. Tres bajas confirmadas y una sin confirmar. Ah, y contra otro que ahogó Zetsuo en el agua. Cuatro bajas confirmadas y una sin confirmar. »Vamos, Mogura. ¡Al pasillo central! El joven médico de Amegakure asintió con un gesto de su cabeza. Si. No perdamos tiempo, Kiroe-san. Claramente el grupo de shinobi de Amegakure no se había metido en la guarida de los kajitsu con intenciones de sacar a Ayame por la vía diplomática, pareciera que la Arashikage ya había tenido suficiente con esa gente. RE: Alquequenje - Aotsuki Ayame - 11/12/2017 Daruu le sonrió, afable, pero el gesto no tardó en resquebrajarse entre sus labios y transformarse en un sollozo. La atrajo hacia él, abrazándola con firmeza, y Ayame lloró con él. —Me da igual todo —le dijo—. Lo importante es que todo ha pasado. ¿Pero qué había hecho? ¿En qué clase de estúpida se había convertido? ¿Qué excusa valía para justificar lo que acababa de hacer? ¿Cómo se había dejado seducir por la lengua de Reigetsu hasta el punto de apartar a las personas que de verdad le importaban? Ellos habían arriesgado sus vidas para llegar hasta ella, para rescatarla, y ella les había recibido con increpaciones, gritos e incluso se había mostrado dispuesta a atacarles. ¿Qué clase de monstruo era para haber permitido que pasara algo así? Su bandana, rajada, se había perdido en algún punto del agua. Pero ella no merecía una nueva. No la merecía... ¿Y con qué cara iba a presentarse frente a la Arashikage después de lo que había dicho sobre ella? ¿Cómo iba a explicárselo? «"Déjame enseñarte más sobre el Genjutsu cuando vuelvas a casa."» Su mente le recordó la promesa que le había hecho su padre, y ella se mordió el labio inferior con un estremecimiento. Toda aquella pesadilla había comenzado por aquel estúpido capricho. —¿Kiroe? ¿Estás ahí, Kiroe? —hablaba Zetsuo, sujetándose el transmisor con la mano. «¿Kiroe-san también ha venido?» Pensó Ayame, sorprendida y avergonzada a partes iguales. ¿Pero a cuánta gente se habían traído para llevarla de vuelta? —La misión ha terminado. Hemos recuperado a Ayame. Repito: la misión ha acabado. Incluso a aquella distancia, Ayame pudo escuchar un exaltado rumor desde el transmisor de su padre, que tuvo que apartárselo del oído para no quedarse irremediablemente sordo. Aquella escena excavó un recuerdo en la mente de Ayame, y no pudo evitar esbozar una débil y temblorosa sonrisa. —¡Joder, Amedama, no grites tanto! —gruñó—. ¿Qué? Bien, me alegro que Mogura-kun esté... No, no vengáis. Quedáos en la salida. Ahora vamos nosotros. Ayame abrió la boca para decir algo, pero su padre se había vuelto hacia Daruu. —¡Daruu! ¿Queda algún enemigo en la guarida? ¿Puedes comprobarlo, por favor? —Sólo una vez más, luego, tendré que descansar —el Hyūga se levantó e hizo un último barrido a la sala utilizando su Byakugan, girando sobre sí mismo—. ¿Karoi-san...? Ayame parpadeó, confundida. Pero en aquella ocasión no fue la única. —¿Cómo dices? —preguntó Zetsuo. Y es que, desde la misma cascada, dos siluetas emergieron del agua: su tío Karoi y... —K... ¿Koido-san? ¿Qué hace aquí? ¿También es un Kajitsu? —preguntó una anonadada Ayame, retrocediendo un paso. En un gesto inconsciente, agachó ligeramente la cabeza para ocultar la luna de su frente, pero siguió mirándole por debajo de las pestañas. —Ha venido también con nosotros para salvarte, Ayame —intervino Kōri, su rostro y su voz habían regresado a la misma gelidez de siempre. —D... ¿De verd...? —¡Ayame! ¿Estás bien? ¿Qué te ha hecho ese malnacido? —Karoi corrió hacia ella y la agarró por los hombros. Sus ojos cristalinos la evaluaron de arriba a abajo, críticos, y se detuvieron momentáneamente en el pequeño agujero de apenas dos centímetros de diámetro que había perforado sus ropajes a la altura del pecho. —E... Estoy b... —¡¿Dónde está ese malnacido de Reigetsu?! ¡Voy a matarlo por atreverse a ponerte un dedo encima! —Está muerto. Papá, Kōri y Daruu... me salvaron —Ayame se volvió hacia su padre—. Papá, Kiroe-san y Mogura-san deben volver por donde hayáis entrado. Nosotros no podemos regresar arriba desde aquí. Una vez que se baja por esa cascada no hay vuelta atrás —le comunicó. »No hay salida. RE: Alquequenje - Amedama Daruu - 11/12/2017 —Está bien, Mogura-san. Ayame está a salvo. La misión ha sido un éxito —dijo Kiroe. Se mantuvo expectante un momento, con una sonrisa de oreja a oreja. No pudo resistirse más, y dio un abrazo al chūnin, levantándolo por los aires—. ¡Ayame está a salvo, Mogura-kun! La mujer puso a Mogura de nuevo en el suelo y tosió distraídamente, sonrojada. —Bueno, deberíamos esperarles a la salida —dijo—. Y de paso, ir pensando en cómo vamos a salir de nuevo por ese dichoso túnel. · · · Daruu se encontraba un poco descolocado. Dio un paso atrás para dejar espacio a Karoi, quien abrazó a su sobrina con gran entusiasmo. ¿Qué hacía Karoi allí? ¿Y qué hacía Kaido con él? Tras poner al orden del día al tío de Ayame, la muchacha destacó que no había manera alguna de volver a subir. Zetsuo sonrió con orgullo. —¿Cómo que no? Seguro que se nos ocurre algo. ¿Alguien tiene alguna...? —Yo —declaró Daruu, quien se dirigía a Kōri—. Por favor, congela el agua de la cascada cuando ejecute mi técnica. Se adelantó. Zetsuo, confuso, estiró de su manga. —Eh, Amedama, ¿sabes la fuerza que tiene una cascada de ese calibre, no? —advirtió. —Creo que Kōri-sensei y yo podemos hacer algo —insistió Daruu. A regañadientes, Zetsuo le dejó marchar. El muchacho se acercó hasta el borde de la cascada con cuidado, manteniendo una distancia de aproximadamente medio metro de ella. «Pie derecho hacia adelante, pie izquierdo hacia atrás, cintura rotada hacia la izquierda, y...», se repetía, como un mantra, intentando rememorar lo aprendido durante aquellos extraños entrenamientos con los pergaminos de su abuela. —Por favor, apartáos un poco. »¡¡Hakkeshō Kaiten!! —Como una peonza, Daruu comenzó a girar, y generó una cúpula de chakra que giró también a toda velocidad. El agua de una de las paredes de la cascada se precipitaba sobre la cúpula y salía disparada por encima de ella, dejando un hueco en el centro. Kōri se adelantó y emitió su frío invierno, congelando la columna de agua en un santiamén. Cuando la técnica de Daruu acabó, la corriente era ahora una chimenea con una apertura en la que se dibujaban las salpicaduras inertes de la cascada. —Ahora... hay... un... agujero... Je... —Daruu cayó al agua de culo. Afortunadamente, le quedaron fuerzas para concentrar chakra y no hundirse. —Mmh... —Zetsuo se acercó al tubo de hielo y le dio dos golpecitos con el nudillo—. Parece resistente, pero resbaladizo. Podremos subir, pero tendremos que tener cuidado. »Vamos. Subamos. —Espera... Estoy agotado. —Deja de llorar, nenaza. Llevas todo el día haciéndolo. «Acabas de llorar tú también, cabronazo de mierda.», refunfuñó Daruu mentalmente, antes de seguir tras de Zetsuo y subir por la cascada con cuidado gracias al chakra. RE: Alquequenje - Umikiba Kaido - 13/12/2017 —K... ¿Koido-san? ¿Qué hace aquí? ¿También es un Kajitsu? —como no podía ser, Ayame, una vez más, decía mal su nombre. Como aquella vez, en el país del Viento. Y no sólo eso, sino que también se ¡atrevía! a meterle dentro de aquel difunto paquete de Kajitsu, pero él estaba ahí, vivo y victorioso. Cansado, y ligeramente maltrecho, pero sano y salvo, como todos sus compañeros. Pudo haber dicho algo mordaz, como siempre; mas Kori se le adelantó. Previendo probablemente que el Tiburón soltara algo que pudiera herir a Ayame en aquel momento tan delicado, como no podía ser menos. —Ha venido también con nosotros para salvarte, Ayame. —D... ¿De verd...? El escualo alzó los hombros, sonriendo. Sí, él también podía ser una buena persona, ¿por qué no? Y con el mismo silencio, recibió la posterior conversación entre ella y Karoi, quien la abrazaba como si se tratase de su propia hija. Ahora tenía más sentido que aquel hombre con el que luchó brevemente estuviese ahí, y de por qué Kiroe se tomó la libertad de llamarle amigo. Finalizado aquel abrazo, una realidad les golpeó a todos en súbito, y es que según Ayame —que bien podría tener mayor conocimiento acerca de la cueva, dado que estuvo ahí más tiempo que todos ellos— no existía la posibilidad de subir por la cascada. Exceptuando que Daruu siempre estaba ahí para salvar el día. Y la tarde. Y la noche. Daruu, siempre Daruu. —No te vayas a quedar ciego, por favor —dijo él, como anécdota graciosa. Luego, le dejó continuar. Entonces, el versado ninja mostró una nueva carta de su mazo de habilidades. Con tan sólo girar su cuerpo, una masa constante de chakra le abrazó en súbito y con las vueltas consecuentes, una capa de energía de fuerzas inconmensurables apartó el caudal de agua como si se tratase de apenas un par de gotas. Kori se le adelantó luego y con su gélida habilidad de hielo congeló parte y parte, dejando ahí un agujero fibroso y helado por el que podrían avanzar. —Bien, salgamos de esta pocilga —sentenció, y después de Daruu; subiría él. RE: Alquequenje - Manase Mogura - 13/12/2017 —Está bien, Mogura-san. Ayame está a salvo. La misión ha sido un éxito Informó Kiroe, con una gran sonrisa. Sonrisa que el chuunin correspondió levemente, lo cual significaba mucho ya que no era un gesto que marcase muy a menudo. Esas son buenas not- De repente, la mujer estiró sus brazos y rodeó con ellos al médico atrapándolo en un abrazo que lo separaría del suelo y que, ante todo, le provocaría esbozar una mueca de sorpresa tremenda. ¡Ayame está a salvo, Mogura-kun! En su interior, muy dentro suyo, estaba realmente contento y aliviado por la noticia, la jinchuuriki de Amegakure vivía pero más importante aún, la familia Aotsuki seguía tan entera como antes. Al ser colocado en el suelo, tosió también con la mirada ligeramente gacha y con una expresión entre seria y avergonzada. Se arreglaría un poco la ropa y procuraría acomodarse el cabello, esa vez si sería necesario. —Bueno, deberíamos esperarles a la salida Si, estoy de acuerdo. Apresuró a contestar con la intención de no dejar que el silencio se adueñara de la escena. Y de paso, ir pensando en cómo vamos a salir de nuevo por ese dichoso túnel. El joven médico al escuchar la palabra túnel no pudo evitar recordar el sumidero en la habitación donde había peleado contra Marun. Kiroe-san. Llamó su atención. En la habitación donde me encontraron había una especie de desagüe bastante importante. Quizás pueda servir como salida. RE: Alquequenje - Aotsuki Ayame - 13/12/2017 Para su completa sorpresa, Zetsuo sonrió, henchido de confianza. —¿Cómo que no? Seguro que se nos ocurre algo. ¿Alguien tiene alguna...? —Yo —replicó Daruu, volviéndose hacia Kōri—. Por favor, congela el agua de la cascada cuando ejecute mi técnica. El chico se adelantó, pero Zetsuo le retuvo momentáneamente. —Eh, Amedama, ¿sabes la fuerza que tiene una cascada de ese calibre, no? —le advirtió. Pero Daruu, terco como sólo él podía ser, insistió: —Creo que Kōri-sensei y yo podemos hacer algo. Y había tal fuerza de determinación en su mirada, que Zetsuo le dejó marchar sin más contemplaciones. Ayame se colocó junto a su padre, contemplando al Hyūga con una mezcla de curiosidad y admiración. El chico se acercó al borde de la cascada, adelantó un pie, y entonces... —Por favor, apartáos un poco. ¡¡Hakkeshō Kaiten!! Ayame reprimió una exclamación de asombro cuando Daruu, usando su propio cuerpo como eje, comenzó a girar sobre sí mismo a toda velocidad. Una cúpula de chakra visible al ojo le rodeó de manera inmediata y la energía liberada revolvió los ropajes y los cabellos de los presentes. El agua, incapaz de atravesar aquella barrera, salía disparada por encima de ella. Kōri se adelantó entonces, y el aire se enfrió de repente. Tanto, que el vaho se condensó entre sus labios y Ayame tuvo que abrazarse a sí misma, tiritando. Kōri apoyó casi con delicadeza la mano sobre el agua. Un fino dedo de hielo recorrió el agua a toda velocidad, pasando junto a Daruu ignorándolo, y cuando llegó hasta la base de la cascada se detuvo momentáneamente. En apenas unos pocos segundos, la telaraña de hielo envolvió la cascada, congelándola de abajo a arriba. Juntos, Daruu y Kōri habían formado un tubo de hielo a través del cual podrían subir. La temperatura dentro de la cueva había vuelto a la normalidad, y Ayame se tuvo que obligar a cerrar la boca cuando se dio cuenta de que se había quedado boquiabierta. ¿Cuándo habían desarrollado un trabajo en equipo tan espectacular? Era... envidiable... —Ahora... hay... un... agujero... Je... —Daruu cayó de culo al agua. Kōri se había tambaleado también ligeramente, exhausto después de haber tenido que utilizar dos veces en un mismo día su técnica más poderosa, pero el jonin aguantó el tipo apoyando una mano en la pared del tubo que acababan de crear. —Mmh... —Zetsuo se acercó al tubo de hielo, pensativo, y le dio dos golpecitos con el nudillo—. Parece resistente, pero resbaladizo. Podremos subir, pero tendremos que tener cuidado. Vamos. Subamos. —Espera... Estoy agotado. —Deja de llorar, nenaza. Llevas todo el día haciéndolo. Zetsuo lideró la marcha. Detrás de él fueron Daruu y Kaido, y en la retaguardia el trío formado por Karoi, Kōri y Ayame. Karoi le cedió el paso a la muchacha en la entrada con un gesto galante, y ella aceptó con una leve inclinación de cabeza. Sin embargo, al mirar hacia arriba, sintió algo más que fascinación por aquel tubo de hielo. Tenían por delante unos diez metros de escalada por una superficie que, aunque parecía bastante resistente, también era muy resbaladiza. Tendrían que tener mucho cuidado si no querían caer al vacío por un error estúpido. Pese a su agotamiento, Daruu no tuvo ningún tipo de dificultad para subir por el túnel. De hecho, se colocó enseguida a la par de Zetsuo. Kaido lo tuvo algo más complicado, quizás fruto de que estaba cansado después de un día tan largo como aquel no lograba concentrarse lo suficiente y se quedaba algo rezagado, pero también subió sin mayores problemas. Sin embargo, Ayame no sólo se había quedado rezagada sino que además estaba teniendo verdaderos problemas para mantener la concentración sobre el flujo de chakra que intentaba por todos los medios mantener en sus pies. Aún se sentía ligeramente mareada, y el eco de un extraño zumbido aún resonaba en su mente después de que hubiesen roto la técnica. Pese a todo, no osó quejarse en ningún momento, se esforzó en concentrarse en mantener un flujo de chakra constante en la planta de sus pies para seguir adherida al hielo y... Uno de sus pies resbaló. —¡AAAHHH! —¡AYAME! —gritó Karoi. Su cuerpo cayó varios metros pero afortunadamente consiguió desbloquear a tiempo el kunai de su manga y clavarlo con la suficiente fuerza en la pared de hielo para frenarse. Respirando agitadamente y con el corazón aún palpitándole en las sienes, se permitió parar unos segundos para recuperarse del susto, calmarse y regresar a la normalidad. Sintió que la agarraban de ambos brazos, y cuando alzó la cabeza se encontró con la mirada preocupada de Karoi y la gelidez de su hermano. —¿Estás bien? —S... sí... perdón. Volvió a acumular el chakra en la planta de los pies y, esta vez sí, consiguió llegar arriba del todo. El grupo entero retomó el pasillo central, de vuelta hacia la entrada. . . . Mientras esperaban el regreso de los demás, Mogura y Kiroe seguían conversando entre ellos y pensando en la manera de poder salir de ahí. El médico, extrañamente empecinado por el desagüe de la celda en la que había estado encerrado, sugirió que quizás podrían salir por allí. Pero sin duda recordaría enseguida que aquel sumidero era demasiado pequeño como para que pudiera caber una persona por él, ya fuera adulto o niño. RE: Alquequenje - Amedama Daruu - 13/12/2017 —Kiroe-san. En la habitación donde me encontraron había una especie de desagüe bastante importante. Quizás pueda servir como salida. Kiroe se giró hacia él y se acarició la barbilla, pensativa. —Mmh... ¿Estás seguro? Quizás podamos sugerirlo cuando vuelvan los demás. O decirle a Daruu-kun que eche un vistazo a ver a dónde va a parar. · · · —Bien, salgamos de esta pocilga —sentenció Kaido, antes de seguirle por el túnel de hielo. —Al menos huele mejor que tú, arenque pasado —bromeó Daruu, entre risas. Se sentía genial estar fuera de todo peligro, con Ayame a salvo... En un grupo tan grande, la felicidad pasaba de uno a otro y se contagiaba. Se sentía más vivo que nunca. El grupo escaló el túnel de hielo, algunos con más dificultades que otros. La que más problemas tuvo fue Ayame, que estuvo a punto de caerse en varias ocasiones. Gracias a la ayuda de su familia, acabó por salir. Daruu la esperaba hacia el final, quien colocó la mano derecha en su espalda y la acarició con cariño. —Vamos —dijo en voz baja. —Oye, Karoi —sugirió Zetsuo—. Tú conoces este lugar quizás mejor que ninguno de nosotros. Por algo has trabajado de doble agente. Los Kajitsu debieron vernos cuando nos dirigíamos hacia el acantilado. Tal vez... ¿No habrá una forma de salir por arriba, hacia la cima del desfiladero? Nosotros hemos entrado por un túnel muy angosto... Y no tenemos respiradores suficientes para todo el grupo. »Kiroe tiene una técnica muy útil para eso, pero no sé cuántas burbujas podrá crear, y no caben por el agujero de entrada de todas formas. RE: Alquequenje - Umikiba Kaido - 14/12/2017 —Al menos huele mejor que tú, arenque pasado. —Me la vas a pagar, pelopincho de los cojones —se atrevió él a responder, devolviéndole la camaradería. No sabía cuándo es que habían ganado ellos la confianza para insultarse de aquella forma, pero bueno; después de semejante experiencia, daba como mucho igual. Entonces, se embarcó poco después de Daruu en el ascenso. Salir de aquella pocilga, sin embargo, le costó horrores. Fuera por el cansancio contenido, los esporádicos gastos de chakra o bien que quería hacerse un poco el gilipollas, no pudo ascender al ritmo del primero. No obstante, terminó llegando a arriba sano y salvo. Al igual que los demás, aún y cuando Ayame pareció tener más inconvenientes que el resto. Y cómo no, si no era para menos. Daruu la esperó en la cima, y le sobó la espalda fraternalmente en cuanto ésta llegó también. —Daruu, y Ayame, en un booooosque —cantó, melodioso, y con aquella sonrisa pícara invadiéndole el rostro entero mientras increpaba al par de tórtolos. Luego, Zetsuo habló. —Oye, Karoi —sugirió Zetsuo—. Tú conoces este lugar quizás mejor que ninguno de nosotros. Por algo has trabajado de doble agente. Los Kajitsu debieron vernos cuando nos dirigíamos hacia el acantilado. Tal vez... ¿No habrá una forma de salir por arriba, hacia la cima del desfiladero? Nosotros hemos entrado por un túnel muy angosto... Y no tenemos respiradores suficientes para todo el grupo. »Kiroe tiene una técnica muy útil para eso, pero no sé cuántas burbujas podrá crear, y no caben por el agujero de entrada de todas formas. El escualo alzó la vista hasta la posición del ahora bien sabido doble agente, observándole con cierta intriga. Así que él también era de cierto modo, o lo fue, en todo caso, un Kajitsu. Las sorpresas no dejaban de llegar, y eso que aún no salían de la maldita cueva de los cojones. RE: Alquequenje - Manase Mogura - 14/12/2017 —Mmh... ¿Estás seguro? Quizás podamos sugerirlo cuando vuelvan los demás. O decirle a Daruu-kun que eche un vistazo a ver a dónde va a parar. Esas palabras, sumadas al gesto que acababa de hacer, le hacían pensar que quizás podrían encontrar un mejor plan. El joven médico se encogió de hombros mientras miraba a la mujer. A lo mejor hay mejores opciones. Quizás si el chuunin fuese más inteligente podría haber pensado en algo mejor. RE: Alquequenje - Aotsuki Ayame - 14/12/2017 Al final, algunos más pronto que otros, todos consiguieron salir del túnel de hielo. Ayame fue la última en incorporarse, pues había necesitado cierta ayuda de Karoi y Kōri para ascender, pero cuando lo hizo, Daruu le acarició la espalda con afecto. —Vamos. —Daruu, y Ayame, en un booooosque —oyó la voz cantarina de Kaido junto a ellos, y Ayame sintió la imperiosa necesidad de darle una patada en la espinilla para hacerle callar. Sin embargo, pronto se recordó que El Tiburón había ido hasta allí para salvarle la vida, por lo que al final se limitó a sonrojarse hasta las orejas y lanzarle una mirada afilada. —Oye, Karoi —intervino Zetsuo, ajeno al espectáculo de los más jóvenes—. Tú conoces este lugar quizás mejor que ninguno de nosotros. Por algo has trabajado de doble agente. «D... ¡¿Doble agente?!» Ayame se detuvo momentáneamente, con los ojos abiertos como platos. ¿Había escuchado bien? ¿Doble agente? ¿Karoi había formado parte de los Kajitsu como espía de Amegakure? Su tío, consciente de su estupefacción, se volvió hacia ella con una sonrisa afable. —Perdona, pequeñaja, creía que ya te lo había dicho, pero por la cara que has puesto imagino que no, ¿sí? —Sacó de uno de los bolsillos de su gabardina una máscara que representaba un caballito de mar, y Ayame contuvo la respiración al verla—. No sé si lo recordarás, pero también participé en el sellado del Bijū bajo el nombre falso de Umiuma. Ayame asintió con lentitud, pálida como la cera. ¿Cómo iba a olvidar aquel día? —Ya conocía de la existencia de los Kajitsu, y sabía lo que pasaría después de que te sellaran al Gobi, así que me infiltré entre sus filas buscando la identidad de su líder y la ubicación de su guarida. Sin embargo, al ser un "alevín recién llegado" nunca llegaron a confiar en mí del todo. Tuve que darles algo de información para ganarme su confianza, pero aún así me llevó tiempo. Demasiado tiempo —admitió, sombrío—. Lo siento, pequeñaja, no conseguí hacerlo a tiempo. Ayame pareció despertar de un sueño. Sacudió la cabeza y se obligó a esbozar una sonrisa. —N... ¡No tienes que disculparte! Has corrido muchos riesgos por mi seguridad... gracias. Karoi le devolvió la sonrisa y después se volvió a Zetsuo para que continuara hablando. —Los Kajitsu debieron vernos cuando nos dirigíamos hacia el acantilado. Tal vez... ¿No habrá una forma de salir por arriba, hacia la cima del desfiladero? Nosotros hemos entrado por un túnel muy angosto... Y no tenemos respiradores suficientes para todo el grupo. Kiroe tiene una técnica muy útil para eso, pero no sé cuántas burbujas podrá crear, y no caben por el agujero de entrada de todas formas. Karoi se llevó una mano al mentón, y se acarició la perilla con gesto pensativo. —No conozco tan bien esta guarida como me gustaría, la verdad. Pero es probable que exista una vía hacia la superficie... y si no también podría... —¡La cascada seguía subiendo! —intervino Ayame de golpe, en un desesperado intento por resultar útil y redimirse de sus errores pasados. —¿Cómo dices, Ayame? —le interpeló Kōri. —¡La cascada por la que hemos subido! Seguía subiendo aún más, y el techo estaba abierto al cielo. ¡Quizás lleve a la cima del desfiladero! RE: Alquequenje - Amedama Daruu - 15/12/2017 El peculiar grupo seguía caminando pasillo abajo, aunque muy pronto descubrirían que tendrían que deshacer sus pasos. Kaido había canturreado una canción con inquina y Daruu le había echado una mirada con una gran malignidad. Si no hubieran estado en aquella situación y si no tuviera aquella tan esperada alegría bombardeándole el pecho, sin duda se habría lanzado a golpearle con todas sus fuerzas. De todas maneras, algo enseguida desvió la atención del joven Hyūga de Amegakure. ¿Karoi? ¿Un espía de la aldea dentro de los Kajitsu? Pero eso significaba que... Aquél hombre tan alegre, tan risueño y tan despreocupado era en realidad un shinobi muy experimentado que había conseguido engañar y ganarse, en pequeña o gran parte, a un peligroso grupo de ninjas supremacistas y proporcionar información a la aldea. También les había engañado a ellos. En cierta manera, era como Zetsuo, como Kōri. Tenía una máscara. Sólo que la máscara que empleaba era totalmente la contraria a la de ellos, era una máscara que ocultaba su verdadero ser. A Daruu le recorrió un escalofrío. ¿Qué era aquella sensación? Era algo familiar, como si ya hubiera visto esa manera de actuar en alguna parte... Alguna parte muy cercana... —¡La cascada seguía subiendo! —La voz de Ayame le devolvió a la realidad. —¿Cómo dices, Ayame? —requirió Kōri. —¡La cascada por la que hemos subido! Seguía subiendo aún más, y el techo estaba abierto al cielo. ¡Quizás lleve a la cima del desfiladero! —¡Mierda! —dijo Zetsuo—. Ahora tenemos que volver hacia atrás. Con las ganas que tengo ya de salir de este pequeño agujero lleno de basura. ¡Vamos! Kiroe, Kiroe, ¿me recibes? —Se sujetó la oreja derecha, como había hecho tantas veces atrás—. Hemos encontrado una salida mucho más conveniente. Venid por el pasillo central. Tranquilos, está despejado. Suspiró y se dio la vuelta. —Venga, no perdamos el tiempo. ...y unos minutos después, ya casi llegaban al centro del pasillo... —¡AyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE-CHAN! Kiroe pasó al lado de Karoi y de Zetsuo, empujándolos y arrojándolos a los dos al suelo, y se lanzó encima de Ayame. La abrazó con todo el cuerpo, se tiró al suelo con ella y empezó a frotar su mejilla con la de la pobre chica. —¡Menos mal menos mal menos mal! —¡Maldita sea, mujer! ¡Estás LOCA! —vociferó Zetsuo, levantándose de un salto y sacudiéndose la ropa. RE: Alquequenje - Umikiba Kaido - 16/12/2017 Y él que creía saber toda la verdad, pero no. ¡No, ni de cerca! Con cada intercambio de palabras, nuevas cosas eran reveladas. Cosas que, incluso Ayame siendo la guardiana desconocía de su propio sellado. Y es que Karoi, sin pelos en la lengua, confesó formar parte de aquella fatídica noche en la que el Gobi resultó ser sellado en Ayame, usando él el nombre de Umiuma. Y fue a partir de ahí que su infiltración comenzó a labrarse, camino que les llevó finalmente hasta ese día, en donde todo se fue a la mierda. Para los Kajitsu, claro. —¡La cascada seguía subiendo! —cuando la pequeñaja exclamó aquello, Kaido le encajó la mirada por un par de segundos, dubitativo. Luego, subió la cabeza e imaginó a la cascada, aunque no se encontrasen frente a ella. ¿Podría ser, no? quizás, la misma llevase hasta el tope de todo. El escualo alzó los hombros, gratamente sorprendido. Al final de todo Ayame iba a serles útil, para algo. Tan útil como para obligarles a volver. A tomar el mismo pasillo de regreso, al menos hasta que se encontraron cara a cara con Kiroe, y Mogura. La primera, sin embargo, no escatimó en esfuerzos y se balanceó a por todas hacia Ayame y su padre con exorbitante alegría, tumbándoles a ambos al suelo y demostrándole tanto afecto que resultaba incluso empalagoso. Y hasta extraño, muy extraño. ¿Cómo funcionaba aquello, exactamente? ¿Ayame y Daruu eran novios, y Zetsuo y Kiroe también? ¿qué papel jugaba el Hielo en aquella familia disfuncional? Kaido azotó su cara de lado a lado, tratando de sacarse aquellas maquinaciones de su cabeza. Y desde luego que no iba a atreverse a bromear sobre aquello, porque bien que podría aguantar una rabieta de Ayame, pero no así de toda su maldita familia. Y del Hyuga. Lo mejor era cortar por lo sano y jugar, como ellos, a la familia feliz. Miró a Mogura. Se acercó hasta él y le tendió la mano, con una sonrisa socarrona en el rostro. —¿Todo bien, compañero? —le increpó—. ¿qué tal ese veneno, sabroso? Evidentemente, estaba bromeando. Lo cierto era que respetaba a Mogura por lo que había logrado, que fue salir plenamente victorioso de su combate, uno a uno. Mierda que sí lo había hecho bien. RE: Alquequenje - Manase Mogura - 16/12/2017 Finalmente, el grupo volvía a ser uno solo, ambas partes se habrían encontrado. Kiroe corrió hasta la joven jinchuuriki, apartando a sus parientes del camino. Como resultado de su sincera demostración de afecto, ambas terminarían en el suelo y solo serían interrumpidas por las palabras a todo pulmón del padre de la muchacha. Mogura por su parte se limitó a apartar ligeramente la mirada de aquella escena. «Todos parecen contentos de verte, Aotsuki-san.» Concluyó para si mismo, aquel pensamiento ciertamente lo incluía a él tambien dentro de aquel conjunto. Con intención de evitar prestar demasiada atención al afectivo momento de Kiroe y Ayame, el joven médico de Amegakure buscó con la mirada a los demás miembros del grupo. Casi al instante su mirada se cruzaría con la del azulado kajitsu, Umikiba Kaido. —¿Todo bien, compañero? Diría mientras le estiraba la mano, Mogura se quedaría un par de segundos apreciando el gesto y seguidamente realizaría una ligera reverencia. No eran tan cercanos como para ese tipo de trato, su reverencia estaba totalmente de más, pero por una mera cuestión de cortesía no quiso dejarlo pintado. ¿qué tal ese veneno, sabroso? Agregaría con aquella sonrisa de dientes afilados que solo había podido ver en otras personas, personas muy importantes y fuertes. Hasta el humor le recordaba vagamente a esas personas. Me temo que no tuve oportunidad de degustarlo, Umikiba-san. Apresuró a contestar con su usual tono de voz. Pero en Amegakure debo tener una muestra de él, por si te interesa probar su sabor. Agregaría finalmente, Mogura se encontraba lo suficientemente bien como para contestar a las palabras de Kaido con la habitual contundencia. Incluso pensó en arrojar una interrogante sobre la mesa pero quizás no sería el momento más apropiado para eso. RE: Alquequenje - Aotsuki Ayame - 16/12/2017 —¡Mierda! —blasfemó Zetsuo—. Ahora tenemos que volver hacia atrás. Con las ganas que tengo ya de salir de este pequeño agujero lleno de basura. ¡Vamos! —Lo siento, debí decirlo antes —se excusó Ayame, encogiéndose ligeramente, pero su padre se había vuelto a llevar la mano al oído. —Kiroe, Kiroe, ¿me recibes? Hemos encontrado una salida mucho más conveniente. Venid por el pasillo central. Tranquilos, está despejado. —Cortada la comunicación, el médico suspiró y se volvió una última vez hacia ellos—. Venga, no perdamos el tiempo. Y así, se dieron media vuelta y comenzaron a deshacer el camino andado hacia la catarata congelada. Sin embargo, cuando ya casi estaban llegando al lugar, Ayame se detuvo en seco y se volvió sobre sus talones. Entrecerró los ojos, intentando concentrarse y agudizar el oído. Escuchaba algo en el fondo del corredor. Un leve rumor, apenas audible, pero que iba aumentando de volumen de forma increíblemente rápida. El rumor se convirtió en un rápido redoble de tambores y a este se sumó una voz... —Q... ¿Qué es...? —murmuró inquieta, retrocediendo apenas un paso. Una gota de sudor frío recorrió su sien. ¿Acaso habían sido descubiertos por algún Kajitsu? Y entonces vio una silueta que se acercaba a ellos a toda velocidad como una suerte de ferrocarril. —¡AyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE-CHAN! Antes de que pudiera siquiera asimilar qué estaba pasando, Ayame fue arrollada brutalmente. El impacto contra el suelo y peso sobre su cuerpo le cortaron la respiración momentáneamente y a punto estuvo de licuar su cuerpo en un aterrado acto reflejo cuando sintió a la mujer frotar su mejilla contra la de ella. —¡Menos mal menos mal menos mal! —¡Maldita sea, mujer! ¡Estás LOCA! —vociferó Zetsuo. —K... Kiroe-san... —suspiró Ayame, casi sin aliento, y los ojos anegados de lágrimas de nuevo. Y cuando pudo levantarse de nuevo los vio a todos allí. Los vio de verdad. Zetsuo y Kōri, ambos levantándose del suelo y sacudiéndose el polvo de la ropa (el primero visiblemente más enfadado que el segundo), Daruu y Kiroe cerca de ella, ambos radiantes de felicidad (sobre todo ella); y algo más retirados, Kaido y Mogura, que bromeaban entre sí. «De verdad han venido todos a buscarme...» Pensó, mordiéndose el labio inferior. Todos ellos habían arriesgado sus vidas para llegar hasta ella, todos habían pasado por serias dificultades, y ejemplo de ellas eran la clara debilidad y palidez de Mogura y las terribles cicatrices que exhibía su padre en el brazo y sus ropas rasgadas. A su lado, el pequeño agujero que perforaba la ropa de Ayame se antojaba casi ridícula. En un acto reflejo, Ayame levantó la mano hacia su frente, pero la punta de sus dedos volvieron a topar con el vacío. Al final, dejó caer el brazo e inclinó el torso en una profunda reverencia. —Lo siento... —repitió, pero esta vez para todos los presentes—. Os debo una disculpa a todos... He sido una estúpida... He dicho y hecho cosas terribles... Y he estado a punto de tirarlo todo por la borda. Lo siento... —se interrumpió un momento. Tomó aire, y sin levantar siquiera la cabeza continuó—. Y también... gracias... Gracias por salvarme la vida. Nunca encontraré la manera de agradeceros lo que habéis hecho por mí hoy... |