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Destino inesperado - Versión para impresión

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Destino inesperado - Manase Mogura - 9/11/2016

El nuevo sistema de transporte que se había expandido por aquellas tierras sin duda alguna presentaba muchas ventajas, entre algunas tantas estaba la capacidad de recorrer en horas distancias que antes se tardaban días, en la mayoría de los casos.

Y si no terminas tomando el tren equivocado...

Dijo el joven médico a la persona con la que se encontraba compartiendo un asiento y una charla en el carro metálico. Ya estaba empezando a caer el sol en su ubicación y probablemente ya sería demasiado tarde para tomar otro tren una vez llegase a la siguiente estación.

Un error lo puede cometer cualquiera... No hay por qué deprimirse...

Contestó el sujeto con una cándida sonrisa, se le notaba contento, demasiado contento para estar viajando en un tren.

La siguiente estación está en Minori, no conozco el lugar y ya será de noche cuando llegue...

Planteó Mogura en base a los datos que tenía sobre el tiempo de viaje en tren de una estación a otra. Su mirada había pasado de mirarlo al tipo a mirar por la ventana, seguramente tendría una hora de luz una vez llegado al pueblo.

No hay por qué deprimirse, shinobi.

Reiteró el hombre colocándole una mano sobre el hombro al muchacho.

Arima Sei te ayudará. Puedes quedarte en mi casa y salir al día siguiente.

Propuso sin perder en ningún momento la sonrisa que venía cargando desde que se había cruzado en su camino. ¿Qué otra opción le quedaba en aquel momento que apelar a la buena voluntad de un lugareño?

Hmmm... Esta bien, me temo que no tengo ningún conocido en Minori. Por cierto, mi nombre es Manase Mogura.

El tren eventualmente llegaría a su destino, en el pueblo no quedaba ya casi luz y algunas luces ya habían sido encendidas en el lugar.

Vamos, te llevaré hasta mi casa.

La casa de Sei era bastante simple, un par de cuartos, una sala principal donde se había presentado una cena y una cocina. La mujer de Arima los recibiría cálidamente y los niños no pararían de hacer preguntas sobre como Mogura había terminado esa noche en aquel lugar.


RE: Destino inesperado - Uzumaki Eri - 11/11/2016

Había pasado varios días en casa de una conocida de su vecina tratando con varios remedios medicinales para dejárselos al la mujer ya entrada en edad y así ayudar al pequeño pueblo de Midori, ya que este invierno prometía muy duro para sus habitantes.

¿Cree que con estas cantidades valdrá? — Cuestionó la joven mientras señalaba el potingue que tenía encima de la mesa. Junto a ese habían sobres y tubos llenos de diversas sustancias.

Deberíamos hacer un poco más, solo por si acaso. — Sugirió la mujer mientras se acariciaba sus plateados cabellos. — ¿Por qué no vas a los campos a buscar más hierbas? Y ya de paso te pasas por el centro médico, quizá necesiten una mano. — Animó. — De lo demás me puedo encargar yo.

Eri asintió mientras se limpiaba las manos, luego se colocó su túnica y salió de la pequeña casa, recibiendo un bofetón del frío que hacía fuera. Era temprano aún, así que el sol no había podido calentar bien las tierras de Midori lo suficiente como para que no sintiese que debía abrazarse a sí misma para conservar el calor.

Con suerte aquellas necesitadas hierbas crecían aún con el frío.

Milagrosamente.

Entonces escuchó un sorbo, luego un lagrimeo y por último, un pequeño lloriqueo. Eri frunció el ceño y decidió a acercarse a la fuente de aquellos sonidos cuando se encontró con un pequeño de a penas cinco años de cabellos azabaches y ropas oscuras, con la rodilla al descubierto dejando ver una herida bastante importante. El pequeño estaba sentado delante de una casa de tejado oscuro y paredes grises.

Hey... ¿Qué pasa, chiquitín? — Preguntó la Mizumi poniéndose de cuclillas en frente del pequeño.

E... Eque... Me he caído... Y me-me he hecho pu-pupa... — Alegó entre hipos y sorbos. — C-chi mi madre me ve... ¡Me va a regañar mucho!

Sh... No pasa nada, primero relájate y segundo, tengo una gran idea. — Eri sonrió de oreja a oreja mientras miraba a los ojos del pequeño. — Vamos a hacer un pequeño truco para que tu herida sane y tu mami no se enfade contigo, ¡pero tienes que confiar en mí!

¡Chii! — Exclamó, emocionado.

Entonces la de cabellos azulados colocó sus manos sobre la herida del pequeño sin llegar a tocarlos, y un aura verdosa comenzó a emanar de ellas, sanando lentamente la herida del infante.


RE: Destino inesperado - Manase Mogura - 12/11/2016

Con un nuevo día de invierno llegando, la familia Arima y su invitado se dispuso a desayunar. Una comida caliente que los llenase de energía para poder realizar las diferentes tareas que demandaba la vida en el pueblo. Los más jóvenes serían los primeros en terminar y pronto se desentenderían de toda responsabilidad para salir a juguetear.

¡No se vayan a lastimar o van a ver!

Advirtió la fémina a cargo del cuidado del hogar.

No creo que pueda acompañarte a la estación, Mogura. Debo ir a ver al viejo Arima.

Dijo Sei mientras terminaban de tomar el desayuno en aquella pequeña mesa que compartían. Parecía ser que le tocaría llegar solo hacía su carruaje metálico para poder volver a su hogar pero no era nada preocupante.

Me sentiría mal abusando de su generosidad molestando de esa forma, estoy seguro de que encontraré el camino de regreso a la estación sin problemas.

Incluso dentro de un ambiente tan intimo como lo podría ser el calor de una informal comida en una casa de familia a principio del día, Mogura no perdía su etiqueta al hablar.

Ya en las calles, el shinobi ya se encontraría caminando con su atuendo usual y sobretodo de cuero, su destino era la estación cuando sus oídos captarían un par de voces.

Vamos a hacer un pequeño truco para que tu herida sane y tu mami no se enfade contigo, ¡pero tienes que confiar en mí!

¡Chii!

El shinobi había llegado a presenciar el truco de la kunoichi peliazul. Aquel truco no parecía ser otra cosa que la técnica básica de curación. Por otro lado, la identidad del infante lo tuvo un segundo pensando.

¿No es ese el hijo de Arima-san?

De una forma u otra, Mogura se quedaría de pie siendo testigo de la escena.


RE: Destino inesperado - Uzumaki Eri - 12/11/2016

Tan ensimismada estaba en su tarea que no se dio cuenta de su alrededor, concentrada en sanar la herida del pequeño moreno que seguía lagrimeando por miedo a que su madre se enfureciese con él.

La próxima vez deberías tener cuidado, ¡no queremos que la herida se infecte! — Advirtió la joven sin perder la sonrisa.

Chi... — Murmuró con las mejillas ligeramente encendidas el menor. — Gachias...

De nada pequeño. — Negó mientras apartaba sus manos de la herida. — Ten cuidado la próxima vez, ¿vale?

¡Chiii! — Exclamó esta vez más feliz. — Ya no me duele tanto. — Informó mientras se miraba la herida, luego se levantó de un salto para tender a Eri su pequeña mano. La susodicha la aceptó de buena gana hasta que su mirada verdosa se topó con una figura que se encontraba a escasos metros de su posición.

Frunció ligeramente el ceño al no saber quién era aquella persona, hasta que sus ojos repararon en la bandana que reposaba en su frente. Al parecer era un shinobi de Amegakure tal y como alegaba el metal, aunque nunca lo había visto antes, ni si quiera en el Torneo... Aunque había llovido bastante de aquello. Entonces relajó su ceño y miró de arriba a abajo al joven que tenía delante, seguramente rondaría su edad más o menos; de vestimentas oscuras y un chaleco más claro. Podía destacar los ojos oscuros que mantenían una mirada serena hacia el pequeño que tomaba la mano de la de cabellos azules y ella misma.

Buenos días. — Saludó de forma cortés mientras inclinaba su cabeza ligeramente hacia delante. — ¿Le puedo ayudar en algo?


RE: Destino inesperado - Manase Mogura - 12/11/2016

Shinobi y kunoichi se encontraron en las calles de aquel pueblo, sus hogares se encontraban a una gran distancia pero aún así podía considerarse como que ellos representaban a Amegakure y Uzushiogakure de alguna forma. Muchos años atrás seguramente aquel tipo de encuentro, ese cruce de miradas sin duda hubiese supuesto lo peor. Pero los jóvenes vivían tiempos de paz.

Buenos días, me disculpo por la interrupción.

Saludó haciendo una reverencia bastante formal y haciendo un comentario que era referido sobre todo a su labor curativa.

Mi nombre es Manase Mogura, shinobi de Amegakure y este joven debería ser el hijo de Arima Sei-san ¿No es así?

Tras presentarse, llevó su mirada hasta los ojos del niño. No habia duda alguna, era el mismo infante que había conocido la noche anterior en la cena junto a su otro hermano y sus padres.

¿Se encuentra bien, joven?

Incluso con un niño el médico no tenía mucho reparo en tratar de hablar más informalmente pero así lo habían educado. Parecía que la herida del chico había sido tratada de forma bastante eficiente, de todas formas su preocupación también se veía influenciada por la amabilidad que había tenido aquella familia con él.


RE: Destino inesperado - Inuzuka Nabi - 13/11/2016

Era una mañana fria como la madre que la pario. De esas mañanas de invierno que lo único que quieres es quedarte bajo las reconfortantes y calentitas sabanas de tu cama, pero de esas típicas mañanas en las que NO puedes quedarte en tu mullidito colchón a ver pasar el día.

¿Qué que hacía Nabi en una aldea de cultivadores de cosas verdes que salen del suelo? La respuesta era obvia, se había perdido. Él buscaba el sueño carnivoro de Ushi, la tierra de los animales que se comen, donde a las vacas las alimentan con pollo y a los pollos con cerdos, así como a los cerdos con vacas. El lugar donde se reunen todos los animales comestibles para comerse entre ellos, un lugar de ensueño para él.

Sin embargo, la noche anterior apareció por pura suerte ante un cartel que ponia Minori, y supuso que Minori significaba Incomestible en algún idioma antiguo y profundo al ver aquellos campos tan llenos de cosas que no comer. El frio le sugirió amablemente que buscara un sitio para pasar la noche o se levantaria con los genitales hechos un cubito de hielo.

Y ésta, queridos amigos, es la historia de como nuestro querido amigo rubio, acabó cenando un caldo con cosas de colorines flotando que no se dignó a dar nombre, pues las verduras no merecen tales cosas como nombres. Lo peor de todo es que pagó por dicha sopa, lo impensable, pagar por verdura. Pasó la noche entre sudores frios y temblores por haber traicionado a su Dios Pollo-sama de esa forma, para a primera hora de la mañana partir a Ushi.

Poco sospechaba nuestro protagonista que al día siguiente se perdería en aquella villa de vegetarianos que era como un laberinto construido para que no puedas escapar jamás y acabes pasando tus días en un campo cultivando ese insulto a la evolución humana.

Se paseaba tranquilamente maldiciendo aquella aldea mentalmente cuando vio una melena peliazul pegada a una muchacha tetuda curando a un niño. Si juntaba todos esos hechos, tenía que ser Eri. El niño estaba tirado en el suelo, sufriendo del tremendo dolor y un shinobi de Amegakure estaba de pie mirandoles con una mueca de extrema maldad en la cara. Y parecía que Eri estaba demasiado concentrada curando al crio como para matar a esa mala bestia.

Oh dios santo, tenía que actuar rapido. Unas sabias palabras acudieron a su mente turbada por la conmoción "Agitar y golpear, Dynamic Entry"

Así, el fatidico dia en que su suela se encontrara con un genin de Amegakure llegó, y cien virgenes gozaron como nunca habían gozado, y cien monjes rezaron como nunca habían rezado, y cien tigres comieron trigo en un trigal como nunca habían comido. Las profecías que se produjeron en el más oscuro averno se cumplieron, dando paso al nacimiento de un heroe.

Mientras volaba hacia su objetivo, la capucha de su capa de viaje desveló su hermoso y amarillento cabello, revelando la identidad oculta del salvador del día. Una vez conectado el golpe, si conectaba, él caería ante Eri con una soberana elegancia poniendo las dos pies en el suelo.

No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del... — justo en ese instante el Uchiha recordó que una cena asquerosa había precedido un desayuno horripilante, y aquel ataque había sido sorpresa tanto para el Amegakuriense como para su estomago.

El retortijón se convirtió en un liquido caliente ascendiendo por su gargante y exigiendo ser libre. Nabi se dobló sobre sí mismo echando dicho liquido, que aún tenía trazas de cosas verdes, sobre los pies de la peliazul. En ese momento, la sabiduria del universo le dijo dos cosas a Nabi, que estaba muerto y que estaba muy muerto.

¿Cómo has hecho esto, extraño ninja malvado de la lluvia, si ni me has tocado? ¿Has usado algún ataque de sonido o de viento o de materia invisible? ¿Qué clase de Genjutsu ha sido?

Tenía que desviar la atención al enemigo común para sobrevivir, aunque ya estaba muerto.


RE: Destino inesperado - Riko - 14/11/2016

Sin comerlo ni beberlo, el ninja del remolino había acabado en aquel pueblecito. No había hecho falta que nadie le dijera que la población de aquel lugar se dedicaba casi exclusivamente a la agricultura, pues ya desde lejos se veían los campos de cultivos de todo tipo de hortalizas y verduras.

Y, como ya era costumbre en casi todos los viajes que el rastas realizaba de un tiempo para acá, el artífice de dicho desplazamiento era Kurohiko, que en aquella ocasión había decidido visitar a unos familiares suyos que vivían en aquel pueblo, por lo que, en cuanto Riko se enteró, decidió acompañarle, no quería ser una molestia, por lo que el muchacho prefirió pasar la primera noche en una posada, mientras que su acompañante se quedó con sus familiares.

La noche pasó a una velocidad de vértigo, y, por qué no decirlo, a una temperatura demasiado baja, había tenido que dormir con dos mantas encima para no pasar frío. En cuanto se despertó, el muchacho se arregló un poco, se lavó la cara y se aventuró a las calles de aquel poblado, total, no tenía nada mejor que hacer por lo que decidió que pasear por el pueblo era la mejor opción.

Poco tiempo después de salir de la posada, y con el abrigo abrochado hasta arriba, pues el frío que hacía no era ni medio normal, se topó con una máquina expendedora de comida y bebida, y, como no había desayunado, dedcidió comprarse algo, al menos, algo para beber.

Riko paseaba dando pequeños sorbos de sus Cola-Loca, una bebida que estaba muy de moda últimamente.

De repente, a lo lejos, distinguió algo que era muy familiar, una joven de pelo azul verdoso estaba agachada, hablando con un crío que parecía no estar muy contento y otra persona, a la que no podía distinguir del todo, pero, qué más daba, era Eri, seguro, por lo que, con paso tranquilo se fue acercando a los tres.

Lo que el moreno no se esperaba era la aparición de un invitado más, un encapuchado que se había lanzado a la carrera en dirección hacia Eri y los otros. Riko, entendiendo que podía ser peligroso, echó a correr también tratando de evitar que el misterioso personaje hiciera daño a alguien, pero, para su sorpresa, en medio del vuelo, la capucha se le quitó, y aparecieron los rasgos de Uchiha Nabi, aquel rubio al que le faltaba un tornillo por lo menos.

''Ya estamos...''

Riko se acercó a la escena, Nabi comenzó a vomitar y no solo eso, si no que lo hizo sobre los pies de Eri, y echaba las culpas al otro, que se encontraba de espaldas al de rastas por lo que no podía distinguirle.

No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí... — Dijo el joven cuando se encontraba a una distancia adecuada para que le escuchara claramente. — Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri. — Propuso el chico señalándole los pies a la peliazul. — ¿Queréis un poco de Cola-Loca? Es muy buena por las mañanas.


RE: Destino inesperado - Uzumaki Eri - 15/11/2016

Buenos días, me disculpo por la interrupción. Saludó el chico que les había estado mirando desde hace un corto periodo de tiempo, haciendo que Eri relajase el gesto y dejase de apretar la mano del infante, que lo miraba con cara de pena. Mi nombre es Manase Mogura, shinobi de Amegakure y este joven debería ser el hijo de Arima Sei-san ¿No es así?

El chico asintió de forma lenta mientras bajaba su mirada, avergonzado, por otro lado, la joven movió su pequeña mano para añadir:

Yo soy Mizumi Eri, y pertenezco a Uzushiogakure. — Se presentó, para luego girarse al pequeño. — Y este pequeñín ya está mucho mejor, ¿a que sí?

El chico giró su vista al shinobi de Ame, que se sumó.

¿Se encuentra bien, joven?

¡Chii! Pero no se lo diga a mamá... Por favor. — Pidió mientras soltaba la mano de Eri y se acercaba a donde se encontraba el joven de nombre Mogura. Pero antes de que lograse hacer contacto con el genin, una suela impactó contra el recién llegado ninja de la lluvia, y un destello amarillo fue el causante de aquella técnica bien conocida por todos, e inesperada por muchos también; ya que la capucha que éste llevaba se cayó tras la sacudida.

Parpadeó varias veces para cerciorarse de que lo que acababa de ver no era Nabi de nuevo, hasta que...

No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del...

Fue cortado por la erupción del volcán, perdón; de su boca como volcán, ya que el movimiento de su estómago debió ser tal que cortó por lo sano diciendo que necesitaba desahogarse, y de qué manera... ¡Bingo! Sobre los pequeños y fríos pies de la joven de cabellos azules a la que, desgraciadamente, intentaba ''salvar'' de algo, pero todavía no sabía qué.

Presa de la ira que sentía contra el Uchiha, comenzó a bufar para reprimir sus ganas de estamparle un bonito sello con forma de puño en su mejilla, mientras él le recriminaba al que acababa de asaltar sobre genjutsus y cosas típicas de Nabi que ni en sus mejores pesadillas lograba explicar.

Pero lo peor no fue aquello, sino la aparición de otro ser.

No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí...

Riko apareció en escena.

HAISO RIKO.

Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri.

¿Es que no puedo tener ni un solo día en paz? — Explotó cual bomba. — Lo primero, ¡sé cuidar de mí misma perfectamente! y segundo, ¿cómo se te ocurre bombardear mis pies? ¿Es que tienes pájaros en la cabeza? — Espetó clavándole agujas a Nabi con los ojos. — ¡Y Manase no ha hecho nada malo! — Alegó más tarde, aún bufando. — ¡Y ya sé que debería limpiarme eso! — Exclamó ahora dirigiéndose a Riko mientras despegaba los pies del suelo como podía y echaba a andar lo más digna posible con vómito en los pies. — ¡Dejadme en paz! — Y dicho aquello terminó por irse en la dirección que había venido para cambiarse el calzado y limpiarse sus pobres pies que no tenían culpa de nada.


RE: Destino inesperado - Manase Mogura - 15/11/2016

La kunoichi de pelo azul había hecho una excelente demostración de sus habilidades curativas tratando la herida del joven Arima. Mizumi Eri sería el nombre de aquella muchacha que sin mucha dificultad despertaba cierta ternura en el interior de su persona, como esos peluches gigantes a los cuales debes darle un abrazo.

¡Chii! Pero no se lo diga a mamá... Por favor.

Al terminar de escuchar esas palabras sintió como una fuerza muy repentina lo empujaba con mucha fuerza hacía abajo y a la vez lo sacaba de equilibrio haciendo que se desplazara unos metros. El dolor sin duda alguna no se quedaría atrás, menudo tortazo se había llevado. Pero no tenía la mas remota idea de que había pasado exactamente.

¿Qué...? ¿Qué pasó?

Pensaba en el piso, no se había movido después de que la fuerza de la técnica terminase y no lo impulsara más. Como una especie de muñeco de trapo. No estaba entendiendo nada.

No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del...

¿Nabi...? ¿Quién es Nabi...?

No estaba viendo nada tampoco pues su cabeza miraba hacía el piso y su bandana se habría aflojado, esto provocaría que su cabello le cubriese gran parte de la cara. Pero nada de eso le impediría escuchar como el estomago del atrevido guerrero se revelaba contra su elección de desayuno y devolvía lo que fuese que hubiese comido.

¿Cómo has hecho esto, extraño ninja malvado de la lluvia, si ni me has tocado? ¿Has usado algún ataque de sonido o de viento o de materia invisible? ¿Qué clase de Genjutsu ha sido?

Yo no hice nada malo... Tampoco se nada sobre Genjutsu. ¿Y qué es eso de Ninja malvado de la Lluvia?

Un quinto entraría en escena, quinto teniendo en cuenta de que el joven Arima no había salido corriendo en algún momento de todo ese desastroso encuentro. La voz de aquel sujeto le resultaba ligeramente familiar, pero no estaba seguro de donde. Lo que si le resultaba extraño era...

¿Cola-Loca? ¿Para el desayuno? Eso no está NADA bien...

Tenía que hacer algo, moverse aunque sea y dejar de parecer un cadáver. Ya había muerto una vez, no tenía intenciones de morir de nuevo.

Me atacó... sin razón alguna... las dos personas que parecen conocerlo le dicen que no tuve la culpa. Él tiene la culpa, me debe una disculpa...

Mientras se iba colocando de nuevo sobre sus pies y tomaba su bandana con la mano que tenía libre. Por su lado, la peliazul estaba hecha una fiera, parecía que la habían sacado de sus casillas. La habría pasado igual o peor que Mogura en aquel momento.

Había dos personas desconocidas, aunque una le resultaba tremendamente familiar. La otra persona, de pelo rubio, con restos de vomito y la más cercana a Mizumi-san, esa debía ser Nabi.

Nabi.

Llamó mirándolo con una cara de pocos amigos, ciertamente no estaba a gusto con recibir una patada en la cara, no tan temprano en la mañana.

¿Cómo pretendes arreglar esto?


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