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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Un instante de silencio siguió a las palabras de la Hyuga. En aquellos ojos bicolores podía ver la sombra de la duda, no una duda cualquiera, si no la duda en uno mismo. La de Kusabi no tenía ni la más mínima idea de que era lo que podía estar pasando por la cabeza de su interlocutor, solo podía aguardar a que el chico decidiese acabar con el silencio.

-Mitsuki-dono... No todos deciden dedicarse a resguardar a su gente, no todos tienen la fuerza para hacerlo, pero yo creo que tú serás capaz de lograrlo-

La peliblanca no pudo evitar sonrojarse un poco ante aquellas palabras, no estaba aconstumbrada a recibir palabras tan amables y sinceras.

-Parece que estás destinada a ser alguien grande, y no lo digo porque seas la Akikara na, lo digo por cómo eres-

El muchacho apartó la mirada de la de Mitsuki, parecía un tanto afectado y dubitativo. No entendía muy bien que era lo que le podía a ocurrir a Tatsuya, pero una parte dentro de ella le decía que no era el momento para palabras. La peliblanca guardó silencio, aguardando a que el muchacho se recuperase.

-Me gustaría decir que yo también tengo un ideal por el cual luchar... Pero no es así... Ser sinobi tiene un lado oscuro, y por eso yo no puedo opinar igual a tí.-

Tras aquellas palabras la muchacha pudo vislumbrar por donde podía venir el pesar que podía observar en su interlocutor, Tatsuya parecía ser una buena persona atrapada en una senda que no era la elegida. Aunque la última frase la dejó un tanto despistada, no sabía muy bien a que podría hacer referencia aunque intuía que podría ser por el hecho de ser un shinobi. Si ese era el caso, Mitsuki lo entendía muy bien, en muchos aspectos la vida de una kunoichi era contraría a la mayoría de las enseñanzas de su maestra. No entendía muy bien por qué las Akikara na debían de servir en Uzushio, con entrenar debería de bastar... pero Hisami-sama le dijo que cuando volviese a Kusabi lo comprendería.

—Estoy seguro de que algún día encontrarás a alguien por quién merezca la pena morir y ese día encontrarás un motivo por el que luchar— dijo la joven mientras miraba cálidamente al muchacho, que a pesar de apenas acabarse de conocer no tenía rubor en mostrarse aflijido ante la Hyuga —No desesperes—

De repente el cielo se cerró aún más, lo que aumento la intensidad de la lluvia. El chico sacudió la cabez acomo tratando de alejar sus pensamientos. Mitsuki estaba apunto de decirle que no se preocupase tanto, cuando un fuerte llanto le hizo voltearse alarmada. El llorar de una mujer, iba acompañado por un coro de llantos.

Con una rápida mirada pudo localizar un cortejo fúnebre que avanzaba con paso lento y pesado, cuatro hombres cargaban un pequeño ataúd que era seguido por lo que parecía ser una madre a la que trataban de consolar un muchacho joven y otra mujer, tras ellos una pequeña comitiva los acompañaban.

Aquella imagen hizo que el corazón de la peliblanca se encongiese, la joven ya ni siquiera recordaba que estaba perdida en busca de un pueblo desde donde poder dirigirse de nuevo a Uzushio. Ahora su atención se centraba en aquel triste cuadro. La muerte siempre era algo lamentable, el único consuelo suele darse cuando la persona ha vivido una vida larga y plena, sin embargo cuando esta alcanzaba a algo tan pequeño y frágil como un niño que ni siquiera había tenido tiempo de vivir... el consuelo se hacía imposible.

—Deberíamos apartarnos— recomendó la Hyuga

La peliblanca se apartó del camino en señal de respeto, justo al borde donde aguardaría en silencio el paso de la comitiva en señal de respeto mientras dedicaba una oración por el alma del pequeño
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#17
La kunoichi sugirió apartarse del camino y eso fue justamente lo que hizo Tatsuya, vió a Mitsuki deprimirse un poco ante aquella escena y no era para menos. Era inevitable sentir compasión por aquellas personas, o al menos cualquiera que se dijera ser humano debería hacerlo. Reflexionó un poco sobre las palabras que le dijo la kunoichi: "Encontrar a alguien por quién valga la pena morir...". Tatsuya se quedó pensativo, ¿sería el capaz de dar su vida por alguien?, era difícil el sólo imaginarlo. Aquel no parecía el momento más adecuado para pensar en la muerte, además de la pena que sentía por las personas que llevaban el ataúd no pudo evitar sentir empatía al ver cómo Mitsuki se ponía melancólica. "No te aflijas Mitsuki-dono..."

-...No me gusta ver triste un rostro tan lindo como el tuyo- Pensó en voz alta mirando a Mitsuki, para caer en cuenta de la magnitud de sus palabras "¿LO DIJE O LO PENSÉ?"

Cuando una persona se encuentra mal a veces bastan unas cuantas palabras de aliento, aunque Tatsuya nunca a sido bueno en eso de platicar y menos de infundirle ánimos a alguien, su comentario lejos de ayudar sonaba totalmente fuera de lugar. "Bravo, soy el jodido rey de los pendejos". Intentar remediar el asunto dialogando podría sólo empeorar las cosas, así que para evitar un malentendido lo mejor era hacerse la vaca y fingir que no había pasado nada.

Para su suerte (buena o mala), la lluvia empezó a arreciar y tendrían que apresurar el paso para llegar al pueblo. El pajarito que antes cantaba dejó de trinar y los llantos se perdieron en el camino junto al desfile fúnebre. -Mitsuki-dono debemos irnos- Tomó la mano de la kunoichi y la instó a seguirle el paso mientras corrían por el camino que ahora se encontraba lleno de charcos.

Para él no era problema aquella carrerilla, pensaba que si llegaban rápido a la aldea podrían evitar mojarse demasiado. Aunque no pudo evitar notar algo extraño en los árboles, divisó una especie de adorno en ellos y le pareció raro. Además de extraños grabados en las piedras del lugar.
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#18
Ambos muchachos se apartaron del camino, permaneciendo en silencio mientras la comitiva avanzaba lentamente. La peliblanca permanecía firme, con la mano izquierda a la altura de su barbilla extendida de manera vertical y mirada al frente. Lo único que podía hacer la joven por aquella gente, era dedicarles sus oraciones y pensamientos.

Poco a poco, el cortejo fúnebre fue pasando lentamente frente a ellos. Mitsuki no podía parar de pensar en aquella pobre mujer que casi no podía mantenerse en pie por el dolor.

De repente, creyó escuchar la voz de su compañero. No sabía muy bien si se lo había imaginado o si de verdad se había dirigido a ella.

—Disculpa estaba distraída, ¿has dicho algo?— la joven volvió la cabeza hacia su izquierda, para enfocar al muchacho que parecía que la estaba mirando en aquel momento.

No hubo tiempo para esperar una respuesta, la lluvia comenzó a arreciar con fuerza y de repente todo sonido quedó oculto bajo el sonido del agua al caer.

-Mitsuki-dono debemos irnos- el joven la tomó de la mano y tiro de ella indicándole así que lo mejor era marchase de allí rápidamente

—Está bien— aceptó la joven —Pero llámame Mitsuki— le dijo con una cálida sonrisa antes de seguir al muchacho —Espero que no este muy lejos el pueblo— antes de ponerse en marcha, la joven dedicó una última fugaz mirada hacia el lugar por donde se había marchado la triste procesión
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#19
Después de correr bajo la luvia unos truenos se escucharon en la lejanía, provenientes del lago. La mayoría de los árboles en esa parte del camino no tenían hojas a diferencia de los que habían visto poco atrás. Aumentaba el número de adornos extraños y en cuanto puso más atención a las piedras se fijó que no eran tallados normales, sino que tenían el Kanji "封". Pero luego se preocuparía por eso, por ahora no pudo evitar el sonreír al ver un gran letrero que decía "Pueblo de Nakisakebi" a unos cuantos metros de distancia. Se permitió desacelerar el paso ya que la lluvia amainaba lentamente, al parecer se iba a ir tan repentinamente como apareció.

-Parece que corrimos por gusto- Comentó un poco decepcionado.

Pronto se dió cuenta de que aún estaba sujetando la mano de Mitsuki, poco a poco la soltó para luego tocar su propia mano que había tenido contacto con la de la kunoichi. "Menos mal ella no lo tomó como un atrevimiento de mi parte". Su ritmo cardíaco estaba acelerado y no era por el esfuerzo de haber estado corriendo, miró a la albina y asintió con la cabeza indicando que caminaran rumbo a la aldea, pocos pasos les faltaban aunque al llegar el ambiente resultaba un poco inquietante.

"Okey, esto es raro"

El lugar parecía un pueblo fantasma, los únicos cólores que se alcanzaban a apreciar eran el café opaco de las maderas viejas y el gris oscuro de alguna que otra estructura metálica. No había señales de que poseyeran alumbrado público, ni tampoco había rastro de sus habitantes, las calles estaban vacias y ni siquiera un animal rastrero andaba en ellas. El cielo aún estaba oscuro y parecía presagiar una desgracia sobre aquel lugar.

-Mitsuki-do... que diga chan- Le iba a costar llamarla sólo por su nombre, no estaba acostumbrado aún. -Tengo una sensación rara respecto a este lugar-

Casi todas las casas tenían las puertas y ventanas cerradas, sólo algunos sitios parecían dar señales de vida. Tatsuya se preguntaba si su padre en verdad estaba en ese pueblo, aunque dudaba que se pudieran haber confundido de aldea, el camino que tomaron era el único que había. Por lo que resultaba casi imposible dar lugar a una equivocación. Un viento bramó en aquel lugar y alguna que otra ventana se somató por ello, no era la más cálida de las bienvenidas.
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#20
La carrera les llevó hasta una parte del bosque que parecía estar ya en un Invierno avanzado, pues no había ni una sola hoja en sus árboles. Además, aquel lugar estaba plagado de pequeños monolitos tallados y envueltos en tira de tela blanca, como las usadas para adornar las tumbas. Aquello puso a la Hyuga un poco inquieta, tenía dudas de hacia donde se estaban dirigiendo.

Aquel tipo de demarcación no se usaba por norma general alrededor de los pueblos, si no en zonas concretas donde o bien se enterraban personas como cementerios silvestres o lugares donde se creía que los espíritus no estaban en calma. Su maestra le había advertido sobre estos lugares, siempre le decía que no era recomendable adentrarse en lugares así.

Sin embargo, toda inquietud se fue cuando se cruzaron con el cartel que indicaba que el puelbo de Nakisakebi se encontraba más adelante. Además la lluvia se fue como vino, Tatusya parecia un poco decepcionado por ello.

El chico le soltó la mano lentamente, como si acabase de darse cuenta de que la había sostenido todo el camino de hecho parecía un poco turbado. Le hizo un pequeño gesto con la cabeza indicándole que continuasen y eso fue lo que hizo la peliblanca.

Lentamnete se fueron aproximando al pueblo. Todo permanecía en un silencio casi sepulcral, tan solo roto por el crujir de las puertas y ventanas de algunas casas que estaban un poco sueltas y batían con el viento. No había ni rastro que indicase que alguien habitase aquel lugar, las lámparas de aceite tenían los cristales rotos o estaban caídas.

-Mitsuki-do... que diga chan. Tengo una sensación rara respecto a este lugar-

La Hyuga no podía estar más de acuerdo con la opinion de su compañero, aquel lugar tenía algo extraño en el ambiente. Algo que parecía gritar que no debían de estar allí.

—¿Estás seguro de qué este es el pueblo del que te habló tu padre?— preguntó la peliblanca mientras observaba los alrededores con intranquilidad —Quizás nos equivocamos de dirección...—
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#21


—¿Estás seguro de qué este es el pueblo del que te habló tu padre?— preguntó la peliblanca mientras observaba los alrededores con intranquilidad —Quizás nos equivocamos de dirección...—

-Tiene que ser este, no había ningún desvio en el camino que tomamos- Él trataba se relajarse más no podía debido a la extraña atmósfera del lugar. -Debemos buscar un lugar para resguardarnos en caso de que empieze a llover de nuevo- Aquello era más fácil decirlo que hacerlo.

Mitsuki estaba inquieta y eso lo ponía más nervioso a él, pero no podía mostrar su miedo para no preocupar a la kunoichi. Sentía la imperiosa necesidad de mostrarse valiente y quedar bien con ella. Sonrió esperando que ella se sintiera segura al ver que él figía estar calmado cuando en realidad Tatsuya estaba a punto de salir corriendo como cachorro asustado. Pero iba a hacer el esfuerzo de ser caballeroso con la chica de Uzushio... Que aquello resultara bien era otra cosa.

-Acompáñame, no tienes de que preocuparte- Pronunciaron sus labios aunque sus ojos decían todo lo contrario.

Dió suavemente un paso, y luego otro... Hasta que sus piernas dejaron de temblar y se permitió avanzar sin problemas. En efecto no había rastros de que hubiera nadie en la calle, el rechinido de alguna madera suelta podría erizarles la piel mientras el viento silbaba entre los callejones vacios. Dislumbró a lo lejos lo que parecía ser una especie de fonda o un bar, era el único lugar con la puerta abierta pero una cortina no dejaba ver el interior.

"Sólo espero que no pase nada raro"

Podría parecer algo tonto pero depués de lo que habían visto era imposible no creer que algo les fuera a saltar encima, volteó a ver a Mitsuki y con un movimiento de cabeza le señaló el lugar. Caminaron hasta el lugar y Tatsuya se dispuso a correr la cortina que les impedía el paso. Al entrar sólo había unas cuantas personas ahí adentro, no había lumbre alguna que iluminara el sitio, estaba en completa penumbra y la única luz era la que provenía de la ventana rota. Nadie hizo caso a la prescencia de los shinobis, todos tenían las caras largas y estaban en silencio.

-Bu-bue-buenas tardes- Tartamudeó el shinobi de Takigakure.

Inmediatamente todos aquellos que los habían ignorado en un inicio voltearon sus cabezas hacia ambos jóvenes como si sus cuellos se hubieran movido de manera automática, clavaron sus miradas en los forasteros. Los ojos de los ahí presentes no parecían tener brillo alguno, eran ojos que parecían no tener vida y nadie dijo palabra alguna, sólo observaban, cómo si los dos genins fueran algo extraño para ellos.
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#22
El muchacho estaba convencido de que aquel debía ser el pueblo del que le había hablado su padre, pero Mitsuki no podía evitar dudarlo por mucho que insistiese Tatsuya. Nada en todo aquel lugar le hacía pensar que allí podría vivir alguien y menos aún ser un pueblo activo. Todo lo que les rodeaba tenía una patina extraña, como si las cosas de aquel lugar llevasen años sin ser usadas o cuidadas por la mano del hombre... de hecho parecía que ni siquiera la naturaleza estaba interesada en aquel pedazo de tierra pues las plantas estaban marchitas, incluso la hierba no era más que un recuerdo en aquel piso enfangado sobre el que sostenía precariamente aquel "pueblo".

Algo le decía a Mitsuki que no deberían estar allí, que no era lugar para pasear y menos resguardarse... pero su compañero parecía bastante más seguro. De hecho trataba de tranquilizarla con sus palabras, aunque la Hyuga tenía la impresión de que el chico tan solo trataba de hacerse el valiente para tratar de que ella no se pusiese nerviosa, lo cual la ponía bastante más nerviosa. Sin embargo, decidió seguir al muchacho. Con un poco de suerte verían que el pueblo estaba totalmente vacío y podrían marcharse rápidamente en busca de otro lugar más acogedor.

El pelinegro pidió a la de Kusabi que le siguiese, parecí que había localizado un lugar abierto. Una vieja choza desvencijada que parecía tener la función de taberna.. quizás posada, pues tenía un cartel que apenas se sostenía por una de las dos cadenas que una vez le dieron estabilidad. Ahora colgaba de una manera un tanto siniestra, sobre todo cuando el viento lo movía y hacia golpear la cadena rota contra la madera.

Ambos chicos llegaron hasta la puerta del local, cuyo interior permanecía oculto tras una tela. Mitsuki observó aquello con batante recelo, no sabía muy bien que era lo que podían encontrarse. La duda casi se convirtió en temor, pero cuando la chica quiso detener a su compañero este ya se había internado en el lugar. Ahora no le quedaba más remedio que seguir los pasos de su compañero y rezar por que no hubiese nada.

Apenas había comenzado a retirar la sábana, cuando pudo escuchar como Tatsuya saludaba un tanto temeroso. La Hyuga apartó de un manotazo la tela para ver que era lo que había puesto a su compañero tan nervioso. De sopetón, se encontró con las miradas del camarero y varias personas que estaban sentados en las mesas clavadas en ambos... aunque la de Kusabi tenía la sensción de que se estaban enfocando en el chico que acababa de hablar.

Recorrío toda la estancia con la mirada, para llegar a la conclusión de que allí había algo casi tan raro como el pueblo en sí. No sabía muy bien por qué pero el corazón le decía que debían de salir del local inmediatamente.

Mitsuki alargó la mano hasta colocarla sobre el hombro de Tatsuya, se acercó un poco y le dijo con voz suave y calma para no asustarle

—Vámonos de aquí— acompañó sus palabras de un suave tirón para remarcar lo dicho, Mitsuki no tenía ni la más mínima intención de permanecer allí más de lo indispensable —Lo sentimos, nos hemos equivocado... de sitio— dijo la Hyuga mientras comenzaba a retroceder lentamente tratando de arrastrar a su compañero
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#23
Tatsuya escuchó como la kunoichi de ojos blancos le susurraba que se marcharan de inmediato, incluso sintió cómo la chica trataba de jalarlo fuera del local, pero las piernas del de Taki no se movían ni un centímetro. Sintió el mismo hormigueo que cuando se encontraba parado frente al lago, pero esta vez era por razones distintas. Uno de los tétricos comensales se levantó lentamente de su mesa y con esos ojos profundos observó al ninja de los ojos dispares, ante lo cual el pelinegro se quedó petrificado.

"...No..."

No pensó nada más, incluso sintió como un sudor frío recorría su rostro. El hombre entonces giró su temblorosa cabeza como si se tratase de un simple muñeco, posando sus globos oculares en los blanquecinos ojos de la Hyuga que había intentado retroceder. La cabeza del sujeto se agitó más hasta que...

-UUUAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH-

Aquel lamento de ultratumba salió de la boca del hombre que se quedó totalmente inmóvil mientras emitía aquel grito desgarrador. El resto de hombres del sitio se levantaron a gran velocidad y todos parecían dirigirse hacia el portal del local con aquellos ojos negros ecima de los shinobis, se movían como hormigas guiadas por un sentimiento, los ojos sin espíritu que mostraron al inicio se convirtieron en miradas llenas de una furia que parecían querer destrozar a ambos shinobis.

-¡¡¡Co-Cooo-Corrrreeee!!!- No importaba a donde, sólo quería que Mitsuki y él salieran de ahí lo más rápido posible.

Ahora era él que quería irse de ahí, tomó a Mitsuki del brazo y emprendió la huida, no tenía idea de a que lugar ir pero sí había algo muy claro. "SÓLO QUIERO ESTAR LO MÁS LEJOS POSIBLE!" Los hombres parecían seguirlos mientras gritaban de rabia y pronto ambos ninjas verían una jauría de perros negros salir se los callejones, dispuestos a ir a por ellos.
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#24
Su comapñero parecía haberse quedado clavado en el sitio, por mucho que lo intentase era incapaz de arrastrar al chico hacia el exterior. Todo empeoró aún más cuando uno de esos extraños tipos se levantó de su asiento de una manera un tanto extraña, parecía que le pesasen las extremidades... incluso la cabeza... pero una vez estuvo en pie consiguió sostenerla para lanzar una turbadora mirada a los dos jóvenes visitantes.

Mitsuki podía notar el miedo en su compañero, miedo que se traslado a ella en cuanto la mirada del extraño comensal se cruzó directamente con la de ella. Había tratado por todos los medios de no hacer contacto visual, pero no pudo evitarlo esta vez. No pudo evitar dejar escapar un suspiro de tensión mientras bajaba la mano del hombro del muchacho y la llevaba lentamente hasta su portaobjetos por si se veía obligada a defenderse.

El extraño profirió un rugido que la dejó helada en el sitio, la Hyuga no sabía muy bien que debía de hacer ¿Correr? ¿Luchar? ¿Tratar de dialogar?... peor que demonios se dijo así misma, ni siquiera tenía claro de que fuesen humanos. Por suerte para ella, el chico la arrastro de un fuerte tirón del brazo hacia el exterior. Tatsuya no se lo había pensado y había optado por lo más sensato, correr... aunque la pregunta que le surgía ahora era hacia donde.

Los dos chicos salieron al exterior de la taberna a toda velocidad, internandose en la vía principal. El camino parecía despejado hasta que los ladridos de perros comenzaron a escucharse por todas partes. Mitsuki pudo mirar hacia su izquierda y vio como varios canes corrían en su dirección. Eran negros, bastante grandes y sus bocas rezumaban rabiosa baba. Miro hacia la derecha y también había animales

—¡Estamos rodeados!— dijo la joven mientras se detenía en seco haciendo fuerza para que su compañero también lo hiciese, si seguían corriendo por allí acabarían siendo atrapados por los animales. La de Kusabi localizó una puerta que parecía entreabierta, aunque estuviese trabada parecía fácil de derribar con un poco de suerte —¡Hacia allí!— la joven señaló la puerta mientras comenzaba a correr hacia la misma a toda velocidad mientras agarraba a su compañero por el cuello de su ropa —¡Refugiémonos en esa casa!— apremió la joven que no quería mirar hacia atrás para no ver la menguante distancia que los separaba
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#25
En esos momentos ninguno de los dos estaba pensando de manera lógica, la reacción instintiva de correr ante algo que no comprendían se había apoderado de ellos y se vieron forzados a huir sin rumbo fijo. Ni siquiera sabían porque los misteriosos hombres los estaban persiguiendo, se supone que los shinobis están o deberían estar preparados para enfrentar distintos peligros pero aquella situación era tan anormal que difícilmente podrían pensar en una respuesta coherente para lo que estaba pasando en aquellas circunstancias.

La kunoichi de Uzushiogakure empezó a frenar en cuanto vio que más canes empezaban a bloquear sus posibles rutas de escape. Tatsuya se vio forzado a parar también mientras la Hyuga señalaba una casucha que podrían usar como refugio, sintió un jalón en la garganta que le cortó la respiración por unos instantes para luego dejarse llevar por Mitsuki hacia el escondite. El genin de Takigakure echó mano a su portaobjetos mientras corrían sacando un paquetito de este.

-¡Cómanse esto!- Dijo mientras lanzaba los makibishi detrás de él.

Los perros se terminaron clavando los trozos metálicos en sus patas y cayeron al suelo mientras aullaban de dolor de forma horrorosa, aquello fue suficiente para que no los alcanzaran y así ambos pudieran llegar a la casa sin contratiempos. Sin embargo estaba el problema de que la puerta estaba atrancada, Tatsuya hizo su mejor esfuerzo para quitar el madero que impedía la entrada y así dar paso libre a que Mitsuki entrara. Luego de eso la cerraría para evitar que los hombres que los perseguían pudieran entrar.

-¿Y ahora qué haremos?- Estaban "a salvo" por ahora, pero no podrían quedarse ahí para siempre. -Esto es una locura, no tengo idea de que es lo que está pasando en este pueblo-

Luego de pasar un tiempo dentro de aquella casa algo revelaría su presencia, unos pasos hicieron crujir la madera mientras el rechinido anuncia que se acercaba. De pronto unas antorchas que estaban en el sitio se prendieron de repente dejando ver a una mujer anciana parada frente a ellos, vestía las típicas ropas de una miko con su característico chihaya en colores blanco y rojo. La mujer los miraba como tratando de imponer respeto en los jóvenes.

-¿Quienes son y que hacen aquí?- Dijo imperativamente.

Tatsuya no sabía que responder ante las exigencias de la anciana, el ni siquiera sabía que era lo que ocurría en realidad. Primero el desfile fúnebre, luego el misterioso pueblo, pasando por los hombres de mirada extraña hasta llegar a los perros negros. Y ahora esa señora que se les apareció de la nada, se había quedado sin palabras.
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#26
En un buen movimiento, Tasuya, utilizó sus makibishi para retrasar a los canes perseguidores más inmediatos. Los animales no habían podido esquivar las estrellas de metal y ahora se lamentaban entre aullidos. Aunque no tardaron mucho tiempo en transformarse en rabiosos ladridos bastante más amenazantes si cabe. Mitsuki no podía parar de pensar de que quizás la situación incluso se hubiese visto empeorada, pero por suerte su compañero logró abrir la puerta y ambos entraron casi a ahorcajadas en la sala. Cerrando la puerta tras de sí y bloqueándola con un madero. Los animales chocaron contra la vieja puerta, lo que hizo que esta temblase violentamente. Por un momento la Hyuga pensó que caería, pero por suerte se mantuvo firme y los animales parecieron desistir de su empeño.

-¿Y ahora qué haremos? Esto es una locura, no tengo idea de que es lo que está pasando en este pueblo-

Su compañero expresó en voz alta los pensamientos de la peliblanca, que aún trataba de recuperar el aliento tras la carrera pero de lo que no podría es recuperarse del susto, pues de la nada surgió una extraña figura. Enmarcada entre dos antorchas que se encendieron solas, lo cual ya la puso bastante en guardia, pudo divisar una figura de una mujer ataviada con un kimono blanco y rojo. Parecía ser algún tipo de sacerdotisa ya entrada en años, pero ¿que haría allí? ¿Sería como los locos de la taberna?

La anciano habló de manera bastante imperativa, no era para menos si se tenía en cuenta de que posiblemente ambos shinobis habían hallanado su morada.

Su compañero parecía haberse quedado petrificado, no le culpaba, ella también lo estaba pero saco fuerzas desde donde no había para tratar de actuar. Al fin y al cabo era ella quién los había metido en aquel lugar, lo justo era que fuese ella la que se adelantase.

Dio un par de pasos al frente y se interpuso entre la anciana y su compañero, caminaba serena y con la mirada clavada en aquellos viejos ojos que la miraban recelosamente.

—Viajeros...— comenzó la joven con todo el aplomo que pudo reunir —Extraviados— Mitsuki miró a la mujer desafiante —Nos vimos obligados a irrumpir en su hogar, le pido disculpas por la forma pero no nos quedó otra opción. Espero que pueda entenderlo— no sabía muy bien de donde estaba sacando aquella actitud, pero esperaba que funcionase pues la segunda opción no era de su agrado
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#27
-Así que están extraviados...- A la mujer parecía no extrañarle la respuesta de la peliblanca, la observó de pies a cabeza y luego ladeó la cabeza para examinar de igual manera al pelinegro. Tras esto una vez más el sonido de los perros ladrando se escuchó y la anciana pareció alarmarse. -¿Qué está pasando ahí afuera?- La mujer entonces tomó una especie de bastón que había en la habitación y golpeó la puerta.

El aullar de las fieras se calmó y se escuchó como si corrieran lejos de ahí. Tatsuya no daba crédito a lo que acababa de suceder, no por el hecho de que los perros se fueran sino la reacción tan serena de Mitsuki. A diferencia de él la Hyuga se mostró diligente para manejar la situación. "Es linda, inteligente y con carácter... es tan... tan..." No se le venía a la mente una palabra que pudiera englobar todas las virtudes de la kunoichi, sentía algo más que admiración pero el mismo no se daba cuenta de ello.

Mientras la situación parecía estabilizarse la anciana decidió abrir la puerta, el genin de Taki al ver esto estuvo a punto agarrarle el brazo a la doña para que no lo hiciera pero al final no pudo evitarlo. Al abrirla estaban los comensales del bar formando un semicírculo alrededor del frente de la casa, y en el centro de ellos el mismo sujeto tembloroso. Tatsuya decidió asomar poquito a poquito la cabeza por el marco de la puerta para ver al exterior y pudo ver cómo los hombres esos parecían estar asustados por el semblante de la sacerdotisa.

-¡Ustedes!- Dijo de manera amenazante. -¡¿Qué creen que están haciendo?!- Inquirió.

El grupo de hombres que llevaban palos y cuchillos de cocina se quedaron perplejos ante la mujer hasta que el sujeto tembloroso alzó su tambaleante mano para señalar hacia la puerta de la casa, o más bien para señalar a los shinobis que se habían adentrado en el lugar.

-E-ellos, so-son maaalos espíritussss- Afirmó el hombre.

-...- Tatsuya se esperaba cualquier respuesta menos esa, se quedó en silencio un rato hasta que terminó de digerir aquello. "¡Pero sí los que tienen caras de muertos son ellos!" Era muy difícil describir la cara de Tatsuya en esos momentos, ironía, sorpresa, indignación y quizás un poco de enojo. Aquello había tenido un giro muy inesperado.
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#28
La anciana observó a Mitsuki de cerca, parecía estar tratando de atisvar la mentira escrita en alguna parte de su indumentaria o a lmenos eso le pareció a la de Kusabi. Tras ella le llegó el turno al chico, la mujer se ladeó un poco para poder ver al muchacho mejor.

Trataba aún de dilucidar si sus inesperados invitados mentían o decían la verdad, cuando el ladrido de los perros llamó su atención. La mujer se abrió paso entre los jóvenes y golpeo la puerta con su callado. No tuvo ni que alzar la voz, sus solas palabras bastaron para que los animales guardasen un riguroso silencio.

Mitsuki no entendía muy bien que era lo que estaba pasando, observaba a aquella anciana con una mezcla de curiosidad y miedo. No sabía muy bien quién era, pero al parecer tenía cierta influencia sobre aquellos animales y eso siendo generosa.

Desde el fondo pudo notar como su compañero casi trata de detener la apertura de la puerta cuando la extraña sacerdotisa se disponía a hacerlo, el chico se reprimió y la puerta fue abierta sin ningún temor por la anciana.

La peliblanca no tenía muy claro que era lo que pretendía o que era lo que podía pasar, por si las moscas deslizo su mano hasta su pierna derecha, cerca del portaobjetos por si se veía avocada a un enfrentamiento. La joven había visto la furia de esos animales y no tenía ni la más remota intención de ser su cena hoy.

Para sorpresa de los jóvenes, la anciana recriminó su actitud a los extraños e inquietantes comensales que los aguardaban al otro lado de la puerta bien pertrechados para el combate y para colmo los acusaban de ser fantasmas. Eso era lo último que le faltaba a la peliblanca, les atacan y encima les acusan a ellos de tener la culpa... y si eso fuera poco, encima fantasmas.

Mitsuki suspiró dejando escapar la tensión que había acumulado tratando de calmarse así misma, avanzó un par de pasos hasta poder observar el exterior desde la seguridad que daba la espalda de la anciana. Se habían librado de una buena, fue lo primero que pensó en cuanto vió las armas y aperos de labranza que llevaban los aldeanos.

—No somos espíritus, solo nos hemos perdido— dijo la Hyuga asomando por detrás de la sacerdotisa
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#29
Era el colmo de los colmos, Tatsuya ya no sentía temor, de hecho estaba un poco enojado por el pretexto que habían usado los pobladores para excusarse por haberlos atacado de la nada. Terminó de salir de la casa ya con el semblante frío y caminó hasta quedar al lado de la mujer. No hizo falta decir nada, la kunoichi resumió en pocas palabras lo que les había ocurrido, aunque los sujetos parecían dudar aún.

-Sus ojos no son normales, esos no son ojos humanos- Exclamó tembloroso.

Cuando Tatsuya vió por donde iba todo el asunto se indignó más, era absurdo que los creyesen fantasmas sólo porque Mitsuki tenía ojos blancos o que él los tuviera de diferente color. Por muy raros que fueran era una tontería creer en eso, y más aún atacarlos por esa ignorancia. Respiró hondo y trato de relajarse, no quería una discusión por algo tan simple como eso. "Ese tipo fue el que gritó como demente, bien pudimos nosotros creer que él era el fantasma". Aunque el no hubiera atacado así como así a un desconocido.

-No hay de que temer, pues estos jóvenes estan igual de vivos como cualquiera de nosotros, por ahora...- Dijo la anciana.

-Exacto, somos personas normales- Excepto por el hecho de que eran ninjas con poderes más allá del humano promedio, pero era un detalle que no consideraba necesario mencionar. Se suponía que al ver sus bandanas tuvieron que haberlos reconocido como shinobis, pero parecían no haberse enterado de ello. -Nosotros somos ninja y vinimos a este pueblo buscando ayuda-

-¿Ni-nin-ja?- Parecía confuso.

-Ningún ninja había venido a Nakisakebi desde hace ya cincuenta años- Dijo la anciana mientras se alejaba de los shinobis y se ponía junto a los hombres, volteó y miró entonces a los jóvenes con una expresión difícil de descifrar. -De hecho, casi nunca viene nadie a este lugar, porque creen que este pueblo está maldito al igual que el lago de donde vinieron ustedes-

"¿Maldito?" Pensó Tatsuya, aunque la verdad de por sí sentía algo extraño en las palabras de la sacerdotisa.

-Podemos ayudarlos con lo que necesiten, pero debo advertirles que no esperen muchas comodidades- A pesar de que les ofrecía ayuda su tono seguía siendo bastante agresivo.

-¿Que opinas Mitsuki-chan?- No planeaba actuar si ella no estaba de acuerdo.
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~Ausente los fines de semana~
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#30
-Sus ojos no son normales, esos no son ojos humanos-

Aquella afirmación dejó a la joven pensativa, lo primero que le llamaba la atención es que ese hombre que otrora le pareciese una amenaza ahora se veía al borde del derrumbe. ¿Por qué clase de situación debía de estar pasando está gente para estar al borde de un ataque de nervios de esa magnitud? El segundo pensamiento que le vino a la cabeza es que debería de cambiar de vestimenta, ahora que se miraba con los ojos de aquella gente si que veía que algo de fantasma podía tener... todo tan blanco.

Por suerte para todos, la anciana había mediado y logrado convencer de que no eran fantasmas. Si no llegase a ser por ella solo Fuujin podría saber como podía haber acabado la cosa, aunque Mitsuki intuía que no hubiese sido agradable para ninguna de las partes implicadas. De hecho, ahora empezaba a sentirse un poco culpable y preocupada por los animales que se habían herido con las estrellas ninjas de Tatsuya. Y eso a pesar de que estaba segura de que si los hubiesen atrapado posiblemente los habrían destrozado... pero solo eran animales indefensos que trataban de defender a sus amos de aquello que los tenía consumidos por el miedo.

Tatsuya por su parte, tras reafirmar que eran personas vivitas y coleando, informó de que a parte eran shinobis además de recalcar que lo único que buscaban era ayuda.

Tras aquella revelación, la anciana, les informó de que nadie se había acercado hasta allí en cincuenta años a causa de la fama de maldito del lugar. Y la verdad es que no le extraña nada a la Hyuga, de hecho incluso ella estaba dispuesta a largarse de allí y dejar que la racha se reiniciase. Lo cual decía mucho, pues ella no era una persona dada a ese tipo de cosas.

Por último la sacerdotisa les ofreció ayuda, aunque les advirtió de que no disponían de muchas comodidadess que ofrecer.

El de ojos dispares se volvió hacia la joven, interrogándola sobre su opinión.

Mitsuki paseo la vista por las personas que tenía justo frente a ella hasta detenerse de nuevo en la anciana, no pudo evitar sentir cierta empatía por ellos. Les estaba ofreciendo ayuda a pesar de que los que más parecían necesitarla eran ellos. Aquel pensamiento hizo que la joven recapacitase un poco, ¿quizás por eso hemos venido a parar a este lugar? ¿Quizás no fue solo casualidad? La de Kusabi había escuchado multitud de veces decir a su maestra que la mayoría de las veces los dioses se comunican con los humanos mediante casualidades. ¿Estarían allí los jóvenes para ayudar a aquellas pobres gentes?

—Os estoy muy agradecida por ofrecer lo poco de lo que dispongáis— la joven hizo una leve reverencia —Sin embargo, me gustaría saber si hay algo en lo que pueda ayudaros. Habláis de que la gente cree que el lugar esta maldito, pero no se a que os referís concretamente—[/color] la joven paseo la mirada por los aldeanos —Temo que detrás del miedo que hemos despertado, haya algo más que simples habladurías—
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