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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Claro que tenían que encontrar a alguien. Y debían hacerlo lo más rápido posible, o de lo contrario...

—¿Confías en él?

—Es un shinobi. Dudo que tenga nada que ver con esa gente. Dime, ¿sabes dónde está Mirogu-san?

Hoshu se levantó del suelo y empezó a sacudir su raída vestimenta.

—Bueno, no estoy del todo seguro. Pero normalmente cuando venimos a Inaka, nos reunimos en un escondrijo al suroeste de la ciudad; una madriguera subterránea donde podemos guardar toda nuestra mercancía. Los Kabutomoshi desconocen de su localización, todavía, pero la han estado buscando con tanta insistencia que han llenado la ciudad de cientos de esbirros. Los he visto antes de venir, están por todos lados.

Kaido miró a Riko, ligeramente preocupado; aunque el ojo más ágil develaría que la preocupación no superaba la curiosidad que sentía el tiburón por someterse a una situación similar. Casi se podía decir que deseaba encontrarse a quien fuera miembro de aquella austera banda de carroñeros, y joderlos a todos a patadas directas al trasero.

—Entonces, supongo que no podemos llegar hasta allá fácilmente, ¿verdad? —el escualo se levantó a regañadientes, entre jadeos; y continuó—. y si nos arriesgamos a movernos de aquí, incluso si llegamos a estar cerca, con que nos vean por la zona cercana ya podrían sacar conclusiones. Me cago en tus muertos, Hoshu.

—Te equivocas, Kaido-san. Son mis muertos los que nos han dejado una alternativa para nuestro dilema. Hay un tunel secreto, no muy lejos de aquí; que nos lleva directamente al otro lado. Ese es nuestro camino, pero sé que la entrada está custodiada por cuatro tipos. Si podemos encargarnos de ellos sin llamar la atención, podemos llegar a salvo al refugio de Mirogu-san, y del viejo Yarou.

Entonces el gyojin miró consternado a su interlocutor, el muchacho del remolino. Porque, encargarse de cuatro tipos podía sonar tarea fácil, de no ser porque Hoshu no era precisamente el tipo más musculoso de todos. Y ellos dos aún eran novatos, por más que Kaido intentase aparentar lo contrario. ¿Estaría entonces el de uzushiogakure, de acuerdo, ¿o se le ocurriría un plan mejor?
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#17
Los siguientes momentos al encuentro con el joven se basarían en una ligera explicación, quizás para poner en contexto a Kaido y a Riko, o quizás únicamente para advertirles de que aquelo no iba a ser tarea fácil, algo que al joven Senju no le hacía demasiada gracia, pero al parecer ya estaba metido en esto, así que haría todo lo posible para salir lo más rápido de allí, ayudaría al amenio a encontrar a quien quiera que tuviera que encontrar y luego seguiría con lo suyo.

—Entonces, supongo que no podemos llegar hasta allá fácilmente, ¿verdad? y si nos arriesgamos a movernos de aquí, incluso si llegamos a estar cerca, con que nos vean por la zona cercana ya podrían sacar conclusiones. Me cago en tus muertos, Hoshu.

Las conclusiones del hombre-escualo, a pesar de ser bastante acertadas a ojos del peliblanco, no eran en absoluto conciliadoras, por lo que Riko, que aún no había tenido que entablar combate con nadie, veía próximo su primera batalla y eso no le hacía demasiada gracia, teniendo en cuenta lo lejos que estaba de casa.

—Te equivocas, Kaido-san. Son mis muertos los que nos han dejado una alternativa para nuestro dilema. Hay un tunel secreto, no muy lejos de aquí; que nos lleva directamente al otro lado. Ese es nuestro camino, pero sé que la entrada está custodiada por cuatro tipos. Si podemos encargarnos de ellos sin llamar la atención, podemos llegar a salvo al refugio de Mirogu-san, y del viejo Yarou.

El de ojos violetas escuchó a Hoshu atentamente, palabra a palabra y, al parecer, no era tan complicado como parecía, solo tenían que llegar hasta la entrada y ocuparse de los guardas.

Bueno, pues no hay más que hablar, vamos hacia ese túnel secreto, ya se nos ocurrirá algo para deshacernos de los guardias, ¿vale? — El muchacho parecía decidido, pero en sus adentros los nervios estaban haciendo estragos.
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#18
Hoshu miró a Riko, y sonrió. Le hacía gracia su forma de actuar bajo presión, y aunque su sugerencia no fue ni de cerca la más acertada, el joven escuálido no tenía más que aceptar que, en las condiciones actuales; improvisar era la única opción viable.

Luego miró a Kaido, y pidió su aprobación. El escualo asintió, sin mucho más que agregar.

Hoshu entendió aquello y se levantó del suelo en completo silencio. Tomó la delantera, sabiéndose conocedor de las calles que los dos jóvenes shinobi en su vida habían transitado, y esperó el momento indicado para tomar rumbo hacia la calle principal que hace minutos les había visto entrar. Kaido instó a Riko a que tomara el segundo puesto, y él salió de último; aunque dejando un margen de separación lo bastante corto como para que pudieran actuar juntos, y rápido, en caso de encontrar alguna amenaza incluso antes de llegar a la entrada de aquel túnel secreto.

El lugareño continuó rumbo abajo del incipiente e insoportable calor, atravesando un par de calles más y rodeando ciertos edificios donde lo consideraba oportuno. De vez en cuando pedía a sus colegas detenerse, a fin de echar un ojo al camino siguiente, y cuando sabía que no había moros en la costa, decidía continuar.

Para la suerte de los tres jóvenes, Hoshu supo qué caminos tomar sin toparse con los hombres de Kabutomushi. Al menos, antes de que se encontrasen de lleno con los cuatro tipos de los que les había hablado antes.

—Allí está, mira... la entrada a la Cola de cascabel. El túnel del que les hablé antes.

A unos diez metros se encontraba la única vía de escape. Era una especie de cueva cuya entrada, además de estar cubierta por los cuatro tipos pertenecientes a la banda de carroñeros, se antojaba de ser subterránea. Lo único que les separaba de entrar allí era un simple pedazo de madera que funcionaba como portón, la cual se abría hacia arriba. No había forma de escabullirse hasta el interior sin ser vistos, por lo que la única forma de tener alguna opción era deshaciéndose de los vigilantes.

No obstante, eran cuatro. Cuatro hombres de piel tostada, rostro de mala muerte y ataviados de armas filosas a sus espaldas. Todos de musculatura envidiable, salvo el tercero; que era el más bajo y pequeño de todos, aunque quizás, no por ello el más débil.

Kaido miró a Hoshu, y luego a Riko. No tenía ni puta idea de lo que iban a hacer.

—Bien, capullos. Oigo ideas, pues... —comentó, con voz baja e ininteligible salvo para ellos tres.
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#19
Riko notó como Hoshu aprobaba su idea, aunque, había que reconocer que no era ni de lejos la mejor, pero, dado que el escualo también la aceptó, los tres se pusieron en camino, como era lógico, el último en llegar fue el primero en salir, no en vano era propio del lugar, por lo que conocía las calles y la localización de aquella entrada secreta. El peliblanco, instado por el amenio fue el segundo, siguiendo a Hoshu de cerca para no perderle y Kaido se situó detrás suya.

—Allí está, mira... la entrada a la Cola de cascabel. El túnel del que les hablé antes.

Habían llegado a su destino sin ninguna complicación, cosa que, dada la situación, podía considerarse todo un logro. Ahora quedaba lo más difícil, entrar. Dicho así parece bastante sencillo, pero dado que cuatro tipos se encontraban vigilando la entrada, la cosa cambiaba, y más aún viendo las pintas que tenían, todos eran unos 4x4, salvo uno, pero, dada la situación, seguro que era el más peligroso.

—Bien, capullos. Oigo ideas, pues...

El cerebro de Riko comenzó a funcionar, y, más o menos supo que decir.

Bien, tenemos dos opciones, ataque con todo, vamos ahí y nos pegamos con ellos cara a cara, lo cual... no es la mejor idea, creo yo. Opción número dos: uno de nosotros distrae, el resto, sigilosamente, se acerca lo máximo posible y les pillamos en un ataque por sorpresa, ni si quiera hace falta que vaya uno de nosotros a distraer, dado que a vosotros os conocen... ¿Qué os parece que mande un clon a distraer? Pero no puedo estar muy lejos de él.
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#20
Ideas. Hoshu no tendría muchas, no es que fuera el comerciante más lúcido y vívido de todos. Conocía muy bien su ciudad y de cómo vender en ella lo que encontraban a lo largo del desierto, pero cuando se trataba de estrategia militar —si es que a aquello se le podía considerar así— se sabía un inútil incapaz de colaborar como era debido.

Para su suerte, la atención se vio desviada directamente hacia el ninja de Uzushiogakure. Hoshu observó su bandana, y trazó un camino con sus ojos a lo largo del remolino dibujado en el metal. Pensó que aquello sería un buen artilugio para vender...

Bien, tenemos dos opciones, ataque con todo, vamos ahí y nos pegamos con ellos cara a cara, lo cual... no es la mejor idea, creo yo —Kaido prefería el enfrentamiento directo. La primera opción de Riko hubiese sido su preferida, si las circunstancias no fueran tan adversas. Así que, viendo que su compañero lo había descartado de buenas a primeras, él también lo hizo; con un ligero asentir de cabeza—. opción número dos: uno de nosotros distrae, el resto, sigilosamente, se acerca lo máximo posible y les pillamos en un ataque por sorpresa, ni siquiera hace falta que vaya uno de nosotros a distraer, dado que a vosotros os conocen...

El escualo sonrió. Ya sabía por dónde iban los tiros.

¿Qué os parece que mande un clon a distraer? Pero no puedo estar muy lejos de él.

—¿Qué clase de clon? —preguntó, deseoso de saber más de su estrategia—. ¿un simple bunshin, o dominas algo más avanzado?

—¿Qué demonios es un bunshin?

El gyojin le miró fijamente y negó un par de veces. No quiso ni responder, pues no tenía caso en explicarle algo que probablemente no iba a aprender en su vida. Así que aguardó en silencio la respuesta de su interlocutor, interesado, quizás, más en sus habilidades que en su colaboración para con la meta final: conseguir llegar al interior de aquel túnel lo antes posible.
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#21
Los dos muchachos escucharon atentamente las ideas que Riko aportó y parecieron estar de acuerdo cuando, nada más proponer un enfrentamiento directo lo descartó, no hacía falta ser un genio de la estrategia para ver que, en una pelea cuerpo a cuerpo, no eran rival para los cuatro tipos que guardaban la puerta.

—¿Qué clase de clon? ¿un simple bunshin, o dominas algo más avanzado?

El escualo no tardó en mostrar interés en el plan del Senju, que parecía gustarle cada vez más o, al menos, eso es lo que aparentaba. Hoshu, por su parte, no pareció entender muy bien la idea, dado que ni siquiera conocía lo que era un bunshin. Riko resopló, y sin decir nada, contestaría a ambos. Realizó un sello con la mano derecha, y, a su diestra, de la nada, apareció una masa de agua que poco a poco fue tomando el aspecto del peliblanco, exactamente igual.

Bien, ¿que os parece el plan? Mi clon distrae, nosotros nos acercamos lo máximo posible y atacamos por sorpresa.
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#22
Riko no lo explicó, sino que decidió hacer una pequeña demostración.

Frente a él, realizó la posición de manos pertinente para ejecutar la técnica, y obligó a que a su lado naciera un clon suyo. Entre gotas de agua, la viva imagen del uzureño se moldeó a tal punto de haberse convertido en una réplica exacta de su ejecutor, tal y como era de esperarse, claro.

Kaido sintió una leve punzada en el costado de su abdomen. Y es que, viendo que su interlocutor era capaz de dominar una técnica a la que él aún no había llegado siquiera a entrenar, le hizo sentir envidia. Miró de mala gana al peliblanco, y por un momento pensó en tomarlo de los hombros y arrojarlo hacia los esbirros de Kabutomushi, con el fin de convertirlo en la más ínfima aunque necesaria carne de cañón.

Pero aquello podría traerle muchos problemas. Así que lo descartó de inmediato, sacudiendo la cabeza y dirigiendo su mirada hasta el terreno en donde los cuatro tipos comenzaban a moverse, turnándose los flancos y tronándose los huesos.

—Bien. Hagamos ésto: dejemos que tu clon interactue con ellos a ver cómo reaccionan. No sé que tan lejos puede ir la réplica antes de que te veas en la necesidad de disiparla, pero si logras convencerlos de que te sigan a una distancia prudente de la entrada, ya será una victoria para nosotros —el tiburón abrió su bolso de utensilios y retiró de su interior un par de kunai. Le entregó uno a Hoshu, y el segundo se lo quedó él, fuertemente empuñado en su mano izquierda—. si al menos uno de ellos se aleja, atacamos. Tú, Hoshu, encárgate de uno de los grandes. Sé que eres ágil, no creo que puedan pillarte tan fácil. Riko y yo vamos a por el resto, mientras su clon se ocupa del cuarto.

El escualo tomó un profundo respingo, y comenzó a moverse a cuestas hacia una de las escaleras.

—Yo doy la orden. Mientras, pon a tu Riko de agua a trabajar. Vamos.
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#23
Riko notó como la mirada de Kaido no era de amistad, eso seguro, aunque no entendía muy bien el por qué, el escualo lo miró como perdonándolo la vida lo cual, en la situación en la que se encontraban, no tenía ningún sentido, pero bueno, rápidamente, y dejando de lado este pequeño detalle, el amenio aceptó, y comenzó a ordenar como sería el ataque. el Senju asintió, palabra tras palabra, dejando claro que entendía lo que estaba diciendo, y cuando terminó habló.

Listo pues, mi bunshin intenta alejar lo máximo posible a alguno, solo os puedo asegurar unos... 20 metros antes de que desaparezca, así que tendremos que ocuparnos de los que queden rápido.

—Yo doy la orden. Mientras, pon a tu Riko de agua a trabajar. Vamos.

El peliblanco asintió, y el clon comenzó a moverse, acercándose poco a poco a la entrada, todavía oculto hasta que los tres muchachos se encontraran en posición, y, mirando un poco al suelo, vio una piedra, que agarró y dejó escondida en la mano derecha, con el puño cerrado, solo por si acaso. Cuando el resto estuvo en posición, el clon comenzó a acercarse a la entrada, con paso tranquilo.

Perdón, pero estoy buscando a una chica morena, un poco regordita, llevaba un kimono azul oscuro, ¿la habéis visto por aquí? El clon comenzó su trabajo.
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#24
El clon se puso en marcha, y bajó hasta los linderos de la entrada. Tomó algo entre sus manos antes de acercarse del todo y cuando se hubo cercano a las cuatro amenazas, habló:

—Perdón, pero estoy buscando a una chica morena, un poco regordita, llevaba un kimono azul oscuro, ¿la habéis visto por aquí?

La voz de aquella persona distrajo a los hombres de lo que fuera que los mantuviera ocupados, y al menos tres de ellos decidieron voltear en súbito hacia la posición del crío. Se podía percibir que todos se sentían tan confusos ante la aproximación del muchacho que les era difícil decidir cual iba a ser su accionar, teniendo en cuenta que sus órdenes eran las de no permitir que nadie se adentrase a la Cola de cascabel.

El más gordo de ellos tomó la delantera y uno de sus congéneres le siguió el paso. De nuevo, el más pequeño se quedó en la retaguardia, junto con el más blanco de todos ellos.

—Coño, parece que buscan a tu mujer, Rengu —se dio el lujo de bromear. El que habló rió en seco y los otros dos también lo hicieron, no así Rengu, quien no parecía muy contento de que le llamaran gorda a su esposa.

Rengu era calvo, y tenía un par de zarcillos en las orejas. Tenía las cejas negras y tupidas, al igual que una barba de una semana que se mostraba lustrosa sobre su rostro.

Así pues, el calvo tomó la delantera y desenvainó su cimitarra, apuntando directamente al muchacho.

—Será mejor que espabiles y te largues de aquí, mocoso, al menos que quieras que te arranque la cabeza de un tajo. ¡Anda, lárgate, aquí no hay ninguna mujer de kimono azul!

Kaido y Hoshu contemplaron todo aquello desde las escaleras, las cuales comenzaron a descender con lentitud y en silencio. El clon de Riko estaba logrando su cometido, pero los dos tipos tan sólo se habían alejado un par de pasos. No era suficiente, aún.
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#25
—Coño, parece que buscan a tu mujer, Rengu

Uno de los hombres, el más gordo de los cuatro fue el que habló, provocando la risa en el resto, en todos menos en uno, que supuso que era Rengu. El clon, tratando de provocar, también sonrió ligeramente, a fin de cuentas, había sido un comentario bastante gracioso.

—Será mejor que espabiles y te largues de aquí, mocoso, al menos que quieras que te arranque la cabeza de un tajo. ¡Anda, lárgate, aquí no hay ninguna mujer de kimono azul!

Esta vez fue Rengu el que habló, bastante mosqueado, quizás no le gustaba que tocaran el tema de su mujer, pero, por lo visto, era fácil de sacar de sus casillas, y de seguro que alguno de sus compañeros le seguía.

Venga hombre, no seas así de arisco, no hay por qué amenazar a nadie, y menos si no puedes cumplir tus amenazas. El tono del clon había ido de jocoso y divertido hasta un toque provocador, buscando cabrear al tipo, y con suerte a más de uno.
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#26
—Venga hombre, no seas así de arisco, no hay por qué amenazar a nadie, y menos si no puedes cumplir tus amenazas.

tus amenazas...

tus amenazas...

La frente de Rengu se tensó, y un par de venas nacieron en súbito. Fue más que evidente que las palabras del joven desconocido le habían sacado de sus casillas, pues que un crío como él cuestionase sus palabras no era para nada sensato, ni mucho menos creíble. ¿Estaba fuera de sí, o es que el peliblanco realmente era tan idiota como para atentar contra su propia existencia de aquella manera?

Y para colmo, sus compañeros volvieron a reír. Aunque con el voltear de su líder, y su mirada repleta de furia; éstos tuvieron que hacer silencio, una vez más.

Rengu apretó con fuerza la empuñadura de su arma raída y maltrecha, la cual volvió a apuntar al joven. Y comenzó a avanzar, con su filo por delante, esperando que él retrocediera ante el inminente temor de verse cortado por la oxidada y antigua hacha.

—Quién, demonios, te crees...

—Espera, Rengu. Es sólo un muchacho, vamos.

—¡Que te calles de una puta vez, joder! —bramó cegado de furia, y avanzó un poco más—. vuelves a hablarme de esa manera, y no sólo te mataré a ti, renacuajo; sino a toda tu puta familia. Limpiaré vuestros cráneos y beberé cerveza de ellos, haciendo memoria a sus putrefactos cadáveres. ¡¿Lo entiendes?!

Avanzó, de nuevo.

Kaido, a la distancia, intentó calcular distancias. Iban quizás unos 15 metros, pero miró a Riko. ¿Podría alejarlo quizás, un poco más?

El escualo señaló la esquina superior de una pendiente, de la cual Hoshu podría emboscar al más delgado. Kaido tomó la derecha más inmediata, y se posicionó lo más cerca posible como para que su kunai llegase directamente a la pierna del segundo. Pero, hasta ese entonces, no había dado la orden. Tendrían que esperar, o Riko, de lo contrario; arriesgarse un poco más con su clon.
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#27
Su plan parecía estar funcionando a las mil maravillas, Rengu había caído completamente cegado por la ira, solo tenía que tensar un poquito más la cuerda para hacerle saltar como un loco.

—¡Que te calles de una puta vez, joder! vuelves a hablarme de esa manera, y no sólo te mataré a ti, renacuajo; sino a toda tu puta familia. Limpiaré vuestros cráneos y beberé cerveza de ellos, haciendo memoria a sus putrefactos cadáveres. ¡¿Lo entiendes?!

El gordo, el que había bromeado de primeras, intentaba tranquilizar a su compañero, por lo que, ahora solo tenía que hacerle caer a él también, así tendría a dos lo suficientemente alejados como para que el ataque sorpresa surtiera efecto.

...

Por su parte, Kaido ya había empezado a dar órdenes para que los otros dos se colocaran, mandando a Hoshu al lugar idóneo para emboscar al pequeño de los cuatro guardas, mientras él se situaba perfecto para tener a tiro al otro, Riko se reposicionó, sin dejarse ver por ninguno de los guardas, de forma que ganó unos cinco metros de movimiento del clon, lo que sería suficiente para eliminar rápido a los dos guardas de la puerta y luego encargarse del resto.

...

La mano derecha del clon, súbitamente, se movió en dirección a los dos hombres que estaban frente a él, lanzando la piedra que había guardado con anterioridad, lanzándola, con todas sus fuerzas a la cabeza del gordo, así seguro que se lanzaban a por él, por lo que dió un par de pasos para atrás, listo para que, en cuanto los hombres reaccionaran, pudiera darse la vuelta y salir corriendo.
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#28
La piedra impactó de lleno en el rostro de quien intentaba calmar a Rengu. El artefacto, no obstante, le obligó a taparse el ojo y se encorvó del dolor por el impacto del proyectil, que no por nada había sido lanzado desde una distancia más que cercana. Bramó de dolor, se retrasó un par de pasos, y clamó:

—¡Agh! mátalo, mata a ese bastardo!

Rengu levantó su arma y la balanceó a una velocidad pertinente hacia el pescuezo del muchacho. Por su movimiento era evidente que sus escrúpulos no le impedirían quitarle la vida a alguien tan joven como el peliblanco, por lo que el peligro que suponían aquellos hombres era más que real.

Al ver el alboroto, y suponer que los dos que se habían quedado atrasados se levantarían en cualquier momento, el escualo dio la orden. Movió la mano, y se arrojó a sí mismo por encima de su objetivo, pegándole un fuerte zarpazo en la nuca con el lado contundente de su Kunai.

La inercia y la fuerza del descenso fue suficiente como para que su ataque hiciera caer inconsciente al primer hombre.

Hoshu, sin embargo, acató la orden con poca aptitud. Su carencia de entrenamiento y capacitación le impidieron cumplir con su tarea de la manera más apropiada. De hecho, fue tan poco pulcro su acercamiento, que el insulso y flacuchento guardián logró percatarse de su ataque antes de que el kunai que Kaido le había prestado antes, se clavara entre sus carnes. Sólo logro rasgarle levemente la pierna.

Sólo faltaba ver qué hacía Riko. Si él lograba poner la balanza de su lado, el objetivo estaría mucho más cerca. Y es que Kaido, desde su posición, ya podía ver a un par de metros el portón de madera.
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#29
¡Perfecto!

La piedra impactó de lleno en el rostro del gordinflón, lo que, como había supuesto, hizo que la sangre le hirviera lo suficiente como para lanzarse al ataque sin pensarlo dos veces, Rengu lanzó una estocada directa al cuello del falso Riko, que esquivó como pudo el tajo, echándose para atrás, mientras sonreía con aspecto burlón y se alejaba un poco más.

Por su parte, Kaido había dado la orden y se había abalanzado hacia su objetivo, dejándolo noqueado rápidamente, mientras que Hoshu, en un poco hábil intento de emboscada, falló, arañando levemente al pequeño de los guardas. Riko, que veía toda la escena desde una ligera distancia, en cuanto vio que la embestida de Hoshu no era de las mejores, sacó un par de shuriken y los lanzó directos a las piernas del guarda canijo, y echó a correr en su dirección, acercándose cada vez más a la puerta, mientras el clon seguía entreteniendo a los otros dos. Riko esperaba que, en lo que él llegaba hasta la puerta, Kaido y quizás la ayuda de Hoshu fueran suficiente para abatir al vigilante y poder seguir su camino.
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#30
—Entremos, ¡ahora!

Luego, el escuálido quiso hablar; pero dos misteriosos artefactos de metal le hicieron gritar de dolor. Aunque, aquel grito, secundado de todo el revuelo del momento; obligó a Rengu a voltear.

—¡¿pero qué?!

La amenaza más cercana estaba del lado del clon. Así pues, Kaido decidió que mientras Hoshu abriese el portón de madera, él activaría una de sus técnicas suiton, y luego de su preparación, despediría de su boca una riada de agua, de fuerte presión y a una distancia prudente de su víctima, impactando a Rengu antes de que éste tuviera la intención de volver atrás, a auxiliar a sus compañeros.

«¡Suiton: Mizurappa!»

En vista de la superioridad que por alguna razón, llámese prudencia, o suerte, habían ganado durante sus ataques combinados, Kaido decidió que era momento de huir por la puerta grande:

Atravesando la entrada y sumergiéndose en La Cola de cascabel, dejando detrás suyo el alboroto, y a los guaruras.
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