Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
— Bueno, lo de Mogura fue en el Valle del Fin, lo de Daruu fue en el País del Fuego, y lo de Karamaru en Minori... Solo fue con Reika cuando de verdad estuve en el País de la Tormenta. —
Las pistas no podían ser más claras, nos invadían los Amenios, estaba clarísimo. Mientras yo me había dedicado al conocimiento de mi propio país, ellos se habían ido acercando conociendo nuestros alrededores para que no tengamos la ventaja de jugar en casa cuando nos invadan de verdad.
Tendría que pagarles con la misma moneda y elaborar viajes de índole geologico a su país de mierda, solo tenía que esquivar a los timadores, ladrones, delincuentes, violadores, vandalos, carteristas, pederastas, asesinos, camorristas, acosadores y shinobis de Amegakure. Era díficil saber cual de todos esos energumenos iba a ser más malvado y más duro de pelar.
— ¿En serio su hermano es el actor de los anuncios de Mercakunoichi? ¿Y no le pediste un autógrafo? ¡Hala!¡Conoces a alguien famoso!
— La verdad es que apenas intercambiamos palabra, solo nos cruzamos brevemente y tenía un aura como a congelado, como cuando ves un salmón congelado con la boca abierta y no sabes exactamente qué expresión está poniendo, pues igual. Ya lo entenderas cuando le veas.
— La verdad es que apenas intercambiamos palabra, solo nos cruzamos brevemente y tenía un aura como a congelado, como cuando ves un salmón congelado con la boca abierta y no sabes exactamente qué expresión está poniendo, pues igual. Ya lo entenderas cuando le veas.
— Vaya... Como a congelado... ¿Viste algo característico en él? ¿Aotsuki Ayame era una ninja, no? ¿Y su hermano? ¿También lo era?
La joven quedaba maravillada mientras el chico le explicaba las cosas que había hecho fuera de su villa, ¿y quién si no, pues el mundo era tan grande como para vivir tantas aventuras? Con suerte ella había salido bastante más a menudo de su villa, no mucho para su gusto pues todos los viajes le sabían a poco, pero tampoco estaba recluida en su villa.
Con suerte vivían en paz, con pocos problemas al rededor del mundo.
— Por cierto, ¿sabes algo de Riko? Desde los juegos no he vuelto a verle... — Preguntó ella, pensativa. — Siento mucho haberme portado un poco mal en los juegos... Me puse muy nerviosa y puede que os dijese algo malo... Quizás... No me acuerdo. — Soltó una risa nerviosa mientras se rascaba la nuca, lo único que recordaba era haberles fulminado con la mirada después de la primera prueba, y eso, pensándolo en frío, no estaba nada bien.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— Vaya... Como a congelado... ¿Viste algo característico en él? ¿Aotsuki Ayame era una ninja, no? ¿Y su hermano? ¿También lo era?
— Pero... ¿no has visto ningún anuncio de congelados de Mercakunoichi? El tio este blanco blanco blanco, que tiene un rostro totalmente inexpresivo, que siempre sale con el bigote de gamba y te dice "Pesqueñines no gracias, hay que dejarlos crecer". Pues era igual pero sin el bigote. Y sí, ambos ninjas.
El entusiasmo que me mostraba ahora mismo Eri-hime, me recordaba mucho al de Juro cuando le contaba historias. ¿Mis historias eran impresionantes o me estaba volviendo mucho más carismatico de lo que recordaba? Hombre, la verdad es que con este pelo tan rubio no me extraña que me hagan caso, soy un pelo que habla.
— Por cierto, ¿sabes algo de Riko? Desde los juegos no he vuelto a verle... Siento mucho haberme portado un poco mal en los juegos... Me puse muy nerviosa y puede que os dijese algo malo... Quizás... No me acuerdo. —
— Ay, Riko, Riko. Con lo que nos hizo en los juegos no me extrañaría que hubiera escondido la cabeza bajo tierra un tiempo para apaciguar su culpa, ¡es que aún no me cabe en la mente que los pegara al suelo cuando había que tirar de la cuerda!
Cerré los ojos e inspiré hondo dejando salir toda la ira de mi interior.
— Pero vamos, que tú mantuviste la compostura mucho mejor de lo que yo lo hubiera hecho si no me hubiera partido el brazo. El dolor me hizo más aprensivo y por no destrozar el espiritu del equipo no lo maté ahí mismo. Aunque aún recuerdo que nos prometiste una celebración digna de un kage. Un Senju ni perdona ni olvida.
Le apreté levemente la mano y le sonreí para dejar claro que era una broma.
— Pero... ¿no has visto ningún anuncio de congelados de Mercakunoichi? El tio este blanco blanco blanco, que tiene un rostro totalmente inexpresivo, que siempre sale con el bigote de gamba y te dice "Pesqueñines no gracias, hay que dejarlos crecer". Pues era igual pero sin el bigote. Y sí, ambos ninjas.
— Pensaba que fuera de la televisión sería más abierto... Vaya, ¿y qué le pasa a esta gente? ¿Por qué están tan serios siempre? — Preguntó más al aire que a su acompañante, con el ceño fruncido y la mirada desviada un poco hacia arriba.
Luego el tema pasó a lo que ella había preguntado con anterioridad: Riko, aquel chico de cabellos blancos y bastante destacable entre los que había en Uzushio, pero que era un poco débil hablando de fuerza.
— Bueno, quizás en su cabeza todo se viese mucho mejor, porque lo que se dice en la práctica creo que no salió muy bien... Creo que lo que pasó es que Riko quería hacer equipo con Noemi. — Afirmó, decidida, ya que era la respuesta más lógica que podía dar a aquella situación.
— Pero vamos, que tú mantuviste la compostura mucho mejor de lo que yo lo hubiera hecho si no me hubiera partido el brazo. El dolor me hizo más aprensivo y por no destrozar el espiritu del equipo no lo maté ahí mismo.
— ¿Yo mantuve la compostura? Si en el examen respondí todo o bien mal, o directamente no respondí por lo nerviosa que estaba... — Se sinceró la joven. — Casi me muero de vergüenza allí mismo, aguanté hasta el final porque era un dos contra tres... Pero por lo demás, hubiéramos perdido si de mí hubiese dependido.
Suspiró y se frotó el ojo derecho.
— Menos mal que te tuvimos a ti, seguro que respondiste todo muy bien, o al menos no tan nervioso como otros. — Afirmó mientras levantaba el puño y una sonrisa se apoderaba de sus labios.
— Aunque aún recuerdo que nos prometiste una celebración digna de un kage. Un Senju ni perdona ni olvida.
La chica asintió de una forma un tanto exagerada para luego levantar el pulgar de su mano libre.
— Cuando volvamos a estar los tres juntos, iremos a celebrarlo, ¡es una promesa!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— Pensaba que fuera de la televisión sería más abierto... Vaya, ¿y qué le pasa a esta gente? ¿Por qué están tan serios siempre? —
— ¿A los amenios? Los entrenan a muerte bajo la lluvia desde bien pequeños, eso o te deja serio o te deja tocado de la cabeza. Tienes que pensar que en las otras villas no son tan civilizados como nosotros.
Se me estaba saliendo el racismo poco a poco y encima Eri no es que me cambiara de tema precisamente, al menos hasta el momento no había insultado a nadie, aparte de Riko, pero es que Riko...
— Bueno, quizás en su cabeza todo se viese mucho mejor, porque lo que se dice en la práctica creo que no salió muy bien... Creo que lo que pasó es que Riko quería hacer equipo con Noemi. —
— No me digas... Así que Riko está colado por Noemi... Vaya, vaya, por eso Riko iba tanto con las chicas... Vaya, vaya...
En mi mente Riko iba con las chicas porque no le gustaba hacer las cosas físicas y sucias que haciamos los hombres, los machos, los alfa. Eso sonaba mejor en mi cabeza que en mi cabeza.
— ¿Yo mantuve la compostura? Si en el examen respondí todo o bien mal, o directamente no respondí por lo nerviosa que estaba... Casi me muero de vergüenza allí mismo, aguanté hasta el final porque era un dos contra tres... Pero por lo demás, hubiéramos perdido si de mí hubiese dependido.
— Pero en el examen ya es normal, Noemi se había ido y ya cargabamos a las espaldas la pesada carga de la derrota. La cuestión es que en la primera prueba hubieramos podido ganar gracias a que tú seguías tirando si no fuera porque Riko nos traicionó vilmente ya sea a proposito o sin querer.
— Menos mal que te tuvimos a ti, seguro que respondiste todo muy bien, o al menos no tan nervioso como otros. —
— La verdad es que fallé en cosas muy estúpidas, a raiz de aquel examen he estado cultivando mi cerebro un poco más, no puedo ir por ahí sin tener nociones básicas del mundo que me rodea. Incluidos Amegakure y Kusagakure.
— Cuando volvamos a estar los tres juntos, iremos a celebrarlo, ¡es una promesa!
— Tambien le han invitado al Torneo, así que podemos hacerlo en los Dojos y de paso... bueno, anunciar lo nuestro.
Sugerí levantando nuestras manos entrelazadas por si no había quedado claro.
— ¿A los amenios? Los entrenan a muerte bajo la lluvia desde bien pequeños, eso o te deja serio o te deja tocado de la cabeza.Tienes que pensar que en las otras villas no son tan civilizados como nosotros.
— ¡A-Achís! — Estornudó la de cabellos púrpura. — Ah, sí, sí, tienes toda la razón. — Afirmó con voz ida, sin saber muy bien qué había dicho el rubio.
Se llevó el dedo a la nariz para evitar otro estornudo, seguramente algo de polen le había entrado y por eso ahora se sentía más cansada e ida que de costumbre. Mientras hablaban de los Juegos, aquel mono extraño se le fue pasando tranquilamente, sin que ella hiciese mucho más que andar y pensar en no estornudar de nuevo.
— Tambien le han invitado al Torneo, así que podemos hacerlo en los Dojos y de paso... bueno, anunciar lo nuestro.
— ¡C-claro! — Afirmó apretando un poco más el agarre que tenía con el chico. — Podremos decirlo cuando estemos... En el sitio donde nos hospedamos, quizá allí... Bueno aunque a lo mejor no les importa... Ya sabes... No sé... ¡A mí sí me importas! Es solo... Esto...
Eri estaba comenzando a balbucear sin tener si quiera conciencia de lo que decía, nerviosa como la que más, miraba al suelo, a todas partes, y sus mejillas volvían a colorearse de nuevo de un tono carmesí digno de su propia villa.
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¡C-claro!Podremos decirlo cuando estemos... En el sitio donde nos hospedamos, quizá allí... Bueno aunque a lo mejor no les importa... Ya sabes... No sé... ¡A mí sí me importas! Es solo... Esto...
Estaba claro que Eri tenía dudas. Tal vez estaba siendo egoista pidiendole declarar ante todos que estabamos saliendo cuando apenas empezabamos, la cosa es... que iban a ir a por ella. Eran adolescentes conviviendo durante Kami sabrá cuanto tiempo lejos de sus padres, dedicandose a entrenar y explotar su testosterona, si no se le declaraban dos o tres a Eri iba a tener suerte.
Y eso sin contar a los de las otras villas, que iban a ver la verdadera belleza femenina y no los crakens que tenían en sus respectivas aldeas, la cosa se podía salir de tono facilmente. Pero bueno, no estaba en posición de exigir nada.
— Calmate, solo era una idea. A mi me basta con estar contigo, Eri-chan.
Le contesté con una sonrisa intentando relajar el ambiente.
— Calmate, solo era una idea. A mi me basta con estar contigo, Eri-chan.
—No es eso, Nabi-kun. — Corrió a decir la kunoichi. — Es solo que, no sé, a lo mejor la gente o le interesará mucho nuestra vida o bien le importa una caca... No sé si me sigues. — Rascó su nuca. — Con que lo sepamos tu, yo y las personas que veamos oportunas, creo que será suficiente.
Apretó su mano con cariño mientras sonreía, desviando su mirada hacia sus dedos entrelazados.
— Además, ya se darán cuenta por ellos mismos, ¿no crees?
Luego volvió a estornudar de nuevo y detuvo un momento su caminata para coger un pequeño pañuelo de papel para sonarse la nariz, haciendo que el rubio también quedase quieto. Ella lo llamó para que se fuesen a refugiar debajo de un árbol para que el abrasante sol no quemase sus cabezas y friese sus cerebros.
Luego sacó una cantimplora y bebió un pequeño sorbo, saciando su sed; acto seguido se la tendió a Nabi para que él también bebiese.
— A este ritmo puede que lleguemos antes de medianoche. — Dijo como quien habla del tiempo.
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—No es eso, Nabi-kun.Es solo que, no sé, a lo mejor la gente o le interesará mucho nuestra vida o bien le importa una caca... No sé si me sigues. Con que lo sepamos tu, yo y las personas que veamos oportunas, creo que será suficiente.Además, ya se darán cuenta por ellos mismos, ¿no crees?
Asentí alegremente a lo que decía Eri-hime. Tenía razón, además siempre estaba a tiempo de matar gente, tampoco hacía falta anunciarlo a los cuatro vientos como si fueramos famosos, ella lo era, pero yo no y mejor así.
Tras su charla se paró bajo un arbol y sacó una cantimplora para beber agua, al mismo tiempo yo saqué uno de mis paquetes de bolas de arroz rellenas de amor en forma de carne. Al mismo tiempo que ella me pasaba el agua yo le pasaba la comida, en un intercambio muy rico de amor y suministros.
— A este ritmo puede que lleguemos antes de medianoche. —
Asentí de nuevo mientras acababa de masticar y tragar.
— Yo ya esperaba llegar antes de medianoche, porque sino casi que ni vamos a poder descansar. Cuando anochezca deberíamos plantearnos donde estamos y si nos cunde seguir caminando o mejor acampar. Es peligroso andar en la oscuridad.
— Yo ya esperaba llegar antes de medianoche, porque sino casi que ni vamos a poder descansar. Cuando anochezca deberíamos plantearnos donde estamos y si nos cunde seguir caminando o mejor acampar. Es peligroso andar en la oscuridad.
La joven asintió mientras tomaba un bocado de las bolas de arroz que le había ofrecido el chico con delicadeza, llenando poco a poco su hambriento estómago.
— Con suerte prefiero dormir en una cama.
• • •
Al entrar en la Planicie del Silencio una oleada de nostalgia la golpeó de lleno en la cara: la hierba oscura, el viento soplando mientras animaba a los jóvenes a caminar, la tierra húmeda... El principio del verano se presentó para ella unas semanas después en modo de recuerdo.
Lo mejor de todo, sin duda, era que poco les faltaría a llegar a Los Herreros.
Y cuando estuvo a punto de caer la medianoche, pisaron la ciudad con el sudor perlándoles la frente.
Cuando puso sus pies sobre la ciudad volvió a sentir como la tranquilidad y la calma brillaban en aquel lugar. Esperaba, con suerte; no perderse hasta llegar al Hostal donde pensaba podían pasar ambos la noche sin ningún contratiempo, además; quería volver a tomar aquella sabrosa comida que allí servían.
— Vamos, todavía nos queda un poco para llegar al Hostal de Pangoro.
El susodicho Hostal estaba en una calle amplia y larga, tal y como lo recordaba, era un edificio de dos plantas de puro ladrillo, tejas de color oscuro y un sinfín de ventanales que seguro dejaban pasar la luz durante el día sin ningún problema. En la puerta oscura colgaba un letrero donde se podía leer claramente el nombre del lugar.
Eri suspiró y tembló por un instante, recordando al dueño que lo custodiaba.
— Ya hemos llegado... Es un buen lugar y dan una comida estupenda, ¿entramos?
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
No tardamos demasiado en llegar a la Planicie del Silencio, al otro lado de la misma se encontraba la parada numero uno para el plan de Eri, los Herreros. La planicie hacía honor a su nombre mucho más de lo que uno se pudiese imaginar, no era solo ese tenso silencio ambiental, sino que la propia tierra te obligaba de forma inconsciente a mantener ese silencio, como si fuera obligatorio para cruzar el lugar.
Al entrar no volvimos a cruzar palabra, tal vez fuera porque no había mucho más que decir o porque yo me había puesto a rumiar algo que quería intentar con mi Doton, y cuando uno empieza a pensar en el Doton y el Doton empieza a pensarle a él, las posibilidades se multiplican ante mis ojos y es díficil centrarse en una cosa solo. Pero no tenía tiempo para probarlo todo y dejarlo todo a medias, si hacía algo tenía que ser una sola cosa y llevarla hasta el final.
Y no era simplemente que me gustase la idea, debía tener una utilidad shinobi para el combate que era lo que me iba a dar de comer, tenía que ser viable y poder hacerse porque si ponía mucho empeño en algo totalmente imposible acabaría sacandome los ojos y malgastando mi tiempo o peor acabar con algo que gasta más chakra del que pensaba y hace mucho menos de lo que creía. Para eso mejor arrancarse las manos.
Entre roca y roca, los Herreros asoman. Con Eri al frente cruzamos el umbral de la entrada del pueblo constituido principalmente por artesanos del acero. Lo cual me suscitó la siguiente duda, ¿necesitaba yo algo que cortara algo? Porque aqui y ahora era el momento. Pero Eri no se veía afectada por mis paranoias y siguió adelante.
— Vamos, todavía nos queda un poco para llegar al Hostal de Pangoro.
Mi única respuesta fue asentir firmemente.
— Ya hemos llegado... Es un buen lugar y dan una comida estupenda, ¿entramos?
— Lo sé, lo conozco. Sí, entremos, espero que tengan hueco.
Comenté mientras la seguía dentro, donde esperaba que hubieran quitado ya el cuadro con una foto mía en la que ponía Cliente del año, por aquella vez que completé el record de Perritos calientes devorados salvajemente en una hora.
— Lo sé, lo conozco. Sí, entremos, espero que tengan hueco.
— Seguramente.
La kunoichi fue la que abrió la puerta, y la estancia estaba tal y como se encontraba: un gran espacio repleto de sillas y mesas bien dispuestas y la gran chimenea apagada puesto que no era necesaria en aquella época del año. No había mucha gente, incluso menos que la última vez que pasó por allí, un par de hombres charlaban en una mesa, otra estaba ocupada por una mujer de cabellos oscuros y, en el mostrador del Hostal se erguía el dueño del lugar: Pangoro, de piel oscura y numerosas quemaduras surcando su cuello y sus brazos.
La joven volvió a suspirar y se acercó al mostrador para conocer si había alguna habitación libre, pero antes decidió hablar con Nabi.
— Si quieres ve a coger asiento, yo reservaré las habitaciones para esta noche. — Sugirió mientras señalaba a las mesas.
Luego retomó el camino hacia el mostrador donde saludó con la voz lo suficientemente alta para ser escuchada a Pangoro.
— Buenas noches, señor; mi nombre es Furukawa Eri y vengo con aquel chico. — Señaló a su rubio acompañante. —Nos gustaría hospedarnos aquí esta noche, si usted tuviese alguna habitación libre.
El hombre se incorporó un poco para mirar a la joven, luego viró su vista hacia el Senju para sacar un formulario —el mismo que rellenó en su momento la anterior vez—, solo que esta fue solo ella la que firmó, tomando solo una habitación.
—Todas las demás están ocupadas, serán cincuenta y cinco ryos, la cena se paga a parte.
— Gracias, señor. — Asintió la joven mientras terminaba de rellenar el formulario y depositaba la cantidad en el mostrador, luego se dio la vuelta para buscar a Nabi con la mirada y saber donde tenía que sentarse, una vez localizado se sentaría dejando a un lado su mochila para agregar: — Me comería una vaca entera yo sola, ¿has pedido ya?
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— Si quieres ve a coger asiento, yo reservaré las habitaciones para esta noche. —
— Sí, señorita.
Fui directo a mi mesa, el lugar no estaba abarrotado para nada, lo normal a medianoche es que por lo menos la mayoría de viajeros esten durmiendo para levantarse a primera hora. Aún así había más mesas ocupadas que libres, sobretodo por solitarios que solo querían beber y olvidar.
— Buenas noches, señor; mi nombre es Furukawa Eri y vengo con aquel chico. Nos gustaría hospedarnos aquí esta noche, si usted tuviese alguna habitación libre.
Antes de llegar a la mesa, Eri-hime me señaló y mi mirada se cruzó con la de Pangoro y una mueca de repugnancia se hizo con el poder en su rostro.
— Pangoro.
— Nabi.
Un breve movimiento con la cabeza como el de dos rivales que se encuentran despues de mucho tiempo y sienten revivir la llama de la venganza en su corazón pero ninguno de los dos quiere tirar el guante en ese momento. Me senté en mi mesa, la más aislada de la sala, nunca me han gustado las multitudes.
Una mujer con más años a la espalda que por delante se acercó a la mesa. Pelo castaño con visibles canas justo por encima de las orejas y recogido en una floja coleta y una actitud desenfadada que se transmitía por todas las formas de expresión que existen, verbal, gestual y chakral.
— El especial de tres carnes con extra de carne y bacon con patatas con salsa barbacoa especialmente pasado.
No era una pregunta.
— Que sean dos, vengo acompañado.
Anotó y se marchó sin mediar palabra, el único gesto fue una mirada de reojo a Eri despues de que yo la señalara vagamente con la cabeza y un ligero asentimiento para confirmar que había entendido el pedido.
— Me comería una vaca entera yo sola, ¿has pedido ya?
— Sí, y espero que eso no sea una exageración porque te he pedido una vaca entera. Así que habías estado aquí antes, ¿qué tal fue?
Cuando se sentó, bueno, sentarse no era muy bien como definir la situación de Eri sobre la silla; Nabi ya había pedido y todo por ella.
— Sí, y espero que eso no sea una exageración porque te he pedido una vaca entera. Así que habías estado aquí antes, ¿qué tal fue?
— ¿Qué me has pedido? Yo quería el estofado... — Alegó ella mientras se incorporaba un poco en su asiento. — Bueno... Si no ya... Pues a la vuelta. — Añadió con positivismo.
La camarera trajo dos vasos de agua y una jarra bien fría de agua. Eri corrió a servirse un poco de agua y ya de paso llenó el vaso de Nabi para continuar con la conversación una vez se depurase su primer vaso.
— Estuve aquí con Akame, tomamos un estofado delicioso y pasamos la noche aquí, me contó además la historia del posadero... — Explicó ahora en voz más baja. — Fue en aquella misión que nos encargó... La villa, sobre Amedama Daruu, seguramente esté en el Torneo, ¡burló a tres shinobi a la vez! — Exclamó.
Luego sus tripas rugieron.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¿Qué me has pedido? Yo quería el estofado...Bueno... Si no ya... Pues a la vuelta. —
— Lo que te he pedido te llenara más que el estofado y además si sobra nos lo podemos llevar para mañana. Porque paremos ahora no hemos parado de viajar, recuerdalo.
Dicho eso me quedé en silencio escuchando las fascinantes aventuras de Akame, Eri y el malvado Amedama Daruu.
— Estuve aquí con Akame, tomamos un estofado delicioso y pasamos la noche aquí, me contó además la historia del posadero...Fue en aquella misión que nos encargó... La villa, sobre Amedama Daruu, seguramente esté en el Torneo, ¡burló a tres shinobi a la vez!
Fui bebiendo poco a poco mientras ella hablaba y yo asentía levemente.
— Así que Amedama Daruu burló a la autoridad en vez de entregarse, entiendo.
Ese Amedama Daruu era un forajido y un peligro para la seguridad pública. Iba a seguir hablando pero ví a la camarera venir hacia nosotros con la bandeja con dos platos identicos y supe que era lo nuestro así que detuve mi monologo. Segundos más tarde, dos platos se deslizarían ante nosotros.
Más que platos eran bandejas, con tres huecos del mismo tamaño, en cada uno de ellos había una carne de un animal diferente servida de forma diferente. El que más entrada por el ojo y el olfato era un pedazo de bistec de ternera en su salsa que te derretía solo con verlo, no era tan gordo como para que estuviera crudo por dentro pero lo suficiente para saber que te iba a llenar.
En el segundo habían unos pinchos morunos de carne de cerdo envuelta en bacon embadurnada en salsa barbacoa que su sola presencia aumentaba la grasa del ambiente y por último, un bocadillo de pollo con mayonesa para bajarlo todo. Pero tranquilos, que aún hay más. Un tercer plato se incorporó entre las dos bandejas, un montón de patatas fritas con una fina capa de salsa barbacoa mezclada con la salsa de la ternera.
— Dejate el bocata para el final y así ya tenemos comida para mañana, itadakimasu.
Casi podía morirme ahí mismo, carne a mogollón y Eri-hime. Todo lo que necesitaba en la vida.