Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Sabía nadar, claro que sabía nadar, ¿cómo no iba a saber nadar si se había criado en Uzushiogakure? Por Shiona-sama que en paz descanse, ¡claro que sabía, y era la mejor! O lo había sido en algún momento de su larga vida... Claro, porque no nadaba desde hacía un mes, o dos, más o menos.
Ahora se encontraba en un puente que separaba un gran lago, dispuesto allí, por lo que había podido leer en alguno de los panfletos que habían en el salón de estar del sitio donde se hospedaba; porque era un lugar para entrenar en el combate en zonas o bien estrechas —el puente— o bien dependiendo de si sabes o no andar sobre el agua o bien... Nadar.
Y a ella ese día le apetecía entrenar un poco, no sabía con exactitud cuánto faltaba para los combates, y se encontraba bastante nerviosa, ¡apenas había practicado!
Así que por eso estaba allí, en medio del puente observando como el agua, cristalina, se movía gracias al viento que allí soplaba.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
« Ya me quedan pocos sitios por visitar en este lugar »
Una vez más, las andanzas de Juro le habían llevado a otro recóndito lugar del país de los dojos. Incapaz de quedarse en casa — cuando lo hacía, no hacía más que pensar en los combates y en cuanto empezarían — se había embarcado en otro viaje espiritual al bosque.
Sin embargo, ahí estaba, delante de un enorme lago partido por un puente, que cruzaba de orilla a orilla. Se había desviado un poco.
— Perdona, Gen. Creo que hemos andado para nada — Gen, a su espalda, cubierto por la manta, protestaba silenciosamente —, pero no te enfades. No hay mal que por bien no venga. Mira este lago tan bonito.
Juro se adentró en el puente, dispuesto a no admitir su error. Ni loco volvía a rehacer el camino hacia el hotel. Ya que estaba ahí, disfrutaría de lo que fuese.
En mitad del punto, Juro observó que había alguien más, quizá atraído por el lago, como él. Agudizando la vista, vio que era una chica pequeña, de pelo magenta, que observaba la infinidad del agua. Por alguna razón, sintió simpatía con ella. Le agradaba el que una persona disfrutase así del ambiente.
Sin llamar mucho la atención, se acercó un poco a ella, sin llegar a ponerse a su lado.
— Hola — saludó, con media sonrisa —. ¿Has venido a ver el lago?
Cuando oí hablar del Lago Partido me imaginé algo como el Valle del Fin, un pedazo lago con un barranco de la puta santa hostia partiendolo literalmente por la mitad dejando un escenario digno de escenas epicas e historias de la repanocha. Pero era un lago con un puente cruzandolo por en medio.
En mi profunda decepción decidí patearme el lago de punta a punta andando sobre el agua para ver si me había confundido y había algo de un barranco por algún lado. O una montaña, cualquier tipo de estructura de tierra venida arriba me valía. De nuevo, decepción fue lo único que encontré.
Cuando ya estaba a punto de abandonar toda esperanza, en medio del puente ví dos figuras. Me acerqué sigilosamente, por suerte estaban mirando el lado contrario del lago. Era mucho más sigiloso andar sobre el agua que sobre madera, que no para de crujir, si te movias bien el agua no hacía ningún sonido innecesario ni alarmante.
Reconocí una de esas extrañas y lejanas figuras, esa melena magenta y esa estatura, tenía que ser Eri-hime, y reconocí a la otra. Tanto reconocimiento me estaba dejando perplejo. Sin duda la figura que se acercaba a Eri era el chico que conocí en ese lugar aquel día de aquella estación.
Llevaba algo al cuello, una bandana. Puede que los primeros días pudiera toparme con algún shinobi de Uzushiogakure desconocido para mi, pero a estas alturas del torneo no iba a encontrarme con ninguno más. Así que aquel chaval que me había jurado ser un inocente civil y yo le había ayudado inocentemente, era un shinobi de otra villa. Traición, era la única palabra que sonaba en mi cabeza.
Acumulé chakra y no me lo pensé dos veces. Mi cuerpo voló con mi pierna al frente hasta hacer contacto con el rostro de Juro, quien saldría volando cayendo finalmente sobre el lago y yo aterrizando gracilmente al lado de Eri.
— ¡¿Cómo has podido, Juro?! Pensaba que lo nuestro era especial y mirate, eres un shinobi, me engañaste, me mentiste, a mi, a la cara. ¡Qué vergüenza!
Escupí a la zona de agua donde se había hundido Juro y me volteé con una sonrisa a encarar a Eri.
— Buenos dias, Eri-chan. ¿Qué tal tu día?
¤ Dynamic Entry ¤ Entrada Dinámica - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Taijutsu 20 - Gastos: 24 CK - Daños: 40 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: El impulso de velocidad en el aire puede hacerse desde 10 metros.
—Esta técnica consiste básicamente en que el usuario atice una patada voladora en la cara del oponente, a una velocidad considerable y desde cierta distancia, en ocasiones haciendo acto de aparición en escena y pillándolo por sorpresa. Normalmente, se suele usar un kunai como distracción para aprovechar el momento de despiste del adversario y asestar el golpe. Para aumentar la sorpresa de la técnica, el usuario puede gritar su nombre dramáticamente mientras la ejecuta.
La joven se encontraba distraída, con la cabeza apoyada en una de sus manos mientras dejaba al viento mecer sus cabellos sueltos, hasta que su tranquilidad y silencio se vio agredido por una joven voz que se encontraba casi a su lado.
— Hola. ¿Has venido a ver el lago?
— Ho-
Pero nunca pudo devolverle la sonrisa ni contestarle de forma agradable pues una persona apareció volando, dispuesta a propinar un ataque al joven que acababa de saludarla tranquilamente, con la pierna liderando su cuerpo. Eri lo veía en tercera persona, ajena a lo que estaba ocurriendo pues había reconocido al instante de quién se trataba.
No era ni más ni menos que Nabi.
Quiso correr a interponerse entre la patada y el pobre chaval a la que iba dirigida, pero al haber estado de espaldas al agresor no era físicamente posible frenar aquel impacto a no ser que el propio agredido hiciese algo para intentar evitarlo.
— ¡¿Cómo has podido, Juro?! Pensaba que lo nuestro era especial y mirate, eres un shinobi, me engañaste, me mentiste, a mi, a la cara. ¡Qué vergüenza!
Esas fueron las palabras que le dedicó el Senju al chico, y aunque Nabi intentase decirle algo a ella, la joven estaba en un shock profundo sin entender nada de lo que había ocurrido en unos pocos segundos.
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3/07/2017, 17:05 (Última modificación: 3/07/2017, 17:05 por Eikyuu Juro.)
La joven se giró hacia él. Por unos momentos, quedó encantado por sus ojos magenta. Nunca había visto algo igual. También se fijó en que en su pelo, se hallaba una bandana. Era un shinobi. Tampoco suponía un problema; había conocido a muchos ninja durante su estancia ahí.
Solo tenía que ser amable y sonreír...
Hasta que una patada le barrió del puente y le arrojó al agua. Sintió un fuerte dolor en la cabeza, que le hizo desvanecerse durante unos segundos. El contacto con el agua fría le espabiló. Nunca llegó a sentir el escupitajo que Nabi lanzó — afortunadamente para él y para todos — pero si que escuchó las palabras que se profirieron.
— ¡¿Cómo has podido, Juro?! Pensaba que lo nuestro era especial y mirate, eres un shinobi, me engañaste, me mentiste, a mi, a la cara. ¡Qué vergüenza!
« ¿Nabi? »
Se recompuso como pudo y salió del agua. Volvió a ponerse sobre el puente, en este caso, al otro lado de Eri, y bastante más lejos que antes. No pensaba acercarse a ninguno de los dos por un rato. Por las palabras que él le dirigió a la chica, supuso que o eran muy amigos, o era una ninja de Uzushiogakure también.
— ¿Te mentí? Nabi, ¿De que mierda estas hablando? — exclamó, practicamente vociferando. ¿Estaba enfadado por ver que era un shinobi? —. ¡Nunca te mentí! ¡Ni si quiera fingí lo que pasó! No todos podemos levantarnos y atacar a un civil sin causarle daño, ¿sabes?. Me ayudaste en ese momento y te lo agradezco. Pero estaba perdido en ese lugar y no te conocía de nada. Podrías haber sido un asesino o un loco.
Cogió aire. Joder. Realmente le dolía la patada. No estaba hecho para eso.
— No puedes culparme por algo así. Tú nunca me preguntaste si era un civil. Lo supusiste. — se defendió, sin acercarse lo más mínimo —. Además, ¿Atacar a una persona así como así en estos lugares? ¿Te has vuelto loco? Si no te conociese...
No lo dijo. Pero lo que quería decir más bien era: ¿Atacar a un ninja de otra aldea en un terreno neutral? ¿Te has vuelto loco? Por que lo parecía.
Si, Juro se había olvidado por completo de la chica que estaba en medio de los dos. Le habían dado una patada muy fuerte.
— ¿Te mentí? Nabi, ¿De que mierda estas hablando? ¡Nunca te mentí! ¡Ni si quiera fingí lo que pasó! No todos podemos levantarnos y atacar a un civil sin causarle daño, ¿sabes?. Me ayudaste en ese momento y te lo agradezco. Pero estaba perdido en ese lugar y no te conocía de nada. Podrías haber sido un asesino o un loco.
Desde luego poco tenía que ver ese Juro con el que yo había conocido, como cambia una patada en la cara a la gente, hay que ver. Ya con sus sentimientos a flor de piel y su enfado a la altura del mio pude contestarle en igualdad de condiciones.
— Llamame loco si quieres, o asesino, pero a mi parecer es obvio como shinobi que si te encuentras con otro shinobi de otra villa lo mínimo es presentarte como es debido. ¡No ocultar tu bandana como una vieja su menopausia! Y ahora llego aqui y te veo con tu bandana al cuello. ¿Qué crees que puedo pensar? ¡Que me vacilaste! Me tomaste por un imbecil. Yo confiaba en ti, Juro.
El joven kuseño mantenía una distancia prudente a pesar de sus acalorados gritos, estaba claro que pensaba que iba a volver a recibir, y seguramente estaba en lo cierto si la cosa seguía así.
— No puedes culparme por algo así. Tú nunca me preguntaste si era un civil. Lo supusiste. Además, ¿Atacar a una persona así como así en estos lugares? ¿Te has vuelto loco? Si no te conociese...
— ¡Y tú sabías que pensaba que eras un civil! ¡Lo acabas de admitir! No revelar tu verdadera identidad no es diferente de mentir, encima con la bandana escondida. Si estamos en paz, ¿por qué te camuflaste como civil? ¿Qué quieres que piense?
Tenía muchos más argumentos de por qué era un desalmado y un mal shinobi que insultaba todos los conceptos de honor y dignidad que acompañan al cargo, pero decidí cederle el turno para dar sus estúpidos argumentos que yo desmontaría de un plumazo con los mios.
Eri se encontraba como público, como un mero espectador de ambas personas que se encontraban allí, exclamando y espetándose cosas sobre, seguramente; algo que ocurrió hará un tiempo entre ambos. Sin embargo, ella; ajena a todo aquello —pues en aquel momento no recordaba que Nabi hubiese mencionado a un tal Juro ante ella— solo se dedicó a pasear su vista desde uno de los shinobi al otro.
Sin embargo ella era pacífica hasta ciertos límites, y no quería un enfrentamiento entre quien era su pareja-novio-lo-que-quiera-que-fuese con otro shinobi de... ¿Kusa? Eso, tiene el símbolo de Kusa en la bandana.
— ¡Y tú sabías que pensaba que eras un civil! ¡Lo acabas de admitir! No revelar tu verdadera identidad no es diferente de mentir, encima con la bandana escondida. Si estamos en paz, ¿por qué te camuflaste como civil? ¿Qué quieres que piense?
— Nabi-kun, ya está; es pasado, y creo que lo que él te hizo en un pasado se ha saldado con esa patada que le has dado tu en toda la cara, ¿no crees? — Habló ella mientrasa ponía los brazos en jarra y miraba al rubio con el ceño fruncido. — Así que déjalo, ya está bien. — Calmó ya deshaciendo su ceño fruncido mientras le sonreía.
Luego giró la cara para encarar a Juro, acercándose lo suficiente para dejar un metro o dos de distancia entre ellos —por si acaso a él no le gustaba que ella estuviese cerca—.
— Soy Furukawa Eri, genin de Uzushiogakure y compañera de Senju Nabi, disculpa lo que mi camarada le haya podido ocasionar. — Alegó con una pequeña reverencia, luego tendió su mano izquierda. — Si no te encuentras bien, podemos acudir a hablar con algún ninja médico.
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8/07/2017, 16:28 (Última modificación: 8/07/2017, 16:30 por Eikyuu Juro.)
Lejos de calmarse ni un poquito, Nabi comenzó a soltar otra saeta de argumentos, que mezclaba con frases estúpidas o sin sentido. Si, realmente era así.
De repente, se sintió abrumado por tanta intensidad. Debía de haberle dolido mucho, porque vaya forma de discutir. A decir verdad, a él no le habría parecido tan grave ni de lejos. Y eso que le acababa de dar una patada. ¿Quién era? ¿Su madre? Ni que su encuentro hubiese sido tan especial. No le debía nada a aquel shinobi, y menos una explicación de porque no llevaba su bandana en ese momento.
Que manía tiene la gente con llevar todo a lo personal..."
— Nabi-kun, ya está; es pasado, y creo que lo que él te hizo en un pasado se ha saldado con esa patada que le has dado tu en toda la cara, ¿no crees? Así que déjalo, ya está bien.
Lejos de lo que él mismo hubiese pensado, parecía que su compañera de Uzushiogakure se había puesto de su parte. Eso si que era inesperado. Él ya se veía huyendo de otra ronda de golpes y reportandolo ante las autoridades más cercanas. Quizá podían acabar bien y todo.
La chica se acercó levemente a Juro. Este al principió se tensó, involuntariamente. Aun así, ya fuese por ingenuidad o por no aprender la lección, lo permitió.
— Soy Furukawa Eri, genin de Uzushiogakure y compañera de Senju Nabi, disculpa lo que mi camarada le haya podido ocasionar. Si no te encuentras bien, podemos acudir a hablar con algún ninja médico.
Juro le estrechó la mano, aun confundido.
— No te preocupes, en todo caso debería disculparme por el espectáculo. Tú solo te has visto arrastrada por todo esto.
Cesó su atención en Eri, para dirigirse a Nabi. Tragó saliva y le encaró, aún desde la distancia.
— No voy a discutir más, tu compañera tiene razón; no tiene sentido. Nunca pretendí reírme o burlarme de ti durante lo sucedido . Las condiciones por las que no llevaba mi bandana fueron adversas y totalmente ajenas a nuestro encuentro. Me gustaría empezar otra vez, si te ha disgustado tanto como para querer olvidarlo. Al menos para mi fue un buen recuerdo — murmuró, mientras hacia una reverencia, en señal de disculpa — . Lo siento si te ha molestado, Nabi.
Una vez zanjado, volvió a dirigirse a la chica.
— Gracias por echarme una mano. Soy Eikyu Juro, genin de Kusagakure — explicó, sonriendo —. Olvidaré el problema de la patada, era un asunto personal, supongo. Me ha dolido, pero no te preocupes; si tuviera que ir a por un ninja médico por cada rasguño que me hiciese, menudo espectáculo daría en el torneo.
Tan ofuscado estaba con el tema, que se había olvidado completamente de que ya le habían hablado de la tal Eri. Quizá la culpable era la patada en la cabeza...
11/07/2017, 19:45 (Última modificación: 11/07/2017, 19:46 por Inuzuka Nabi.)
— Nabi-kun, ya está; es pasado, y creo que lo que él te hizo en un pasado se ha saldado con esa patada que le has dado tu en toda la cara, ¿no crees? Así que déjalo, ya está bien.
Llevaba desde que había dominado la técnica de la patada voladora en la cara, aka Patada Dinamica, queriendo ponerla en práctica para entrar volando en escena de forma atronadora. Haberlo conseguido era tachar uno de mis objetivos que me reportaban felicidad de toda la vida, justo encima de tener dieciocho hijos con Eri. Así que tenía que darle la razón, la patada valió la pena.
Dejé hablar a mi chorba, que para las cosas de diplomacia la escuchaban más. Me tapé la cara con la mano mientras bajaba la mirada al suelo del puente, intentando poner en orden mis ideas mientras Juro y Eri se presentaban.
No estaba seguro de como sentirme con Juro ahora mismo, era Juro, pero era Kuseño y lo peor era que me lo había ocultado, como si yo fuera un peligro para él solo porque es de otra villa, que es justo lo que yo pienso de él ahora. Puede que yo no fuera especialmente agradable con los kuseños, pero lo mínimo que espero de ellos es que se dignen a identificarle para que yo no tenga que tener debates internos cuando descubra su estúpida mentira.
Lo peor era la mentira. Había dejado en evidencia su naturaleza rastrera y mezquina que le empujaba a mentir y engañar a gente inocente hasta en el más mínimo detalle, así eran los kuseños. Cada vez que veía su bandana me apuñalaba el corazón con ese simbolo de hierbajos mal hecho.
Pero era Juro, le había cogido una estima basada siempre en el preconcepto de que lo veía como a un hermano pequeño, tan inocente, tan protegible. Siempre había pensado que estaría al lado de quien hiciera lo justo y protegería a quien yo creyese que debía proteger. Y en su momento pensé que Juro era de los segundos y ahora descubro que me mintió y era del otro bando, de los que atacan a mis protegidos y matan a mis compañeros.
Esperé sin decir nada a que acabasen de hablar, mirando los alrededores mientras aún le daba vueltas a mi dilema moral.
16/07/2017, 18:17 (Última modificación: 16/07/2017, 18:17 por Inuzuka Nabi.)
— No te preocupes, en todo caso debería disculparme por el espectáculo. Tú solo te has visto arrastrada por todo esto.
— Es mi responsabilidad después de todo.
Aquello último lo dijo con un tono orgulloso, probablemente de serlo por su profesión, aunque no lo tomaron en cuenta ya que después Juro continuó hablando.
— Gracias por echarme una mano. Soy Eikyu Juro, genin de Kusagakure. Olvidaré el problema de la patada, era un asunto personal, supongo. Me ha dolido, pero no te preocupes; si tuviera que ir a por un ninja médico por cada rasguño que me hiciese, menudo espectáculo daría en el torneo.
— Es un alivio escuchar que estás bien, Juro-san. — Alegó la joven con una jovial sonrisa. — Aunque bueno, para eso están los ninjas médicos.
Luego se giró a Nabi y le mostró su sonrisa para intentar apaciguar el ambiente, aunque no sabía si surtía efecto, lo intentaría.
— Sin embargo, me pica mucho la curiosidad y visto y escuchado lo que ha ocurrido aquí como una mera espectadora, ¿os importaría decirme qué ocurrió entre vosotros? Es evidente que os conocéis pero no sé qué ocurrió para que tú—dijo señalando a Nabi—. Hayas actuado de forma tan... Agresiva. Por eso, ¿qué ocurrió cuando os conocisteis?
La pregunta fue lanzada, ahora solo quedaba escuchar lo que ellos quisieran contarle.
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Juro sonrió un poco, ante la amabilidad de la chica. Furukawa Eri se había llamado así misma. Por alguna razón, ese nombre martilleaba en la conciencia de Juro. Lo había escuchado...
« Oh tío. Ya me acuerdo... »
Ella era Eri, la chica de la que Nabi le había hablado. La kunoichi super talentosa que algún día sería kage y de la que Nabi parecía sentir algún tipo de atracción. La tenía delante suyo y él casi ni se había dado cuenta. Había sido idiota. Juro se sorprendió un poco; la chica tenía una apariencia modesta, no parecía desde luego una poderosa ninja. Pero tampoco podía ir por ahí anudándolo.
Al menos había tenido suerte. Parecía que aún no había ascendido a Kage. Podía hablar con ella.
— Es un alivio escuchar que estás bien, Juro-san. Aunque bueno, para eso están los ninjas médicos.
— Gracias... — murmuró. Nabi tenía razón. Además de poderosa era muy amable.
Por otro lado, Eri se volvió hacia él y preguntó acerca de su relación y cómo se habían conocido. Hasta el momento, Nabi se había mantenido en silencio, sin aceptar sus disculpas ni darle otra patada. Sin embargo, Juro recordó algo. Una pequeña promesa que se habían hecho antes de que las cosas empeoraran. Quizá contarlo solo echase más leña al fuego, pero también era una oportunidad para calmarle...
Bueno, era ahora o nunca.
— Claro. Por favor, deja que yo me encargue, Nabi — le pidió a su compañero, dirigiéndole una sonrisa cómplice.
« Vamos. Tienes que acordarte. Debes de acordarte »
En un parque abandonado tomando helado, Juro se había comprometido a dejarle bien delante de la chica, maquillando quizá un poco su historia. Aunque no tenía ganas de exagerar, al menos, lo cumpliría. Era su mejor forma de reconciliarse.
— Verás. Un día de verano me encontraba paseando por Tanzaku Gai, en el País del fuego, solo entre las calles. De repente, choque con un hombre grande y fuerte, que tenía un bastón en la mano. Vestía como alguien muy importante — trató de explicarle, con pelos y señales —. Me tiró al suelo y me quede sin saber qué hacer. Iba acompañado de varios hombres musculosos, que parecían ser sus guardaespaldas. Nabi apareció de repente y me ayudó, dándole su merecido a esos tíos sin vacilar y sacándome de ahí.
Juro tomó aire. No había cambiado casi nada la historia, así que tampoco se le notaba la mentira.
— Luego dimos un paseo, charlamos y todo eso —. Ahora venía lo difícil…. —. La cosa es que en ese momento, no llevaba mi bandana, y tampoco llegue a presentarme como ninja. No le di importancia en ese momento, pero puedo entender que Nabi se enfadase, tal y como ya me disculpe.
Formalmente, terminó así su relato. No supo si el otro chico intervendría en algo, recordaría lo que hablaron o simplemente quedaría callado como estaba haciendo. Igualmente, también se saltó la parte donde hablaron de ella y de sus compañeros de aldea. Sería extraño.
Como me imaginé aquel fatidico día en que conocí al traidor kuseño que ahora se mostraba ante mi como la vibora que era, Juro y Eri congeniaron al instante. Ambos eran personas decentes e inocentes, casi podían formar un duo cómico de inocentadas.
Y como no, empezaron a hablar, y yo vi las intenciones de Juro. De lo que hablamos la última vez que nos vimos, la última y la primera. Quería hacerle alguna seña de que cortara el rollo, pero Eri clavó su mirada en mi intentando disuadirme telepaticamente de volver a zurrar a Juro. Para cuando pude mirar a los ojos al shinobi de Kusa libremente ya llevaba media historia y lo más educado, y la educación era esencial para los Uzushiogakurenses.
Cuando acabó hablé yo.
— Veras, Juro. La situación de la que hablamos y que tan frecuentemente desestimé por imposible se ha dado y ahora ya no es necesario ningún empujón para llegar a tal situación. Así que lo más apropiado es obviar cualquier intento de alusión a mis heroicos actos ya que Eri ya es más que consicente del heroe que soy. Ah, y... la próxima vez, presentate como es debido.
Tenía ganas de darle un par de hostias más al kuseño para desahogarme y despues ya pensar en qué hacer con él, pero seguía siendo Juro. Ese joven e inocente muchachito que se había deleitado con mis historias. A quien había visto como un hermano pequeño más que nada por lo infantil que parecía y lo impresionable que era. Y ahora me aparecía como un soldado más en la guerra que es el mundo shinobi y era de un bando enemigo.
Tal vez eran los ideales de Gouna de estar en paz y ser felices y el Hakuna Matata que llevaba en los alto pero empezaba a pensar que que fuera gennin de otra villa no era para tanto.
— Claro. Por favor, deja que yo me encargue, Nabi.
Cuando la joven preguntó por cómo ambos shinobi se habían conocido, fue Juro el que acudió primero para narrar la historia, así que Eri asintió y esperó a que el pequeño genin del Bosque hablase sin que ella le molestase lo más mínimo.
—— Verás. Un día de verano me encontraba paseando por Tanzaku Gai, en el País del fuego, solo entre las calles.
«¿Yo he estado en Tanzaku Gai? Ay... Creo que no, pero no lo recuerdo.»
»De repente, choque con un hombre grande y fuerte, que tenía un bastón en la mano. Vestía como alguien muy importante. Me tiró al suelo y me quede sin saber qué hacer. Iba acompañado de varios hombres musculosos, que parecían ser sus guardaespaldas. Nabi apareció de repente y me ayudó, dándole su merecido a esos tíos sin vacilar y sacándome de ahí.
Cuando Juro paró para tomar aire, la joven kunoichi soltó un largo suspiro, soltando todo el aire que había estado guardando ya que tenía miedo de con su respiración lograse despistar a Juro sobre lo que estaba narrando, eso y porque tan concentraba estaba en el relato que casi se olvida de como respirar.
— Luego dimos un paseo, charlamos y todo eso. La cosa es que en ese momento, no llevaba mi bandana, y tampoco llegue a presentarme como ninja. No le di importancia en ese momento, pero puedo entender que Nabi se enfadase, tal y como ya me disculpe.
— En resumidas cuentas, tuviste un altercado con unos hombres, Nabi te ayudó y congeniásteis, tu no llevabas tu bandana y Nabi simplemente pensó que eras un civil en apuros... Bueno, con suerte ya está solucionado todo y a ti no te ocurrió nada malo con esos hombres. — Alegó ella mientras sonreía y levantaba su mano con el dedo pulgar levantado.
Nabi decidió intervenir al final del relato para dar su punto de vista, así que cuando éste habló ella se giró para poder escucharle con atención.
— Verás, Juro. La situación de la que hablamos y que tan frecuentemente desestimé por imposible se ha dado y ahora ya no es necesario ningún empujón para llegar a tal situación. Así que lo más apropiado es obviar cualquier intento de alusión a mis heroicos actos ya que Eri ya es más que consicente del heroe que soy. Ah, y... la próxima vez, presentate como es debido.
— ¡Venga Nabi-kun! Dale cuartelillo, él ya ha pedido perdón ante lo sucedido, ya está... Además Juro-san parece una buena persona, que se le escape un detalle que a lo mejor no quiso compartir no es para hacerle la cruz. — Dijo en tono conciliador. — ¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
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25/07/2017, 23:46 (Última modificación: 26/07/2017, 15:14 por Eikyuu Juro.)
Juro hablaba y hablaba, Eri se quedó en completo silencio, casi con miedo de respirar e interrumpir. Nabi también estuvo en silencio. Pero era un silencio diferente. Su silencio habitual. Quien iba a decir que en su interior estaba habiendo una épica batalla interna de ideales.
Cuando terminó de contar la historia, Eri demostró su capacidad de asimilación. La escuchó y la resumió. Includo pasó de largo el hecho de la bandana de Juro, como un detalle menor. Sintió cariño por aquella chica. Desde luego, si hubiera sido ella y no él, no le habría pegado por su despiste.
Nabi por otra parte habló también, con voz fría. Le dijo que la "situación" de la que habían hablado ya se había dado y que no debía meter más cuento. Juro se sintió feliz. Casi le felicita.
« Discreción Juro. Él quiere discreción »
Se conformó con dedicarle una gran sonrisa, mientras esté le decía que se presentase como era debido la próxima vez. Eso le sonó a que le perdonaba.
— ¡Si, señor! — exclamó. No había burla en su tono. Realmente él era así cuando estaba feliz. La forma en la que se habían desarrollado los acontecimientos le había hecho mejorar el humor.
Eri por otra parte le respaldó aún mas, pidiéndole que le diese cuartelillo. Aprobaba esa relación. Eri le caía muy bien. Después, le dió más conversación:
Casi se atragantó cuando Eri le preguntó acerca de su especialidad. Ella tampoco le daba mucho cuartelillo. Por muy arrepentido que estuviste, no podía desvelar sus secretos así como así.
— Bueno bueno, tampoco diría que soy tan habilidoso. Si no tendría menos problemas —mencionó, con algo de modestia, en parte real —. No soy de ningún clan famoso. Provengo de una familia de mercaderes, mi misma hermana lleva una tienda, así que me hago mis propias armas y se bastante del tema. Si necesitáis ayuda para alguna reparación o construcción, solo tenéis que pedírlo. Suele ser mi principal baza.
Si, sus marionetas contaban como armas fabricadas por sí mismo. También sabía mucho del tema, en eso no mentía. Tanto tiempo en el taller construyendo era lo que tenía.
—También se bastante de hierbas, mezclas, y ese tipo de cosas, así que suelo crear bastantes sustancias por si mis armas fallan— afirmó, algo orgulloso —. ¿Vosotros qué tal?
— ¡Venga Nabi-kun! Dale cuartelillo, él ya ha pedido perdón ante lo sucedido, ya está... Además Juro-san parece una buena persona, que se le escape un detalle que a lo mejor no quiso compartir no es para hacerle la cruz.¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
Lo peor era que a veces la voz de mi conciencia y Eri decían lo mismo al mismo tiempo y se me cruzaban los canales auditivos y se me freían momentaneamente las neuronas, haciendo más improbable que llegase a argumentarme o a argumentarle porqué había que odiar a los Kuseños.
Y encima tenía toda la pinta de que Juro no había entendido ni papa de lo que le intenté colar a través del codigo mágico de hablar con palabras complejas y oraciones de significado sesgado. De hecho, no sé de donde pude llegar a pensar que un kuseño iba a entender ese código antes que una Uzunesa.
Pero espera, que todavía hay más desgracias pues su conversación no paraba sino de ir a mejor y cada vez parecían más amigos de toda la vida. Estaba claro que ya no tenía más cartas que jugar en mi defensa ni en mi ofensa. Solo quedaba decir, Hakuna Matata.
O eso pensaba, hasta que Eri-sama en su infinita sabiduria sacó el machete.
¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
¡Pum! Directo al corazón del shinobi. Juro se atragantó con su propia respiración ante el machetazo de inocencia de Eri.
— Bueno bueno, tampoco diría que soy tan habilidoso. Si no tendría menos problemas No soy de ningún clan famoso. Provengo de una familia de mercaderes, mi misma hermana lleva una tienda, así que me hago mis propias armas y se bastante del tema. Si necesitáis ayuda para alguna reparación o construcción, solo tenéis que pedírlo. Suele ser mi principal baza.
Tal vez que me hubiese mentido una vez tan descaradamente me había vuelto más desconfiado pero sentí que algo no nos estaba contando y entonces recordé algo de cuando nos vimos. Llevaba la misma manta a la espalda, y bajo la manta, seguramente, el mismo cachivache.
—También se bastante de hierbas, mezclas, y ese tipo de cosas, así que suelo crear bastantes sustancias por si mis armas fallan ¿Vosotros qué tal?
— ¿Entonces lo que llevas a la espalda es un arma tuya?
Era una pregunta por curiosidad, no fue brusca ni directa como solían ser mis preguntas, pero porque mi intención no era que me contestara a mi, sino que Eri se fijara en el bulto de la espalda y le preguntase ella. Entonces sí que estaría cogido de los huevos, a mi se me puede ignorar, a la inocente y adorable Eri no. Alabada sea Eri-sama.