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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Poco tiempo había pasado de su llegada al Valle de los Dojos. Menos tiempo aún desde que se había establecido en su habitación designada en Nishinoya, terreno correspondiente a los participantes de Amegakure. Por fortuna para la ansiedad y la emoción, incluso menos tiempo era el que faltaba para que los combates se den por comenzados al igual que el torneo por el cuál shinobi y kunoichi asistieron ese verano al País del Fuego.

Se podía decir que Karamaru se encontraba un poco asustado, pero no era más que simplemente no saber contra qué era lo que se enfrentaba. ¿Y si era demasiado débil? ¿Y si no estaba preparado? La confianza que había adquirido en el viaje a ese lugar se comenzó a perder en el momento en que empezó a realizarse todas esas preguntas, una tras otra, día tras día, sin parar. Y es que cada vez se acercaba más el momento de pisar la arena de combate y sus dudas e inseguridad en sí mismo se acrecentaban.

Toda la experiencia que pudo haber adquirido peleando contra sus compañeros monjes se vio disipada desde que saludó al guardia que le dio la instrucciones. Y es que sentado con las piernas cruzadas en un banco de piedra, justo al borde de una fuente con peces, seguía preguntándose si era capaz.

«Tranquilo Karamaru, piensa en otra cosa. Anímate, ve a conocer a alguien, dispersa un poco tu mente» el otro lado de su cabeza hacía lo posible para batallar, pero había momento en que le era imposible.

El monje, terco, siguió tomando una taza de té de gran tamaño mientras veía a los koi yendo un lado hacia de la fuente. En particular se fijaba en uno de color dorado, o amarillo, que giraba en círculos pegado a los bordes. Mantenía la mirada perdida en un pez que cada vez iba más rápido, y más rápido, hasta que otro pez de color azul se le cruzó en su camino y lo obligó a frenar.

Quiero que empiece esta mierda, ¡VAMOS!- gritó al aire, liberando un poco de tensión.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#2
Luego de una divertida juerga matutina en Sendōshi, Kaido decidió regresar a su complejo. Lo cierto es que tenía ya un par de días haciendo el tonto, comiendo de manera insana y preocupándose muy poco por su participación en las instancias preliminares del torneo, cuya ronda inicial estaba al caer. Fuera por la ciega confianza que se tenía a sí mismo, o porque ignorar el problema fuera su mejor manera de no comerse la cabeza con el asunto, el gyojin había logrado mantenerse calmo y paciente ante la inminente batalla que tendría que entablar en un par de días.

A diferencia, claro de muchos otros, incluyendo aquel que, en su camino al edificio principal; arrojó un grito desmedido y desairado que según pudo prever, provenía de los linderos de los jardines centrales, donde estaban las fuentes.

—Quiero que empiece esta mierda, ¡vamos! —La curiosidad le cogió como anzuelo pesquero y le obligó a desviar su trayecto para ver de quién diablos se trataba.

Y allí se encontró a un muchacho, más calvo que las gaviotas peladas de La Capital, debatiéndose con los peces del estanque. Así que, como pez fuera del agua; Kaido se le acercó a cuestas y le increpó, sonriente.

—Tranquilo, yo también hablo con los peces de vez en cuando. Y creo que, de alguna forma, me entienden: ¿sabes? —dijo, anecdótico, como si aquello fuera verdad—. ¿qué te aflige, compañero? ¿qué mierda es la que quieres que empiece?
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#3
Los peces se movieron de forma brusca ante el grito del calvo, se pudo ver como el agua perdía su calma y paz por el ida y vuelta de los koi que tardaron que volver a su apacibles vida. El mismo susto que ellos se llevaron fue el que tuvo Karamaru al escuchar una voz cerca suya y que, por falta de gente, parecía ser que se dirigía a él.

No tuvo más que girar la cabeza un poco para ver a un extraño ser sonriente. Parecía humano, se podía jurar que era humano, pero tenía los dientes demasiado afilados, como si fuese un animal. Y es que así y todo, su dentadura era lo menos problemático, su piel era jodidamente azul, ¡AZUL! Eso escapaba a toda comprensión del mundo y sus ciencias que Karamaru podía llegar a conocer, y la sorpresa se vislumbró en los segundos de silencio que siguieron a las palabras de aquel hombre y en la mirada de atontado que tenía el cenobita.

La puta madre, que susto hombre. Si es que eres un pu....

«No seas irrespetuoso, Karamaru»

Ejem...- el calvo se aclaró la garganta comiéndose sus palabras- El torneo, quiero que esto empiece y termine lo antes posible. El ansia me está matando.

Puesto a reflexionar sobre lo que había dicho el hombre azul, a Karamaru le entró cierta calma cuando le comentó sobre la charla con los peces. Tal vez no solía hablar con ellos, pero si que era relajante, y a veces entretenido, verlos moverse bajo el agua.

Supongo que participas, ¿No?- señaló su frente, aún con su sonrisa nerviosa.
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#4
Y así, como si se tratase de un deja vú inacabable, el calvo reaccionó como lo hace todo el mundo: invadido por la sorpresa y el desconocimiento acerca de lo que, probablemente, veía por primera vez. Un muchacho con la piel más azul que los mares cristalinos de Arashi no Kuni, y dientes más afilados que la espada de un afamado samurai.

Con su larga cabellera atada en una cómoda coleta, cayéndole sobre su espalda. Y su bandana reposando sobre su frente, orgullosa.

El torneo, quiero que esto empiece y termine lo antes posible. El ansia me está matando —admitió el sin pelo poco después de haberse aclarado la garganta. Por suerte, mantuvo la compostura, y no dijo nada que pudiera herir la susceptibilidad de nadie. Tener al tiburón de Amegakure de enemigo no era una situación apetecible ni mucho menos—. supongo que participas, ¿no?

—Obvio. Todos los que nos hospedamos aquí participaremos, colega. Y bueno, yo que tú no me preocuparía demasiado por todo el asunto del torneo, porque en vista de la cantidad de candidatos que hay postulados, y no sólo de nuestra puta aldea, van a ser de seguro unas cuantas instancias preliminares antes de alcanzar las rondas finales —se apuró a tomar asiento en una de las bancas, y dejó que su mano tomara un par de caramelos que hubo comprado durante su juerga en Sendōshi—. a las que pienso llegar, por cierto, así tenga que lustrarte un poco más la cabeza a punta de patadas.

El escualo estiró la mano, y le ofreció uno de los dulces a su interlocutor.

»Soy Kaido, Umikiba Kaido.
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#5
Parecía que eso de conocer gente nueva y distraerse durante un rato le llegó sin tener que ir a buscarlo, en tan solo segundos se comenzaba a sentir mejor relacionandose con otro. La cosa azul parlante hablaba con una voz que en cierto modo le tranquilizaba, tal vez era solamente por escuchar otra voz que no sea la propia, pero no pudo evitar mantener la sonrisa. Antes de ansiedad, ahora de tranquilidad.

Todos los que nos hospedamos aquí participaremos, colega...

«Pues no sabía, interesante...»

...a las que pienso llegar, por cierto, así tenga que lustrarte un poco más la cabeza a punta de patadas.- Karamaru rió, divertido y de buena manera.

Espero poder llegar, no lo sé la verdad.

Volvió durante unos segundos a perder la mirada en la fuente y en los peces que albergaba, buscando sin éxito al koi que siguió con anterioridad. La voz de su compañero de profesión lo trajo de vuelta a la realidad.

Soy Kaido, Umikiba Kaido.- se apresuró a saludar ofreciendo un caramelo que el monje denegó con la cabeza y con la mano moviendola de un lado a otro. Estaba bien con su té, aunque no le quedase mucho.

Karamaru, del clan Habaki. Siendo tan grande como es, no me sorprende no haberte podido ver en Amegakure- le estrechó la mano.

Supongo que con tener un buen desempeño me alcanza.- continuó- No me siento muy confiado como para ir a por todo. Debe de haber terribles monstruos esperando para combatir, ¿No crees?
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#6
Así pues, Habaki Karamaru se presentó como buenamente pudo y rechazó, además, el caramelo que con tanta cordialidad le hubo ofrecido el tiburón. Kaido retiró la mano, guardándosela en los bolsillos de su pantalón mientras observaba atentamente parsimoniosamente a su interlocutor con aquel par de orbes azules, filosos e introspectivos, que daban la sensación de que el escualo te iba a soltar un mordisco de consecuencias fatales directo a la yugular.

El calvo, no obstante, clamó que para él bastaba con hacer de su participación una actuación decente donde diera todo de sí. Kaido negó con la cabeza, aparentemente en desacuerdo, y argumentó:

—Yo que tú tendría un poco más de ambición, mi buen Karamaru. ¿Acaso no sabes que dependiendo de tu actuación, y de cuánto avances en el torneo, puedes ser candidato a ganar un pase directo a los próximos exámenes de chunin? ¿sin tener que cumplir todos los jodidos requisitos, llámese las malditas misiones que tanto dan por culo? —el gyojin hizo un gesto desmeritorio con la mano, y continuó—. claro que no te equivocas en que habrá un buen puñado de contrincantes que serán jodidamente difíciles de derrotar, sobre todo de algunos de uzushio, y un par de nuestra propia aldea.

Kaido escupió el caramelo desgastado al suelo con agresividad, y miró al calvo fijamente.

»Pero me los voy a cargar a todos, o eso espero —rió por lo bajo, como si tan improbable hazaña fuera del todo posible.
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#7

Perdón por la tardanza. Para futuro, los fines de semana se me hace casi imposible conectarme al foro, menos todavía poder postear. Voy a tratar siempre que pueda de ponerme al día los lunes, que si no se me van los días a la mierda xD

El calvo puso en atención sus antenas al escuchar las palabras "exámenes de chunin". No sabía para nada que el torneo podía garantizar su acceso, aunque eso no era motivación suficiente para él. No era propio de un monje que se respete el tomar el camino fácil, si los requisitos para participar estaban dados pues había que cumplirlos. Por suerte para Karamaru, ni siquiera eran molestos, como si pareció ser para su compañero.

«¿Malditas misiones que tanto dan por culo?»- se repitió divertido ante tales palabras.

Al parecer toda la confianza que le faltaba a Karamaru la poseía Kaido, que cada vez que lo miraba se convencía aún más de que se parecía a un pez o a un..... tiburón. Así de raro sonaba también la cabeza calva del shinobi.

Pero me los voy a cargar a todos, o eso espero

Pues ánimo con eso, ojalá el ganador sea alguien de Ame. Yo es que todavía me siento un poco novato, seguro que debe de haber profesionales esperando.

«Genin profesionales, buena esa Karamaru»

Pero para mí las misiones son un placer hacerlas, después de todo estamos ayudando a Amegakure. Es nuestro servicio, tarea y responsabilidad. Así que no me preocupa no obtener un acceso garantizado a los exámenes, lo obtendré de todos modos, yo se que sí.

Le dio un último sorbo a la taza de té y la colocó en el suelo, alejada de sus pies. Todavía se debatía consigo mismo si preguntarle al hombre por tal extravagante apariencia, las dudas comenzaban a comerlo por dentro.
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#8
Tranquilo compañero. No te preocupes.

Karamaru mantuvo la compostura y no dejó amedrentar sus opiniones por el cómo veía Kaido todo aquello del torneo, la participación y los recursos que podrían ahorrarse de salir ellos victoriosos en el evento. Para él, era todo un placer cumplir con las misiones designadas por la Aldea pues le hacía sentir bien respecto a su colaboración para con ella.

Kaido discrepaba, no obstante. Y no porque no le resultase agradable tener algún trabajo aquí y allá de vez en cuando —que de todas formas, no era gratis. Todos recibían un pago acorde, además— sino que ya después de haber completado unas cuantas, se volvía algo tedioso. Tedioso por lo inverosímil de aquellas tareas.

—No sé tú, pero a mí no me da mucho placer tener que estar recogiendo caca de perro y tareas similares, que es, técnicamente, lo que nos ponen a hacer en estas misioncillas de mierda de rango D. Pero ya te digo, sí que me va a ser bien placentero cuando me toque algo que suponga... un mayor desafío.

El escualo perpetuó su mirada en la calvicie de Karamaru.

—Hablando de desafíos, ¿alguien te ha retado a afeitarte la cabeza o qué? ¿o naciste sin pelo? —indagó, sin pelos en la lengua. Le extrañaba ver a alguien tan joven sin un sólo ápice de pelo en la cabeza, aunque desconocía, evidentemente, cualquier tipo de religión o caminos personales que exigieran tener una buena aerodinámica en la cabeza.
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#9
Así que aquel hombre era uno de esos, uno de los que quería misiones de máxima importancia donde dependiera la vida para poder disfrutarlas. No importaba ayudar a la gente o limpiar las calles, sentirse útil, solo importaba la adrenalina que da el riesgo. Karamaru recordó sus dos últimas, y únicas, misiones y supo que por más que ser de rango D habían valido la pena.

Una vez acompaño a tres hermanos en el fallecimiento de su padre, presenció la tristeza y el llanto entre tanta inocencia. La segunda descubrió un mundo nuevo del cuál nunca más se cruzó por su mente hasta ese momento. El mundo, el bello y hermosisimo mundo, de las mujeres sin ropa.

Hablando de desafíos, ¿alguien te ha retado a afeitarte la cabeza o qué? ¿o naciste sin pelo?- el calvo rió divertido nuevamente. Tal vez le fallaba el sentido de ayuda a la comunidad en tares simples pero el piel azul era divertido.

Pues el mismo que te retó a pintarte de azul parece.

—Decisión personal. ¿Lo tuyo? No sé, no es muy común ver a alguien con esos dientes y menos con esa piel.


Se contuvo, pero estuvo de echarle en cara que se parecía a un puto pez. Todavía no tenía tanta confianza para ser tan abierto con sus pensamientos.
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#10
—Pues el mismo que te retó a pintarte de azul parece —Karamaru rió, y el tiburón también lo hizo. Aunque le observó después como quien tendrá paciencia para una o dos bromas más, y hasta ahí. Era él quien podía tomarse la libertad de comentar ese tipo de detalles, no los otros—. decisión personal. ¿Lo tuyo? No sé, no es muy común ver a alguien con esos dientes y menos con esa piel.

—Ah, mi querido Karamaru. Muchas cosas son poco comunes en éste mundo, sólo tienes que salir de tu zona de comfort y observar bien lo que nos depara todo Oonindo. No creerías tú todo lo que yo he visto. Un tipo con piel azul, agallas, y dientes de cierra no es ni de cerca lo más extraño que te puedes encontrar por ahí.

Finalmente, se levantó de su asiento y estiró los brazos. Luego miró hacia el edificio principal.

—Bueno, me cansé de ver a mis primos nadar. ¿Te hace entrenar un rato? te juro que no muerdo.
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#11
El pescado humano no se consideraba a sí mismo como al extraño lógicamente, y es que tras verse así todos los días uno debía de acostumbrarse. Pero para un poco experimentado calvo que apenas comenzaba sus andadas en el mundo shinobi descubrir a una persona semejante era digno de sorpresa, por más que Kaido hubiese visto lo que haya visto. Lo raro es que era un genin, al menos lo era si es que iba a participar en los exámenes chunin, y faltaba por ver cuál era la experiencia que tenía en el mundo. Qué tanto lo había recorrido, hace cuánto se había graduado.

¿Te hace entrenar un rato? te juro que no muerdo.- el hombre se levantó de su asiento aburrido por lo que el calvo podría pasar horas mirando.

Nunca está de más, supongo.

Karamaru siguió el ejemplo de su compañero, ahora rival, y caminó hasta delante de la fuente donde un vacío se presentaba. Muchos metros delante de él se encontraba la entraba a Nishinoya, a sus espaldas uno de los tres edificios, la sala común. Sabía que en su interior había zonas especialmente designadas para aquellos combates de práctica, pero el exterior sería más divertido.

¿Te parece bien aquí fuera?- dio media vuelta para verlo a los ojos- ¿O prefieres ir dentro?
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#12
—Vamos adentro, mejor. No sería buena idea que todos nos vieran entrenando.

Y como líder de manada, Kaido tomó rumbo hacia el edificio central, adyacente a los cuartos para los huéspedes-participantes.

Bastaron cinco minutos para que el escualo, acompañado de su amigo el calvo; diera finalmente con la entrada principal del edificio tradicional japonés, más al fondo de las otras dos edificaciones. Era tan amplio como se podía esperar de una zona dispuesta tácitamente para socializar, y entrenar, además. No sólo contaba con un buen número de sofá bien ubicados —con alguna que otra despensa para tomar té, café, y otras tentempiés— sino también con un par de plataformas externas abiertas al público para combate, además de otras habitaciones más exclusivas para entrenamiento personal.

Kaido se movió entonces como pez en el agua, ignorando lo que fuera que estuviese ahí, husmeando; y se dirigió directamente hasta el final del pasillo.

Luego un cruce a la izquierda, y otro a la derecha. Finalmente, se adentró a una de las plataformas.

Adentro, lo esperado: una decoración estilo Dojo, como lo era todo en el Valle. Paredes decoradas con carteles característicos de movimientos de defensa, algunas armas antañas a modo de exhibición y alguno que otro artilugio para entrenar. Pesas, muñecos de madera, entre otros.

El tiburón se quitó las sandalias, la bandana, y su bolso de utensilios shinobi. De un par de saltos y un par de sprint trazó una vuelta alrededor del cuarto, y luego ocupó su puesto en el extremo derecho.

—Bien, calvito. Pareces un tipo que entrena bastante su cuerpo, así que me parece interesante si nos batimos un poco con el más simple y puro Taijutsu. ¿Qué dices?
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#13
La negativa de Kaido le trajo un poco de sorpresa y decepción al shinobi calvo, pero aceptó sin problemas. Después de todo daba igual si era con techo o sin el donde llevasen ese pequeño combate de práctica. La fuerza de los golpes no iban a cambiar. Así pues Karamaru siguió a su compatriota unos metros más atrás mientras se se alejaban de la fuente y luego se internaban por los pasillos de un edificio que ya había recorrido con anterioridad.

El hombre tiburón marcó el camino hasta una zona de combate un poco más alejada de la entrada, pero igual de útil para sus propósitos. Decoraciones por aquí y por allá, al igual que las herramientas, pero lo importante, la zona de combate, se veía despejada.

«Muy bien, buen lugar, ¿No, Karamaru?»

Así es.- se susurró a sí mismo mientras copiaba a Kaido y dejaba su botas shinobi en la entrada.

Procedió a colocarse en el lugar opuesto a su rival, el lado izquierdo, y movió un poco los brazos y piernas para que las articulaciones entrasen en calor. En el medio de su elongación, el piel azul habló.

Pareces un tipo que entrena bastante su cuerpo, así que me parece interesante si nos batimos un poco con el más simple y puro Taijutsu. ¿Qué dices?

Sin problemas, tampoco había necesidad de destruir el dojo, ¿No?

Tomó su posición de guardia, brazo izquierdo extendido al frente, mano derecha a la altura de la cara, y un paso atrás con su pie derecho. Estaba listo para el movimiento que podría venir a atacarle.
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#14
Ya estando Karamaru frente a él, Kaido se preparó. Ató fuertemente la coleta que sostenía su frondosa cabellera, amarrándose el cabello en una cola de caballo, evitando que éste interviniera así durante la pelea que iba a tener lugar tan pronto como acabase con su ritual de preparación. Luego estiró los brazos de a uno en uno, mostrando que él, al igual que su rival, también tenía un cuerpo ligeramente definido a pesar de su edad. Lo curioso es que más que entrenamiento, aquellos rasgos de gran fortaleza y porte físico eran un complemento directo de su genética, y no un cuerpo excesivamente trabajado.

Ser un Umi no Shisoku tenía sus grandes ventajas.

—Bien, veamos de qué estás hecho «¡Calvo de mierda!»

Como de costumbre, el gyojin tomó la primera ofensiva. Pero acomedida y contenida, lo suficiente como para tantear las reacciones de su oponente. Kaido se acercó a Karamaru en un par de zancadas zigzageantes hasta que su cuerpo hubo estado lo suficientemente cerca como para intentar atinar un único golpe certero, tan lineal como podría esperarse de un ataque frontal, que fue dirigido hacia el área abdominal izquierda del Habaki.

Al mismo tiempo, el brazo derecho —liberado de cualquier estrategia, y dispuesto a atacar en cualquier momento— hizo un ademán de golpear en forma de jab la quijada del calvo, aunque poco después mutaría su movimiento a un simple aunque poderoso martillazo en el área del pecho.
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#15
Cerró los ojos, inhaló fuertemente, y expulsó el aire contenido por su pulmones. Para cuando recupero la vista, su contrincante se encontraba pocos pasos más cerca, la arremetida había comenzado y el dojo se llenó del ruido de las pisadas sobre la superficie de madera. Karamaru estaba listo para comprobar las capacidades de su rival.

«Allá vamos»

No tardó demasiado en acercarse lo suficiente como para entregar su puño al cuerpo del calvo. Una izquierda cargada apuntó a su zona abdominal, y una diestra escondida esperaba impaciente para un segundo golpe en combo. Era imposible para el monje no darse cuenta de las intenciones de ambas manos, si es que ya muchas veces había empleado la misma estrategia de ataque frontal. Pocas veces le había dado resultado.

Con calma dio un paso rápido al costado a la izquierda, girando un cuarto de vuelta su torso, y vio los puños del hombre azul pasar frente a él. La derecha de Kaido pasó alejada, pero su siniestra rozó el pecho de Karamaru haciendole sentir el aire producido por aquellos movimientos en su ropa.

Aprovechando el momento, el cenobita fue con la intención de dar una fuerte palmada en el hombro de Kaido buscando que pierda el equilibrio. El puño diestro junto a su cadera, la izquierda extendida tratando de atacar.
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