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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
El Uchiha parpadeó, perplejo, ante las palabras de Aiko. «La música... ¿La música?» Estupefacto, estampó su puño contra la palma de su otra mano al darse cuenta de cómo encajaban las piezas. Era inverosímil, desde luego, pero visto así empezaba a tener sentido. «¿Un instrumento capaz de levantar a los muertos? ¡Por Susano'o, eso es algo digno de ver!» Datsue manifestó también su postura sobre la teoría de la kunoichi de Ame.

Cuando Aiko les contó por dónde había huído el tipo con cara de rata, a Akame le pareció insultantemente obvio. «Joder, si hasta su aspecto lo sugería...» Las alcantarillas de Yamiria eran una de red túneles de muy reciente excavación, que conectaban los principales puntos de la ciudad y que apestaban a perros muertos. La sola idea de bajar ahí le producía arcadas, pero claro...

Tenemos que encontrar a Rokuro Hei. Si es verdad que ese Shamisen es capaz de revivir a los muertos, ¡tengo que verlo otra vez!

Su compañero de Aldea parecía también más que dispuesto a emprender la búsqueda del sicario y el músico, por lo que Akame simplemente esperó a que Aiko les guiase.

Ella, por su parte, podría detectar la posición de su mariposa si se concentraba lo suficiente. El sicario había salido de nuevo a la superficie no muy lejos de allí, en algún punto entre el barrio de los artesanos y el barrio residencial.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#77
El par de chicos no pudo obviar el hecho de que habían acertado, y que el muerto vivo no era una una mera fantasía, si no algo real. El hombre, que había sido degollado, había aporreado la puerta de su ataúd como avisando de que aún no era su hora, cuando todo el mundo había visto su muerte y sabían que su hora estaba mas que llegada. Datsue se jactó de haber dicho la verdad, y confirmó que era ya la segunda vez que lo veía intentar vivir pese a estar muerto, como si Izanami no le dejase entrar en el Yomi.

Para cuando la chica informó sobre lo que ella tenía como hipótesis a ambos compañeros improvisados, el primero en contestar fue Datsue —¿cómo no?— dándole a la chica la razón con entusiasmo. Por su parte, Akame tan solo inquirió que de ser así, tenía que escuchar de nuevo el sonido de ese instrumento, y con ello encontrar a su dueño, Rokuro Hei.

Cuando la chica mencionó que estropearía su kimono para abrirse paso por las cloacas, Datsue afirmó que era un auténtico desperdicio, pero por contra, debía hacerlo puesto que estaban hablando de perseguir a un asesino, y con ello hacer justicia. Aunque no quisiera afirmarlo, éste tenía toda la razón...

La chica abrió la palma de su mano en el aire mientras se encorvaba levemente, y sobre ésta se creó una afilada cuchilla hecha de papeles. Sin mas, cortó el kimono un poco mas arriba de sus rodillas. Jaló, y terminó de "rediseñar" su vestimenta. Tras ello, tiraría el trozo de tela restante hacia un lado, y la cuchilla hacia el otro. Sin embargo, solo la tela tocaría el suelo.

Tienes toda la razón, Datsue. —contestó convencida. —Bueno, debemos encontrar a Rokuro Hei sano y salvo, casi seguro que si es como pienso... él es quien maneja las notas que hacen ese efecto... —para cuando dijo eso, pensó aún mas allá de lo que debía, y sus pensamientos casi guiaron a la par a sus palabras. —¿Os imagináis que algo así llega a manos del tipo que está atrás de todo ésto? Tendría a su disposición a un ejercito de no muertos... espero estar equivocándome, de lo contrario...

La chica cerró los ojos por un instante, y se concentró en la posición de su mariposa. Ésta se sorprendió cuando no vio a su alrededor cloacas y túneles apestosos, el tipo con cara de rata había salido a la superficie de nuevo. Abrió los ojos, y comenzó a caminar hacia donde debía estar su mariposa, dejando de lado el alcantarillado por donde había de meterse.

Ha salido del alcantarillado, si nos damos prisa y vamos por los tejados, deberíamos pillarlo rápidamente.

La propuesta de la chica era casi tan rápida como sus acciones, e ipso facto se lanzó a la carrera hacia la primera pared que tuvo a mano —o pie— y comenzó a correr en vertical. Su carrera daría hacia un tejado, desde el cuál labraría rápidamente su itinerario y comenzaría a encaminarse hacia su objetivo.

Tened cuidado con el shinobi que les ayuda... —informó de lo obvio.
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#78
A medida que la tela del kimono se rasgaba, formando una improvisada mini-falda, el rostro del Uchiha se iba poniendo cada vez más rojo.

Tienes toda la razón, Datsue.

Rojo como un tomate, el Uchiha tan solo alcanzó a asentir con la cabeza. «Hay un asesino por ahí suelto y tú pensando en… Maldita sea, ¡concéntrate!» Pero no solo estaban hablando de un vulgar asesino. Tal y como decía Aiko, había algo mucho más importante: un hombre capaz de revivir a los muertos. O de controlarlos, al menos. Viese como se viese, aquello era una bomba, y Datsue ya se imaginaba cómo le recibirían en la Villa si lograba llevar el secreto de aquel poder a la aldea. «O bien podría venderlo a algún ricachón viudo y forrarme de pasta…»

Pero antes tenían que encontrarle. La habilidad de Aiko, en aquella ocasión, sí les resultó de utilidad. Tenía localizado al Cara de Rata, y allí se dirigieron sus pasos, veloces y raudos por los tejados de la ciudad. Al principio Datsue pensó que le costaría mantener el ritmo, pero para su agradable sorpresa la kunoichi no era especialmente rápida.

Tened cuidado con el shinobi que les ayuda... —informó de pronto Aiko.

Datsue asintió en carrera.

No te preocupes… Yo me encargo de él.

»Akame, ten cuidado con el shinobi que le ayuda —dijo a Akame, que estando a su derecha quizá no había oído bien a Aiko, a izquierda de Datsue. Luego, en voz más baja, para que solo él pudiese oírle, añadió:—. Dejo que tú te encargues de él…
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#79
Los gennin de Uzushio avanzaron de tejado en tejado, ágiles como aves rapaces, siguiendo a Aiko. La chica, por su parte, debía concentrarse en el rastro de su pequeña mariposa espía, que les llevaba a algún punto del barrio residencial. Cuando los parcos talleres y almacenes del distrito de los artesanos dieron paso a las viviendas bien edificadas, de uno y dos pisos y tejas rojas, Akame supo que acababan de entrar en el área más acomodada de Yamiria. «Tiene sentido, al fin y al cabo. El crimen siempre paga, y a ningún jefe del hampa que se precie le gusta seguir viviendo en la mierda de la que salió». El Uchiha no se equivocaba.

Sin embargo, cuando los gennin llegaron al final del rastro, no fue una opulenta mansión lo que les recibió. Ni siquiera una casa de las más humildes del barrio. Fue un pequeño cuarto trastero edificado en el punto donde las esquinas de dos viviendas se unían, al fondo de un callejón.

Meh, el lugar no puede ser más apropiado —musitó Akame, notando el parecido de aquel sitio con el de la típica callejuela de mala muerte de las historias de policías y ladrones.

El sitio en cuestión era bastante pequeño y se accedía por una puerta de madera que daba al callejón. Tenía una ventana desde la que se podía ver el interior, pero nada más. A juzgar por su aspecto, el interior no debía ser más grande que un local pequeño.

Akame se acercó con especial cuidado de no resbalar por ninguna teja y luego se dejó caer hasta el callejón. Con la espalda apoyada a la pared y una gota de sudor frío bajando por su sien caminó un par de pasos cautelosos. Luego hizo una seña a Datsue y Aiko para que bajasen.

La kunoichi de Ame podría notar, sin ningún tipo de duda, que su mariposa estaba dentro de aquel lugar.
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#80
La rapidez fue aliada en el transcurso de la persecución. Prestos, los shinobis saltaron de tejado en tejado, mermando las distancias para con el cara de rata. Entre medio de éste fugaz avance, la chica mencionó al shinobi que les ayudaba, en pos de que lo tuviesen en cuenta mas que nada. Fuera fuerte o no, era un problema mas que se adhería al asunto que manejaban... como si ya de por si no fuese problemático.

Datsue aseguró que no habría problema con el shinobi que tenían como enemigo, que podían dejarlo en sus manos. Tras ello, escupió unas palabras claramente mas bajas a su compañero. La pelirroja tampoco hizo afán por escuchar que decía, quizás solo buscaba una estrategia con su compañero de aldea.

Al fin, llegaron a encontrar una zona donde el rastro de su mariposa se detenía. La kunoichi señaló el edificio en el cuál se hospedaban sus objetivos, quizás inconscientes aún de que había sido perseguidos. Akame fue el primero en descender de las alturas, y tras asegurarse de que no habían moros en la costa, hizo una señal al resto para que bajasen.

«Vamos allá...»

Sin pensarlo dos veces, la chica se arrojó de igual manera que Akame lo había hecho antes, aunque un tanto mas hacia el flanco, en pos de no topar con éste al bajar. Al llegar al suelo, buscó rápidamente con su mirada el edificio, asegurándose de que nadie había salido o se asomaba.

Hey... si entramos todos a la vez, quizás el cara de rata huya por una ventana o algo... —inquirió la chica. —¿Que os parece si uno se queda fuera, yo entro por la ventana, y otro por la puerta? Cubriríamos los tres frentes, y evitaríamos que huya como una mala hiena...
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#81
Asintiendo tras la señal de Akame, y con los nervios cada vez más a flor de piel, el Uchiha bajó hasta él junto a Aiko. El callejón en el que se encontraban no inspiraba demasiada confianza. Era el típico en el que se podía producir un asesinato y nadie darse cuenta del cadáver hasta pasado unos días. O eso, al menos, fue la impresión que le causó.

Cara Rata, aparentemente, se encontraba en un pequeño local situado al fondo del callejón, entre las esquinas de dos viviendas mayores. El único acceso que veían era una puerta de madera y una ventana. «Está atrapado. A no ser que haya una puerta trasera… está atrapado»

Pero antes de que le diese tiempo en pensar ninguna estrategia, Aiko propuso un plan. Al Uchiha no le pareció mala idea, siempre y cuando fuese él quien…

Me parece buena idea. Propongo que sea Akame quien entre por la puerta, y yo me quede vigilando afuera. Al fin y al cabo, a mí se me da mejor el combate a distancia y en el cuerpo a cuerpo siempre flaqueé…

»Subiré de nuevo a los tejados y comprobaré que el local no tiene ninguna salida trasera —añadió, esperanzado de que Akame aceptase el plan y él se quedase a salvo del peligro. Ya intervendría cuando las cosas se hubiesen zanjado... como siempre le gustaba hacer.
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#82
De ninguna manera, Datsue-kun —replicó Akame, bien serio, cuando su compañero trató de escaquearse—. Entraremos todos, machacaremos a este tipo y le haremos unas cuantas preguntas a Rokuro Hei-dono.

No pensaba dejar que su compañero de Aldea evadiese de aquella forma tan simple lo que era su responsabilidad. Al fin y al cabo, él tenía tantas ganas de averiguar lo que había pasado como el que más —o eso parecía—. «Me da a mí que este chico siempre intenta pasarse de listo», se dijo Akame. Estaba apenas empezando a calar a su compañero de Villa.

Sea como fuere, y dispuesto a no dejar que Datsue se escondiese como un cobarde, Akame avanzó con cuidado hacia la entrada. Se agachó para colocarse bajo la ventana y luego subió la cabeza muy despacio, de forma casi cómica, para echar un vistazo en el interior. Ninguna de las personas que estaban allí dentro parecía haberse dado cuenta. Y no eran pocas. Con un gesto de su mano diestra, el Uchiha indicó a sus compañeros que se arrimasen para poder ver también lo que sucedía dentro.

El interior era tan parco como podía deducirse desde fuera, apenas un local pequeño y con poco mobiliario. Había únicamente una mesa cuadrada en el centro, frente a la puerta, y alrededor de ella varias sillas. Sólo una estaba ocupada, sin embargo, por el músico. Rokuro Hei parecía un muerto viviente, pálido como la nieve y con los ojos desencajados del miedo. Entre sus manos tenía aquel shamisen negro.

Alrededor, de pie, había varias figuras.

¡Y pues bueno! ¿Me dices que este tipo es capaz de revivir a los muertos, Nezumi? —el que hablaba era un tipo bajito y regordete, mucho mejor vestido que los demás, con varias cadenas y anillos de oro en su atuendo y que sostenía un puro encendido en su mano derecha.

Así como lo oye, Jefe. Lo han visto estos dos ojos —el interpelado, al que los chicos reconocerían como Cara de Rata, se señaló la cara—. Oí los rumores de lo que pasó en el Honimusha después de que me mandaste a ajustarle las cuentas a ese contable soplón. Yo mismo no me lo creía, Jefe. Pero, después, en el funeral...

El llamado Jefe fumó una honda calada de su puro y se colocó junto a Rokuro. Además de ellos tres, en la habitación había cuatro hombres más; tres de ellos vestían armadura de cuero y llevaban sendas espadas en el cinturón. Eran jóvenes y corpulentos, con cara de pocos amigos. El cuarto era distinto; un tipo que debía rondar los cuarenta y largos, de pelo castaño y afeitado casi a ras. Vestía indumentaria de mercenario y tenía la cara y los brazos llenos de cicatrices de distinto tamaño y profundidad.

«El shinobi», pensó Akame tras examinar el chakra de aquel tío con su Sharingan.

Te creo, Nezumi, te creo... —empezó a decir el Jefe.

Extendió la mano libre hacia uno de sus muchachos y éste desfundó su cuchillo y se lo dio. El Jefe se lo ofreció entonces a Nezumi, tomándolo por el mango.

Por eso mismo quiero que te rajes la garganta.

El aludido se quedó de piedra. Inmóvil como una estatua.

Venga, hombre, ¿no dices que este músico de los cojones es capaz de revivir a los muertos? ¿De qué tienes miedo entonces?
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#83
La chica no tuvo replica alguna por parte de Datsue, éste aceptó inmediatamente y sin dilaciones en ser el mártir que esperaría fuera en pos de emboscar a los posibles enemigos que huyesen, con todo lo que ello conllevaba. Incluso propuso que volvería al tejado done estaba antes, con tal de obtener mejor punto estratégico. La pelirroja no esperó sin embargo que su propio compañero de aldea fuese quien desbaratase toda esa trama estratégica tan embellecida. Sin titubeos, inquirió que todos entrasen, les dieran una paliza al secuestrador o secuestradores, y saliesen con las mismas, como el equipo improvisado que conformaban.

La chica miró a Datsue, y afirmó con un gesto rápido vertical con la cabeza, dando a entender que aceptaba también ese plan. No obstante, aunque era algo mas descabellado, si entraban los tres por la ventana y puerta, no parecía que pudiesen tener ocasión a escapar. A menos, claro, que tuviesen una salida oculta por algún lado de ese chapucero centro de operaciones.

Vamos pues...

Casi sin necesidad de que ésta lo dijese, Akame se apresuró en acercarse lo máximo posible hasta la ventana. Una vez allí, asomó lentamente por ésta, investigando la situación. La pelirroja no fue menos, y en un abrir y cerrar se puso al flanco del chico, con un sigilo si no igual, parecido. Al asomarse, observó que el panorama no era nada agradable. Habían un montón de secuestradores, entre ellos el cara de rata.

«¡¡La puta madre que parió a Rikuddou y a la hiena de su hermana!! Menuda ocasión para haber dejado los sellos explosivos y armas en casa... desde luego...»

La chica no pudo esconder una mueca de desdén, recordando que había dejado el armamento en casa a causa de que no esperaba tener que usarlo en un concierto, en un evento social. Cuan mala decisión había tomado...

El hombre con el puro, a palabras del cara de rata, le ofreció fortuitamente la oportunidad de degollarse él solito, toda una suerte. Sin embargo, éste no parecía demasiado dispuesto a hacerlo. Aunque afirmaba que el músico podía revivir a los muertos —como Aiko bien había supuesto— no estaba convencido en probarlo en sus propias carnes. Pero, era obvio que el señor regordete y bajito del puro haría que éste lo hiciese, ya fuese por las buenas o por las malas. Al menos, eso pensaba la chica.

«Quizás éste tipo puede ser un aliado provisional, al menos hasta que acabemos con el resto... después pagará por lo que hizo.»

La chica desvió la mirada hacia sus compañeros. —Nos superan en número, y ahí está el tipo que puede ser el shinobi... quizás si lo abatimos el primero, el resto se achante... no se ven tan fuertes, ¿no? —preguntó lo mas bajo que pudo de tono.
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#84
«Maldito Uchiha…» En otra situación, se hubiese escaqueado de igual modo, por mucho que Akame le insistiese en ir junto a ellos. Pero Aiko tenía los ojos puestos en él, ¿y a qué chica le gustaba un cobarde? «A ninguna que yo conozca, por desgracia…»

Pero que se viese arrastrado a seguirles no significaba ponerse en primera línea. Datsue siguió a Akame y Aiko hasta la ventana en un discreto segundo plano, mientras miraba a un lado y a otro, examinando el terreno. Buscaba posibles vías de escape... Pero no para los bandidos, sino para él. «Sí, creo que si las cosas se ponen feas lo mejor será un Sunshin y adiós muy buenas. Hay espacio de sobra para correr y estamos a la luz del día, no debería tener problema.»

Decidido aquel punto, Datsue centró su atención en la ventana. O en lo que sucedía al otro lado, más bien. Con mucho cuidado de que no le viesen, el Uchiha llegó a contar siete hombres en aquel habitáculo reducido. No había duda de que tanto Cara de Rata como Rokuro Hei se encontraban allí, además de otros cinco hombres. Al igual que Akame, Datsue activó su sharingan y comprobó que el chakra de uno de ellos brillaba con especial intensidad. «El shinobi…»

Nos superan en número, y ahí está el tipo que puede ser el shinobi... quizás si lo abatimos el primero, el resto se achante... no se ven tan fuertes, ¿no?

«Así que vamos a hacer esta mierda, ¿eh?» El corazón de Datsue se agitó, nervioso. No le gustaba. No le gustaba entrar en la boca del lobo de aquella manera. De exponerse tanto. Pero ya que estaban decididos a ello, mejor hacerlo con la mayor seguridad posible.

Está bien, panda de intrépidos, escuchad el plan del tito Datsue —susurró, refugiándose de nuevo tras la pared. Entonces, empezó a liberar bolas de papel selladas en las palmas de su mano y antebrazo—. Primero la distracción —Datsue les enseñó la primera bomba, con el kanji de luz grabado en ella—. Luego, les jodemos con esto —Datsue les enseñó otras dos bolas de papel, esta vez sin ningún tipo de inscripción en ellas—. Esta contiene una sustancia altamente inflamable, un tipo especial de aceite, que al estallar salpica a todo aquel que se encuentre en un radio de dos metros. Supongo que ya ves por donde voy, Akame. Se la lanzaré al shinobi. Esta otra, en cambio —continuó, mostrando la otra—, baña también a todos los que se encuentren en dos metros de radio en una sustancia de lo más especial… Una sustancia pesada y espesa que provocará que sus movimientos sean más lentos durante un par de minutos. Se la lanzaré al resto.

»Mi idea es sencilla. Abrimos la ventana, lanzo la bomba de luz y luego las otras… y mientras tanto Akame entra por la puerta y lanza su mejor katon al shinobi. Aiko, por otra parte, podría ocuparse de derribar a alguno de los otros… ¿Qué os parece?
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#85

Aprovecho para poner aquí algunos stats del shinobi mercenario. Es un exiliado que trabaja por su cuenta, intentando no llamar la atención de las Aldeas. Hasta ahora no ha tenido ningún problema... e.e

· Facultad personal: Ichizoku: Kaguya
· Naturalezas del chakra: Fuuton

· Nivel: 20

Fuerza: 45
Resistencia: 40
Aguante: 40
Agilidad: 60
Destreza: 60
Poder: 50
Inteligencia: 45
Carisma: 35
Voluntad: 50
Percepción: 45

PV: 250
CK: 220

Facultad personal: 100
  • (Ninjutsu)
    • Ninjutsu elemental (Fuuton): 80
    • Fuuinjutsu: 0
  • Taijutsu: 10
  • Genjutsu: 0
  • (Bukijutsu)
    • Shurikenjutsu: 0
    • Kenjutsu: 10

Con respecto al inventario, a simple vista lleva tan sólo un portaobjetos pequeño atado a la cintura.


Nezumi retrocedió con los ojos como platos. El Jefe correspondió al movimiento acercándose más, enarbolando la daga ahora por el mango, con la punta afilada y brillante mirando directamente al cuello del sicario. De repente, el hombre con cara de rata trató de desenvainar su propia arma —el cuchillo largo y grande, del tamaño de una wakizashi, con el que había degollado a Ishigami Takuya la noche anterior— para defenderse. Pero el Jefe fue más rápido; con un veloz paso hacia delante se abalanzó sobre su subordinado y le clavó su daga en el gaznate con una estocada certera. El sicario gorjeó unas palabras ininteligibles antes de caer de espaldas al suelo aferrándose el cuello con ambas manos.

Siempre te dije que esa navaja era demasiado grande como para poder desenfundarla rápido, Nezumi... —dijo el Jefe, dando otra fumada a su puro, como si estuviese reflexionando en voz alta—. Venga, músico. Obra tu magia.

El maestro Rokuro, que había presenciado toda la escena en primera fila —y de hecho sus ropas estaban manchadas con la sangre del difunto Nezumi—, parecía a punto de desmayarse. Sudaba exageradamente, tenía los ojos desencajados y estaba muy pálido. Aun así, sacó fuerzas para arrancar algunas notas de su Shamisen. Fue una melodía triste, desgarrada.

De repente, el hombre con cara de rata empezó a convulsionar violentamente. Empezó por la pierna derecha y el temblor acabó por extenderse al cuerpo entero. Ante la atónita mirada de los presentes, Nezumi trató de ponerse en pie mientras intentaba decir algo, provocando que la daga clavada todavía en su cuello se moviese e hiciese todavía más grande la herida.

Que mi santa madre me dé dos sopapos... —balbuceó el Jefe.


Mientras, fuera, los muchachos debatían su plan de ataque. Akame agachó la cabeza cuando su compañero de Aldea les expuso lo que pensaba que era la táctica más óptima. «Ese shinobi tiene más chakra que cualquiera de nosotros, y también más cicatrices. No parece demasiado inteligente enfrentarnos a él abiertamente... Aunque tenemos el elemento sorpresa a nuestro favor. Maldición...»

Es un ninja... ¿Seguro que deberíamos atacarle? ¿Y si está cumpliendo una misión para otra Aldea? —reflexionó en voz baja el Uchiha. «Aunque no lleva bandana ninguna»—. Por todos los dioses, nos estamos arriesgando a que ese tipo nos mate a los tres.
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#86

Alaaaaa! ALAAAAA! CASI NAH!

Sin recelo, el mafioso que portaba el puro y de vez en cuando le propinaba una curiosa calada, no dejó que el cara de rata desenvainase siquiera su arma. Aunque rechoncho, el hombre tenía buenas cualidades con el arma de filo, e incluso se jactó de que ya le había avisado en varias ocasiones de que el tamaño del arma del otro asesino le costaría la vida en algún momento. Sin preámbulos, el hombre amenazó al músico para que hiciese su magia, y éste comenzó a tocar una desgarradora melodía. El cara de rata, con el cuchillo aún hundido en su garganta, empezó a convulsionar, intentando ponerse de pie.

«Justo lo que pensaba...»

Datsue aceptó quedarse junto a ellos, y lejos de quedarse en un segundo plano, incluso propuso una buena estrategia usando algunas herramientas que tenía a mano. Al parecer, podían solventar la situación gracias a éstas, al menos según afirmaba el chico.

Akame por su parte no parecía tan convencido, sus orbes color carmesí volvieron hacia los compañeros tras examinar la situación, e intentó convencerlos de que posiblemente ese shinobi estaba en una misión —incluso podía matarlos— si no tenían demasiado cuidado, deberían reparar en las consecuencias. Sin embargo, Aiko no comprendía el porqué tanto miedo... ese hombre si que tenía cicatrices y tal, pero... tampoco se le veía tan fuerte.

No tiene la bandana encima, y no es por cosa de que esté en un evento social o algo parecido... si no es un desertor, será un tipo que ha estudiado ninjutsu por su cuenta. No será tan fuerte, ¿no crees? —replicó a Akame. —Si no... bueno, lo que también podemos hacer es mantener un ojo en que nadie salga, mantenerlos ocupados aquí, y que uno de nosotros vaya a avisar a las autoridades.

»Aunque... pensandolo bien, siendo un mafioso con tanta influencia, quizás sea hasta peor avisar a las autoridades... seguro que tiene a gente comprada ahí... La chica se llevó la mano hacia el mentón, intentando pensar en alguna otra estrategia. Lamentablemente, no se le ocurría nada. Tanto años de experiencia, y tan novel en éste tipo de situaciones... curioso.
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#87
Es un ninja... ¿Seguro que deberíamos atacarle? ¿Y si está cumpliendo una misión para otra Aldea? —reflexionó en voz baja Akame—. Por todos los dioses, nos estamos arriesgando a que ese tipo nos mate a los tres.

«Vaya, vaya… ¿Dónde quedó esa bravuconería de entrar y machacarlos a todos?» Aunque, no iba a mentirse a sí mismo, a Datsue aquel cambio de idea le sentaba de maravilla. Nunca había sentido las más mínimas ganas de combatir, ni antes ni después de ver el ingente torrente de chakra que circulaba por el cuerpo del shinobi.

Aiko, por su parte, propuso que uno de los tres fuese a avisar a los guardias, no sin antes advertir el posible peligro que ello implicaba: tratándose de un mafioso con tanto poder de influencia, quizá tuviese untados a parte de ellos.

Pues no me parece mala idea, y no creo que tenga sobornados a toda la guardia —dijo finalmente—. Seguramente el templo ya esté lleno de guardias en este momento. Con un Sunshin podría presentarme allí en cuestión de nada… y vosotros mientras os quedáis aquí vigilando. Si se mueven, simplemente los seguís y me guiais a mí y a los guardias con las mariposas, y luego… —el Uchiha se quedó sin habla. Había asomado nuevamente la cabeza por la ventana, para comprobar que todo seguía igual, y se había quedado con la boca abierta al ver a Cara de Rata en el suelo, tratando de levantarse con una daga atravesándole el cuello de parte en parte. Luego sus ojos se posaron en Rokuro Hei, y el suave rumor de una melodía llegó hasta sus oídos.

»La madre que me… —susurró, agachándose de nuevo de forma brusca—. Acaban de matar a Cara de Rata, joder... —Datsue estaba blanco como la cera. Dos asesinatos en dos días eran demasiadas emociones fuertes para él—. Yo me piro… a buscar refuerzos —añadió, no sin cierta dificultad. Se escurrió hasta la esquina del callejón, fuera del alcance de la ventana. Entonces se levantó, guardándose las bombas en el bolsillo del pantalón. Luego miró a Akame y Aiko por última vez, guiñándoles un ojo, y acto seguido realizó el Sunshin no Jutsu por segunda vez en el día…

Su destino: el templo donde habían presenciado el levantamiento de un muerto. Su verdadero objetivo: poner tierra de por medio entre él y el peligro.
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#88
Tan absorto estaba Akame en lo que sucedía dentro de aquel cuchitril, que ni siquiera se dio cuenta de que su compañero de Aldea se había dado a la fuga hasta que éste se despidió con la promesa de traer a más hombres. «Maldita sea, Datsue-kun, ¿tenías que huir?», maldijo para sus adentros el Uchiha. «Qué remedio... Tendremos que apañárnoslas». Luego, volvió la vista hacia dentro.

Nezumi había conseguido incorporarse, todavía con aquella daga incrustada en el gaznate y chorreando sangre a mansalva, tanto por la herida como por la boca y los ojos. Emitía un gorjeo sordo parecido al de una cancela vieja al abrirse, y ante la atónita mirada de todos los presentes, trató de agarrar del cuello al Jefe.

¡La puta madre! ¿¡A qué están esperando!? ¡Mátenlo... O lo que sea! —vociferó mientras retrocedía, espantado.

Los sicarios —el ninja no se movió— desenvainaron sus espadas y empezaron a lanzar aterrados tajos hacia el cadáver andante. Poco a poco lo fueron haciendo mierda hasta que el tipo con cara de rata cayó de espaldas, convertido en una pulpa sanguiolienta y huesuda. Rokuro Hei dejó de tocar para vomitar delante de la silla donde estaba sentado; estaba blanco y parecía en muy mal estado.

Arg, qué asco. Muchachos, recojan esto. Taka-san, vamos a dar una vuelta con Rokuro-dono... Estoy seguro de que esa magia suya interesará a algunos de mis amigos.

El ninja mercenario obedeció sin decir palabra, agarrando al músico de un brazo para levantarlo sin esfuerzo. El Jefe y él se dieron media vuelta, abandonando el local por una puerta trasera que ninguno de los gennin había visto antes —y que Datsue había insistido en comprobar—. Mientras, los otros sicarios empezaron a limpiar el desaguisado.



Datsue llegó al templo unos minutos después. La muchedumbre se había cambiado de careta, pues ahora quedaban pocos de los invitados y la mayoría eran curiosos que se habían acercado a mirar, atraídos por el escándalo y el rumor de un cadáver que se había intentado escapar de su ataúd.

El Uchiha vería que no había demasiados guardias, apenas cuatro de ellos, y mientras dos conversaban animadamente junto al ataúd de Ishigami Takuya —como si todo aquello no fuese más que una invención supersticiosa—; otros dos interrogaban a un puñado de testigos. Por sus caras no parecían estar creyendo lo más mínimo.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#89
¡El asesino! ¡Tenemos al asesino! —rugió Datsue, irrumpiendo en el templo como un toro en celo. Acto seguido se llevó las manos a las rodillas y respiró con dificultad, tratando de recuperar el aliento. El Sunshin le había dejado extenuado, y el corazón seguía latiéndole con furia tras lo que acababa de presenciar.

«Un último esfuerzo... ahora que ya estás a salvo»

Levantó la cabeza —que no el cuerpo entero— y reconoció por su indumentaria a dos guardias junto al ataúd, y a otros dos desperdigados por el templo, hablando —supuso— con testigos. No había tiempo que perder: liberó la bandana ninja sellada en su cuello, que le acreditaba como ninja de Uzushiogakure no Sato, y la levantó en lo alto.

Señores, soy Uchiha Datsue, también conocido como…«¡Corta el rollo! ¡No hay tiempo para eso!», quiero decir… Shinobi de Uzushiogakure no Sato. Yo y un par de compañeros ninja hemos localizado al asesino de Ishigami Takuya, ¡quien tiene secuestrado a Rokuro Hei! ¡Lo secuestró durante el velatorio! ¡Seguidme y os llevaré hasta ellos! —rugió, haciendo aspavientos con las manos para que le siguiesen—. ¡VAMOS! ¡NO HAY TIEMPO QUE PERDER!
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#90
Aiko pudo observar a buenas que Datsue se esfumaba en un abrir y cerrar de ojos. Tal y como ella había propuesto, a buscar ayuda de cualquier persona que se prestase a ello. Aunque, tampoco es que su voz diese demasiada confianza en un principio, pareció aterrorizado al ver el cadáver del cara de rata... y hasta su voz tembló. Pero, tampoco podía culparlo, era mas que obvio para alguien que no suele tratar con la muerte ese tipo de reacciones. Para Aiko, sin embargo, eso era casi una rutina...

«Bien... solo nos queda mantener a éstos tipos aquí dentro, sea como sea.»

Pero apenas dio la vuelta y volvió a mirar por la ventana, las cosas parecieron torcerse súbitamente. Cara de rata trataba de atrapar a su ex-jefe, pero éste —ayudado por los mercenarios— le dio un nuevo escarmiento. Los matones del tres al cuarto se ensañaron con el cadáver hasta que no quedó de éste mas que trozos y vísceras por todos lados, por no hablar de sangre. El color carmesí violaba la habitación a manchas abruptas.

El jefe, mas tranquilo ahora, inquirió al que parecía ser el shinobi que tomase a Rokuro Hei para dar un paseo, y así actuó éste. Tomó al hombre de un brazo, y lo levantó sin esfuerzo alguno. Tampoco es que éste ejerciese mucha dificultad a ello, pero al hombre se le notaba bien fuerte. Tras ello, el tipo, Rokuro y el jefe tomaron una salida trasera.

Mierda... tratan de escapar. —maldijo la chica. —Intentemos seguirlos desde los tejados, Akame.

Eso si, no pensaba dejar atrás la posible ayuda que Datsue traería... si es que regresaba. Con un gesto rápido y firme de brazo, se desplegaron una decena de papeles, que en el mismo aire tomaron la apariencia de mariposas de papiroflexia. Una de éstas quedaría justo donde estaban ahora mismo, a modo de señal.

De un rápido impulso, la chica subió a toda velocidad la pared, y tomaría el tejado de la vivienda. A toda velocidad, intentando mantener el privilegiado factor sorpresa y el sigilo que éste conllevaba, se aproximaría al borde para observar por donde huían. En el camino, las 9 mariposas restantes siguieron a la chica, quedando una mas en el borde de éste, nuevamente para avisar a Datsue.

Dios quisiera que éste regresase...
[Imagen: 2UsPzKd.gif]
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