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El chico no tardó en replicar. No estaba conforme con la decisión de la chica, alegó ser un ninja médico, y no dudó en dárselas de ser el mejor de toda Amegakure no Sato, nada mas y nada menos. Comentó que de haber estado consciente en el momento en que lo trataban, habría obrado por impedirlo, pero que al parecer no pudo hacer nada puesto que en ese momento estaba aún inconsciente. Según decía, le habían convertido en una momia.
«Supongo que hay cosas que no cambian.»
La chica tan solo mantuvo silencio, esperando a que el chico terminase de hablar. Instó en que seguramente los médicos de allí lo había dado ya por perdido, y tan solo esperaban que muriese con el tiempo. La chica dejó caer un suspiro, realmente lo estaba llevando al extremo ese chico. Qué drástico el zagal...
— Que exagerado eres... —comentó, dando espacio para decirle algo mas, pero contra todo pronóstico, eso no fue posible.
¡¡SSSSPLAAAAAAASHHHH!!
Una corriente de agua entró por la ventana, revoleando todo a su paso. La vidriera reventó, el mobiliario se empapó y desplazó, la pelirroja se vio arrastrada por la corriente hasta chocar contra la pared, y Mogura mas de lo mismo. Ni dos segundos pasaron cuando una paloma comenzó a revolotear por toda la habitación, liando aún mas el asunto, dejando plumas por todos lados, y quejándose a su manera.
— BOKÓKÓKOOOOÓ
— La puta madre... —se quejó, e inmediatamente se puso en pié y buscó al responsable por la ventana.
Buscó con ahínco, pero para cuando lo hizo, allí abajo no podía ver a nadie especialmente sospechoso. Por decirlo de algún modo, pues no había mas que personas asomadas desde ventanas contiguas. Al poco de asomarse, la paloma arremetió contra la chica, haciendo que ésta casi cayese por la ventana.
— BOKOÓ
— ¡HIJOS DE PUTAAA! —bramó, insatisfecha por no haber visto al culpable.
Dio la vuelta, y dejó escapar un tendido suspiro.
«Calma... calma...»
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¿Estaba siendo el joven médico exagerado? Quizás un poco, pero por una buena razón.
Cualquiera hubiese sido la razón de Mogura para estar insatisfecho con el trato que estaba teniendo en el hospital, dejó de importar en el momento que la sala se volvió un acuario. Incluso un pájaro se había llegado a meter. Tanto Aiko como él fueron lanzados contra las paredes impactando dolorosamente. Realmente no necesitaba más de eso.
—BOKÓKÓKOOOOÓ
Si hubiese tenido control de su cuerpo en aquel momento, probablemente habría lanzado el pájaro por la ventana. Pero pareció ser que ese encontró su propio camino hacía el exterior, por poco lanzando por la ventana a la inmortal kunoichi.
Esta se encontraba lanzando palabrotas al aire, nadie la estaba escuchando realmente. El culpable parecía ya no encontrarse en el lugar.
Watasashi-san...
Llamó Mogura, quien se encontraba de lado contra una pared, sintiendo todo el peso de su cuerpo apoyarse de un solo lado. Eso realmente dolía.
¿Puede darme una mano, por favor...?
Pidió haciendo un esfuerzo de mantener su tono serio, realmente se estaba esforzando. Solo necesitaba que las vendas fuesen cortadas y podría irse del lugar, no necesitaba más. Pero él no podía hacerlo solo.
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Después de todo el jaleo que se formó en la sala —sin pies ni cabezas— y la chica bramando como una loca por la ventana, intentando afligir al susodicho dueño de ése infortuito ataque hacia los genins, Mogura llamó la atención de la chica. Éste había quedado como una góndola varada en un canal, salvo que era una persona y allí no había canal alguno. Eso si, agua no faltaba. El pobre, había quedado atascado contra la pared, de manera incómoda a la vez que cómica. Sin demora, solicitó a la chica que le echase una mano, con un tono tan serio que hasta le sacó una risa a la pelirroja.
—Uy, lo siento, si, si... jajaja.
Ésta se apresuró a ponerlo en una posición mas cómoda, dentro de lo que cabía. Lo dejó reposado en el suelo, y buscó por el destrozado mobiliario las susodichas tijeras. No tardó demasiado en hallarlas, y tras ello se dirigió de nuevo hacia Mogura. Tomó el brazo de éste, hincó levemente las tijeras en las vendas, y le dirigió una mirada.
—Intentaré no cortarte demasiado, pero no prometo nada. —aseguró con una sonrisa.
Dicho eso, comenzó a cortar las vendas de todo el brazo izquierdo. Poco a poco, liberó la extremidad de éste, y tras acabar con ésta, se dirigiría hacia la contraria. No era una experta manipulando las tijeras, pero tampoco le resultó extremadamente difícil. Eso si, el chico quizás tenía algo de razón... las vendas estaban apretadas como para cortarle hasta la circulación.
«En realidad se han pasado tres pueblos...»
Continuando con la otra extremidad, la chica liberaría ambos brazos y manos. —¿Algo mejor, no?
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Después de resignarse a no encontrar al culpable de lo ocurrido, Aiko se acercaría a Mogura y lo colocaría en una posición más cómoda, tanto como fuese posible. Parecía que ahora si estaba dispuesta a darle una mano.
Haciéndose con unas tijeras, la kunoichi de pelo rojo comenzó a trabajar en las vendas del médico, poco a poco sentía que recuperaba el control de su propio cuerpo. Eso era bueno.
El muchacho no decía nada mientras la fémina cortaba las vendas, trataba de luchar con la constante de dolor que manejaba en ese momento por las quemaduras a lo largo de todo su cuerpo.
Finalmente y con sus brazos y manos liberadas, la kunoichi consultaría si estaba mejor así.
Mucho mejor. Te lo agradezco, Watasashi-san.
Diría mientras hacía un esfuerzo con ambas extremidades para sentarse en el mojado piso. Liberaría una de sus palmas, y no tardaría mucho en hacer que de esta resplandezca una luz verdosa. Sostuvo de esa manera la luz por un par de segundos, antes de curar alguna otra parte de su cuerpo necesitaba tener sanas las manos.
Realmente, mucho mejor.
Agregaría sintiendo el efecto del Shoosen no jutsu.
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Tras acomodar al chico, así como quitarle gran parte de esas vendas que tan férreamente le limitaban la movilidad, éste agradeció el hecho a la pelirroja. Justo después, no tardó en acomodarse un poco mas, y una vez bien estable, comenzó a acumular chakra en sus manos. Éstas brillaron de un color y una manera que jamás había visto, y comenzó a pasarlas por ciertas zonas heridas.
Aiko ladeó la cabeza, y no pudo esconder un mueca alzando la ceja. No entendía que diantres estaba haciendo, o para que. ¿acaso estaba curándose con esa especie de técnica? Sin duda, era raro de cojones... aunque, también es cierto que jamás había visto a un ninja médico en acción, no tenía ni pajolera idea de cómo funcionaban sus técnicas.
Finalmente, volvió a agradecer a la pelirroja que le hubiese liberado de las ataduras, o vendas. Al parecer, ya se sentía mucho mejor, o al menos eso decía. La chica blandió una sonrisa, liberando ahora su mueca deliberada de duda.
—No hay de qué. —respondió.
Entrecruzó lo brazos, y se llevó la diestra hacia el mentón, tomando una pose un tanto entre interesante y meditante. —Así que eso es una técnica de medicina... ¿no? —preguntó, sin poder esconder su curiosidad. —¿Esa cosa es capaz de recuperar cualquier tipo de herida, o solo lo hace con heridas superficiales? ¿o es una técnica para recuperarte de quemaduras solo?
No podía evitarlo, era mas curiosa que un gato...
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La pelirroja se cruzaría de brazos y se tomaría el mentón con una mano, miraría entonces con cierto interés y curiosidad al joven médico mientras se autotrataba.
No demoró en sacar una conclusión sobre el tipo de técnica que estaba usando Mogura, ciertamente le comenzaba a resultar un poco raro que tanta conociese de que iba aquel brillo verdoso que podía manifestar en sus manos. Era un médico pero también era un ninja, no estaba bueno que todo el mundo supiese que pasaba cuando ponías tu verdosa mano en la herida de tu aliado.
Efectivamente, Watasashi-san. Esto es el Shōsen no Jutsu...
Comentaría mientras pasaba a posar su mano ya en mejores condiciones sobre su otro brazo. Necesitaba tratar un lado para poder asistir al otro, una vez estuviesen sus brazos en condiciones podría dedicarle un poco de tiempo a sus piernas y marcharse de aquel matadero llamado hospital samurai.
La fémina consultaría entonces sobre los alcances de la palma mística del joven de cabello azabache. Él conocía un poco sobre sus habilidades, lo justo sería hacerle llegar un poco de información sobre sus propios poderes.
No puede volver a unir partes cercenadas del cuerpo, pero probablemente pueda evitar que tengan que amputar una pierna o un brazo.
Supongo que unas quemaduras no serán un gran desafió para esta técnica...
Su tono se volvió ligeramente jocoso mientras dejaba escapar aquellas palabras, claramente demostrando que no tenía reparo en tocar aquellos temas. Sentía que sus manos estaban en mejor condición después de ser tratadas, no podía decir que estaba en plenas condiciones pero seguramente saldría caminando por sus propios medios aquel mismo día. Se daría el mismo de alta.
¿Crees que tu próximo combate será tan sencillo como el primero? La gente ha visto tus habilidades...
Mogura se había mantenido tanto como pudo dentro de lo que podía considerarse discreción, era un torneo y tenía que intentar ganar, o que eso parezca al menos. Uno o dos trucos tuvo que sacrificar para no quedar mal frente a su aldea.
¿Sabes contra quién puedes llegar a pelear en la siguiente ronda?
Doblaría la apuesta consultando a la kunoichi por su preocupación por saber quienes podían ser sus siguientes rivales. ¿Sería de esas personas que iban a los exámenes sin estudiar nada o de las que estudiaban todo a último momento?
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La pregunta de la chica recibió una rápida respuesta, siendo que el chico informó del nombre de la técnica. Shōsen no Jutsu, ese era el nombre de la técnica de índole médica. Al parecer, iba a ser verdad que era bueno en esa materia, que era un buen médico o algo similar. Al menos, parecía saber qué estaba haciendo.
Con ese chakra verdoso regurgitado de las manos del médico, las heridas iban perdiendo ese tono tan feo que había pillado, color de la carne quemada. Aunque no las dejaba a la perfección, claramente le daba una buena mejora, aunque quizás nada que envidiarle dado su capacidad de regeneración natural. Si la chica tuviese además de su regeneración ese tipo de técnicas, se convertiría en un auténtico monstruo... aunque, tampoco era algo realmente necesario, no podía morir, ¿para que necesitaba eso? Ya era suficiente con su legado sanguíneo, como para encima tener a su alcance ese tipo de medicina shinobi.
Mogura alcanzó a describir las capacidades de la técnica. Buenamente podía curar casi cualquier tipo de herida, al parecer hasta huesos rotos, pero no llegaba a unir partes amputadas de un cuerpo. Quizás, tampoco era tan potente esa técnica como parecía en un principio.
—Ohhh... ya veo. Parece una técnica interesante, la verdad.
El chico culminó su cura en un brazo, y tras ello curó el segundo. Alcanzó una mejora realmente notoria en ambos brazos, y tras ello, lanzó una tanda de preguntas directas y sin titubeos. Lo primero que preguntó es si pensaba que el siguiente combate sería tan fácil, haciendo alusión a que contra él quizás le hubiese parecido fácil pelear. Tras ello, preguntó si sabía quién sería el oponente.
—No fue un combate fácil el nuestro, únicamente me aproveché de la situación. Dado que no usaste ningún ninjutsu a distancia, e intentaste envenenarme dos veces, creí que combatirías cuerpo a cuerpo tras encontrarme en desventaja. Efectivamente, lo intentaste, y para cuando lo hiciste ahí estaba mi clon cargado de sellos... pura estrategia. —contestó a la primera. —Sobre quién me tocará en la siguiente ronda... pues no tengo ni idea. Creo que será como en la anterior, y no sabremos hasta el mismo momento del combate. De no ser así, tendríamos ventaja pudiendo averiguar sobre el oponente, ¿no crees?
»Además, es mas divertido cuando no sabes qué es capaz de hacer tu oponente. Le da emoción al combate.
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Aiko señalaría que la técnica era algo interesante. Eso fue también lo que llegó a pensar el joven médico en algún momento, pero no tardó mucho en perder la emoción por el descubrimiento.
Es solamente la base, hay mucho por mejorar a esta técnica.
Comentaría recordando la pila de trabajo que tenía pendiente en una parte de su casa.
La respuesta de la fémina no se demoró mucho más en llegar, tan directamente como él había hecho las preguntas, su respuesta también lo fue. Al parecer, Mogura había caído dentro de las expectativas de la kunoichi, al no demostrar conocimiento de ninjutsu a distancia, el combate cuerpo a cuerpo parecía la alternativa mas realista, trabajando sobre esa base la inmortal muchacha planeó su estrategia. Y bueno, le funcionó.
«No estoy seguro de como sentirme al respecto...»
Pensaba mientras seguía curándose las heridas. No estaba seguro de contar con todo el chakra necesario para quedar en optimas condiciones, pero al menos podría quedar en una condición que le permitiría abandonar el matadero.
La identidad de su oponente para la siguiente ronda le era una incógnita, no parecía moverle el piso tampoco el averiguar contra quien podría llegar a tocarle pelear. Sentía emoción al combatir contra alguien de quien no tenía ni idea de sus habilidades.
Es bueno que se sienta cómoda en este tipo de eventos, Watasashi-san. Sobretodo porque pasó a la siguiente ronda.
Comentaría Mogura mientras sus manos no dejaban de brillar.
Pero recuerde que cuanto más avance por las llaves, mas gente conocerá sus habilidades. Hay gente muy fuerte en el torneo, tengo entendido. Y esa gente suele tener maestros más fuertes aún, experimentados.
No creo que sería exagerado el pensar que alguno de ellos pudiese darle algún consejo sobre como pelear contra alguien inmortal o qué pueda deshacerse en un montón de papeles. ¿No le parece?
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Frente a la acusación de que la técnica ea interesante, el médico tan solo se defendió alegando que era una mera técnica base, que tenía mucho por mejorar a esa técnica. Ésto no hacía mas que aclarar que entonces esa técnica base era posible de mejorar, ya fuese con efectos o mayor rango de curación. ¿Conocía éste esas otras técnicas, o bien había mentido afirmando ser el mejor ninja médico de Amegakure? La respuesta quizás no sería de lo mas agradable, o seguramente fuese una mentira... así, que mejor ahorrarse la decepción.
—Ya veo... —puso punto y final al asunto, como buenamente pudo.
Conforme ésta respondió a sus dudas acerca del siguiente combate, el chico no hizo mas que sembrar la duda. Éste no pudo esconder demasiado ese claro sentimiento, esa discordia. Aunque antes quiso halagar el hecho de que era bueno que se sintiese bien al combatir de esa manera, sobre todo por haber pasado de ronda.
De pronto, soltó lo que él bien estaba temiendo. Había gente realmente fuerte en el torneo, y con posiblemente buenos instructores, además de que los comentarios de sus habilidades sin duda estarían revoloteando por ahí. El chico opinaba que no sería raro que alguien le diese un consejo al combatiente sobre cómo pelear contra ella. Pero, había algo en lo que éste no estaba cayendo en cuenta, su oponente tampoco sabría que se enfrentaba a ella, no tenía opción alguna. Imposible para ambos saber de las habilidades de su contrincante, a menos que se conociesen.
—No creo que sea posible esa situación, pero aún así, creo que disfrutaría el encuentro. Después de todo, se trata de adaptarse a la situación, de amoldarse a una mala o buena, a analizar cómo se mueve tu oponente, y buscar los huecos en su defensa... No son combates a muerte, por lo que ambos podemos disfrutar el encuentro.
»Al menos eso pienso yo...
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Aiko comenzaba a parecerle una persona ciertamente descuidada, temeraria y con lo que Kaido llamaría un par de cojones, metafóricos claro. O quizás era él quien estaba siendo demasiado pretencioso de lo que involucraba enfrentarse contra alguien.
La pelirroja sostenía la idea de lo divertido que le sería enfrentarse contra alguien que tiene conocimiento de sus habilidades, incluso después de como lo había planteado él. Su oponente tampoco conocería sus poderes y eso tenia como consecuencia de que las cosas fuesen parejas, al menos en la situación del torneo, donde los combates no eran a muerte.
«Pero ningún combate tuyo es a muerte, eres inmortal...»
Pensó mientras movía un poco los brazos para ver que tan bien estaba, no en optimas condiciones pero lo suficiente. Era momento de pasar a las piernas.
Puede que eso pase ahora, quizás la siguiente ronda tu rival no tenga idea de contra quien le toca pelear. Pero cuando le ganes más gente te verá pelear. Sería inteligente prestar atención a los demás combates y hacerte de información útil, tus posibles próximos oponentes seguramente lo harán.
Eres inmortal, pero no invencible.
El hecho de que no recuerdes la vez que nos conocimos es prueba de que te han derrotado anteriormente, tienes el poder de volver a levantarte a pesar de tus heridas, pero no puedes aprender de lo sucedido. Porque lo olvidas...
Comentaba el joven médico con un tono bastante calmado y claro, mientras trataba su pierna derecha. La chica tenía potencial, pero su conducta estaba lejos de ser aprobada por el muchacho de cabello azabache.
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La chica observó como su antagonista terminó de curar sus extremidades superiores, y tras estirarlas y comprobar su funcionalidad, se lanzó a curar las inferiores. Éste continuó aplicando pasadas sanadoras con esa técnica médica, con ese chakra verdoso que parecía estar realizando su función a la perfección. Sin duda, fuese o no éste chico muy diestro en el ninjutsu médico, debía aceptar que esa técnica que conocía era bien útil.
Entre tanto, el chico insistió en que haría bien de tratar de averiguar sobre los movimientos y las tácticas de sus oponentes. Que al igual que ella podía hacerlo, seguramente sus oponentes podría ver sus combates, y averiguar sobre sus habilidades. No terminó de hablar, que insistió de nuevo, alegando que aunque fuese inmortal no era invencible. Incluso recalcó que el hecho de que no la reconociese era muestra de ello, de que había sido vencida en algún momento.
La chica dejó caer otro suspiro. —No me han vencido, y no te he olvidado porque haya muerto una vez. Mi memoria solo falla cuando muero varias veces de seguido, y eso fue lo que pasó. Me quedé atrapada en una tormenta de nieve en las tierras del norte de Ame, una tormenta que bien podía haber matado a cualquier persona... y no fui una excepción, lo sufrí varios días, muriendo a saber cuantas veces...
»E insisto, se que pueden derrotarme, que mi cuerpo no regenera las heridas al instante, pero me gusta hacer las cosas a mi manera. Quiero luchar como si mi vida estuviese en riesgo en una situación real, saborear lo que todos llamarían miedo. Quiero vivir la tensión en el momento. —inquirió la chica, entusiasmada por el hecho. —Y si pierdo, pues perdí. Tampoco espero ganar el torneo, pero si pierdo no será porque no luché con el 100%, si no porque mi rival es mejor.
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30/08/2017, 15:29
(Última modificación: 30/08/2017, 15:30 por Manase Mogura.)
Costaba un poco realmente el ponerse en los zapatos de la fémina, hacerse a la idea de que recibiendo heridas de muerte en el cuerpo la vida no se terminaría, que el hecho de morir no significaba el final. De igual manera, sus recuerdos no se perdían tan fácilmente como muriendo una vez, tenían que ser varias en poco tiempo. Una tormenta de nieve en el Norte había sido la causante de su perdida de memoria, entendiéndose eso como matarla varias veces.
Él había estado una vez atrapado en el Norte por una tormenta de nieve, pero fue en Yukio y tuvo la suerte de estar resguardado dentro de una cabaña, vieja y destartalada, pero se aguantó la tormenta y no murió.
Reiteró que era consciente de la posibilidad de ser derrotada, pero que a pesar de todo le gustaba hacer las cosas como ella quería. Luchar con todo, como si su vida corriese un riesgo real. Saborear lo que todos llamarían miedo...
«¿Qué significa eso?»
Pensó el joven médico en el momento en que la muchacha uso aquellas palabras, se podría notar que la frase le llamaría la atención pues sus manos dejaron de moverse durante un par de segundos. Y cada segundo que se demoraba era un segundo que sus heridas le molestaban de sobremanera.
¿Saborear lo que todos llamarían miedo...? ¿Por qué dices eso?
Llegado aquel punto, Mogura había tomado la sana decisión de que especular sobre lo que pensaba la muchacha era caso perdido, su forma de pensar escapaba totalmente de la lógica que él podía comprender. Aiko era Aiko. Preguntar directamente parecía ser una mejor forma de saber que pasaba en su cabeza.
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Aiko explicó la situación vivida en el norte de Ame, bajo la tormenta de nieve que la sepultó, lugar donde conoció a Keisuke. Aunque éste detalle lo obvió, no era lo importante de la historia, obvio. Sin embargo, el chico no paró a reparar en dar una respuesta a ésto, simplemente quedó callado, como si lo comprendiese, pero no lo compartiera. A saber, sin duda éste chico llamado Mogura era de lo mas peculiar. Peculiar, por llamarlo de algún modo...
Por contra, hasta sus manos pararon cuando la chica comentó los motivos por los que quería luchar a su manera. El chico no pudo ocultar su intriga, su rostro reflejaba claramente esa curiosidad que recién había despertado, y éste no pudo luchar por escupir la pregunta. ¿Por qué quería saborear el miedo?
La pregunta no era estúpida, en absoluto.
—Saber que aunque mueras volverás a la vida, le quita sentido a la vida, irónicamente. —contestó, sin titubeos. —Sentirme al borde de la muerte, me hace sentir viva.
»Es difícil de explicar, pero cuando tienes en mente que volverás a vivir aunque mueras, el miedo se vuelve algo... efímero. Es decir, ¿a qué temer? Ya perdí a toda mi familia, no tengo personas cercanas, y a mi no me pueden hacer demasiado daño... aunque me dañen, vuelvo a sanar. El único miedo que a veces me queda, es el de pensar si volverá a funcionar mi inmortalidad, y normalmente solo lo experimento cuando estoy en combate, o en una situación similar.
La chica temrinó por encogerse de hombros, dando señal de que ni ella misma lo comprendía a veces. Si era difícil para ella comprenderse, a saber cuán difícil era para el resto... no era de extrañar que estuviese sola.
—Pero bueno, no le des mayor importancia, ni yo misma se lo doy...
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Tenía sentido, el tener conocimiento de que después de tu muerte solo hay más vida hace que una gran cantidad de preocupaciones se vayan. En el caso de Aiko parecía ser que el miedo era una de esas, pero que a su vez el carecer de ese miedo le producía una sed. Una sed de miedo.
Ya no tenía familia ni seres cercanos, no tenía amigos ni se lamentaba el daño que le producían, pues sanaba rápidamente. Solo contaba el miedo con gotas al pelear pensando en si su inmortalidad sigue ahí o no.
Se encogió de hombros, desentendiéndose de lo que había dicho. Aquella inmortalidad comenzaba a verse como una enfermedad a los ojos de Mogura.
Entonces la inmortalidad tiene como consecuencia la perdida de la memoria y la capacidad de sentir miedo. ¡Curioso, pero coherente...!
Contestaría con un tono un tanto serio en un principio pero pasando a ser algo mas jocoso llegando al final de sus palabras. Ahora bien, si tomase la inmortalidad de Aiko como una enfermedad, tendría que ser capaz de señalar un origen, una razón para que fuese ella y no alguien más importante quien tuviese la capacidad de volver a la vida incluso después de ser muerta por bajas temperaturas u otras heridas mortales.
Intentó ponerse de pie, le costaría bastante y no sería para nada rápido. Notables muecas de dolor se marcarían en su rostro. Si no hubiese sido capaz de curar sus heridas realmente estaría deseando estar muerto a sentir como su piel se le despegaba del cuerpo.
Será un largo camino a Nishinoya...
Comentó con un tono bastante serio, tomándose un momento mientras no podía evitar dejar escapar un alarido a causa del dolor.
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Mogura escuchó con atención la explicación de la pelirroja. Ésta no escondió verdad alguna, era mas que obvio. El sentimiento que le brindaba la inmortalidad era como el de la peor de las enfermedades, aunque también es cierto que últimamente le veía el lado bueno. No todo puede ser malo si tienes la inmortalidad entre manos, por muy pesimista que seas. Sin embargo, eso es cosa aparte, normalmente se reflejaba tal y como le decía al chico —gris— no era ni negro ni blanco, era diferente.
El chico, contestó con irónico comentario, un análisis que parecía sacado de una tablilla médica. Perdida de memoria y miedo, así catalogó el chico la inmortalidad. Señaló que era curioso, aunque lógico. Quizás, solo quizás, el chico había entendido parte de cómo podía sentirse la pelirroja, de en qué se había convertido su vida.
«Seguramente no es así, no creo que llegue a entenderlo...»
Tras ello, el incauto intentó levantarse. Obviamente no se encontraba lo suficientemente bien como para ello, pero aún así, insistió. Tanto, que no pudo evitar quejarse como una niña pequeña, o mas. Pero a pesar de ello, por mera cabezonería, lo consiguió.
—¡Hey! ¿Cómo que hasta Nishinoya? Ya te has curado un poco, lo mínimo que deberías hacer es reposar en otra habitación. —inquirió la chica, a sabiendas de que en ésta iba a ser difícil, la sala estaba casi inundada.
»Por mucho que te disguste, no estás en condiciones de irte. Esa técnica ha sanado parte de las heridas, pero estás hecho un trapo. Te quedas aquí.
Y no había mucho mas que hablar. Por mucho que quisiera, no iba ni a poder salir corriendo, no le quedaba otra salvo reposar...
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