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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
No había lugar para mentira en las palabras que Mogura dejó escapar de sus labios. Hanako no tuvo intenciones de volverse a comunicar con él y había una botella de sake calentándose a baño maría en un bar no muy lejos de ahí, esperando por él.

Hizo una ligera reverencia en señal de respeto y sin mediar una palabra más, abandonó el lugar.

Quizás si en algún punto de la noche le hubiese costado conciliar el sueño, habría tomado una gota o dos de Dulces Sueños y se aseguraría de que su sueño pesase lo mismo que un elefante. En la medida justa, aquellos venenos con los que se manejaba eran bastante prácticos para uso cotidiano.

Como si todo formase parte de un ritual que debía seguir con elegante precisión, se separó del futon y comenzó a vestirse de una manera muy metódica. Abrió algunas ventanas y la música de la lluvia llenó la habitación y los pasillos conectados a esta.

Descendió a la planta baja, puntualmente a la cocina, tomó un delantal y se dio a la tarea de preparar el desayuno. Poco a poco el característico aroma a humedad sería aplacado por las verduras, el arroz y el pescado. Uno de los deberes que le correspondía por vivir bajo el techo que su maestro le proveía.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
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#32

Soy Daruu. Entro con hueco de master.

POM, POM, POM. Unos golpes retumbaron en la puerta del hogar de los Aotsuki.

—¡Aotsuki Ayame! ¡Aotsuki Ayame! ¡Arashikage-sama ordena que te presentes en su despacho! ¡Acompáñame!


• • •


Unos minutos después, Ayame se encontraba junto al hombre, un jōnin de pelo casi rapado de color marrón, frente a la puerta de casa de Mogura.

POM, POM, POM.

—¡Manase Mogura! ¡Manase Mogura! ¡Arashikage-sama ordena tu presencia en su despacho! ¡Acompáname!
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#33
Zetsuo parecía que iba a añadir algo, cuando varios fuertes golpes retumbaron en la puerta.

POM, POM, POM.

La familia se volvió, extrañada, hacia la puerta y después se miraron entre ellos, preguntándose sin palabras si alguno de ellos esperaba algún tipo de visitas a aquellas horas de la mañana. Ayame se levantó, dispuesta a abrir, pero antes de llegar siquiera a ella sonó una voz potente y grave a través de ella:

—¡Aotsuki Ayame! ¡Aotsuki Ayame! ¡Arashikage-sama ordena que te presentes en su despacho! ¡Acompáñame!

Un mensaje breve y conciso que la paralizó en el mismo sitio. La Arashikage no solía solicitar la presencia de los genin... y mucho menos mandaba a Jōnin a buscarlos a sus casas. Aquello no pintaba nada bien...

—¿Qué cojones has hecho ahora, niña?

Un desagradable escalofrío le subió desde la planta de los pies hasta las últimas puntas del pelo.

—N... no lo sé...



. . .



Sin embargo, no fueron directamente hasta la torre de la Arashikage. En su lugar, Ayame y el Jōnin, un hombre alto e imponente de cabeza casi rapada, dieron un pequeño rodeo hasta otra casa, mientras la muchacha no dejaba de preguntarse en qué lío se había metido ahora. En más de una ocasión se vio con la imperiosa necesidad de preguntar sobre la razón, pero Ayame se obligó a morderse la lengua y a seguirle diligentemente.

—¡Manase Mogura! ¡Manase Mogura! ¡Arashikage-sama ordena tu presencia en su despacho! ¡Acompáname!

«M... ¿Mogura-senpai también? ¿Qué significa esto?»
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#34
Aquellos minutos de diferencia le habrían dado tiempo suficiente al médico para servir la mesa, no así para terminar su desayuno.

POM, POM, POM.

—¡Manase Mogura! ¡Manase Mogura! ¡Arashikage-sama ordena tu presencia en su despacho! ¡Acompáname!

Bajó sus palillos mientras terminaba de comer el bocado de arroz que tenía en la boca, procuró tapar cada recipiente con su respectiva tapa de cerámica antes de ponerse de pie. Solo entonces se apresuró a buscar sus pertenencias y salir a atender la puerta.

La puerta corrediza de la galería se deslizaría y un paraguas se asomaría fuera, se abriría y solo entonces el médico de Amegakure saldría de su casa. Cruzaría el patio con prisa y abriría el portón de madera.

Me disculpo por la demora. Estoy listo, buenos días.

Diría para luego hacer una reverencia a su superior. Entonces vería que además se encontraba presente la jinchuuriki del Gobi, Aotsuki Ayame, la cazafantasmas. Quien de paso parecía no haber dormido muy bien, o no se había tomado el tiempo debido para maquillarse.

Buenos días, Ayame-san.

Agregó, con una leve reverencia.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
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#35
El inusual trío de ninjas caminó en total silencio hacia la torre de la Arashikage. El hombre que les acompañaba era como un reloj de precisión: no había ni un sólo músculo de su cuerpo que no se moviera con el fin último del de las órdenes que le habían dado. No había una curva que tomase un poco más abierta de lo normal, porque eso conllevaría tardar un par de segundos más en subir al despacho. De hecho, cuando entraron en el edificio, no se detuvo a saludar al recepcionista, y, cuando vio que el ascensor estaba ocupado, hizo el amago de subir por las escaleras. Supongo que en su cabeza se cruzó un juició que dictó este veredicto: "tardaré diez minutos si tengo que subir todos los pisos a pie. Me puedo permitir esperar unos segundos".

Ya en el piso de arriba, el shinobi les acompañó por el pasillo y les abrió la puerta. No esperó a que Yui le dijera que se fuese, porque sabía que eso es lo que haría, de modo que más le valía obedecer en previsión y así se ahorraría unos segundos. Había quedado para cenar con sus amigos esa noche. Si terminaba las tareas varios segundos antes, al final del día podría permitirse abandonar una hora antes su puesto.

La puerta se cerró. Los ninjas caminaron hacia la mesa de Yui, que estaba con rostro de pocos amigos detrás de una pantalla de televisión a cuya parte trasera iban a converger múltiples tubos de energía hidroeléctrica.

Y entonces, cuando estuvieron cerca de ella...

...a Ayame le pasó algo.



- Datsue
- Yui
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#36
En efecto, a Aotsuki Ayame le sucedió algo. Algo que cada espectador describiría de forma totalmente distinta, según su forma de ser. Para los más sentimentales, se trataba de una justa revancha. Para los más espirituales, del karma. Para los apáticos y aburridos, de una vergonzosa niñería. Para los íntegros y honrados, de una sucia puñalada por la espalda. Para los más puristas, no obstante, tan solo se trataba de una técnica sellada en el hombro de la kunoichi.

El hombre que colocó aquella técnica la llamaba Henge no Fūinjutsu, y era, sin duda alguna, del tipo más sentimental que había. Pues para él aquello no era una simple revancha, sino una señora vendetta.

Para ser claros, lo que le sucedió a Ayame es que dejó de ser Ayame. La técnica sellada hizo su función, convirtiéndola en una mujer totalmente distinta. Una mujer que allí conocían muy bien. Por un momento, Amekoro Yui contempló su propio reflejo. Y es que la mujer en la que se había transformado Ayame era…




… la mismísima Arashikage. Si bien, en honor a la verdad, con algún cambio menor.

Por alguna extraña razón —la mente perversa de un Uchiha— tenía los ojos bizcos. Mientras que uno miraba al frente, el otro iba a su aire mirando a un lateral, como si no quisiese perderse ni un detalle de la reacción de Mogura. Un hilo de baba —como el de un anciano con demencia senil—, caía por la comisura de sus labios. Y, hablando de la boca, aquellos dientes de sierra que otrora causaban terror, ahora eran una clara y muy evidente dentadura postiza.

Sin embargo, había algo que eclipsaba todos aquellos detalles, aquellos simples pormenores. Un tatuaje en la frente, sustituyendo la característica marca del símbolo de Amegakure. Un tatuaje compuesto por letras finas y esbeltas, que formaban una frase. O, más bien, una orden:




¡Yo soy la VERDADERA,
póstrate ante tu Arashikage!








¤ Henge no Jutsu
¤ Técnica de Transformación
- Tipo: Apoyo
- Rango: E
- Requisitos: Ninjutsu 20
- Gastos: 8 CK/activación (divide regen. del chakra)
- Daños: -
- Efectos adicionales: -
- Sellos: Perro → Jabalí → Carnero
- Velocidad: Instantánea
Muchas de las misiones de un ninja están basadas en la infiltración y el subterfugio. Este Ninjutsu, que se enseña en todas las academias shinobi de Oonindo, es la técnica más básica para hacerse pasar por lo que uno no es, pero no por ello es menos útil. El usuario realiza los sellos del jutsu mientras visualiza mentalmente aquello en lo que se va a transformar, que puede ser o bien otro ser humano o un objeto inanimado de tamaño medio, un poco más pequeño que una persona o un poco más grande. Tras una pequeña nube de humo, el shinobi se transforma adquiriendo las características físicas deseadas, pero manteniendo algunas de sus propiedades (no puede replicar extremidades que no tiene, por ejemplo, y si lo hace, serán evidentemente falsas).

La técnica es básica, pero muy pocos logran dominarla por completo debido a que requiere una excelente capacidad de memoria y concentración. Por ende o bien se tiene 60 o más puntos en el atributo de Inteligencia o bien se tienen 60 o más puntos en la facultad de Ninjutsu; si no se cumple al menos una de estas dos condiciones, la transformación en otras personas será evidentemente falsa, con obvias carencias o imprecisiones respecto al original.

Incluso así, desconcentrar al usuario, como por ejemplo hiriéndolo, derribándolo o causándole demasiado estrés podría deshacer la transformación.

Alterador (Henge no Fūinjutsu): Gracias a su dominio en técnicas de sellado (Fūinjutsu 60), Datsue es capaz de, tras realizar los sellos originales, hacer contacto con el cuerpo de un objetivo (si este lo permite o está inconsciente), sobre su propio cuerpo o sobre un objeto, implantando un sello que mantendrá la transformación deseada durante (Poder/10) turnos, gastando 15 CK. La transformación no se ve afectada por golpes o estrés, pues es alimentada por el chakra del propio sello, y solo se deshará cuando éste se agote. Como máximo podrá tener dos sellos activos al mismo tiempo.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#37
Yui, atónita, asistió a aquél vergonzoso espectáculo. Primero, se notó en el color de su piel. Pasó a blanco, luego al tono normal, luego a rojo, luego a un morado extraño. Las venas de su cuello se inflaron como si estuvieran a punto de explotar. Se levantó, retirando la silla de golpe, de un salto puso los pies en la mesa, luego bajó, liberó dos wakizashis y corrió hacia Ayame.

¡NIÑATA INSOLENTE! ¡CÓMO TE ATREVES, HIJADEPUTA! —gritó, y con un fluido movimiento en forma de tijera, cortó la cabeza de la muchacha.
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#38
Tras recoger al Chūnin en su casa, Mogura y Ayame siguieron al Jōnin hasta la torre de la Arashikage en completo silencio. No intercambiaron una sola frase durante el trayecto; es más, Ayame apenas miró a su compañero. Estaba demasiado asustada, demasiado concentrada pensando en las razones por las que Yui podría haberla hecho acudir hasta allí.

Tardaron varios minutos en llegar hasta lo más alto de la torre, donde se encontraba el despacho de la líder de la aldea. Y, para entonces, el corazón de Ayame ya latía desbocado en su pecho. Fue el Jōnin el que les abrió la puerta del despacho, antes de desaparecer sin despedirse de nadie. Entraron con cierta lentitud. La puerta se cerró detrás de ellos. Y enseguida quedó ante ellos la imponente figura de Yui, detrás de una pantalla de televisión.

Y, cuando ambos se acercaron, algo ocurrió.

Ayame exhaló una exclamación de sorpresa cuando la envolvió una súbita nube de humo. Esta no tardó más que unos pocos segundos en desaparecer, y parecía que todo seguía tal y como había estado antes... Si no fuera por el reflejo que le devolvía la oscurecida pantalla del monitor. Un reflejo que no reconoció como suyo, pues era nada más y nada menos que la imagen de Yui... distorsionada hacia lo grotesco y ridículo. Una cara que nada tenía que ver con la cara que estaba poniendo la verdadera Arashikage: Su rostro pasó por todos los colores del espectro, desde el blanco de la leche hasta el morado de las violetas. En su cuello, las venas se hincharon como tuberías, y, como un tigre enloquecido, saltó sobre el escritorio, derribando la silla en el proceso, y se abalanzó como un tren sobre ella, con dos wakizashi en ristre.

—¡NIÑATA INSOLENTE! ¡CÓMO TE ATREVES, HIJADEPUTA! —rugió.

—¡E...!

Fue tan rápida como un guepardo. Y Ayame ni siquiera tuvo tiempo de agacharse. En apenas un parpadeo. la Arashikage se había plantado frente a ella, y los dos filos trazaron un escueto arco en torno a su cuello... y toda su cabeza estalló en agua súbitamente. La kunoichi cayó al suelo de espaldas, agarrándose la garganta mientras se recomponía su rostro cargado de terror...

O, al menos, habría sido un gesto cargado de terror si no fuera por aquella mirada vizca y la baba que goteaba desde la comisura de unos dientes postizos a medio caer...

—¡ESPERE, YUI-SAMA!

Ayame rodó sobre sí misma todo lo rápido que fue capaz y se pegó a la pared más cercana. Aunque sabía bien que nada podría hacer para escapar a la ira de la Arashikage. Era demasiado rápida... y estaba demasiado furiosa...

Y con razón.

—¡NO SÉ...! ¡NO SÉ QUÉ OCURRE! ¡ESTO NO LO HE HECHO YO! ¡YO...!

Fue entonces cuando a su mente acudió un recuerdo lejano. El recuerdo de una bola de fuego que Daruu le disparó cuando se hospedaban en una habitación de una posada en Coladragón...

El recuerdo de un Uchiha con rostro de tanuki.

«Hijo de puta...»



PV:

160/190

-30 PV

CK:

176/200

-24 CK


4 turnos restantes del Henge no Fūinjutsu


¤ Suika no Jutsu
¤ Técnica de la Hidratación
- Tipo: Apoyo
- Rango: A
- Requisitos: Hōzuki 10
- Gastos:
  • 0'4 * daño a bloquear CK (mínimo 6)
  • 6 CK para otros usos (divide regen. de chakra) (ver descripción)
- Daños: -
- Efectos adicionales:
  • Convierte el cuerpo del usuario en agua líquida para otorgarle ciertas características (ver descripción).
  • (Hōzuki 10) Permite reducir el daño por Taijutsu, armas y otros golpes físicos hasta en un 25%.
  • (Hōzuki 25) Permite reducir el daño por Taijutsu, armas y otros golpes físicos hasta en un 50%, y además, el daño de técnicas hasta en un 20%.
  • (Hōzuki 60) Permite reducir el daño por Taijutsu, armas y otros golpes físicos hasta en un 100%, y además, el daño de técnicas hasta en un 30%.
- Sellos: -
- Velocidad: Instantánea
- Alcance y dimensiones: -
Técnica insignia del clan Hōzuki. Los miembros del clan son capaces de licuar cualquier parte de su cuerpo, desde un simple pelo hasta convertirse por completo en agua. Esto les permite reducir el daño de ataques físicos enemigos, evitar heridas mortales, infiltrarse en una estructura o mezclarse con una superficie acuática para lanzar un ataque sorpresa. De esta técnica se derivan muchas otras, fruto de la capacidad del Hōzuki para modificar cualquier parte de su cuerpo a voluntad. Cuando un usuario de la técnica se desmaya mientras la utiliza, se transforma en una especie de masa gelatinosa.

El jutsu es muy versátil, no obstante, tiene dos grandes puntos débiles: el primero es que el usuario debe ser capaz de prevenir que va a recibir un golpe para absorberlo, o transformarse nada más recibirlo, por lo que queda vulnerable a ataques a los que no pueda reaccionar (de sigilo y por la espalda). El segundo es que si una técnica de Raiton impacta en el usuario mientras está utilizando esta o cualquier técnica que requiera el Suika como requisito, éste recibirá un 50% más de daño por parte de dicha técnica.

[Imagen: kQqd7V9.png]
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#39
«¡¿AOTSUKI ENLOQUECISTE?!»

Pensó el médico cuando la nube de humo desapareció para dejar al descubierto una imitación de segunda mano de la líder de Amegakure. Sus ojos comenzaron a bailar entre los grotescos detalles de la transformación y la verdadera Yui. Se habría llevado las manos a la cabeza en algún otro contexto, incluso habría hecho un clon para que le tome de la cabeza si hubiese habido tiempo.

La Arashikage estaba cambiando de color demasiado rápido, su paciencia se terminó tan pronto como una copa de cristal se estrella contra el piso, y más sabiendo que esa copa se la regalo su maestro, y la copa la tiró al piso la propia Ayame. La mujer estaba furiosa, no dudo en saltarle al cuello con sus espadas.

—¡NIÑATA INSOLENTE! ¡CÓMO TE ATREVES, HIJADEPUTA!

Exclamó, con los sentimientos a flor de piel.

—¡E...!

Como si la escena estuviese censurada debido al horario en que se transmitía, la cabeza de Ayame no salió rodando y un charco de sangre emano de su cuello. No, en su lugar, la cabeza de la chica explotó como si de un globo de agua se tratase.

—¡ESPERE, YUI-SAMA!

Ayame se fue contra una pared, Mogura no estaba seguro de que hacer. Interponerse en el camino de Yui sería desafiarla y terminaría volviéndose un objetivo de su ira.

—¡NO SÉ...! ¡NO SÉ QUÉ OCURRE! ¡ESTO NO LO HE HECHO YO! ¡YO...!

No había manera de que Mogura pudiese retener a la kunoichi más fuerte de Amegakure con fuerza bruta, pero a lo mejor podía hacer otra cosa.

¡Arashikage-sama! ¡Deténgase, por favor!

Soltó el chuunin, intentando apelar al dialogo. Aunque quizás eso sería imposible.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué siempre Ayame sacaba de quicio a la Arashikage estando él cerca para presenciarlo?

¡Esto no puede ser obra de Aotsuki Ayame!

A riesgo de poner su propia vida en peligro. Con los brazos ligeramente estirados e intentando usar las manos como barrera, el shinobi trató de acercarse a la fémina. Lo último que quería era verse como objetivo de las espadas de Yui.
Hablo - Pienso

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#40
Yui comprobó con una sonrisa de satisfacción como Ayame retrocedía, atemorizada, hacia la pared más cercana. Ella le siguió, manteniendo una de sus wakizashi apuntando al suelo y la otra apuntándole al rostro. La mantuvo a apenas unos centímetros de su rostro.

—¿¡Quién se va a postrar ante quién, hija de puta!? —dijo—. Ah, claro, ahora te arrepientes, lo entiendo... ¡Si no fueras la jinchuuriki, me habría asegurado de rematarte! —Lanzó las espadas a ambos lados, cerró el puño y echó el brazo hacia atrás...

—¡Arashikage-sama! ¡Deténgase, por favor!

—¿Huh? —La mujer se detuvo y se dio la vuelta, lentamente—. ¿Cuántos genin insolentes vas a arrastrar hacia mi despacho, Mogura? ¡Estás haciéndome perder la paciencia! ¡El próximo en perder la cabeza quizás serás tú!

—¡Esto no puede ser obra de Aotsuki Ayame!

—¿Ah, no? ¿Ah, no? —dijo, con tonito irónico—. ¿Y entonces de quién, eh? ¿¡Entonces de quién!? Quizás la señorita jinchuuriki se cree invencible, ¿eh? ¿Quizás quería cobrarse una pequeña ventajita traviesa por aquella vez que preguntó sobre el chakra natural y yo me enfadé con ella?

»¡Ahora, discúlpate como es debido y póstrate ante mi, o me aseguraré de que te saquen el bicho de dentro y de matarte con mis propias manos! —gritó, señalándole el suelo—. Y te lo advierto. Una sola insolencia, como esa imbécil de Aiko, y acabarás en el fondo del lago como ella!

Suspiró y se llevó las manos a la cabeza.

—Si es que en el fondo soy benevolente y todo. ¡Vamos!
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#41
Como un lobo acorralando a su presa, Yui siguió los movimientos de Ayame con una peligrosa sonrisa armada con dientes afilados como navajas. Se acercó a ella, hasta que la punta de una de sus wakizashi apuntó a escasos centímetros del rostro de la aterrorizada genin, que temblaba de forma incontrolable, pegándose todo lo que podía a la pared, deseando poder fundirse con ella y atravesarla.

«La puerta... ¡Tengo que alcanzar la puerta o me matará!» Llegó a pensar, aunque una parte de ella sabía que lo último que podía hacer era huir. ¿De qué le serviría, de todas maneras? ¿Cuántos pisos conseguiría bajar, cuanto tiempo podría permanecer escondida en uno de los despachos o en el cuarto de baño, antes de que la Arashikage la encontrara? Porque si algo tenía claro era que, tarde o temprano, la encontraría. Y aunque consiguiera salir de la torre con vida sabía perfectamente dónde vivía... ¿Acaso estaba condenada al exilio para sobrevivir? «¡MALDITO UCHIHA!»

—¿¡Quién se va a postrar ante quién, hija de puta!? —bramó.

—¿Qu...? ¿Qué...? —balbuceó, genuinamente confundida. Y es que, aunque había podido ver a través del translúcido reflejo del monitor los rasgos de su transformación, no había alcanzado a leer la frase que adornaba su frente y que rezaba: "¡Yo soy la VERDADERA, póstrate ante tu Arashikage!"

—Ah, claro, ahora te arrepientes, lo entiendo... ¡Si no fueras la Jinchūriki, me habría asegurado de rematarte! —exclamó, lanzando ambas espadas a los lados. Ayame respiró hondo, creyéndose a salvo, hasta que vio a la Arashikage cerrando el puño y echando el brazo hacia atrás...

—¡Arashikage-sama! ¡Deténgase, por favor! —intervino de repente Mogura, y ambas se volvieron hacia él.

—¿Huh? ¿Cuántos genin insolentes vas a arrastrar hacia mi despacho, Mogura? ¡Estás haciéndome perder la paciencia! ¡El próximo en perder la cabeza quizás serás tú!

«¡Yo no...!»

—¡Esto no puede ser obra de Aotsuki Ayame!

Ayame contuvo la respiración, entre conmovida por el arrojo del Chūnin por defenderla y aterrorizada por lo que pudiera pasarle por plantarle cara a su líder.

—¿Ah, no? ¿Ah, no? —dijo ella, con tonito irónico—. ¿Y entonces de quién, eh? ¿¡Entonces de quién!? Quizás la señorita jinchuuriki se cree invencible, ¿eh? ¿Quizás quería cobrarse una pequeña ventajita traviesa por aquella vez que preguntó sobre el chakra natural y yo me enfadé con ella?

Ayame quiso hablar, quiso gritar por su inocencia, pero las palabras se habían quedado atascadas en su garganta y a lo máximo que atinó fue a negar enérgicamente con la cabeza. ¿Creerse invencible? ¡Eso era lo último que podía creerse! ¡Y menos frente a la líder de su aldea! ¡Ella jamás haría una cosa así!

—¡Ahora, discúlpate como es debido y póstrate ante mi, o me aseguraré de que te saquen el bicho de dentro y de matarte con mis propias manos! —gritó, señalándole el suelo—. Y te lo advierto. Una sola insolencia, como esa imbécil de Aiko, y acabarás en el fondo del lago como ella!

Las últimas palabras de la Arashikage cayeron sobre sus oídos como un mazo pesado.

—¿Aiko-san...? ¿En el fondo de...? —balbuceó, con los ojos abiertos como platos.

Pero Yui suspiró y se llevó las manos a la cabeza.

—Si es que en el fondo soy benevolente y todo. ¡Vamos!

No hizo falta que se lo repitiera de nuevo. Ayame prácticamente se arrojó al suelo de rodillas y se inclinó hasta el punto de sentir el frío del suelo en la frente.

—¡Lo siento, Arashikage-sama! —exclamó a viva voz, sin dejar de temblar ni atreverse a levantar la cabeza una pulgada del suelo—. ¡Pero le juro que jamás sería capaz de hacer algo así! ¡Yo...! ¡Créame que lo haría si pudiera pero yo...! ¡¡No puedo deshacer esta técnica!! ¡Si esto fuera una transformación normal debería haber hecho sellos y debería haberse desecho cuando me... cuando me...!

«Transformó el brick en un cigarrillo...» Las piezas se unieron en su cabeza, encajando entre sí con un sonoro click. «Uchiha Datsue puede transformar unas cosas en otras... ¿Pero en la distancia?»

—Pero aunque no sea obra mía, sí es por culpa de mi ineptitud el que haya ocurrido algo así —admitió, apretando sendos puños sobre las baldosas—. Puedo... puedo explicarlo, Arashikage-sama. Con Amedama Daruu sucedió algo similar hace unos pocos días, así que, si no me cree a mí, puede... puede preguntarle a él o a mi hermano si lo prefiere... Ambos... ambos coincidimos con un shinobi de otra aldea... Y... de alguna manera... parece que se las apañó para sellarnos a ambos una técnica para que se activara a distancia... Yo... no entiendo cómo funcionan las técnicas de sellado, Arashikage-sama... pero de alguna manera hizo que Daruu me disparara una bola de fuego y que ahora... que ahora... —apretó las mandíbulas, en un vano intento por retener las lágrimas.

¡Pero aquel estúpido rostro lo hacía todo peor!



3 turnos restantes del Henge no Fūinjutsu

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#42
—¿¡Quién se va a postrar ante quién, hija de puta!?

El tono de la Arashikage estaba lejos de ubicarse dentro de lo que Mogura consideraba como correcto.

—¿Qu...? ¿Qué...?

Y es que la joven kunoichi no podía admirar el pedazo de anuncio que tenía en la frente.

—Ah, claro, ahora te arrepientes, lo entiendo... ¡Si no fueras la Jinchūriki, me habría asegurado de rematarte!

Yui se deshizo de sus espadas, quizás sabiendo que terminaría mal la cosa si las seguía teniendo a mano. Fue entonces cuando cuando se giró para responder a las palabras del médico.

—¿Huh? ¿Cuántos genin insolentes vas a arrastrar hacia mi despacho, Mogura? ¡Estás haciéndome perder la paciencia! ¡El próximo en perder la cabeza quizás serás tú!

Mogura tuvo que hacer realmente un esfuerzo por no perder la postura en ese momento, sabía que tenía que tomarse esas palabras en serio.

—¿Ah, no? ¿Ah, no?

«No, Arashikage-sama.»

Pero claro, si decía algo...

¿Y entonces de quién, eh? ¿¡Entonces de quién!? Quizás la señorita jinchuuriki se cree invencible, ¿eh? ¿Quizás quería cobrarse una pequeña ventajita traviesa por aquella vez que preguntó sobre el chakra natural y yo me enfadé con ella?

Aotsuki Ayame no podría encontrar la voluntad necesaria para buscar esa clase de venganza, Manase Mogura estaba seguro de eso. Pero si llegaba a soltar un comentario en el momento inoportuno, no le terminaría de ir muy bien el resto del día.

Yui ordenó que se arrodillase y se disculpase por lo ocurrido, advirtió sobre lo que sucedería en caso de que no lo hiciese e incluso recordó lo que sucedió con Watasashi Aiko.

—¿Aiko-san...? ¿En el fondo de...?

Mogura prestó particular atención a la reacción de Ayame. Al parecer no estaba al tanto de la noticia.

—Si es que en el fondo soy benevolente y todo. ¡Vamos!

Ayame, no perdió el tiempo y se arrojó al suelo de rodillas y se inclinó hasta el punto de sentir el frío del suelo en la frente.

—¡Lo siento, Arashikage-sama!

Dijo casi gritando mientras se inclinaba tanto que casi pegaba la frente al piso.

¡Pero le juro que jamás sería capaz de hacer algo así! ¡Yo...! ¡Créame que lo haría si pudiera pero yo...! ¡¡No puedo deshacer esta técnica!! ¡Si esto fuera una transformación normal debería haber hecho sellos y debería haberse desecho cuando me... cuando me...!

El médico escuchó atentamente las palabras que la chica eligió en ese momento, tratando de encontrar algo que le sirviese para saber qué demonios estaba sucediendo en ese momento. Retomó su postura erguida de antes, lo que la jinchuuriki comentaba no le resultaba para nada ajeno a lo que conocía del Fūinjutsu. Tanto así, que hasta él mismo era capaz de realizar el mismo ejercicio que ese sujeto había practicado en Daruu y Ayame.

Tensha Fūin, Arashikage-sama.

Dejó escapar de sus labios, tomando la palabra en el momento en que Ayame parecía estar a punto de romperse.

Aquel que domine la técnica tendrá la capacidad de sellar técnicas en el cuerpo de una persona.

Agregó con un tono bastante serio.

Esta técnica de transformación no es tan básica, no se deshizo cuando Aotsuki Ayame se vio forzada a usar el Suika no jutsu.

Desvió ligeramente la mirada hacía la joven kunoichi y luego volvió a mirar a su jefa.

Arashikage-sama, la persona que colocó estos sellos en Amedama Daruu y Aotsuki Ayame puede haber colocado más. Un experto en el área debería ser capaz de notar algo más.

La seguridad de dos subordinados de la líder de Amegakure podría llegar a estar en riesgo, más de lo que ya estaba. La mujer tenía los recursos, tan solo esperaba que no estuviese tan enfadada como para hacer caso omiso a lo dicho por el chuunin.
Hablo - Pienso

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#43
Ayame se arrojó al suelo y se disculpó mientras Mogura comenzaba una explicación que más tarde completó Ayame y volvió a complementar Mogura. La Arashikage miró a una, luego al otro, tomó aire y se dirigió a paso extremadamente lento al escritorio, como si en cualquier momento pudiera volver a decidir darse la vuelta y propinarle una patada en la nuca a la kunoichi. Retiró la silla y se sentó, también muy lentamente.

—Tiene lógica —dijo—. Aún así, comprobemos si lo que dice la chica es verdad. —Yui pulsó el botón azul de un micrófono de pie—. Hey. Soy Yui. Tráiganme a Aotsuki Kōri.

Una vez allí —cuando Kōri se encontrase con aquella esperpéntica escena—, la Arashikage le contaría la versión de Ayame y le pediría opinión sobre el asunto.


En el siguiente turno, sólo contesta Ayame Kōri
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#44
La temperatura del despacho descendió varios grados repentinamente, antes incluso de que la puerta se abriera. Aotsuki Kōri entró en el despacho de la Arashikage y le dedicó una sonada inclinación de cabeza antes de mirar a su alrededor. Allí estaban también Manase Mogura, al cual recordaba de la misión de rescate en la guarida de los Kajitsu Hōzuki, y...

A otra Yui, arrodillada en el suelo, que le apartaba la mirada deliberadamente.

El Hielo entrecerró los ojos, extrañado ante aquella visión, pero, carente de cualquier tipo de expresión, se volvió hacia la verdadera Yui.

—¿Me ha mandado llamar, Arashikage-sama?

Yui no tardó en ponerle al corriente de la situación. Durante todo el tiempo que estuvo hablando, Kōri la escuchó con atención sin interrumpirla en ningún momento. Su rostro no varió ni un ápice durante todas aquellas revelaciones, ni siquiera cuando fue informado de que la Yui que se encontraba arrodillada cerca de él era, en realidad su hermana pequeña.

Aunque... ¿qué pintaba Manase Mogura en todo aquello?

—Lo que cuenta Ayame sobre la misión en Coladragón es cierto —asintió, solo una vez le fue concedido el turno de palabra—. Cuando completamos la misión ya era muy tarde para volver a Amegakure, así que pasamos la noche en una posada de la ciudad. Pero cuando nos dirigíamos a las habitaciones, Amedama Daruu lanzó una bola de fuego a Ayame. Daruu-kun no conoce el Katon, por lo que mi primera impresión fue que se trataba de alguna trampa. Pero él demostró que seguía siendo él mismo, y afirmó que Uchiha Datsue, el shinobi de Uzushiogakure contra el que se enfrentó en el torneo, debía de haberle sellado aquella técnica en un encuentro con él. Después de aquello les advertí que no se dejaran tocar por él, pero...

Kōri se volvió hacia la supuesta Ayame, temblorosa en el suelo.

—Ayame —la llamó, y ella se estremeció. Pero seguía sin dirigirle la mirada—. ¿Te encontraste con Uchiha Datsue recientemente?

—Sí... En Tane-Shigai, en el País de los Bosques... Pero fue antes de la misión...

—¿Y te tocó?

Ayame tardó algunos segundos en responder, rememorando todo el encuentro con aquel endemoniado Uchiha.

—Creo... que me apoyó la mano en el hombro...

Kōri asintió quedamente, y entonces se volvió diligente hacia Yui.

—Ayame es una chiquilla, Arashikage-sama. Es infantil, caprichosa y asustadiza —dijo, y su hermana, en el suelo, se encogió sobre sí misma—. Pero jamás se le ocurriría reírse ni faltar el respeto a un cargo superior. Mucho menos a usted. Así ha sido educada, y si se diera el caso de que, por cualquier razón, llegara a hacerlo...

»Nosotros mismos, su familia, nos haríamos cargo de que algo así no volviera a repetirse
—concluyó, y su voz fue tan contundente como el choque de un iceberg.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#45
Amekoro Yui asistió impaciente a las explicaciones de Kōri y al intercambio de preguntas entre él y su hermana. Aún cuando el Hielo acabó de excusarla, Yui se mantuvo impasible, intercambiando miradas entre los dos miembros de la familia Aotsuki. Finalmente, cerró los ojos, respiró hondo y declaró:

—Está bien. Kōri-kun, por favor, sal de la habitación y avisa a Shanise. Que venga a verme dentro de una hora. Tenemos una carta que escribirle al imberbe que han colocado ahora en Uzushiogakure. —Yui se levantó y se dio la vuelta, mirando a la cristalera—. En cuanto a ti, Ayame... Está bien. No has sido tú. Pero tú y Mogura os váis a quedar aquí, porque... tengo algo más que hablar con vosotros dos.

»Avisadme cuando se le quite a la niña la transformación, porque como vuelva a mirarla directamente le parto la boca.



· · ·



Mogura y Ayame estaban sentados de forma muy educada frente al escritorio de Yui, que pasaba la mirada de Mogura a Ayame, de Ayame a Mogura, y de Mogura a Ayame, donde la mantenía unos segundos y apreciaba el cambio a mejor en su aspecto.

Cuando se tranquilizó del todo —todo lo que podía estar, y no tardaría en volver a exaltarse, tan sólo esperad—, la mujer posó la mano encima del monitor que tenía enfrente y dijo:

—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? —dijo—. Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...

Yui giró el monitor. Hasta diez grabaciones de las cámaras de la torre mostraban a los dos ninjas husmeando por los pasillos. En una de ellas, estaban abriendo la cerradura de la puerta principal.

—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?

»¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!
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