Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El tiempo en la batalla transcurría a una velocidad totalmente distinta, y de nuevo, nuestros genins protagonistas eran básicamente lentos. Mogura y Keisuke se mantuvieron al margen de intervenir en el conflicto mientras Karamaru estaba abandonado a su suerte por sus compañeros.
El arquero no se lo pensó dos veces antes de sacar otra flecha para rematar al calvo, que de una forma casi cómica había acabado tirado en el suelo con dos flechas clavadas. Aki ya había previsto eso mismo y se lanzó sobre él impidiéndole cualquier acción que no fuese salvar su culo.
Mientras, uno de sus compañeros se lanzó raudo a ayudarle mientras el otro lancero se dirigía peligrosamente hacia un indefenso y herido Karamaru. El genin había recibido una flecha en el brazo izquierdo y otra en la espalda, y con las vueltas que había dado sobre sí mismo la cola de las flechas se había partido, dejando poco más de unos centímetros de madera sobresaliendo de la carne.
El dolor liberaría una cantidad de adrenalina en su cuerpo suficiente como para que reaccionase.
En sus giros sobre el suelo el calvo sintió el dolor primero en uno de sus brazos, luego sintió el mismo pinchazo en su espalda. En ambos casos pudo sentir la tensión de la flecha al hacer presión sobre el piso antes de cortarse. Karamaru ya no solo se sentía apenado por hacer una intervención fallida, sino que también creía que podía ser su momento final si sus compañeros no lo ayudaban.
A su suerte llegó Aki, quién desde el piso se veía como un ángel salvador. Sin tiempo para pensar, y sabiendo que le estaba dando la oportunidad de correr sin mirar atrás, el calvo se levantó dolorido y empezó a correr hacia los árboles con su brazo izquierdo pegado al cuerpo. Sentía el dolor, sí, pero sentiría más calma aún cuando pudiese estar cubierto detrás de un árbol.
«¿Por qué mierda nos metimos? Es que tampoco la podíamos dejar sola, pero igual...»
En su carrera hacia la salvación, el calvo seguía pensando- o tal vez maldiciendo- si deberían de ayudarla o deberían de ser egoístas e irse del lugar dejándola a su suerte.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Y el kunai voló hacia su encuentro con la flecha, pero era demasiado tarde ya, la flecha pasó primero que la cuchilla y entonces terminó por clavarse en el cuerpo del calvo, ambas se enterraron en su piel, una en su brazo y otra en su espalda. "Rayos!" Y ahí no acababa todo, Aki tuvo que intervenir en el siguiente ataque del arquero, quién ya tenía la otra flecha cargada y de no ser por la pelirroja hubiese acabado con la vida de Karamaru.
Noté como el calvo comenzaba a moverse en dirección a los árboles y entonces hice lo mismo, me desplacé velozmente entre los mismos hacia su encuentro, pero él no era el único que venía, poco más atrás le pisaba los talones. —Detrás de ti!— Anuncié para que éste cayera en cuenta, porque aparentemente aún no se había percatado de su presencia.
Para cuando llegué a la posición de Karamaru tenía un kunai en la mano y entonces podía ver mejor la figura del enemigo. —Quince metros por donde vine, yo me encargo, ve rápido!— Entonces me adelanté y levanté el kunai alzando la guardia, aunque era una locura comparar la cuchilla que estaba en mi mano con el arma que ostentaba mi rival. —Tú y yo, uno a uno.— Anuncié directo a mi contrincante.
Sí Karamaru seguía mi instrucciones sería cuestión de tiempo para que me encontrase.
AO
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El monje había sido alcanzado en dos ocasiones por el enemigo, y si no hubiese por la intervención de Aki, el grupo tendría que entregar una misión con un miembro menos, otra vez. Si no fuese que aun seguían en peligro, habría dejado escapar un profundo suspiro.
—Detrás de ti!—
Advirtió el médico de pelo rojo, uno de los alabarderos le seguía la pista al calvo, no tenía planes de dejar que la presa se escapase con tanta facilidad. Con kunai en mano, Keisuke había salido de su escondite a auxiliar al compañero.
—Quince metros por donde vine, yo me encargo, ve rápido!—
Mogura entrecerró ligeramente los ojos cuando escuchó. No tardó mucho más en entender que aquella entidad que se había manifestado en el claro no era Keisuke, el original al menos, sino una imitación barata.
—Tú y yo, uno a uno.—
«Un poco atrevido de un simple genin.»
Se puso sobre sus pies y comenzó a avanzar en la dirección que su compañero había señalado oculto entre la vegetación del lugar. Tenían que reagruparse y salir volando de aquel lugar, Karamaru necesitaría atención inmediata. No había tiempo que perder.
20/04/2018, 21:44 (Última modificación: 20/04/2018, 21:44 por Inuzuka Nabi.)
Un grito de dolor cruzó el campo de batalla y si miraban en la dirección en la que venía, verían al arquero sujetándose con fuerza el brazo izquierdo con una buena cantidad de sangre cayéndole en cascada. Al mismo tiempo que Aki se sacaba una flecha del hombro casi sin pestañear, el lancero se lanzaba dispuesto a no darle ni un respiro.
Por su parte, el lancero que iba tras los genins no se detuvo ante la aparición del segundo ninja con un kunai y se dispuso a atravesarle el pecho con su lanza.
Los tres shinobis se reencontrarían enseguida, contando con que el Keisuke suicida fuera un clon y el original estuviese esperando tras esos arbustos.
Justo antes de que mi cuerpo se encontrase con el enemigo, un alarido llegó a mis oídos, desde mi posición pude observar como Aki se mantenía en pie y luchando, logró herir al arquero, aunque ella también estaba lesionada, no lo demostraba, era toda una guerrera.
No obstante, mi gemelo que se encontraba apoyando a Karamaru, no pudo confirmar que el calvo se marchase por donde le indicaba, mis ojos solo tenían atención para una única persona, y esa era aquel hombre que tenía un lanza entre sus manos; él no se detuvo en ningún momento y atacó con su filosa arma, una ofensiva dirigida a mi tórax; fue en el preciso momento de su agresión en que lancé el kunai dirigido precisamente a un espacio que se encontraba en sus clavículas y exactamente por encima del esternón, la lanza terminaría atravesando mi pecho de lleno y mi único objetivo era que aquella cuchilla cortase en aquel punto indicado, poco después mi imagen se volvió amorfa hasta que estalló como un cubo de agua que era vaciado a la nada.
...
—Shh, Karamaru, por aquí!— Murmuré para no cometer el mismo error del pasado mientras le hacia señas desde un árbol que estaba rodeado por arbustos. —¿Cómo te encuentras?— Entonces volteé a ver hacia el claro, Aki seguía luchando como toda una fiera y no estaba seguro de que mi plan hubiera salido exitoso, sería cuestión de esperar y ver sí se manifestaba el tercero.
—Alguien se acerca.— Musité a Karamaru mientras le hacía un ademán para que se mantuviese en silencio y no se moviera; saqué lentamente otro kunai y fue entonces cuando la figura del otro médico se nos unió. —Que susto, ¿tienes algún plan?
AO Revelada: El Keisuke que había ido a socorrer a Karamaru era un clon de agua
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Raudo como el viento pasó el calvo a gran velocidad al lado del pelirrojo sin siquiera aminorar ni un poco la marcha. Llegó a escuchar perfectamente las instrucciones pero tardó varios segundos en entenderlo. Una vez internado entre los árboles, sin mirar atrás y sin bajar la velocidad siguiendo su camino hasta el lugar indicado.
«Ya decía yo que tenía que ser un clon»
Desplomándose sobre la base de un tronco dio un pulgar arriba para indicar que estaba todo bien. No lo estaba del todo realmente, pero con dos médicos de compañeros seguramente se encontraría mucho mejor dentro de muy poco tiempo.
Los ruidos de entre los árboles llegaron a los dos gennin al mismo tiempo y, mientras el pelirrojo se preparaba para recibir a un lancero, el calvo se quedó en el lugar suponiendo, y rezando, que fuera su compañero faltante.
—Que susto, ¿tienes algún plan?
—Probablemente correr sea uno bueno.— respondió rápido con una ligera sonrisa. Tenía tono de broma aunque visto lo visto parecía ser la mejor, y tal vez única, opción.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Mogura finalmente se reencontró con sus compañeros, el médico de pelo rojo y el blanco de práctica sin pelo. Inoue tenía la actitud que había que tener, apuntándole con aquel kunai que no tardó mucho en bajar cuando se dio cuenta de quien se trataba.
—Que susto, ¿tienes algún plan?
Preguntó Keisuke. Antes de que el médico tuviese tiempo de responder, Karamaru se haría con la palabra.
—Probablemente correr sea uno bueno.
Miró al calvo un par de segundos, aquellas flechas no se veían nada bien. Pero no estaba seguro de que hubiese tiempo para quitárselas en aquel lugar.
—Ponemos a Habaki-san sobre sus pies y nos vamos a Amegakure.
La mujer les había dado una orden, y un pergamino. Tenían que largarse de ahí lo antes posible.
29/04/2018, 16:29 (Última modificación: 29/04/2018, 16:29 por Inuzuka Nabi.)
El hombre que había deshecho el clon de Keisuke en mil gotas de agua se apartó de la trayectoria del kunai tan agilmente como pudo, llevándose un buen corte en el proceso. En cualquier caso, no pareció que su herida le afectase demasiado, al ver que los genines huían se dio media vuelta y volvió a centrar su atención en la chunin.
Por otro lado, los chicos seguían tan dispares y perdidos como siempre mientras los segundos seguían pasando.
Karamaru alzó el pulgar emitiendo que se encontraba relativamente bien y luego se dejó caer a las raíces del árbol; poco después Mogura manifestó su ideal de sanar al calvo y luego retirarnos; el monje había expuesto también su interés por marcharse así que el único que se quería quedar era yo, y estábamos en democracia, y también teníamos la orden indirecta de Aki para marcharnos.
Suspiré y entonces me dispuse a ver las heridas de Karamaru. —Bien, Mogura ¿podrías encargarte tú?— Solicité, no es que yo no pudiese, es que prefería encargarme de montar guardia. —Yo los cubriré...
Entonces me arrastré por el suelo, cubriendo mi cuerpo por los arbustos, pero asomando ligeramente mi rostro, lo suficiente como para tener la vista del claro, quería saber si mi intervención había surgido algún efecto, pero no fue así, la presencia del lancero demostraba lo contrario... "Fallé..."
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Karamaru asintió sin dudas a las palabras de su compañeros y se mantuvo congelado en su lugar. Mientras el pelirrojo se movía para cubrir, el monje miraba al morocho a la espera de su curación que cuanto antes llegase mejor sería. No es que estuviese muriéndose del dolor pero se lo quería sacar de encima lo antes posible.
—No entiendo como fui tan tonto, tendríamos que haber pensado algo mejor.— hizo una pausa en la queja a si mismo y sin mirar a sus compañeros, aún pensando en voz alta, siguió.
—Con un buen plan podríamos ayudar, si tan solo actuásemos los tres como debiéramos.
Hablaba al aire, pero con la esperanza de que a alguno de los dos médicos saliera con una idea revolucionaria para salir de esa situación como héroes y no como cobardes. Porque la lógica lo mandaba a correr, sobretodo después de darse cuenta que no era tan fácil como imaginaba, pero sus ganas ser shinobi y entrar en combate para salvar una persona creaba en su mente una intensa pelea entre dos posiciones enfrentadas.
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Keisuke relegó la tare de sanar las heridas de Karamaru en él. Sin tener derecho a negarse ni ganas de hacer problema por algo como eso, se dio a la tarea de asistir al calvo.
—No entiendo como fui tan tonto, tendríamos que haber pensado algo mejor.
Mientras Mogura se encargaba de retirar los restos de flechas y sanar las heridas, el monje no paraba de recriminarse por su poca utilidad en aquella maniobra suicida.
—Con un buen plan podríamos ayudar, si tan solo actuásemos los tres como debiéramos.
No contento con eso, parecía que intentaba convencerle de que lo intentasen de nuevo, como equipo. Aquel sin duda alguna sería el momento ideal para que a los tres se les cayese una idea juntos, para optar por poner sus opiniones a un lado y darle una mano a la mujer que peleaba allá fuera.
Eso no va a suceder, Habaki-san.
Respondió Mogura por lo bajo, sin apartar la mirada de la herida que trataba.
—Este equipo carece de la capacidad de trabajar en conjunto. Intentar asistir es un suicidio. Si vas a intentarlo de nuevo no voy a detenerte, pero no cuentes con que me encuentre por este lugar para sanarte de nuevo. Me voy para Amegakure, tengo el pergamino y ordenes de mi superior.
Keisuke, que era el único que podía ver lo que estaba pasando, vería que su superior estaba perdiendo terreno poco a poco. Sus movimientos empezaban a hacerse previsibles y pesados con cada segundo. Cada respiración le costaba más y más. Hasta que finalmente, al bloquear mal un golpe de lanza, perdió en fuerza y su espada cayó al suelo tras dar unas cuantas vueltas en el aire.
Llegados a ese punto, hubo una breve pausa en la que todos los combatientes procesaron lo sucedido. Uno de los lanceros dio por acabado el encuentro y se acercó para tratar de inmovilizar a la mujer. Grave error. En un suspiro, Aki sacó un kunai oculto de una de sus mangas y se lo atravesó en el cuello, al mismo tiempo, el otro lancero le clavó su lanza en el hombro sano.
Con ambos brazos heridos y una cantidad abrumadora de cortes por todo el cuerpo, Aki cayó de rodillas al suelo. El arquero cargó una flecha con esfuerzo en su arco y apuntó.
8/05/2018, 23:07 (Última modificación: 8/05/2018, 23:08 por Keisuke.)
"Joder, joder, joder..."
Cuando mis ojos ubicaron la silueta de los combatientes, noté como Aki perdía energías y terreno, supe que sería cuestión de un par de segundos para que lo inevitable pasase. En una de las arremetidas se sus rivales su arma fue despojada de sus manos, dejándola totalmente indefensa; pude notar cierto aire de grandeza y satisfacción por el trío, los ataques cesaron por tan solo un instante, un instante en el que se acercaban amenazantes, como sí la pelirroja fuese una presa indefensa y ellos los depredadores que la tenían acorralada, posiblemente pensando que estaba totalmente a su merced, e incluso yo lo creía así, hasta que ví como un lancero se acercaba.
"Al costado!!" Quise gritar, quise advertirle, pero no debía revelar nuestra ubicación, no era lo acordado.
Aki reveló un kunai oculto y atravesó el cuello de quien intentaba apresarle, aquella jugada fue excepcional, pero le costó caro cuando el otro lancero arremetió contra un única extremidad no lesionada, su hombro; esa herida, sumada a los cientos de cortes anteriores lograron hacer mella en la fuerza de ella, quien terminó cayendo de rodillas.
—La matan, que la van a matar!— Anuncié con cierta exasperación.
Me puse de pie, dejando el kunai en el suelo, no podía dejarle morir ahí, al diablo con lo acordado, me decidí a intervenir para salvar a Aki, o morir en el intento. Sin dudarlo, lancé una pequeña bola justo en la ubicación en dónde estaba mi compañera, me apresuré de salir, acercándome para lograr entrar en el rango, uní mis manos en una simple secuencia de sellos carnero y luego tigre, tenía la esperanza de que la nube de humo me sirviera de cortina y los tomara por sorpresa. —SUITON: MIZUAME NABARA!— Anuncié tan alto para que mi superior escuchase y se previniese, el chorro no tardó en seguirle a la vocalización, y tenía la fe de que la técnica también atrapase al arquero.
Tenía la localización de Aki y del lancero que se encontraba a su costado, corrí lo más rápido posible, habiendo moldeado chakra en la planta de mis pies, agarré una buena bocanada de aire y entré en busca de la kunoichi, cuando la encontrase me encargaría de ayudarla para retirarnos de ahí.
¤ Suiton: Mizuame Nabara ¤ Elemento Agua: Campo de Captura del Sirope Escarchado - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Suiton 20 - Gastos: 18 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Atrapa los pies del enemigo durante 2 turnos - Sellos: Carnero → Tigre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: El chorro se expande sobre el suelo con una extensión de 3'5 metros de ancho y 6 de largo
El usuario escupe una masa de agua muy densa y viscosa, imbuida con chakra Suiton, y la esparce en un amplio área sobre el suelo. Se trata de una corriente de agua pegajosa que puede utilizarse para formar una trampa adhesiva que inhibe el movimiento de una o varias personas. Si el enemigo conoce de antemano los efectos de la técnica, o la ha sufrido con anterioridad, resulta fácil de evadir simplemente canalizando el chakra a través de los pies para andar sobre el campo de agua sin tocarla realmente, aunque esto sólo es posible si consigue hacerlo a tiempo.
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Karamaru escuchó atento las correctas palabras de compañero médico. Tenía toda la razón del mundo, teniendo órdenes era momento de huir para vivir otro día y cumplir con el deber, y no tardaría demasiado en darle la derecha.
—Tenés razón, no voy a discutir a eso. Pero...
«Será idiota, bueno.... hacer eso no es de idiotas es de.... valientes, eso» bromeó el monje consigo mismo, aunque no el momento más adecuado para hacerlo.
Calló de golpe y permaneció unos segundos así, manteniendo la mirada en un punto fijo, un punto donde hacía nada estaba el tonto pelirrojo que cerraba aquel trío de gennin. Con una sonrisa de incrédulo, apuntó con el dedo el lugar y terminó sus palabras.
—Pero me parece que se lo tendrías que haber dicho a él también.— el calvo rio, moviéndose, y recordando por tanto el dolor de las flechas clavadas en su cuerpo. Apurado a ponerse en movimiento esta vez no se tomó ni un segundo en continuar hablando.
—O lo dejamos o nos vamos, creo que ya sabes mi opinión. De cualquiera de las dos maneras necesito un poco de mejor movilidad.-- miró impaciente los ojos de Mogura.
—Sos médico, ¿No? Dame una mano con estas dos mierdas para poder hacer algo lo antes posible.
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