Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El alguacil recorrió con la mirada a los muchachos conforme Eri iba realizando las presentaciones. En su rostro se podía ver la duda que le suscitaba, comprensible si uno lo miraba desde su perspectiva. En Peñasco, un pueblo de las Montañas de la Tierra muy alejado de cualquier Villa Oculta, probablemente jamás habían visto a un ninja. Bonizatsu se esperaba, quizás, a tres fornidos shinobi de aspecto amenazador, misteriosos y letales al mismo tiempo; los chicos que tenía ante él no cumplían ninguna de aquellas suposiciones. No, al menos, de forma directa. De cualquier modo, el alguacil pareció entender que aquello era lo que Uzushiogakure había enviado, y se resignó a pensar que el Uzukage sabía lo que hacía.
—Muy bien, Eri-dono —contestó Tōjen Bonizatsu—. ¿Necesitan algo más? ¿Por dónde van a empezar? —entonces el alguacil pareció caer en la cuenta de algo—. Esta noche será la fiesta de la velada, siguiendo nuestras tradiciones... Normalmente les pediría que no atosigaran a los vecinos durante una celebración tan solemne, pero debo admitir que las circunstancias me tienen desesperado, así que no me interpondré en su camino. Tan sólo les ruego que sean discretos y traten de no avivar el miedo entre estas buenas gentes. Ya nadie duerme con la puerta abierta, el ambiente está enrarecido y todos temen a cada sombra... Que cundiera el pánico no nos haría bien a ninguno.
Bonizatsu no parecía amenazante, más bien muy afable, pero por su voz se podía intuir que aquella petición iba realmente en serio. No porque pudiera tomar represalias contra los shinobi —era lo suficientemente veterano para saber lo que significaba el rango de "jōnin", y que él a su edad no sería rival para ningún ninja de tan alto rango—, sino por que de verdad parecía preocupado por los habitantes de Peñasco.
El Uchiha escuchó atento las palabras de Bonizatsu. El hombre temía asustar más al pueblo, pero comprendía que la situación requería no andarse por las ramas. Preguntó, además, por dónde empezarían su investigación.
«Pues nadie mejor que tú para ponernos al día».
—Creo que lo mejor será empezar por usted mismo —respondió, dando luz verde a sus pensamientos—. ¿Qué nos puede contar respecto a ese… monstruo? En el pergamino de misión se cuenta que devora ganado, pero también que roba y saquea. —Eso no sonaba a un animal rabioso, sino más bien a un humano—. ¿A quiénes y qué robó, exactamente? ¿Qué tipo de heridas dejó en sus víctimas? ¿Hay alguien que le haya visto? —El Uchiha le torpedeó a preguntas hasta quedar satisfecho. Una vez supiesen la respuesta a esas tres, creía poder tener un hilo del que empezar a tirar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Eri escuchó atentamente a Bonizatsu, apretando ligeramente los puños. ¿Por dónde iban a empezar? Probablemente por extraer toda la información necesaria del pueblo antes de poder actuar, pues a pesar de la información del pergamino, los tres estaban bastante perdidos.
—Creo que lo mejor será empezar por usted mismo —respondió, dando luz verde a sus pensamientos—. ¿Qué nos puede contar respecto a ese… monstruo? En el pergamino de misión se cuenta que devora ganado, pero también que roba y saquea. —Eri tragó saliva—. ¿A quiénes y qué robó, exactamente? ¿Qué tipo de heridas dejó en sus víctimas? ¿Hay alguien que le haya visto?
—¿Sabe si ocurrió algo con... la niña que murió? —añadió Eri al cuestionario de Datsue.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El hombre hablaba con un miedo irracional a un monstruo probablemente fruto de su pueblerina mente. No confiaba nada de nada en ese hombre, ni en él ni en ninguno de los presentes pueblerinos. ¿Por qué? Todo eso olía mucho a chamusquina. No quería ser yo el que interrogase al hombre primero, ni último a decir verdad, porque seguramente me ignorase.
—Creo que lo mejor será empezar por usted mismo. ¿Qué nos puede contar respecto a ese… monstruo? En el pergamino de misión se cuenta que devora ganado, pero también que roba y saquea. ¿A quiénes y qué robó, exactamente? ¿Qué tipo de heridas dejó en sus víctimas? ¿Hay alguien que le haya visto?
Sin embargo, había una espinita clavada en mi cabeza, una duda que me corroía por dentro. Algo muy raro, insólito y extremadamente preocupante. Esperaba que alguno de mis compañeros claramente más inteligentes que yo se lo preguntara.
—¿Sabe si ocurrió algo con... la niña que murió?
Y no, tenía que decirlo yo.
— ¿Por qué han tardado dos semanas en disponer del cadáver? No es nada habitual tener un cuerpo dos semanas pudriéndose y aún menos si ha muerto a causa de un ataque salvaje de un animal famélico.
Bonizatsu no tardó en ser completamente arrollado por las preguntas de los ninjas, que lejos de contenerse en lo posible tal y como éste les había pedido, se lanzaron como lobos hambrientos a verbalizar cada pensamiento que pasó por sus cabezas. El viejo alguacil trató de digerir todas las preguntas de los muchachos —tarea difícil para un hombre de su edad—, cosa que le llevó unos largos momentos. Al final terminó por pedir calma extendiendo ambos brazos hacia delante mientras se pasaba la lengua por los labios resecos con gesto reflexivo.
—Vayamos por partes, ninjas... En cuanto a los pillajes realizados por la criatura —empezó, mirando a Datsue—, se limitaron a unos pocos animales y los pocos objetos de valor que tiene la gente por aquí. Incluso un día asaltó el almacén de la taberna, llevándose varias cajas de licores. ¡Cualquiera podría pensar que se trata de un simple ladrón! Pero no, todos la hemos visto en su enorme y amenazante aspecto. Es una bestia infernal, sin duda.
Luego se volteó hacia Eri, y su rostro se ensombreció al hablar de la pobre chiquilla asesinada.
—La pobre muchachita, tan joven... Fue brutalmente asesinada por la bestia, no cabe duda. Unos mozos del pueblo encontraron su cadáver en las afueras, completamente destrozado... —dirigió entonces una mirada cargada de hostilidad hacia Nabi—. Entenderán que nos llevó cierto tiempo identificarla y recomponer sus... Restos. Ustedes vienen de muy lejos, shinobi-san, y no espero que conozcan ni entiendan nuestras costumbres. Pero por eso mismo, le agradecería que se guardara sus juicios de valor para quienes estén interesados en ellos —le espetó sin atisbo alguno de vergüenza—. Aquí somos gente de tradiciones, nuestros padres lo eran, y nuestros abuelos, y sus abuelos antes de ellos. Si empieza a cuestionar las costumbres de Peñasco, le garantizo la hostilidad de sus gentes...
Dicen que lo más importante de una historia es su desenlace. Que la presentación tiene que enganchar, y que el nudo, simplemente, debe conducir a su trepidante final.
Esta historia podría parecer distinta. Una donde se explaya en el comienzo de la aventura, y que cuando llega al meollo, termina de forma súbita. Sin contemplación ni explicaciones. No obstante, solo lo es de apariencia. Verán, en esta historia, ni el nudo ni el desenlace importan, porque esta aventura no puede juzgarse de forma individual, sino dentro de un arco mayor. Uno en el que lo verdaderamente importante es la lucha por el poder. O la paz, según el punto de vista. Una en el que la tensión entre las tres grandes Villas aumenta y disminuye de manera frenética.
Y en ese aspecto, esta historia cumplió. Datsue y Nabi reafirmaron sus posturas, uniéndose cada vez más, y dejando atrás esos días de enfados continuos. Eri, por otra parte, confirmó que es el legado de Shiona, siguiendo su estela. Abogando por el bien común.
¿Qué importancia tiene una simple misión de un pueblo lejano ante las alianzas y diferentes frentes que así se forjaron? Poca, muy poca. Pero ha de quedar escrito que Los Intrépidos consiguieron acabarla con éxito. Que el borracho de la taberna era el culpable. Por eso se llevaba alcohol en sus robos. Y por eso había asesinado a aquella pobre niña. Por despecho. Por celos. Por odio. Porque sabía que su mujer le había engañado con el herrero y que aquella criatura no era suya.
¿Las marcas de animal dejadas? Fruto de un Modo Sabio Imperfecto. Pero ni alguien tan fuerte como él podía hacer frente a tres shinobis expertos y preparados como eran Los Intrépidos. Él halló la muerte; ellos, una bonita recompensa al llegar a casa.
Y así, esta pequeña aventura llegó a su fin.
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