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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Kenzou ya sabía que algo así ocurriría. Que Hanabi y Yui serían los actores principales de aquella función y que él se mantendría en un segundo plano, entre los bastidores probablemente. Un personaje secundario que se encargaría de que ninguna de las actuaciones de sus iguales pudiera perjudicar de alguna manera a los intereses y a la seguridad de su aldea.

Hanabi rechazó la invitación de Kenzou forma educada, pero Yui la aceptó. Fue su ANBU, aquel muchacho tembloroso, el que se acercó a recibir el té que Hana (ese era el nombre de la hermosa mujer de los ojos cerrados) había servido con excelencia en una de aquellas exquisitas tazas.

¡Me cago en los truenos de Amenokami! ¡Esto está hirviendo, Kenzou!

El pobre hombre no pudo sino pestañear, genuinamente sorprendido.

Qué va, ¡si está en su punto perfecto! Estos jóvenes de hoy en día no aguantan nada... —añadió con una risilla, al tiempo que volvía a llevarse la taza a los labios sin una sola mueca de dolor.

El nombre acordado fue el de El Pacto de las Tres Grandes. Y enseguida pasaron al plato de negociación principal. Yui exigía que la reversión del sello no se hiciera en Uzushiogakure, Hanabi contraatacaba con que a la jinchuriki la acompañara su pareja. Kenzou le dirigió una mirada que mediaba entre la curiosidad y la diversión cuando Hanabi mencionó el hecho de que el muchacho podía colarse en su villa.

¿Oohh? ¿Domina el Ninjutsu Espacio-Temporal? Qué joven más interesante... —se rio.

Pero ahora la patata caliente pasaba a Hanabi. Exigiría algo más para aceptar las condiciones de las de Amegakure. La cuestión era, ¿qué?
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#17
Hanabi observó con interés el breve intercambio de palabras entre Yui y Kenzou a raíz de que el té estuviese, al parecer, hirviendo. Se notaba entre ellos cierta familiaridad, cierta naturalidad al hablar, signo inequívoco de que ya se conocían de muchos años de estar al frente de sus respectivas Villas. No sucedía así con Hanabi, el nuevo del grupo, que como ese chico que llega a un nuevo instituto todavía se está asentando. Integrando. Conociendo. Y, muchas veces, no siempre las primeras impresiones eran las correctas.

Superado el momento, Hanabi fue directo a lo importante. En aquella ocasión, fue Shanise quien respondió. Habían sido ya muchas las veces que ella había intervenido, demostrando el peso que tenía en las decisiones de Yui. Kenzou, en cambio, era el único que hablaba. Así también sucedía con el propio Hanabi, más allá de que luego gustase de consultar muchas de sus decisiones con su consejo de ninjas de alto rango así como con el Consejo de Sabios Uzumaki.

Shanise le aseguró que el jutsu era muy similar al del propio Akame, lo cual, por supuesto, cogió con pinzas. Podía ser que le estuviese diciendo la verdad… o podía ser que el propio Akame, antes de morir, hubiese hecho el último favor a la Villa entregando una teoría muy bien cimentada y estructurada. Fuese como fuese, no entró a discutir, pues Shanise le propuso una alternativa mejor: un fuuinjutsu para cuidarse de tales intromisiones. No solo la de ellos, sino la de Yubiwas, Generales, y sabe Shiona qué más, pues últimamente le habían cogido el gusto a colarse en su aldea.

Mandaría comprobar a sus especialistas que no hubiese ningún resquicio en la fórmula que se pudiese aprovechar, pero sin duda estaba conforme con la idea. Ahora solo quedaba un pequeñísimo detalle que finiquitar. Su mano se dirigió de forma inconsciente a su bolsillo. Sí, algo le decía que iba a necesitarlas.

Pero tomarlas delante de ellos mostraría debilidad.

¿Podría camuflarlas en la taza de té?

No, seguro que se darían cuenta que eran pastillas para la ansiedad.

Mierda.

Estaba jodido.

Pues hay una acción en concreto que quiero, sí.Puto Datsue de los huevos. Como volviese a fallarle después de esto, iba a regalarle un viaje al Yomi. Solo de ida. Un efectivo que al parecer no estáis usando, y que a mí me vendría bien. Un ninja inmortal que pierde su memoria cada vez que muere, idóneo para misiones suicidas con poco riesgo a filtrar cualquier tipo de información.

»Su nombre, me han dicho, es Watasashi Aiko. La quiero a ella.

Katsudon se tensó, consciente de que la bomba en forma de petición no sentaría demasiado bien. Pero tenía que recordar las órdenes de Hanabi: nada de intervenir, a no ser que él mismo lo pidiese.
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#18
Oh, no podía ser cierto. Oh, qué maravilloso, qué delicia. No se lo podía creer. ¡No se lo podía creer!

¡¡JAAAAAAAAAAA JAAAAAA JAAA!! —Yui se inclinó hacia adelante, apoyando la enteridad de uno de sus antebrazos en la mesa y sonriendo ampliamente. Shanise había vuelto a apoyarle la mano en el hombro, pero el hombro de Yui se había movido con demasiada fuerza. Esta vez, el ego de la líder de Amegakure pasó por encima como una apisonadora—. Venga, me tienes que estar jodiendo. ¿Estás poniendo como exigencia en una negociación... la liberación del caprichito de Uchiha Datsue?

Yui-sama...

¡CALLATE! Hanabi, de verdad, de verdad, todavía no me creo que TODO este problema tenga que ver con Watasashi Aiko. Ese Datsue es incorregible. ¡Ah! ¿Tanto te has encaprichado tú con el muchacho? ¿Te ha contado él acaso todo lo que ha hecho hasta ahora para intentar llegar a ella?

»Un genin de mi aldea fue el que le contó a tu shinobi cuál había sido su destino. Eso le llevó a confabular a escondidas, a intentar ganarse el trato de otros de mis ninjas. ¡De Amedama Daruu! ¿Te ha contado todo eso? Dios, es que no me lo creo. Y el tío sigue y sigue intentándolo. Es que, qué huevos tiene. —Yui se recostó, juguetona apoyando la mejilla en una de sus manos, y el codo en la mesa—. Lástima que lo tirase todo por la borda en el torneo, ¿eh? Perdió todas las posibilidades de que Daruu le ayudase por su cruzada contra Ayame. El amor, mueve montañas. Y nos li-mi-ta.

Shanise tosió y se revolvió, incómoda.

Yui, responda a la petición.

Ay, Hanabi. Ay. ¿De verdad crees que después de todo lo que ha hecho Datsue —y dejaré de lado a propósito todo lo ocurrido durante el examen porque sé que estamos en desacuerdo—... Después de que se burlara de mí de aquella manera... ¿Crees que tengo muchas ganas de hacerle ningún favor? ¿De verdad lo crees? ¿¡DE VERDAD!?
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#19
Watasashi Aiko. La kunoichi de Amegakure. Esa era la atrevida exigencia de Sarutobi Hanabi. Una kunoichi inmortal para sus filas.

Kenzou no pudo evitarlo, estiró la espalda hacia atrás todo lo que aquel banco de piedra le permitía y emitió un débil silbido. Entonces miró a Yui por el rabillo del ojo. Creía conocerla lo suficiente como para asegurar que se negaría a una petición tan osada. Creía conocerla lo suficiente como para saber que...

¡¡JAAAAAAAAAAA JAAAAAA JAAA!!

Efectivamente, las carcajadas de Amekoro Yui reverberaron por todas y cadas una de las paredes del templo. Yui intentó contener la súbita explosión de su líder, pero en esta ocasión nada pudo hacer por frenarla. Y no era para menos, pensó Kenzou. La situación para revertir el sello de la jinchuuriki era desesperada, ¿pero tanto como para ceder algo tan peligroso como una kunoichi inmortal?

Venga, me tienes que estar jodiendo. ¿Estás poniendo como exigencia en una negociación... la liberación del caprichito de Uchiha Datsue?

Yui-sama...

Oh... esto se pone interesante —dijo Kenzou en voz muy baja, dando un nuevo sorbo a su taza de té.

¡CALLATE! Hanabi, de verdad, de verdad, todavía no me creo que TODO este problema tenga que ver con Watasashi Aiko. Ese Datsue es incorregible. ¡Ah! ¿Tanto te has encaprichado tú con el muchacho? ¿Te ha contado él acaso todo lo que ha hecho hasta ahora para intentar llegar a ella?

»Un genin de mi aldea fue el que le contó a tu shinobi cuál había sido su destino. Eso le llevó a confabular a escondidas, a intentar ganarse el trato de otros de mis ninjas. ¡De Amedama Daruu! ¿Te ha contado todo eso? Dios, es que no me lo creo. Y el tío sigue y sigue intentándolo. Es que, qué huevos tiene. Lástima que lo tirase todo por la borda en el torneo, ¿eh? Perdió todas las posibilidades de que Daruu le ayudase por su cruzada contra Ayame. El amor, mueve montañas. Y nos li-mi-ta.


Junto a ella, Shanise tosió y se removió incómoda.

Yui, responda a la petición.

Ay, Hanabi. Ay. ¿De verdad crees que después de todo lo que ha hecho Datsue —y dejaré de lado a propósito todo lo ocurrido durante el examen porque sé que estamos en desacuerdo—... Después de que se burlara de mí de aquella manera... ¿Crees que tengo muchas ganas de hacerle ningún favor? ¿De verdad lo crees? ¿¡DE VERDAD!?

Kenzou se volvió interesado hacia el joven líder. ¿Con qué les sorprendería en aquella ocasión?
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#20
Voy a decirles una cosa: los amejines siempre sacan pecho por ser los hijos de la tormenta, pero lo más que tienen que soportar es una lluvia fuerte, viento y truenos en su propia tierra. ¿Los uzujines? Los uzujines están acostumbrados a la mar, a los vientos huracanados que arrancan olas del tamaño de un edificio y engullen flotas enteras. Quizá la adversidad meteorológica sea menor, menos vistosa, pero todo hombre sabio teme más a una pequeña tormenta en mar abierto que a la madre de todas ellas en terreno firme.

Por eso, Hanabi, que sabía que esta llegaba, se acercó al mástil y aguardó. Aguardó a que terminara. Aguardó a que Yui se desahogara, a que se vaciara por completo de todas las jugarretas que le tenía guardado a Datsue. Sí, claro que conocía todo aquello que le contaba. Sabía lo mucho y las numerosas ocasiones en que se había equivocado. Sabe Shiona que no hubo Uzukage más paciente que él, y que aún así por momentos la perdió con el Uchiha.

Pero, al mismo tiempo, también creía que era una gran oportunidad para ponerle al fin en ristre. Para centrarle de una buena vez por todas. Datsue tenía más defectos de los que uno podía enumerar, pero tenía la rara virtud de arrastrar a la gente consigo. La misma Yui lo confirmaba. El ninja traidor que le había dicho lo de Aiko. El propio Daruu. Ninjas que, por un momento, habían sido conmovidos y habían tratado de ayudar a un ninja extranjero en un problema interno. ¿Qué conseguiría Datsue, si en vez de malgastar energía en batallas personales se centraba en luchar por los intereses de Uzu? ¿Qué lograría, si ponía al servicio de la Villa, no solo su cuerpo y su Sharingan, sino también su corazón?

Hanabi no lo sabía, pues nadie había visto aquella versión de Datsue todavía, pero quería averiguarlo. Al fin y al cabo, esa era una de las grandes funciones de un Kage: sacar la mejor versión de todos y cada uno de sus ninjas.

Pero a Yui no podía decirle eso, o volvería a reírse en su cara. Podía decirle, por otra parte, que él tampoco tenía muchas ganas de hacerle ningún favor a ella, después de que su segunda al mando le escupiese en la cara y siguiesen —aún a día de hoy— dejando caer que lo de Ayame había sido un intento de secuestro por su parte. Pero eso solo serviría para entrar en un duelo dialéctico del que nada sacaría.

Tenía que ser más listo. ¿Recuerdan que Hanabi solo se pondría duro en un momento que de verdad lo requiriese? Bien, pues todavía no había llegado ese momento. Esperaba que nunca llegase.

Imagino que no tendrás muchas ganas, no —le reconoció—. Pero, más allá de que Datsue ya recibió su correspondiente castigo por todo lo mencionado —por mí, por el karma, y por la vida—, te equivocas en dos cosas.

»Primero, dudo mucho que le estuvieses haciendo favor alguno. Ya conocéis el dicho: Ten cuidado con lo que desees… —...porque lo podrías conseguir—. El chico la tiene idealizada. Si apenas la conocía. Ni siquiera ella se acordará de él. Lo más probable en estos casos, es que se lleve un chasco, y uno de los gordos.

»Segundo, no lo hago por él. Se nota que Shiona y tú os dejasteis de cartear cuando ascendiste a Arashikage, sí, o te hubiese contado la importancia que le doy yo al romance. —No iba a aclarar nada más al respecto—. No, Yui-dono, yo en Aiko lo que veo es una apuesta arriesgada. Una apuesta que me puede dar grandes frutos, o que me puede salir rana, si no logro hacerle entender lo que significa ser una kunoichi. —Suicidarse en medio de un torneo por las risas, desde luego, no lo era—. Pero en eso —se encogió de hombros—, tengo esa virtud —o ese defecto, como quieras llamarle—, de confiar mucho en los míos. Creo que al menos coincidirás en esto conmigo en que lo heredé de Shiona.

»Eso y su obsesión por el ramen especiado con curry. Oh, sí, especialmente su obsesión por el ramen especiado con curry —dijo, sin poder evitar que una tonalidad nostálgica invadiese su voz por un instante.
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#21
Wow. Woooooow. Pero qué pedazo de milongas le estaba contando Sarutobi Hanabi, amigos. Pero qué pedazo de milongas, todo en pos de convencerla de algo de lo que, en el fondo, ya estaba vacía de convicción. Si con buenas palabras lo habían intentado ya Daruu y la propia Shanise, tiempo atrás, ¿por qué iba a dejar encandilarse por un uzujin?

Todo este asunto sólo probaba una cosa: que ella había hecho bien encerrando a Aiko. Si la hubiera dejado viva, ella y Datsue habrían seguido medrando. Entonces el peligro que habrían tenido sería elevado a la enésima potencia. ¿Qué coño significaba eso, por cierto? Shani lo utilizaba a veces. Tendría que preguntárselo.

Hanabi, el asunto Aiko está fuera de discusión. Es una ninja inmortal, no pienso otorgarte un arma así a cambio de nada.
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#22
¿A cambio de… nada?

Recuperar a Ayame, que hasta ahora ha demostrado muchísimo más que Aiko, tanto quedando subcampeona del Torneo de los Dojos como en el examen Chunin, no lo llamaría nada, Yui-dono —replicó. Aiko ni se había clasificado para semifinales—. Y estamos hablando de tu Jinchuuriki, algo que, sin duda, tiene más valor. Aiko es un sello explosivo de rango D —continuó, entrando en el juego metafórico de armas que empezó Yui— con la peculiaridad de que puede reciclarse. Ayame, y lo sabes, una bomba A.

¿Recuerdan el momento de ponerse duros? Pues sí, era este.

No estoy interesado en otra cosa.
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#23
Y Hanabi respondió. Una respuesta débil, a juicio de Kenzou. El Uzukage argumentaba que no lo hacía por Uchiha Datsue, que incluso era probable que el muchacho sufriera un amargo desamor, que lo hacía por el bien de la aldea para unirla a sus filas como una kunoichi más. Unos argumentos demasiado débiles para convencer a alguien con un carácter tan potente y explosivo como era la Arashikage.

Y por eso no se sorprendió en absoluto ante la respuesta de Amekoro Yui:

—Hanabi, el asunto Aiko está fuera de discusión. Es una ninja inmortal, no pienso otorgarte un arma así a cambio de nada.

Lo que sí le sorprendió a Moyashi Kenzou, sin embargo, fue el diestro revés del joven Uzukage:

—Recuperar a Ayame, que hasta ahora ha demostrado muchísimo más que Aiko, tanto quedando subcampeona del Torneo de los Dojos como en el examen Chunin, no lo llamaría nada, Yui-dono. Y estamos hablando de tu Jinchuuriki, algo que, sin duda, tiene más valor. Aiko es un sello explosivo de rango D, con la peculiaridad de que puede reciclarse. Ayame, y lo sabes, una bomba A. No estoy interesado en otra cosa.

««Oh, Yui-dono, te acaban de dar dónde más te duele...»» Pensó el Morikage, volviéndose hacia la Arashikage con aquella sonrisa suya.

No podía ocultarlo. Se estaba divirtiendo muchísimo con aquella curiosa situación.
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#24
Yui cerró los ojos, bajó la cabeza y estampó los puños contra la mesa. Sintió cómo todo su cuerpo empezaba a temblar violentamente. Todos los presentes fueron testigos de cómo el tono de su piel fue transitando del blanco pálido al rojo, casi morado; era el color de la más profunda cólera. ¿¡Pero cómo se atrevía!?

La mujer se levantó, y una vez más, volvió a golpear la mesa.

¡Qué insolente! ¡No pienso entregar una de mis ninjas a otra aldea! ¡Esto es inaceptable! ¡Maldito seas, Hanabi, maldito...! —Cogió la taza de té que le había ofrecido Kenzou apenas unos minutos antes, y se lo bebió todo de un trago, sin mostrar signos de que la temperatura del brebaje le molestase ya lo más mínimo—. ¡Esta negociación ha terminado para mi!

Se bajó del banco de piedra y se dispuso a marcharse, pero se topó de lleno con su subalterna, Shanise, con la que chocó.

No —dijo, lanzando una dura mirada a Yui. El ANBU, detrás de ellas dos, se había llevado ambas manos a la cabeza: había visto a Yui cabreada en el pasado, oh, vaya que si la había visto, pero nunca nadie le había desafiado en uno de sus... momentos difíciles. O más bien no había llegado a conocer a ninguno que lo hubiera hecho... y hubiera vivido para contárselo.

¿Cómo dices...? —Yui agarró a Shanise por la ropa y la levantó con total facilidad al menos veinte centímetros por encima del suelo.

Es por Ayame. No nos levantaremos de esta reunión. Oonindo necesita este Pacto, y además... es por Ayame.

Las dos mujeres mantuvieron un tenso duelo de miradas durante unos segundos. Yui bajó a Shanise poco a poco hasta volverla a dejar en el suelo. Dejó caer su cabeza, lentamente, sobre el hombro de Shanise.

Lo que estaba a punto de suceder sería algo totalmente insólito para todos los presentes.

¡BAH! —Yui empujó a Shanise y se apartó a un lado, quedándose atrás, en el lado opuesto del ANBU—. Odio las negociaciones. Esto se te da mejor a ti que a mi. Pero espero que merezca la pena, Shanise, te lo advierto. Espero que nos merezca la pena.

Shanise asintió, y ante los ojos de todos los presentes, tomó asiento en el banco de piedra reservado a la líder de la aldea. Si le hubieran podido ver el rostro tras la máscara al ANBU de Ame, habrían descubierto al mismo tiempo una mueca de puro terror y de un desconcierto absurdo.

Bien, Hanabi-dono. —Shanise se aclaró la garganta—. Por la autoridad que me concede Arashikage-sama, ahora yo represento a la Lluvia. Tenga esto presente desde el momento en el que comience a tratar el tema que nos ocupa.

»Si ambos estamos de acuerdo, y yo lo estoy, Amegakure entregará a Watasashi Aiko de una pieza a Uzushiogakure. A cambio, Uzushiogakure ayudará a revertir el sellado de bijuu de Ayame para devolverla a la normalidad. Será un proceso que supervisaré personalmente para asegurarme que Ayame vuelve sana y salva a Amegakure, y sólo por dicha razón.

»Sin embargo, tengo condiciones para lo de Aiko: la chica no tendrá recuerdos cuando llegue a Uzushiogakure. Uzushiogakure empleará cuantos recursos sean necesarios para que Aiko no recuerde su pasado como kunoichi de la Lluvia.

Pfff, se lo contará el Uchiha. —Yui, con los brazos cruzados y la mirada apartada, profundamente molesta, intervenía ahora como subalterna, sin perder su habitual carácter.

Confío en que Hanabi-dono hará lo posible para que Uchiha Datsue mantenga la boca cerrada con este tema en la medida de lo posible —añadió Shanise—, y adoptando las medidas necesarias. —¿Un Fuuinjutsu? ¿Un soborno? ¿Una amenaza? Shanise no quería aventurarse a sugerirle nada concreto al líder del Remolino—. Este acuerdo se restringirá únicamente a la reversión del sello de Aotsuki Ayame. Entiendo que los tres estamos interesados en forjar ese Pacto de las Tres Grandes, y al menos a mi me gustaría que la buena voluntad de los tres quedara reflejada en ese documento más adelante, al margen de este turbio asunto.

»Cuanto antes pasemos a ese terreno mejor. El pobre Kenzou-dono debe de estar aburriéndose.
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#25
Katsudon y el ANBU se tensaron, nerviosos, ante el ataque de rabia que no solo invadió el cuerpo de Yui, sino que reverberó en el ambiente como el estruendo de un rayo. No era por su demostración de fuerza, ni siquiera desprendía un aura de poder especialmente llamativo, pero era, más bien, por su tremebunda personalidad. Tenía un genio tan impresionante que sobresalía de su propio cuerpo, como un Jinchuuriki descontrolado, capaz de alterar a todos los que estuviesen a su alrededor, ensombreciéndolos. Empequeñeciéndolos.

Hanabi, en cambio, se mantuvo firme, como le correspondía. Esperando que la cosa se quedase en eso: en una tormenta pasajera. Pero no pareció ser el caso, pues Yui…

¡Yui abandonaba la reunión! Pero, ¿y el Pacto? ¿Y Kurama y sus Generales? Contuvo el deseo —esta vez muy fuerte—, de tomarse tres o cuatro pastillas de una tacada. Oh, ¡qué mal! ¡La estabilidad que necesitaban para hacer frente a la nueva amenaza se iba a ir a la mierda! ¿Qué podía hacer? ¿Qué hubiese hecho Shiona?

No tuvo tiempo a responderse. Yui se chocó con un muro de piedra, y los muros tienen la mala costumbre de no apartarse ante nada ni nadie. Observó, con ojos atónitos, cómo Shanise imponía su voluntad. Y, para sorpresa de todos, cómo Yui se dejaba apagar, diluyéndose.

«Así que Shanise es quien pone el cerebro en Ame». Y más que el cerebro, por lo que se veía. Ahora entendía, viendo la iracunda personalidad de Yui, cómo Ame no se había metido en guerras en todo aquel tiempo. Y eso que Shanise, por lo que había visto en el examen, tampoco era la mujer más sosegada del mundo, precisamente.

Oyó la propuesta que le puso sobre la mesa. Aiko por Ayame, y la kunoichi no podría mantener recuerdo alguno. Era algo que ya había previsto, desde el mismo momento en que Datsue le había revelado que solo perdía un año de memoria tras su muerte. También, como condición, Datsue no podría revelarle a Aiko su pasado como ninja de la Lluvia. Lógico. Y totalmente aceptable. Incluso le convenía. Lo único que quedaba por pasarle era que ahora, a Aiko, se le metiesen ideas de venganza en la cabeza. Como si no hubiese toreado ya suficientes tormentas.

No, cortarlo de raíz sería lo mejor.

Bien, acepto las condiciones, Shanise-dono. Me encargaré personalmente de que ambas se cumplan. Tenemos un acuerdo, pues. —Negociar con Shanise era mucho menos estresante. Dónde iba a parar—. Pasemos ya, entonces, al Pacto de las Tres Grandes. —A lo verdaderamente importante. A lo que decidiría el destino de Oonindo.
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#26
Lo que sucedería en los siguientes minutos quedaría grabado en la retina de muchos de los allí presentes durante mucho, mucho tiempo.

Yui estalló en cólera, encarnando a la misma tormenta que daba nombre a su país. Su rostro adquirió todas las tonalidades conocidas por la ira: desde el blanco fantasmal hasta el asfixiante púrpura; golpeó la mesa con sus puños, una y otra vez; gritó con toda la fuerza de sus pulmones...

Y entonces dio la negociación por finalizada.

Kenzou lanzó un largo suspiro y negó con la cabeza, decepcionado. Kurama, los Generales, sus jinchuriki... ¡La amenaza a la que se estaban enfrentando eran mucho más importantes que aquellas niñerías!

Pero entonces llegó la siguiente sorpresa: Shanise, la subalterna de Amekoro Yui, se enfrentó a ella. Se enfrentó a sus órdenes y se negó a acatarlas. Aquello no era algo que se viera todos los días... Aquello no era algo que cualquiera pudiera permitirse.

«Interesante...» Pensó el Morikage, ladeando la cabeza mientras observa la electrizante tensión entre ambas mujeres.

La Arashikage había tomado a Shanise por la ropa y la había alzado varios centímetros por encima del suelo. Ninguno de los subordinados de Kenzou, ni él mismo, movió un dedo para evitarlo. Y al final, como colofón final de aquella traca de sorpresas, tras un fugaz gesto de cariño Yui le cedió el mando a Shanise, que ocupó su puesto en la reunión sentándose en el banco de piedra destinado a la propia líder.

Ni que decir tiene que aquella escena había dejado a todos los presentes con los ojos abiertos como platos.

Y las negociaciones se cerraron de forma definitiva: Hanabi ayudaría a revertir el sello de Ayame a cambio de Watasashi Aiko. Kenzou se mesó la perilla, inseguro ante aquel acuerdo. Después de todo Amegakure estaba ofreciendo a una kunoichi inmortal. Por mucho que aquella muchacha no hubiera destacado en el Torneo de los Dojos (más allá de su esperpéntica demostración de locura), un correcto entrenamiento podría convertirla en un arma terrorífica a tener en cuenta. Con algo así, más valía no tener a Uzushiogakure como enemiga.

Cuanto antes pasemos a ese terreno mejor. El pobre Kenzou-dono debe de estar aburriéndose —culminó Shanise.

Y el hombre apartó la mano de su rostro para sacudirla en el aire.

¡Oh, no se preocupen por mí! Esto se estaba poniendo realmente interesante —Lanzó una risilla, mientras levantaba la taza de té para terminar con su contenido. Entonces la dejó sobre la mesa, ya vacía, y entrelazó los dedos sobre ella—. Pero tienen razón, tenemos un asunto verdaderamente peliagudo entre manos: El Pacto de las Tres Grandes, los Ocho Generales y Kurama.

»Es de sentido común, pero ahora tenemos que estar más unidos que nunca. Por mucho que las rencillas entre aldeas nos tienen con separarnos
—añadió, dirigiendo la mirada hacia Yui y Hanabi—. Tenemos que ser como un hormiguero, una red de información. Cualquier mínimo detalle sobre ese Kurama o los Ocho Generales deberá ser informado de inmediato al resto de aldeas. Por lo poco que sabemos, no sólo los jinchuriki corren peligro, sino todos nosotros.
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#27
Y así, las negociaciones y el constituyente del Pacto de las Tres Grandes comenzó, con el beneplácito de Amegakure, de Uzushiogakure también, quien aceptó las exigencias iniciales de la Lluvia, y ahora con Kusagakure, quien iniciaba con voz cantante el verdadero proceso.

Y así, Kenzou señalaba una obviedad sin proponer ninguna medida concreta. Shanise asintió.

No sólo sobre Kurama. Sobre todo lo que pueda ayudarnos a combatirle. Incluyendo la protección de nuestros jinchuuriki —señaló Shanise—. En ese sentido, deberíamos hacer circular entre nuestras tropas la identidad de Datsue como jinchuuriki, Hanabi-dono. Y además cerciorarnos de que todos recuerden cual fue el origen de estos jinchuuriki, según nuestros fundadores: Guardianes. Guardianes de los bijuu, y ahora, Guardianes contra Kurama. Son una pieza clave y tenemos que incidir en la necesidad y prioridad en su protección. Así, yo querría ver a ninjas de Amegakure protegiendo a Datsue, a Datsue dejándose proteger —esto es, no enredando más con Amegakure—, y a ninjas de Uzushiogakure protegiendo a Ayame. Por el bien mayor.

Yui refunfuñó.

»Tendremos que compartir toda la información reservada que sea de utilidad para garantizar que Kurama no suma aliados a su causa entre los nuestros. Y menos nuestros dos jinchuuriki.
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#28
Hanabi asintió, complacido por lo que oía.

Estoy completamente de acuerdo. Es más, sería conveniente que agilizásemos esa red de comunicación. No tengo nada en contra de las cartas, pero… son lentas, y se pueden extraviar. Un Gentōshin no Jutsu o un Fuuinjutsu preparado para la ocasión nos serviría para que la comunicación fuese más fluida e inmediata. —Y, llegado el momento, podían necesitar de esa inmediatez.

»Sí, coincido, Shanise-dono. Proteger a Ayame y Datsue es primordial. Pero ya no solo a ellos dos, sino al tercer jinchuuriki. —Aunque por la forma en que Shanise hablaba…—. ¿O es que Kenzou-dono no les contó…? —desvió la mirada hacia Kenzou, intrigado. ¿Se había seguido guardando que tenían a un jinchuuriki llamado Juro?
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#29
—No sólo sobre Kurama. Sobre todo lo que pueda ayudarnos a combatirle. Incluyendo la protección de nuestros jinchuuriki —señaló Shanise—. En ese sentido, deberíamos hacer circular entre nuestras tropas la identidad de Datsue como jinchuuriki, Hanabi-dono. Y además cerciorarnos de que todos recuerden cual fue el origen de estos jinchuuriki, según nuestros fundadores: Guardianes. Guardianes de los bijuu, y ahora, Guardianes contra Kurama. Son una pieza clave y tenemos que incidir en la necesidad y prioridad en su protección. Así, yo querría ver a ninjas de Amegakure protegiendo a Datsue, a Datsue dejándose proteger —esto es, no enredando más con Amegakure—, y a ninjas de Uzushiogakure protegiendo a Ayame. Por el bien mayor.

Junto a ella, Yui refunfuño. Pero en aquella ocasión, nadie prestó atención a la malhumorada Arashikage.

—Tendremos que compartir toda la información reservada que sea de utilidad para garantizar que Kurama no suma aliados a su causa entre los nuestros. Y menos nuestros dos jinchuuriki.

«Shanise-san tiene buena dote del habla y de la negociación.» Meditaba Kenzou para sus adentros. «Además parece guardar una relación algo más estrecha de lo habitual con Yui-dono... Si esa mujer no fuera la Arashikage, no me cabe duda de que sería Shanise-san.»

—Estoy completamente de acuerdo —asintió Hanabi—. Es más, sería conveniente que agilizásemos esa red de comunicación. No tengo nada en contra de las cartas, pero… son lentas, y se pueden extraviar. Un Gentōshin no Jutsu o un Fuuinjutsu preparado para la ocasión nos serviría para que la comunicación fuese más fluida e inmediata.

—Desconozco si todos los presentes aquí conocemos el Gentōshin no Jutsu —argumentó Kenzou. Aunque no hablaba por él, por supuesto—. Y para informes regulares vendría muy bien, pero necesitamos una vía aún más inmediata. Ya sabéis, por los improvistos que pudieran surgir. ¡No podemos esperar hasta el próximo Kazeyobi para informar de que uno de nuestros muchachos ha sido revertido! —añadió, con una risotada.

—Sí, coincido, Shanise-dono —continuó Hanabi—. Proteger a Ayame y Datsue es primordial. Pero ya no solo a ellos dos, sino al tercer jinchuuriki. ¿O es que Kenzou-dono no les contó…?

Kenzou se llevó una mano a los labios y se aclaró la garganta varias veces. No dejó que la incomodidad que sentía en aquella situación se reflejara en su rosto. Mas bien al contrario. Su sonrisa seguía inmutable en sus labios, como si estuviera a punto de revelar una información tan trivial como que los árboles iban a florecer pronto en Kusagakure.

—Es cierto, qué cabeza la mía... —dijo, volviendo a entrelazar los dedos sobre la mesa—. Hace poco... —Casi un año hará ya—. El Nanabi apareció en el País del Rayo. Mis hombres consiguieron contenerlo antes de que llegara al País de los Bosques, donde habría causado una terrible catástrofe como la que ahora se conoce como la Ciudad Fantasma, del País de la Tormenta. Por eso nos vimos obligados a sellarlo antes de que fuera demasiado tarde, ¿qué otra cosa podríamos haber hecho? Así que eso hicimos, utilizando a uno de nuestros muchachos... El tercer jinchuriki es Juro. Eikyu Juro.
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#30
Shanise estaba a punto de sugerir algo. De aportar algo. De regalar algo de parte de Amegakure, pero la sorpresa le cortó las palabras. Abrió la boca, y casi se le cae el respirador que siempre llevaba puesto. Tuvo que sujetárselo con la mano.

¿He dicho ya que Yui tenía un pie encima de la mesa? Bueno, pues Yui había plantado un pie encima de la mesa, y ahora señalaba a Kenzou con el dedo índice más acusador que cualquiera de los presentes había visto jamás.

¿¡QUÉ!? ¡¡VENGA, HOMBRE, SÍ CLARO!! ¿¡Y CUÁNDO PENSABAS DECÍRNOSLO, EH, VIEJO!?

Yui-sama, por fa...

¡Ni por favor ni por favar! ¡Pero bueno, y el Pacto que teníamos qué! ¿¡Desde cuándo tenéis al jinchuuriki!? ¡Si no llegamos a hacer la reunión no habrías dicho nada, eh! ¡¡QUE NOS CONOCEMOS, KENZOU!! ¡¡NOS CONOCEMOS!!


Debería postear Kenzou.
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