Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
A Zaide no le extrañó la reacción del Uchiha. Los que sí se extrañaron fueron varios aldeanos, que le miraron con el ceño fruncido o con cara de: ¿a este qué cojones le pasa? Cuando volvió a sentarse, varios de ellos se encogieron de hombros y volvieron a enfocarse en lo importante: su vaso de cerveza. Hubo uno, sin embargo, que pareció curioso por lo que allí estaba aconteciendo. Por la noticia que había logrado levantar a Akame de la mesa. Zaide lo miró directamente a los ojos, con una de esas miradas que decían: busco problemas, ¿y tú?
El aldeano hundió su mirada en la superficie de su sake y no la sacó de allí en un buen rato.
—Oye, oye. Ahora que te veo bien —analizó a Akame con su único ojo sano con el escrutinio de un ganadero cuando le intentan vender un becerro—. Tú no serás… Por una remota posibilidad tu madre no se llamará…
Volvió a fijarse en su nariz torcida. En sus ojos completamente negros. En su…
—Es broma, es broma —rio, quitándole importancia. Ya sería toda una broma cruel del destino que lo fuese. Más ahora que solo le quedaba un ojo…—. Ya terminaremos la conversación otro día, ¿huh? Que te me vas a empachar.
Subió por las escaleras hasta la habitación que tenía pagada y cerró la puerta con llave. Era hora de descansar un poco, aunque no sin antes ponerle unos cuántos seguros a la habitación. En aquellos tiempos cualquier rufián podía intentar colarse en ella, mientras uno dormía plácidamente en la cama.
La réplica le había salido casi por si sola de los labios; aunque él le había impreso un poco de mala leche personal. Después de la bomba que acababan de soltarle, lo menos que se esperaba era que Zaide empezara a hacer bromitas sobre robarle los ojos. Sobretodo porque Akame le había visto pelear, e incluso viejo y tuerto, dudaba de sus posibilidades contra él en un mano a mano. Mejor no arriesgarse a cometer los mismos errores que Ryu.
Así pues, cuando Zaide se levantó y se fue a dormir, Akame se limitó a dejar sobre la mesa el dinero suficiente como para pagar las bebidas —ni un ryo más, pues andaba flojo de dineros— y a imitarle. A diferencia del renegado, él no puso ningún Fuuinjutsu ni otra medida adicional; pero sí que durmió abrazado a su espada y con un ojo medio abierto como los gatos.
No sucedió nada durante la noche, ni tampoco en las siguientes. Tres días. Tres días les llevó llegar a su destino. Suerte que era verano, claro. En invierno, la lluvia y el frío eran malas compañeras para viajar a vuelo.
Los Uchiha se encontraban ya tras la frontera de Tsuchi no Kuni, paseando por un escarpado camino. A su izquierda, el vacío. Más de cien metros de caída libre. A su derecha, un muro de tierra que ascendía y ascendía hasta el pico de la montaña. Aquel paso era estrecho, el suficiente como para que anduviesen dos personas a la par con comodidad, o tres con el que caminaba al borde del acantilado con los huevos en el cuello, o cuatro… No, ni de coña cuatro.
Desde que habían subido a la montaña, Zaide se encontraba más alegre. Aquel aire puro le renovaba los pulmones. El sonido a naturaleza templaba su alma. Allí no había la toxicidad de las ciudades, ni se respiraba esa tontuna a humanidad que sofocaba el ambiente como el olor a cerdo quemado. Allí, las cosas eran como eran, sin artificios ni engaños. No hacía falta de Sharingan. No hacía falta de nada.
Miró a Akame, a su derecha. Llevaban un tiempo callados, y el Uchiha quiso mantener el silencio por respeto. ¿Pensaría en su antigua y difunta novia? Quizá. De hacerlo, creía que ya había mantenido el suficiente decoro.
—Cuéntame esa historia —pidió, al recordar que todavía no le había cobrado aquella deuda—. Ya sabes cuál. La del Uchiha Comebijuudamas.
Si Zaide se encontraba más alegre, Akame parecía el mismo tipo insondable y taciturno de siempre. Era evidente que dejar atrás las tierras de la Espiral le había supuesto un cambio radical en sus ánimos, pero más que inyectarle una buena dosis de jovialidad, simplemente el Uchiha había vuelto a su fachada habitual; sereno, callado y muy observador. No le había pasado desapercibido que Zaide manifestaba un evidente apego por aquella tierra, la que —según él— le vió crecer. Pese a la vida atribulada que había llevado, aún guardaba sentimientos para su hogar en el corazón. Akame pensó si quizás él no sentía lo mismo con Uzu.
De repente, la voz del veterano le sobresaltó. El joven de los Uchiha se estaba encendiendo en ese momento un cigarrillo, que casi se le cayó de las manos, cuando Zaide le pidió que le contara la anécdota. Akame resopló, resignado.
—Supongo que te lo debo por darle una tunda al Gran Dragón —admitió—. Muy bien. Pasó en el último gran Examen de Chuunin, donde las tres Aldeas pactaron reunirse en Uzushiogakure para las pruebas. Yo estaba a cargo de supervisar la seguridad de la última, que consistía en una serie de combates al mejor de uno en el Estadio de la Villa.
¡Qué lejano parecía ahora todo aquello! El exjōnin se colocó el pitillo en los labios y lo encendió.
—Resultó y pasó que uno de los enfrentamientos era la jinchuuriki de Amegakure contra Uchiha Datsue. Uno de los Hermanos del Desierto —relató sin vergüenza, rajando de arriba a abajo varios secretos celosamente guardados por las respectivas Villas—. Datsue tenía en ese momento rango genin, pero había sido jōnin antes de ser degradado por... Ser un broncas, principalmente. Así que ya te puedes imaginar: barrió el suelo con la chica de Ame.
Fumó un par de caladas, saboreando el tabaco.
—Ella perdió los nervios, el bijuu tomó el mando... Y el resto es historia, como dicen. Antes de que ninguno de los encargados de la seguridad pudiéramos intervenir, aquel monstruo ya había disparado una bomba bijuu gigantesca contra una de las gradas de espectadores. En circunstancias normales eso habría resultado en cientos de muertos, pero... Datsue absorbió la bijuudama con su Mangekyō izquierdo. Literalmente, la chupó como una puta en verbena.
Zaide, que bebía de una cantimplora de agua cuando Akame empezó a relatarle la historia, de repente escupió un gran chorro de agua en forma de trompeta, se medio atragantó, y de la tos que le provocó casi hasta se cae al vacío.
—Espera, espera… —alcanzó a decir, entre toses, con el cuerpo doblado y las manos apoyadas en las rodillas—. Me estás diciendo que… Me estás diciendo que ese mequetrefe, ese cobardica de Uchiha, ¡¿era el jodido jinchuuriki de Uzu?! ¿¡Y que yo lo tuve en mis putas manos!?
Definitivamente se había equivocado de persona por la que pedir el rescate. Aunque, ¿cómo saberlo? Aquel chiquillo había tenido huevos al volver por Koko camuflado en Kuma, eso tenía que reconocérselo. Pero no parecía el más adecuado —ni de lejos— para semejante responsabilidad.
—Me cago en… —escupió a un lado y retomó la marcha, todavía jodido por una posibilidad de negocio tan jugoso desaprovechado—. Sigue, sigue.
E hizo bien en dejar de beber en esta ocasión, porque lo que le contó Akame daba para morirse atragantado. Resultaba que el chico había despertado el Mangekyō a una edad prematura, del mismo modo que el propio Akame, y que uno de sus ojos tenía el poder de absorber cosillas como… Nada, una jodida bijuudama.
—Por los huevos de Susano’o… Y yo que pensaba que mi Mangekyō izquierdo era omoide puro. —Ahora tenía que reconocer que…—. Pero los vuestros juegan en otra puta liga. ¿Vosotros dos no seréis hermanos, huh? —rio. El mero hecho de imaginarse a cualquiera de los dos consiguiendo el Eien no Mangekyō Sharingan con los ojos del otro se la ponía dura. Se suponía que la forma del Mangekyō se fusionaba, ¿lo haría también con los poderes que otorgaba? De ser el caso, no tenía duda de que aquel hubiese sido el ojo más poderoso que el clan Uchiha hubiese tenido en toda su historia—. ¿Cuál es el poder de su ojo derecho? —preguntó, intrigadísimo.
Ah, sí. Era cierto. La memoria humana es selectiva, como un niño que ignora el incómodo elefante en la habitación tiene una gran facilidad para meter en el baúl los recuerdos que podrían hacernos daño. O volvernos locos. Para Akame eso correspondía al pequeño escarceo que habían vivido Datsue y la difunda Koko con la banda de Zaide, algunos años atrás. Desde que se había propuesto aprender los jutsus secretos del clan Uchiha junto a aquel hijo de puta, Akame se había esforzado bien por apartar esos recuerdos de su cabeza. Pero ahora Zaide se esforzaba en recordárselo, una y otra vez.
—Uno de los jinchuuriki —le corrigió Akame, seco—. Por algo se llamaban Hermanos del Desierto, en plural.
Incluso aunque el joven renegado no pensaba decir palabra sobre el asunto, en su rostro repentinamente agrio se podía leer que no le hacía ninguna gracia. Especialmente, caminando como estaban por las mismas montañas donde Zaide y sus rufianes habían secuestrado y violado a Kageyama Koko. De repente, Akame recordó la pregunta que el calvo le había hecho en Ryuugu-jō: ¿sería capaz de trabajar con los que habían asesinado a su amor? Y luego, la respuesta que él le dio: Zaide había sido tan responsable como Sekiryu.
¿Iba a ignorar eso?
Akame resopló.
—Ya me gustaría —respondió—. Con gusto le sacaría los ojos a esa hiena de Datsue —y en cuanto al poder de su ojo derecho...—, ni idea. Nunca me lo contó... Aunque a cambio, el muy ratero tampoco sabe el mío. Ni él ni nadie.
Los labios se le curvaron en una sonrisa sádica. Si alguna vez Zaide llegaba a verlo, se aseguraría de que fuese una imagen que nunca jamás pudiera olvidar.
Uno de los jinchuurikis. Claro, claro… Ahora que le venía a la memoria, había oído hablar de ellos cuando su mente no estaba del todo nublada por el omoide. Habían matado a un Uzukage, aquellos dos bastardos. Solo por eso tenían su respeto.
Por desgracia, no sabía mucho más. Ni siquiera había oído hablar de aquel follón que Akame le relataba. Demasiado tiempo encerrado en la Prisión del Yermo, desconectado del mundo. ¿Qué habría pasado luego? ¿Cómo estarían las relaciones entre Villas después de semejante choque? Las tornas se habían cambiado y ahora era el mayor de los Uchiha quien quería saber, y nadie mejor que Akame para contárselo.
No obstante, sintió la tensión entorno a los ojos de él cuando replicó que ni Datsue ni nadie conocía el poder de su ojo derecho. Zaide sostuvo su mirada por unos largos segundos, y rompió la tensión esbozando una pequeña sonrisa. Supuso que lo mejor para su salud era no averiguarlo nunca. «Ya me gustaría a mí que nadie supiese el poder del mío». Oh, la carta de la sorpresa. Gastada demasiado tiempo atrás. Incluso Ryū sabía qué hacía.
—Oye —frunció el ceño—. Acabas de decir: por algo se llamaban los Hermanos del Desierto. Se llamaban. —En estricto pasado—. ¿Le pasó algo al hermano de Datsue, o qué?
Akame soltó una carcajada ácida, luego le dio una pitada a su cigarrillo y contestó.
—Fue asesinado, claro —respondió sin muchas reservas—. En cualquier caso, incluso cuando yo todavía era jōnin del Remolino Datsue ya se había convertido en un shinobi jodidamente fuerte. Más de lo que lo era yo, probablemente... Así que te aconsejo que no le subestimes si alguna vez sientes la tentación de rememorar viejas experiencias.
¿Cómo de poderoso se habría vuelto? El Datsue que Akame recordaba era holgazán, rehuía de sus responsabilidades y siempre trataba de escurrir el bulto en las misiones importantes. Sin embargo, después de lo sucedido... ¿Habría cambiado, también, el menor de los Hermanos? Akame le dio otra fumada al cigarrillo y siguió caminando. Tanto hablar le había puesto de mal humor.
Era curioso el cambio que Akame estaba teniendo. Quizá producto de la libertad del exilio. Quizá por influencia indirecta del propio Zaide. El caso es que, hacía cuestión de un mes o dos, a Zaide jamás le hubiese colado semejante trola. Y, ahora, cuando el veterano Uchiha oyó que uno de los Hermanos había muerto asesinado, lo registró en su mente como una verdad irrefutable. Sin cuestionárselo. Sin siquiera sospechar.
—Ya veo. Así que ahora es el único jinchu, ¿huh? —respondió, pensativo. Akame, quizá presintiendo algo, le aconsejó no subestimarle. Él se limitó a encogerse de hombros, y alzó la vista brevemente al oír el graznido de un ave que no llegó a localizar—. No me pareció gran cosa hace dos años. Pero, duerme tranquilo. Subestimar a alguien con nuestros ojos es un error en el que nunca caí.
¿Estaba de coña? Y menos con alguien que podía tragarse bijuudamas.
—Oye, ¿y qué pasó luego? Ilustra a este viejo ignorante. Debió montarse una buena en el Estadio de la Villa, ¿huh? ¿La relación entre Villas siguió siendo estable después de eso? —Por lo que había oído en las reuniones de Dragón Rojo, tenía pinta que sí.
Mientras hablaban, el paseo sinuoso al borde de la montaña llegó hasta un largo puente que conectaba un risco inalcanzable por ningún otro medio. Cuerdas a ambos lados, y tablones de madera conformaban este vertiginoso puente, que, cabe decir, no parecía carcomido por el tiempo ni la humedad. Se balanceaba ligeramente en el aire al son del viento, eso sí. Y era jodidamente estrecho.
Akame asintió con la cabeza, y luego negó. Sí, Datsue era ahora el único jinchuuriki de Uzushiogakure —al menos, que él supiera—; y no, la relación entre las Aldeas no había sido la mejor durante los meses después del Examen de Chuunin.
—Yo no diría estable, más bien se desató una jodida batalla campal en Uzushiogakure. Imagínate, ninjas de todas las Aldeas atacándose unos a otros, desconfiados de recibir una puñalada trapera por parte de los de las otras Villas. Al final el Uzukage calmó la situación y los shinobi extranjeros fueron expulsados, pero la paz pendió de un hilo durante las semanas siguientes.
Él bien lo había sabido, pues con su actuar durante el Examen, se había ganado algunos enemigos en las filas de la Lluvia. Aunque eso se lo calló.
—Eso sí, ahora parece que vuelven a unirse. ¿Por qué, me pregunto yo? La única explicación para que las Tres Grandes actúen de esa manera es que exista alguna amenaza externa mucho más peligrosa que ellas mismas. ¿Quién tiene semejante poder en Oonindo?
Ambos Uchiha continuaron su trayecto a través del puente. Zaide, pasando la mano buena por la cuerda. Había presenciado demasiados sustos y accidentes cuando era joven como para ir de bravo.
Respondió a la pregunta de Akame sin dudarlo. ¿Quién tenía semejante poder en Oonindo?
—Dragón Rojo. —Calló por un instante, y acto seguido soltó una carcajada tan grande cuyo eco reverberó por todo el valle—. No, en serio, yo creo que ese poder del que hablas es el miedo. El miedo a perderlo todo. Las guerras traen cambios, y a ninguna de las tres Villas le interesa eso. Están muy bien como están, apoltronadas en sus tronos. Quizá haya algo por ahí, no te digo que no. Pero no le daría…
Oyó el mismo graznido que antes, y frunció el ceño al no encontrar su procedencia.
—¿Sabes? Cuando era joven, me gustaba venir a este tipo de puentes con un par de camaradas y… Oh, no.
«Oh, mierda.»
Lo supo antes de verla. Allí, al final del puente, una figura femenina salió a relucir. En actitud amenazante, cabe decir. ¿Cómo se distinguía semejante actitud? Bueno, algo entre el arco que sujetaba y la flecha que le apuntaba entre ceja y ceja se lo decía. A su lado, otra chica con una bandana rayada al cuello —no alcanzaba a ver qué símbolo estaba tachado—, sujetaba un machete sobre la cuerda del puente.
Tampoco le hizo falta mirar atrás para saber qué se encontraría. Otras dos mujeres, vomitadas del suelo, una apuntando a Akame directamente con un arco, y la otra desenvainando una katana corta y aproximándola a otra de las cuerdas del puente. Estas dos también tenían bandanas rayadas.
Se encontraban a quince metros de cada par.
—¡Hola! —exclamó la que parecía ser la líder, la única con ninguna bandana visible. Tenía el pelo largo y rojo y una sonrisa afilada. No debía pasar de los veinticinco años—. ¡Mirad vaya chicos más apuestos nos hemos topado! Parece que la fortuna nos ha sonreído, ¿eh? Antes de nada, sabemos que tenemos una belleza deslumbrante que a veces provoca que uséis el Sunshin para vernos de cerca cuanto antes. Creedme, no es buena idea. ¿Verdad, chicas?
Todas negaron con la cabeza.
—No en un puente de estos. No en este puente en concreto.
A las risas de Zaide se sumaron las de Akame. ¿Dragón Rojo? Dragón Rojo podía ser lo suficientemente poderoso como para tener entre sus zarpas a un país menor como era el del Agua, ¿pero a una Villa Oculta? Eso era harina de otro costal.
A punto estaba Akame de soltar una chanza, cuando algo llamó su atención. Cuando quiso darse cuenta estaban en mitad del puente y rodeados por ambos lados por varias mujeres de aspecto amenazador. Como un acto reflejo el Sharingan salió a relucir en los ojos de aquel muchacho, que examinaron con curiosidad a las asaltantes; «¿"sunshin", eh?» Por las palabras de la que parecía su líder, aquellas tipas sabían una cosa o dos acerca del Ninjutsu. Había que ir con cuidado.
—¿Qué queréis? —les espetó el Uchiha, sin miramientos.
Al Sharingan de Akame le siguió el de Zaide, brillando en su único ojo sano como una señal de advertencia, de peligro. El chakra de las bandidas brillaba con relativa fuerza, con tanta o casi tanta como la de Akame, aunque ni de coña contaban con la abundancia de este último. A todas luces, kunoichis de nivel medio.
—Oh, yo nada, monada —respondió a Akame la que parecía ser la líder—. Pero ese suelo de ahí quiere que le presentéis vuestras pertenencias.
Sonrió.
—¡Oi! ¿Cuál es el dicho sobre los Uchiha? —preguntó, al distinguir el rojo en sus miradas.
—¿Qué son más melodramáticos que un ribereño del Sur hablando de uno del Norte?
—¿Qué son más melodramáticos que un ribereño del Norte hablando de uno del Sur?
—¿Qué nunca se les debe enfrentar en igualdad numérica?
—¡Eso! ¡Eso mismo! —exclamó al oír lo último—. ¡Suerte que somos cuatro y ellos dos, ¿hmm?! ¡Chicos, de verdad, no queremos problemas! Vosotros dejad en el suelo la pasta, las armas y los sándwiches. Nosotras nos acercamos a quitaros de encima tan pesadas cargas, ¡y desaparecemos de vuestras vidas para siempre!
«Justo lo que nos faltaba, cuatro rateras de medio pelo buscando tocar los pendientes reales», maldijo Akame para su fuero interno. El País de la Tierra era bien conocido por tratarse de un territorio mayormente sin ley, donde los criminales más buscados y exiliados de las Grandes Aldeas acudían a buscar refugio y paso seguro entre sus múltiples riscos. Por su orografía ya era una región difícil de controlar, repleta de cuevas donde esconderse y de estrechos desfiladeros por los que viajar sin ser visto, pero si a eso se sumaba la inestabilidad política del país...
Resultaban en advenedizas como aquellas que creían poder imponer su propia ley en un pequeño trozo de tierra. Akame no tenía ninguna prisa en derramar sangre, pero tampoco iba a dejarse robar como un pardillo. Y por los aires de la que llevaba la voz cantante, ellas parecían bastante convencidas de que podían desplumar al dúo de Uchiha.
—Es curioso, porque... Yo solo veo a dos enemigos.
El exjōnin escuchó pacientemente las bravatas de la líder mientras examinaba a las otras tres. Su atención la captó en especial la que empuñaba un arco, en el otro lado del puente. No por el hecho de que estuviera apuntándole con una flecha, ni por la factura del arma —que parecía de calidad común—, sino por sus ojos. Akame clavó su mirada en la de ella y por un instante ambos quedaron solos en el mundo. No había nada más que ellos dos, nada se interponía entre ambos hasta el punto de que la forajida podría sentir sus almas tocándose. Oonindo podría haber sido víctima de una catástrofe apocalíptica y ahora sólo quedaban ellos dos para repoblarlo, ¿o tal vez estaban solos porque habían dado el golpe de sus vidas y ahora vivían en un lujoso palacio con todas las comodidades?
Lo cierto era que carecía de importancia, porque cuando Akame habló, para la joven renegada sólo hubo una cosa en el mundo: cumplir sus deseos. Unos deseos expresados con voz muda pero que retumbó en todas las cavidades de su cráneo, en lo más profundo de su alma. Un anhelo fuerte y claro.
«Dispara en la cabeza a la kunoichi que está junto a ti, y luego asesina a tu jefa.»
CK:
210/330
–
-18
–
-32
–
-70
–
¤ Saimingan ¤ Ojo Hipnótico - Tipo: Apoyo (Genjutsu visual) - Rango: A - Requisitos: Uchiha 60, Sharingan de Tres Aspas activo desde el turno anterior - Gastos: 18 CK, impide regen. de chakra - Daños: - - Efectos adicionales: Distracción, control, ataque sorpresa, engaño - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: -
Mediante su Sharingan, el usuario es capaz de hacer entrar en un Genjutsu a su oponente con mero contacto visual. Cuando el oponente entre en su ilusión, podrá mostrarle lo que desee, emulando visión, sonido, e incluso sensaciones como el dolor o el placer. Mientras se realiza el Genjutsu, el usuario no puede atacar a la victima, pues cualquier daño externo anularía el engaño, y durante el transcurso del mismo, tanto usuario como oponente estarán paralizados en el sitio. El ejecutor será capaz de modificar el entorno por completo durante el transcurso de la ilusión, y de hacer que la ilusión dure todo el tiempo que haga falta, hasta un máximo de diez turnos. Si dispone de menos de 40 de Inteligencia, no será capaz de mantener ninguna técnica activa mientras la utiliza. No se puede utilizar junto a jutsus complejos y que requieran un excesivo control, como criaturas dirigibles o clones de cualquier tipo.
(Uchiha 70) Por 32 CK adicionales al gasto base, si la Inteligencia del usuario es mayor que la Voluntad del oponente en más de 30 puntos o en más de 10 si el PV del oponente ha descendido por debajo de su 60%, si la víctima está completamente inmovilizada, o si se trata de un civil, el usuario puede utilizar la técnica para crear un estado de sueño profundo mediante hipnosis. Luego podrá interrogar al afectado libremente si así lo desea o dejarlo caer inconsciente. Si sufre daños, o pasan tres turnos, despertará. Mediante este uso de la técnica también se puede inducir una parálisis en lugar de un sueño profundo.
¤ Kunrin ¤ Dominio - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 100, San Tomoe no Sharingan activado - Gastos: 70 CK - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Sellos: - - Velocidad: Lenta - Alcance y dimensiones: -
Genjutsu que permite al usuario, mediante su Sharingan, implantar una idea en el subconsciente de un objetivo sometido. En la práctica, este jutsu permite al ejecutor transmitir órdenes a la víctima que serán cumplidas por ésta, en mayor o menor grado, como si hubiesen salido de su propia persona. El objetivo debe estar sometido o en un estado de hipnosis profundo (se puede utilizar el Saimingan para ello), por lo que no puede utilizarse en combate. Además, esta técnica exige contacto visual directo para su ejecución. En ningún caso puede utilizarse esta técnica para forzar a la víctima a inflingirse un daño mortal de forma directa o indirecta (órdenes como "córtate la garganta con una daga" no son válidas, pero tampoco "salta desde lo alto de la Torre de Meditación").
La complejidad del mandato depende de la Inteligencia del ejecutor:
1-40: sólo pueden darse órdenes simples ("abre la puerta", "dame lo que tengas en el bolsillo derecho")
41-60: la orden puede ser extensa ("móntate en el carruaje que va hacia Shinogi-to, cuando llegues, compra un pastel de fresa")
61-80: la orden puede ser compleja y prolongarse en el tiempo ("cada mañana, ve al patio, riega las plantas y luego deja caer un billete de 1 ryo por el balcón")
81-100: la orden puede incluir condicionantes ("cuando escuches el sonido de la campana en la Fiesta de Fin de Año, compra un bidón de aceite inflamable, ve a casa, viértelo y préndele fuego").
+100: la orden puede ser muy compleja y tener numerosos condicionantes (se discute con el Narrador)
Así mismo, las órdenes implantadas en el subconsciente de la víctima prevalecen hasta que son cumplidas o expira su efectividad, lo cual dependerá de la Voluntad del objetivo:
1-10: permanente
11-20: 1 año
21-40: 3 estaciones
41-70: 2 estaciones
71-100: 1 estación
+100: hasta final de la trama
La víctima hará todo lo posible para cumplir con la orden dada mientras la técnica esté activa, con la salvedad antes descrita de poner en peligro su integridad física de forma directa o indirecta. Si su Voluntad es menor a 60 puntos, la víctima no tendrá reparos en dañar a seres queridos para cumplir con la orden, aunque siempre optará por no hacerlo, de ser posible.
El tiempo pareció ralentizarse por unos segundos, como si todos supiesen, o intuyesen, que estaban en un momento crítico. La líder de la banda, y sus acompañantes, porque sabía que no todos aceptaban de buen grado ser saqueados una buena mañana. Y sabía que ese momento en el que revisaban sus cartas, y sopesaban si valía la pena hacer all in o perder el bote por aquella partida, era impredecible. Zaide, porque había visto en Akame un súbito bajonazo de chakra. Y, una de las bandidas…
Bueno, una de las bandidas simplemente se desconectó del mundo.
—Ey. ¿Qué te pasa? —preguntó, alarmada, su compañera. La kunoichi no había caído desmayada, pero sí había bajado el arco, y parecía como ida.
—¿¡Qué ocurre ahí!? —quiso saber la líder, inquieta, a treinta metros de distancia. Y treinta metros eran muchos metros como para ver bien, pero sí los suficientes como para dejar volar la imaginación.
De pronto, la kunoichi pareció salir de su trance. Despertó un suspiro de alivio en su compañera, quien vio cómo volvía a ascender el arco y…
… y recibía un flechazo entre ceja y ceja. Fue inesperado, tan repentino y tan violento que cayó al suelo muerta antes siquiera de darse cuenta de lo que había pasado.
—¡¿Qué coño?! —gritó la líder, al otro lado. Su compañera de banda estaba ahora llevándose una mano al carcaj, tensando la cuerda del arco con una nueva flecha y…
¡Disparando hacia ella!
Pero treinta metros eran muchos metros, eso y una puntería no tan precisa bastó para que la esquivase echándose hacia un lado.
—¡Corta coño corta!
Zaide chasqueó la lengua. Había buscado con la mirada a la mujer que empuñaba el machete, pero desde el momento en que se olieron que algo pasaba al otro lado sus ojos no volvieron a encontrarse. Incapaz de hacer sellos, su única mano buena emitió un brillo dorado y el sonido de mil pájaros chirriantes, estallando en centenares de senbons eléctricos que recorrieron el puente en un suspiro e impidiendo que la bandida se acercase a la cuerda que necesitaba cortar. Era eso, o caer achicharrada.
Al mismo tiempo, a su espalda, la mujer que seguía bajo el influjo de Akame había decidido que la mejor forma de matar a su líder era en persona. Así pues, ahora corría a toda velocidad por los delicados tablones, dejando tras de sí lágrimas que se desvanecían en el aire.
¤ Chidori Senbon ¤ Senbon de los Mil Pájaros - Tipo: Ofensivo - Rango: A - Requisitos: Raiton 45 - Gastos:
18 CK
(multiplicable x2)
(multiplicable x3)
- Daños: 30 PV - Efectos adicionales: Es posible apuntar a varios objetivos a la vez - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 5 de largo.
(multiplicable x2)Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 10 de largo.
(multiplicable x3)Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 15 de largo.
Una de las muchas variaciones del Chidori, donde el usuario transforma la técnica inicial a medio formar en múltiples agujas de chakra eléctrico que esparce en un amplio rango. Las agujas tienen una velocidad extraordinaria, que sumado al rango que abarcan, las hace realmente difíciles de evitar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80