Cosas de chicas

[Uzumaki Eri]

Se esperó que Hana reprochase sus palabras, que buscase una forma de contraatacar todas sus afiladas agujas que había soltado por la boca y la habían atacado sin piedad, pero lo que no se esperaba, sin lugar a dudas, era que rompiera a llorar como la lluvia hacía en los días fríos.

— Yo... no quería decir eso... Lo siento... es solo... que, que, que... hay ninjas que solo miran el rango y... y... tú parecias muy decepcionada conmigo la primera vez. Lo siento

«Mierda, mierda, mierda...»

Eri era la menor de una familia, había sido la más consentida y también la que más cadenas había tenido atadas a las manos. Había llorado, pero nunca había sido la responsable de calmar un llanto. Se llevó una mano a la cabeza, buscando las palabras adecuadas para que dejara de llorar, pero no sabía bien qué decir.

En parte tenía razón, no la parte donde se fijaba en un rango, no; pero sí que había juzgado la apariencia de la chica cuando la vio por primera vez. Era una principiante en todo, acababa de salir, no tenía experiencia real, simplemente estaba dispuesta a seguir aquel camino. En parte, la recordaba a ella, inocente y en busca de ser una mejor persona.

Aquello era lo que había cambiado su parecer sobre la Himura, que seguía hipando frente a ella.

Con cuidado, abandonó su asiento y se sentó a su lado, pasando una mano por los hombros de la rubia, atrayéndola hacia ella para que se apoyase en su pecho mientras acariciaba su hombro con cariño.

—Venga, Hana, ya está, no llores —pidió, con tono conciliador, cerca de su oído—. Sé que no lo decías con mala intención, solo tienes miedo, como yo lo tuve, siento haberte hablado así —se disculpó—. Pero no quiero perderte como lo hice con Riko, por eso quiero que seas fuerte, ¿vale? —pidió, llevando una mano a su rostro para retirar el rastro de algunas de sus lágrimas—. Pero para eso, tienes que dejar de llorar y prometérmelo.

[Himura Hana]

—Venga, Hana, ya está, no llores . Sé que no lo decías con mala intención, solo tienes miedo, como yo lo tuve, siento haberte hablado así. Pero no quiero perderte como lo hice con Riko, por eso quiero que seas fuerte, ¿vale? Pero para eso, tienes que dejar de llorar y prometérmelo.

Ver que su sensei en vez de ensañarse con ella por ser una sentimental se preocupaba por su educación y experiencia hizo que se tranquilizase levemente, aunque no podía parar así como así la cascada de lágrimas. Fue disminuyendo lentamente hasta que se sintió capaz de hablar sin tartamudear.

— B-bueno, la tasa de mortalidad y desapariciones en nuestro trabajo es la más alta. Entre los que acaban secuestrados para saber las técnicas ocultas de cada villa, los doujutsus y los kekkeis, bueno, es una locura. Quiero decir, e-espero no morir genin. Ni acabar en algún callejón oscuro sin ojos ni órganos internos. — de nuevo, no estaba ayudando en nada. — Que... que yo quiero hacerme fuerte y ayudar a la villa, pero no sé cómo y tú, tú sigues viva, que ya es más de lo que podría decir yo si me hubiese enfrentado a la mitad de lo que has enfrentado tú. No te hicieron jounin por nada, paraste un puñetero bijuu y no sé, siempre he pensado que yo no era para tanto en comparación a prácticamente todo el mundo. Ni siquiera creo que nadie quisiese mis organos internos por mucho kekkei genkai que tenga.

Aspiró hondo, pues se había quedado sin aire de lo rápido que había hablado. Finalmente, dejó caer los hombros, apoyandose en Eri desanimada.

[Uzumaki Eri]

Hana era sentimental, lo estaba notando con cada minuto que pasaba con ella. Lloraba cuando se suponía que una kunoichi no debía mostrar sus verdaderos sentimientos, hablaba antes de pensar e incluso se sentía inferior a los demás. Eri seguía frotándola el hombro con cariño mientras escuchaba sus palabras, sus palabras libres de llantos y tartamudeos, y un buen discurso también.

— B-bueno, la tasa de mortalidad y desapariciones en nuestro trabajo es la más alta. Entre los que acaban secuestrados para saber las técnicas ocultas de cada villa, los doujutsus y los kekkeis, bueno, es una locura.

Podía estar triste, pero la teoría se la sabía muy bien, ¿o era que temía morir de aquella manera? Es normal cuando te enfrentas a gente capaz de clavarte un kunai en el cuello, pero eso ya lo sabías cuando te metías en ese trabajo.

— Que... que yo quiero hacerme fuerte y ayudar a la villa, pero no sé cómo y tú, tú sigues viva, que ya es más de lo que podría decir yo si me hubiese enfrentado a la mitad de lo que has enfrentado tú. No te hicieron jounin por nada, paraste un puñetero bijuu y no sé, siempre he pensado que yo no era para tanto en comparación a prácticamente todo el mundo. Ni siquiera creo que nadie quisiese mis organos internos por mucho kekkei genkai que tenga.

—Dejemos lo de sacar órganos o ojos para otro día —murmuró Eri, separándose una vez Hana se hubiera encontrado mejor—. Las acciones son lo que nos hacen fuertes, por eso entrenar es importante, pero no solo lo físico —le dio un golpe suave en la cabeza—. Nuestra mente es importante también.

[Himura Hana]

—. Las acciones son lo que nos hacen fuertes, por eso entrenar es importante, pero no solo lo físico. Nuestra mente es importante también.

A Hana se le dibujó una sonrisa tonta en la cara. ¿Qué le iba a contar a ella? Si lo único que había hecho desde su graduación era estudiar para entender el fuinjutsu. Vale, ahora controlaba y entendía mejor el chakra, pero seguía siendo una tirillas.

— La verdad es que puede que no haya entrenado físicamente demasiado, por lo mental no te preocupes, eso lo llevo al día, je. Je. — confesó entre risas nerviosas.

[Uzumaki Eri]

— La verdad es que puede que no haya entrenado físicamente demasiado, por lo mental no te preocupes, eso lo llevo al día, je. Je.

Volvió a darle otro pequeño golpe en la cabeza, esa vez un poco más fuerte que la anterior.

—¡Me refería a la parte sentimental! —regañó, para luego soltar un suspiro—. Bueno, todavía estás verde, irás aprendiendo... —trató de consolarse ella misma.

[Himura Hana]

—¡Me refería a la parte sentimental! . Bueno, todavía estás verde, irás aprendiendo...

Hana torció el gesto.

— Mi sensei me estaba regañando con toda su vehemencia por algo que había dicho, si Hanabi-sama te regañase a ti, ¿qué hubieras hecho? — lo soltó sin pensar, cuando pensó decidió cambiar de tema — Entonces, ¿no vas a dejar de ser mi sensei porque sea una inútil?

Lo cierto era que su tutor no hacía más que sentirse decepcionado con ella, desde el primer día que le había dicho lo que pensaba sobre ser un ninja la había visto como una debilucha. Puede que no se lo dijese directamente, pero se notaba. Si Eri-sensei también lo pensaba, Hana empezaría a creerselo.

[Uzumaki Eri]

— Mi sensei me estaba regañando con toda su vehemencia por algo que había dicho, si Hanabi-sama te regañase a ti, ¿qué hubieras hecho?

«¡Pero bueno! Y luego soy yo la que no tiene modales», pensó la Uzumaki; claramente disgustada por los arrebatos que le daban a su alumna. Ella no era tan osada cuando salió de la academia.

—Perdóname, Hana, pero esa contestación está fuera de lugar. Uzukage-sama, lo primero, no tendría que regañarme por soltar tales palabras ante él, y, segundo; si se diera el caso de que me tuviera que regañar, no me pondría a llorar y acataría lo que me esté diciendo, ¿vale?

Esperó que, después de aquello, no tuviera que discutir sobre los modales. Sin embargo, si se diera el caso, tendría que molestarse en darle unas cuantas lecciones.

— Entonces, ¿no vas a dejar de ser mi sensei porque sea una inútil?

Eri suspiró por enésima vez aquel día, ¿de verdad aquella chica tenía catorce años?

—¿Tú dejarías de serlo? —preguntó de vuelta.

[Himura Hana]

—Perdóname, Hana, pero esa contestación está fuera de lugar. Uzukage-sama, lo primero, no tendría que regañarme por soltar tales palabras ante él, y, segundo; si se diera el caso de que me tuviera que regañar, no me pondría a llorar y acataría lo que me esté diciendo, ¿vale?

Tal vez no había elegido las palabras perfectas para expresarse, pero decirle que necesita ser menos sentimental cuando le había soltado un discurso atronador solo porque le había dicho que la mayoría de Jounin ven a los Genin como bebes, pues no le parecía justo. ¡Ella misma había tenido ese arranque hace un minuto y ahora le decía que era una fuente de calma!

Pero claro, tener un arranque con una Genin no era comparable a que ella lo tuviese con una Jounin. Hana pensaba que el respeto debía ser igualitario y no en piramide, sin embargo, los rangos no lo eran. Esperaba poder tener confianza con su sensei, pero igual no lo conseguiría hasta ser ella misma una Jounin.

— Vale, Eri-sensei. — contestó seria.

—¿Tú dejarías de serlo?

— No, pero... — se mordió la lengua, estaba cansada de hablar de más. — Pero nada. Lo siento, Eri-sensei.

Sintió la decepción en su sensei como lo sentía en su tutor. No sabía que esperaban de ella, ¿obediencia absoluta? Ni cuando les hacía caso parecían menos decepcionados. ¿Qué podía hacer ella?

[Uzumaki Eri]

— Vale, Eri-sensei.

Eri frunció el ceño en total desacuerdo con su alumna, obviamente esperando otra respuesta que un simple Vale, Eri-sensei. ¿Dándole la razón haría que ella se contentase? Obviamente la respuesta era negativa, pues sabía desde Amegakure que su pupila estaba lejos de querer darle la razón, pero no tenía ya más ánimos para discutir, sobre todo teniendo en cuenta que ya estaba de por sí mosqueada por lo sucedido a lo largo del día.

— No, pero... —y paró de golpe, como replanteándose su siguiente frase, tanto que incluso la cortó por lo sano—. Pero nada. Lo siento, Eri-sensei.

Dejó caer sus hombros, no iban a conseguir nada más aquel día, lo notaba en el aire, y en la forma de hablar de Hana. Sobre todo aquello último.

—¿Pero...? —instó la kunoichi mayor.

[Himura Hana]

—¿Pero...?

— Pero nada, de verdad, Eri-sensei. Tienes razón, eso es todo. Debería hacerte caso en vez de debatirte.

Suspiró, no lo decía con rabia ni con tristeza, solo con resignación. Por mucho que le molestase, Eri era su sensei y su jounin, debía aceptar que tenía más experiencia y más conocimiento en todo lo que implicaba ser una ninja que ella misma. Y puede que ella le hubiese dicho cosas fuera de tono, pero eso no le daba derecho a Hana a hacer lo mismo.

Tampoco quería irse de la lengua de nuevo y que la Uzumaki se lo tomase como que se estaba burlando de ella, así que lo que le quedaba era callarse y esperar.

[Uzumaki Eri]

— Pero nada, de verdad, Eri-sensei. Tienes razón, eso es todo. Debería hacerte caso en vez de debatirte.

Uy no, la famosa espiral, el bucle de: tienes razón aunque ella sintiera que no era así. Se masajeó el puente de la nariz, buscando algo para incitarla de verdad a que hablara, pero fue totalmente en vano. De aquel bucle no se salía así porque sí.

—Como quieras —musitó, estirando sus manos hacia delante, ocultando parcialmente su rostro con uno de sus hombros, por donde se deslizaron sus cortos cabellos—. Creo que será mejor que nos vayamos ya, ¿no crees?

[Himura Hana]

Lo había dicho con sinceridad, de verdad pensaba que Eri era mucho más experimentada que ella y de verdad creía que tendría que hacerle caso. Pero una cosa era saberlo y otra que no le picase que la Uzumaki pudiese hacer y decir lo que quisiese y ella no. También era consciente de que si la jounin decía algo era por algo y, en cambio, Hana hablaba por hablar.

— Creo que será mejor que nos vayamos ya, ¿no crees?

La genin se limitó a asentir y levantarse de su sitio.

— ¿Vamos a entrenar al final? — preguntó sin saber muy bien qué esperar por respuesta ni qué esperaba ella exactamente.

[Uzumaki Eri]

— ¿Vamos a entrenar al final?

Eri sopesó su pregunta durante unos segundos. Su pie estaba en perfecto estado, sin embargo, había sido la Himura quien había insistido en que no forzase aquel día para no empeorarlo o volverlo a como estaba antes de que su hermana aplicase chakra curativo sobre él.

—No, hoy no entrenaremos —negó, mientras se encaminaban a la puerta. Alzó una mano y se despidió de Yamamoto con un suave movimiento, luego volvió a dirigirse a Hana—. Pero ven conmigo, voy a dejarte unos libros sobre el Fuuinjutsu que tengo en casa.

Y echó a caminar con las manos en los bolsillos, esperando a que su pupila la siguiera caminando a su costado. Su pequeño apartamento no estaba lejos de allí, es más; si giraba un par de calles, ya podían visualizarlo tranquilamente.

—¿Tienes un buen control de chakra, no? Creo recordar que me lo dijiste la última vez —preguntó—. ¿Quieres que vayamos por encima de las casas? Así veré qué tan ágil eres.

[Himura Hana]

—No, hoy no entrenaremos. Pero ven conmigo, voy a dejarte unos libros sobre el Fuuinjutsu que tengo en casa.

Hana asintió en silencio para hacerle saber a su sensei que la había escuchado. La siguió al exterior del recinto con la mirada clavada en el suelo frente a ella, repasaba mentalmente todas las veces que se había ido de la lengua, preguntando o deduciendo de más. Y pensó que hubiese sido más fácil pensar en las veces que no las había cagado, pues habían sido más escasas.

—¿Tienes un buen control de chakra, no? Creo recordar que me lo dijiste la última vez . ¿Quieres que vayamos por encima de las casas? Así veré qué tan ágil eres.

Sinceramente, Hana no estaba preparada para otra prueba, pero no iba a exponer sus dudas abiertamente.

— Claro, si así llegamos antes. — contestó sin mucha confianza.

[Uzumaki Eri]

— Claro, si así llegamos antes.

Eri asintió, y en un salto se adherió a la pared contigua para escalar todo el edificio hasta el tejado. Sabía que se había hecho daño saltando, pero ahora no estaba Ryuu por ahí en medio y esperaba que Hana simplemente saltase hasta llegar a su hogar.

No obstante, decidió ir más lenta de lo normal, por si las moscas.

—¡Ahí está! —exclamó al visualizar un gran edificio de unas cinco plantas. Corrió un poco más y saltó para volver a la acera. Esperaría a que su pupila bajara para abrir la gran puerta de fuera e internarse en el edificio.

Su interior era simple, de paredes de ladrillo y el suelo de madera barnizada. Subieron las escaleras prácticamente de dos en dos hasta llegar al tercero, donde se encontraba su residencia.

—¿Te gustaría tomar algo? —preguntó de manera cortés.