Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Hana estaba algo nerviosa. No tanto por el torneo ni el viaje sino por la cantidad de seguridad que rodeaba a ambas cosas. Además, los ANBU iban más callados que un gato de escayola, apenas se dirigían la palabra para nada más que decir si la zona estaba asegurada o no. La genin se sentía altamente fuera de lugar con toda esa protección, todos con toda su profesionalidad y ella con un peluche de panda enganchado a su bolsa donde llevaba sus cosas. Prefirió dejar pasar los días de viaje en silencio, concentrada en seguir el ritmo y estar atenta a los alrededores.
Hasta que la última noche, pararon en Tanzaku Gai, en una posada. Era totalmente incapaz de dormir, el día siguiente llegarían a los dojos y no quedaría casi nada para que empezase el torneo. Llevaba semanas entrenando sin descanso bajo el exigente e insaciable criterio de su sensei para estar minimamente preparada para el evento, sin embargo, aún no se sentía del todo preparada. Y si ahora, con un buen entrenamiento a sus espaldas, no se sentía preparada, no quería ni imaginar como se hubiese sentido si hubiese ido como estaba antes.
La posada en sí no era nada del otro mundo, tenía todas las habitaciones en un piso y debajo tenía todas las instalaciones como los baños, el salón con chimenea, el comedor o la cocina. Tenían toda la posada solo para ellos, así que no tendría que haber problema en que bajase a dar una vuelta nocturna a ver si cogía el sueño o un resfriado, lo que viniese primero.
Tras bajar las escaleras vio luz en el salón y se acercó a ver quien estaba ahí. Y ahí estaba Eri, sentada en uno de los sillones que encaraban a la chimenea que la dueña del lugar había decidido encender. Hana retrocedió instantáneamente, escondiéndose tras el marco de la puerta. Vestía un pijama de manga larga y pantalones largos, de tela fina pero opaca, con dibujitos de pandas felices, saltando, bailando y, en fin, una cosa muy infantil. Además de llevar en los brazos su peluche de panda y una camiseta interior negra que no era suya. Definitivamente, no quería que su sensei la encontrase con esas pintas.
16/03/2020, 17:02 (Última modificación: 16/03/2020, 17:32 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
Ascua vino como un huracán, y con él, la segunda edición del Torneo de los Dojos llamaba a la puerta. Tal y como Datsue y ella habían temido, habían sido convocados como participantes en vez de presentarse voluntariamente como antes había ocurrido. No obstante, decidió que lo mejor era enseñar lo que podía hacer sin excederse demasiado, pues, aunque quisiera dar una buena impresión tanto a Señores Feudales como Kages por igual, no quería enseñar todo lo que escondía bajo la manga.
Hana y ella habían comenzado el viaje juntas, y aunque ella sopesaba casi cada día qué podía hacer y qué no, sentía que su pupila, Himura Hana, no se encontraba del todo preparada para el evento, aunque llevase las últimas semanas trabajando y entrenando sin descanso. Estaba bastante contenta con su desarrollo, aunque seguía teniendo ese aire infantil e inocente que la caracterizaba y aquello a veces la atemorizaba.
Por una parte, no quería que perdiera aquello de la noche a la mañana, pero tarde o temprano, en este mundo, uno tenía que madurar, y sufría a veces porque su pupila lo hiciera demasiado pronto. Pero tampoco quiso forzarla, ni sacarla el tema, pues al igual que Hana, ella temía por muchas cosas más.
Su viaje era silencioso, solo cruzaban un par de palabras cuando hablaban y siempre para hablar de técnicas o estrategia. Pero para Eri, no solo el Torneo ahora era su principal preocupación, pues salir de la villa conllevaba, como siempre, acordarse de su misión de búsqueda fallida, pero las palabras de Datsue resonaban en su cabeza.
Akame es una rata, y no se dejará pillar a no ser que él quiera.
Poco faltaba para llegar a su destino, por ello, en Tanzaku Gai, el lugar donde había vivido tanto con Ayame; hicieron una parada en un hostal para pasar la noche. Quería dormir y estar descansada, pero no lograba pegar ojo, así que, con su túnica cerrada, bajó al salón donde otra mucha gente se arremolinaba cerca de un fuego encendido por la propietaria. Le resultaba algo innecesario, pues el verano acechaba las noches oscuras de aquel lugar.
Se recogió sus piernas y las abrazó en la butaca donde estaba. No le importaba perder, pero no quería hacer el ridículo. Demasiado había hecho ya en todo aquel tiempo perdido.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La preocupación de Eri había ido transpirando a Hana a lo largo del viaje. Al principio pensó que probablemente fuese la misma que tenía ella, el torneo, su papel en todo aquello, dejar en buen lugar a la villa, sin embargo, parecía haber algo más, una espinita clavada en la pelirroja de la que la rubia no tenía ni idea. Sin embargo, no quería tirar de esa espinita delante de toda la comitiva de viaje, parecía muy personal. Claro que también había visto a su sensei dedicarle comentarios y miradas reprobatorias cada vez que exhibía su actitud infantil o despreocupada habitual. No era un secreto que todavía la veía muy verde.
Si se presentaba ahora ante ella con un pijama infantil sujetando un peluche igual le daba un infarto. ¿Qué podía hacer? Por nada del mundo lo dejaría tirado en el pasillo para entrar al salón, tampoco iba a entrar con él, aunque, bueno, Eri ya lo había visto, como los ANBU, como todas y cada una de las personas con las que se habían cruzado. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Donde iba con el estúpido panda colgando de la mochila?
Suspiró, algo entristecida por todo en general. No tenía sentido acobardarse ahora. Ya era tarde, así que la mayoría de la gente se había ido a dormir ya que al día siguiente retomarían el viaje a primera hora. Hana entró con la cabeza alta, para ir bajándola progresivamente hasta llegar al sillón contiguo al de Eri, dejándose caer sobre él. Llevaba el pelo suelto y el pequeño panda entre sus brazos.
— Buenas noches, Eri-sensei. ¿Qué... qué tal estas?
Parecía que su sensei no estaba bien, pero consolarla con la vergüenza que tenía encima no sabía si conseguiría que sonase creíble.
17/03/2020, 15:52 (Última modificación: 17/03/2020, 15:53 por Uzumaki Eri.)
— Buenas noches, Eri-sensei. ¿Qué... qué tal estas?
Eri salió de sus pensamientos y se giró hacia quien había mencionado su nombre. Sus ojos azules se toparon con los chocolate de su pupila, que la miraba con algo de preocupación ataviada con un pijama de pandas bastante más infantil de lo que Eri podía imaginar. Le dedicó una sonrisa a la par que dejaba caer sus piernas de vuelta al suelo, donde se calzó.
—Bien, solo que no puedo dormir con tanto en la cabeza —se sinceró, revolviéndose el cabello—. ¿Y tú? ¿Qué haces despierta?
Sabía que Hana estaba algo pensativa desde que habían salido, pero no parecía tener problemas a la hora de coger el sueño, por lo que intuyó que su pequeña alumna probablemente no podía dormir por el mismo motivo que ella: demasiado en la cabeza.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Bien, solo que no puedo dormir con tanto en la cabeza. ¿Y tú? ¿Qué haces despierta?
La sonrisa de su sensei añadida a la tranquilidad con la que le contestó, en vez de mirarla mal y decirle que era una infantil y que la iban a matar en el torneo, relajó a Hana. Le devolvió la sonrisa a la pelirroja antes de contestar.
— Pues no lo sé, sinceramente. Es que no quiero decir que no me siento preparada porque en realidad estoy bastante bien, sin embargo, como no sé qué me voy a encontrar no sé cómo saldrá todo y me pongo nerviosa y si me pongo nerviosa empiezo a pensar en que igual me toca enfrentarme a algún ninja todopoderoso de otra villa y yo solo soy una genin sin ninguna experiencia ni en torneos ni en exámenes ni en misiones reales. Entonces siento que debería haberme quedado en casa haciendo magdalenas que es lo único que se me da bien en esta vida. — lo soltó todo para después parar en seco, mirar tímidamente a Eri y seguir. — Pero todo bien.
"Pero ¿para qué abro la boca?"
Se arrepintió al momento de haberle soltado eso a la Uzumaki. ¡Tenía que parecer madura! ¡Independiente! Y otras palabras que sonaban bien y querían decir que se tenía que callar las cosas, pero era incapaz, cada vez que abría la boca salía lo que pensaba y lo que pensaba eran pensamientos de ninja adolescente.
— Pues no lo sé, sinceramente. Es que no quiero decir que no me siento preparada porque en realidad estoy bastante bien, sin embargo...
Ahí venía el pero de su alumna, y sus pensamientos, tan transparentes como su estado de ánimo, hicieron acto de presencia en la conversación. Estaba nerviosa por el torneo, por no saber qué podía salir de todo aquello y todo ello porque era una pequeña genin recién salida de la academia.
Y culminaba diciendo que hubiera estado mejor en casa haciendo magdalenas.
Ah, pero todo bien.
Eri suspiró y negó con la cabeza para luego sonreír e invitarla a sentarse con ella junto al fuego, haciéndose a un lado para que cupiera.
—Hace un par de años, cuando yo todavía era genin, me convocaron para participar en un Torneo. Fue la edición de 217 si mal no recuerdo, ¿o 218? Si fue hace dos años... —intentó hacer memoria la kunoichi—. Di lo mejor de mí, pero no fue suficiente. Pero, ¡eh! —llamó la atención de su pupila—. Eso me ayudó a hacerme más fuerte, Hana, y por eso estoy aquí, para demostrar todo lo que he mejorado.
Se recostó sobre el respaldo del asiento, acomodándose.
—¿Te conté al final por qué me fui de misión? —preguntó, de pronto.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri se dedicó a explicarle su experiencia con la anterior edición del torneo, siempre diciendo que su mejor esfuerzo no fue suficiente, ¿para qué? ¿Para ganar? Ganar era indiferente, ¿no? Se venía a hacer gala de las habilidades individuales y de no dejar a la villa demasiado en ridículo. Habiendo sido la anterior campeona Uzushiogakure, ¿y si no ganaban aquella edición? O peor, ¿y si llegaba ella a la final? Eso sería un estropicio sin parangón.
—¿Te conté al final por qué me fui de misión?
El cambio de tema le cayó a Hana como agua de Flama para dejar atrás aquella espiral destructiva de pensamientos negativos.
— No, y no quería preguntarte porque vi que te afectaba bastante, así que no te sientas obligada a decirme nada. No es que no quiera saberlo, me muero de ganas de saberlo, pero no quiero presionarte a compartir información que no quieras solo porque soy tu alumna. Quiero decir, cuando quieras, aquí estoy, claro, pero no lo hagas por compromiso. O sí, no sé, lo que tú quieras. Y mejor me callo ya. — añadió finalmente apretando los labios uno contra el otro.
Hana tenía esa pequeña habilidad que tenía mucha gente joven y curiosa a no parar de hablar cuando se la daba coba, y no quería culparla. Ella misma era una persona curiosa por su entorno, por las personas que la rodeaban y por cualquier rumor, técnica o derivado que se le pareciera.
— Quiero decir, cuando quieras, aquí estoy, claro, pero no lo hagas por compromiso. O sí, no sé, lo que tú quieras. Y mejor me callo ya.
—Si quieres te lo cuento —dijo ella, restándole importancia para que la rubia no se sintiera mal por querer saberlo—. Hace un tiempo me asignaron la misión de buscar a —bajó la voz, lo suficiente para que ella escuchase—. Uchiha Akame —mencionó, aunque no sabía del todo si ella se acordaba de aquel chico. Ella sí, claro, aunque era más bien poco grato a la vista, pero eso no tenía nada que ver—. El caso es que, tras meses de búsqueda, no encontré nada, cero, su paradero era desconocido —resumió rápidamente, encogiéndose de hombros—. ¿Te acuerdas de Datsue? Pues, cuando volví, me encontré con él, y le debo dar la razón pues, Akame es alguien muy escurridizo, y dudo mucho que pueda encontrarle si él no quiere que le encuentren —suspiró, cansada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri le explicó, tras meses de secretismo y sufrimiento por parte de la rubia que quería saber qué atenazaba el corazón de su sensei como le había explicado Hotaru, en qué consistía la misión que la mantuvo alejada de la aldea tanto tiempo. Buscar a Uchiha Akame. No tuvo que pensar mucho para saber de qué le sonaba tanto Uchiha Akame. Campeón del último torneo, jinchuriki de la villa junto a Datsue y muerto. Pero su sensei no parecía haberse equivocado, incluso había bajado la voz al pronunciar el nombre.
— Pero... — no supo exactamente qué preguntar, porque no entendía nada. — ¿es un exiliado ahora? — preguntó en el tono más bajo que pudo, acercándose un poco a Eri para que la pudiese oír.
Y se mordió la lengua después de la primera pregunta, impidiendo que saliesen todas las demás. ¿No era hermano de Datsue? ¿Ha traicionado a la villa? ¿Y su entierro? ¿Era todo una farsa? ¿Qué está pasando? ¿Va a aparecer en el torneo para matarlos a todos por intentar quitarle su titulo? ¿Desde cuando se sabe esto? Qué locura.
—Todo el mundo lo dio por muerto. Pero al parecer sobrevivió, sin bijuu y quemado.
"Quemado..." Esa palabra quedó unos segundos en la mente de Hana, que negó rápidamente para centrarse de nuevo en el tema que les ocupaba. Miró a Eri, que claramente quería dar por cerrado el tema, y pensó que no sería buena idea asaltarla a preguntas así que decidió dar un rodeo.
— Bueno, por cambiar de tema... Tú... ¿cómo te sientes al respecto? De la misión quiero decir. — hizo como que miraba al fuego, sin dejar de mirar a Eri por el rabillo del ojo.
— Bueno, por cambiar de tema... Tú... ¿cómo te sientes al respecto? De la misión quiero decir.
Hana la pilló de lleno: no sabía si su pupila era suspicaz, pero si lo había dicho simplemente por decir, había dado en el clavo, viendo que a su sensei algo la picaba desde hacía un tiempo. Suspiró y se abrazó a sí misma, aún hacía frío por la noche.
—Al comienzo me desalenté por no haber conseguido nada —se sinceró, entristecida—. Ahora solo siento que, aunque era una misión casi imposible, podría haber dado más de lo que di —si, aquello era lo que de verdad la atormentaba cada noche, el haber podido hacer más pero no haberlo hecho al final.
No esperaba consuelo por parte de Hana, ni de nadie en general, solo es algo que el tiempo curaría.
El tiempo o Akame preso y ciego.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Al comienzo me desalenté por no haber conseguido nada. Ahora solo siento que, aunque era una misión casi imposible, podría haber dado más de lo que di
Hana ladeó la cabeza, dubitativa sobre como responder, aunque no se le ocurría nada mejor que dejar fluir su sinceridad y que saliese lo que tuviese que salir. Tampoco quería callarse lo que pensaba para soltar alguna frase cliché que al final del día no vale para absolutamente nada ni ayuda lo más mínimo.
— Yo creo que si el mismísimo Datsue-san, que además de ser el salvador de la villa, héroe nacional y tropecientas más cosas, es la persona que más conocía a Akame-san, dice que era una misión imposible, no creo que dando más de lo que diste hubieses conseguido otro resultado. Además, tú... bueno, quiero decir, que yo sepa, los Uzumaki no son rastreadores. ¿No sería que no estabas en tu área de dominio? No tienes que forzarte, Eri-sensei.
No tenía demasiado tacto pero había conseguido sortear el "Tú no vales para eso" de una forma magistral. Hana había estado dandole muchas vueltas a lo de centrarse en un area, ella quería ser sigilosa y dedicarse a misiones de infiltración, quería disfrazarse, actuar y apuñalar directamente al cuello, no hacer grandes combates ni abrir boquetes enormes en el suelo, ni destrozar estatuas centenarias en enfrentamientos absurdos. Quería ser la daga invisible que avanza hasta cortarte el cuello antes de que te percates de su presencia.
Hana le dio un pequeño discurso acerca de Datsue, en su razón y el porqué de la misma. Ella sonrió al recordar como las palabras del chico la reconfortaron bastante, pero al escuchar como una segunda persona le decía lo mismo —aunque más bien, era repetir lo que ella le había contado— hizo que asomara una pequeña sonrisa en sus labios.
— Además, tú... bueno, quiero decir, que yo sepa, los Uzumaki no son rastreadores. ¿No sería que no estabas en tu área de dominio? No tienes que forzarte, Eri-sensei.
Tenía que darle la razón en aquello. No era rastreadora, esa era la especialidad de Nabi, pero como él ya no estaba, había recaído en sus hombros esa responsabilidad. Abrazó con cuidado a Hana y se apoyó en su hombro.
—Tienes razón, Hana, muchas gracias —agradeció a su pupila.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Sin duda, las palabras que menos había oído la rubia en toda su vida. Parpadeó un par de veces antes de devolverle el abrazo a Eri, apartando su minipanda del camino. Era extraño, pero empezaba a comprender que por muy sensei que fuese la Uzumaki, era una kunoichi como ella, con sus inseguridades y sus miedos, con sus fortalezas y sus creencias, y poco a poco, Hana sentía que estaba conociendo a una Eri a la que no solo admiraba sino que quería cuidar como a una amiga.
— Si puedo ayudarte en algo, Eri-chan, puedes decirmelo, tú ya has hecho muchisimas cosas por mi, así que puedo devolverte el favor cuando necesites.
No es que le hubiese prometido nada a Hotaru, pero quería alegrar la vida de la pelirroja tanto como fuese posible. Era su mentora y su amiga, y si alguien se merecía ser feliz era aquella jounin, la misma que le había echado más sermones que abrazos, por suerte, Hana la quería igual, a su manera.