Cosa Nostra

[Himura Hana]

— Mmhmhm... Cualquiera está bien

Hana se puso de morros, pero Ren no iba a ser capaz de verlo. ¿Qué sentido tiene si Ren no tiene ni un apice de entusiasmo en ello? La menor se negó a que aquello le amargara la oportunidad de peinarla. Estaría mona aunque fuese en contra de su voluntad. Ren no tenía tanto pelo como Hana, así que tampoco veía hacerle las trenzas.

Le separó el pelo en dos mitades, peinó cada una con cuidado para que estuviese liso y sedoso, lo cual era endemoniadamente facil para Ren, por lo visto. Después, recogió cada lado en una coleta baja, dejando a la amejin con una coleta en cada lado de la cabeza. Así se le veía más el rostro y su mirada azulada. Además era el peinado más sencillo del mundo y el que solían llevar las niñas pequeñas, por lo que la adorabilidad de Ren se saldría de la escala.

— A ver, girate.— le pidió Hana a su hermana.

[Himura Ren]

— A ver, girate.

Hana había terminado antes de que se diera cuenta; obedeció entonces algo nerviosa. Un suave rubor adornaba sus mejillas teniendo un color rosado; intercambió una mirada momentánea para desviarla hacia la izquierda de forma baja. No sabía como le quedaba, y tampoco estaba segura de si quería saberlo.

[Himura Hana]

Hana se llevó ambas manos a la boca, estupefacta. Aún sabiendo que iba a estar mona, sencillamente, era demasiado. También era tan antinatural en Ren, que parecía una parodia de sí misma. Pero al girarse, la sangre se le acumuló en las mejillas por la vergüenza, dandole el brillo que le faltaba para enrojecer las de la rubia en respuesta.

La pobre era de corazón débil y observar tal despliegue de belleza hizo que se amedrentara un poco. Y eso que solo le había cambiado el peinado, si algún día conseguía que vistiese algo minimamente colorido, igual no lo contaba.

— Biiiiieeeeen. — consiguió decir cuando sus pulmones volvieron a hacer su función y a coger aire. — ¡Estás monisima! ¡Ay! No puedo más.

Primero llevó las manos a las coletas, repasandolas levemente y después a las mejillas de la amejin. Finalmente apartó las manos y la mirada.

— No, no puedo. Demasiado mona para mí. Siento que se me derrite el corazón.

[Himura Ren]

— B-Bueno ya es s-suficiente — avergonzada ahora ante la reacción de Hana y siendo pellizcada en las mejillas; intentaba apartarle las manos de su cara con delicadeza y sin ninguna fuerza. Intentó llevarse las manos a los mechones para deshacerlos, pero la rubia se lo impidió presionando suavemente sus mejillas.

— No, no puedo. Demasiado mona para mí. Siento que se me derrite el corazón.

— Ieeeee. — renegó con un comportamiento más propio de Hana que de ella; agitando los brazos como una niña pequeña.

[Himura Hana]

— B-Bueno ya es s-suficiente

— Noooo. — dijo mientras le impedía a Ren deshacer el peinado cogiendole las manos.

Por suerte, la amejin no aplicaba mucha fuerza en zafarse, sino lo conseguiría.

— Venga, Ren, solo un ratito. Hazlo por mi. — la miró a los ojos, intentando convencerla, pero tuvo que apartar la mirada. — Dios, la monosidad se apodera de mi cuerpo. ¡¿Pero como puedes ser tan mona?!

No podía evitar sonreír ante tal cumulo de belleza tan inocente que desprendía Ren, con su mirada y sus sonrojadas mejillas.

[Himura Ren]

Ante el espectáculo que estaba dando no podía sentirse más avergonzada y extrañada. ¿La morosidad se apodera de su cuerpo? pensó intentando buscarle explicaciones a sus palabras

— ¿Y-Y no hay otra cosa? — dijo mirando y acariciando con las yemas de los dedos las puntas de sus coletas.

Todo era tan antinatural para ella, que no sabía muy bien como reaccionar o encajar las críticas; pero la rubia se lo estaba pasando en grande, disfrutándolos al máximo, por lo que Ren decidió sufrir un poco más a costa de la felicidad de Hana. Solo eso hacía que mereciera la pena.

[Himura Hana]

— ¿Y-Y no hay otra cosa? —

Esa pregunta pilló a Hana a contra pie. ¿Qué quería decir? ¿A qué se refería? ¿No se referiría a...? Se detuvo a sí misma. ¿En qué estaba pensando exactamente? Ni ella estaba segura.

— ¿O-otra cosa? ¿A-a qué te refieres? — preguntó Hana invadida por la curiosidad.

La miró a los ojos tan azules como Hana se imaginaba Amegakure, siempre llena de agua por la lluvia. Dejó que su mano fuese a acariciar una coleta de Ren, que ella misma estaba toqueteando. Tras una breve caricia atrapó la mano de su hermana, bajándola hasta la cama sobre la que estaban sentadas y aprisionándola contra ella.

— Veo a una chica preciosa, indecisa pero convencida, algo infantil pero más madura que yo y que es capaz de superar una crisis sin problema. Además de que sabe vendar tobillos mucho mejor de lo que yo sabré nunca. Y algún día, esa chica será la mejor samurai de Onindo. — acabó dedicandole una sonrisa sincera y acariciando con sus dedos la mano de Ren.

[Himura Ren]

— Veo a una chica preciosa, indecisa pero convencida, algo infantil pero más madura que yo y que es capaz de superar una crisis sin problema. Además de que sabe vendar tobillos mucho mejor de lo que yo sabré nunca. Y algún día, esa chica será la mejor samurai de Onindo. — acabó dedicandole una sonrisa sincera y acariciando con sus dedos la mano de Ren. Los ojos de Ren comenzaron a humedecerse, como si no hubiera llorado y sentido un carrusel de emociones suficiente durante todo el día. Desde luego con tanto lloro, aquella noche iba a dormir a pierna suelta.

— Gracias... — dijo La abrazándola entonces con lentitud, hundiendo la cabeza en su hombro y moviéndola lentamente hacia los lados. El olor de Hana, le recordaba a un dulce y suave melocotón, como un rosado postre. Tal vez por eso le gustaba tanto el rosa. Tras ello, se separo con una sonrisa todavía algo nerviosa por un incomodo rugido del estómago de la amejin junto a una risa tonta al final. — C-Comamos ya de una vez. Jajaja

Se acercó hasta la mesa; no era muy grande y era baja, por lo que se sentó en uno de los cojines. No empezaría sin su hermana.

[Himura Hana]

— Gracias... C-Comamos ya de una vez. Jajaja

Había sido una de las pocas veces que la que daba el abrazo era Ren, también tan breve como solían ser las muestras de afecto de Ren. Poco a poco se iba acostumbrando, aunque le sacaría hasta la última gota a cada una de las que consiguiese. Correspondió al abrazo y a la sonrisa, contenta de haberle alegrado el día a su hermana.

Sirvió dos platos, uno claramente más generoso que otro, y los llevó a la mesa, poniendole el generoso a Ren, que tenía que recuperar fuerza.

— Hay más, por si quieres después. Ah, y también he traído postre. Me has hipnotizado con tu pelo y al final se me ha olvidado. — recordó mientras se sentaba en un cojín tan cerca de Ren como le fuese posible. — Luego te lo enseño, no es gran cosa tampoco, pero me pareció gracioso para ti.

Y ahí la dejaría, con su plato de caldo y su cuchara, con la duda.

[Himura Ren]

Acepto el bol con sus manos, antes de que Hana lo dejara sobre la mesa; lo sostuvo con cuidado con ambas manos, abrazando la calidez natural que desprendía aquel recipiente y luego acercarlo hasta sus propios labios, queriendo embriagarse de su aroma. Olía suavemente a especias, pero era incapaz de saber cuales, no tenía tanta práctica en la cocina. Dio un sorbo y el calor inundó su cuerpo como el agua caliente había hecho minutos atrás.

— Oh, estoy deseando saber que sera — dijo con una sonrisa tan cálida y delicada, que se salía de su línea habitual. Junto a las coletas y el cuidado que estaba teniendo ahora, parecía que hubiera invertido los papeles con Hana. Estaba incluso sentada sobre sus propios pies, cada vez que volvía a acercar su tazón, lo hacía posando ambas manos bajo este, con una educación y modales fuera de lugar.

Para Hana eso sería algo la mar de extraño, se comportaba con elegancia y sutileza, más propios del señor o la princesa que debía proteger, que del la guardaespaldas torpe y tosca. Pero Ren siempre solía comportarse así con los mayores y sus superiores; tan solo lo había hecho inconscientemente.

[Himura Hana]

— Oh, estoy deseando saber que sera

Dijo Ren en un tono sosegado como si de una jubilosa tarde de primavera hubiesemos quedado a tomar el té en nuestra mansión mientras nuestros progenitores se van a jugar al golf. Lo cual hizo que Hana levantase una ceja.

Esperaba la reacción típica de Ren, poner morritos, pedirle repetidamente que se lo diga y una actitud más infantil en general. De repente, Ren había madurado y ella se quedaba como la infantil del par. Se sentó con recato y con suma delicadeza empezó a beber del bol bajo la atenta mirada de Hana, que no entendía nada.

¿Podría ser el peinado? ¿O tal vez lo que le había dicho antes de ir a cenar? O igual sí que le había dado un buen golpe en el combate y la había dejado más fuera de sí de lo que pensaba.

El caldo estaba caliente pero no ardiente, así que Hana se lo bebió rápidamente, más pendiente de la evolución de Ren que de la comida en sí. En cambio, la amejin degustaba la sopa como si fuese algún tipo de comida exotica.

— Ren...— se rascó la nuca, insegura.

"¿Qué puedo decirle? ¿Por qué te has vuelto educada de repente?" No es que le disgustase la forma en la que era Ren, ni que ahora fuese un hito en la educación. Solo que era... raro.

— ¿Estás bien?

También podía haberle apretado demasiado las coletas.

[Himura Ren]

— ¿Estás bien?

— Oh, si si — dijo algo nerviosa al darse cuenta de su comportamiento. — E-Es solo que... No sé... Me siento muy cómoda estando contigo, Hana — esta vez miró a lo poco que quedaba en su tazón; todavía estaba disfrutando de aquel sabor, cuando la que ahora se comportaba y con los arreglos de la kunoichi del remolino, se veía como una auténtica princesa de un damimio. — ¿Puedo tomar un poco más, por favor?

El caldo era sabroso, y las especias potenciaban su suave sabor.

[Himura Hana]

— Oh, si siE-Es solo que... No sé... Me siento muy cómoda estando contigo, Hana

Hana levantó una ceja extrañada, normalmente era al revés, al principio te comportas con educación y amabilidad y una vez coges confianza empiezas a desmelenarte. Al parecer, Ren aún tenía sorpresas que ofrecerle. No pudo evitar sonreír al darse cuenta de lo que significaba eso. Iba a tener una Ren mona y educada de puertas para dentro y una Ren petarda y macarra de puertas para fuera.

— ¿Puedo tomar un poco más, por favor?

— Todo el que quieras. Ha sobrado un montón. — contestó Hana mientras le cogía el bol e iba a rellenarlo.

Volvió con el bol igual de lleno que al principio.

— ¿Te gusta como cocino entonces? Casi siempre cocino solo para mí, así que me gustaría que fueses sincera. ¿Qué te parece el caldo?

[Himura Ren]

Termino un sorbo, para algo dubitativa mirar el bol. Ella no era una experta culinaria, pero sabía bastante de cocina debido a la ayuda que prestaba en el pequeño local. Odiaba a los críticos de cocina pero no tanto como Nanashi, quien los echaba a patadas a la mínima que se les veía el plumero.

— ¿A ti te gusta? A mí bastante. Cada persona tiene sus gustos particulares, por eso los críticos culinarios me parecen estupidos. Tal vez puedas críticar la cantidad de comida en los platos por el precio que te cobren — dijo cruzada de brazos, algo seria. — Pero bueno... A mí me gusta mucho; seguro que otras cosas te saldrán deliciosas. Oh, la próxima vez sere yo quien te haga algo — junto as manos, cerca de su propio rostro con una radiante y sincera sonrisa.

[Himura Hana]

— ¿A ti te gusta? A mí bastante. Cada persona tiene sus gustos particulares, por eso los críticos culinarios me parecen estupidos. Tal vez puedas críticar la cantidad de comida en los platos por el precio que te cobren. Pero bueno... A mí me gusta mucho; seguro que otras cosas te saldrán deliciosas. Oh, la próxima vez sere yo quien te haga algo

Oir que le había gustado su cocina le encendió el corazón y las mejillas. Le hubiera gustado decirle que le cocinaria siempre que quisiera, pero claro, siempre estaba la distancia entre medias. Había tantas cosas que podría decirle y que se callaba porque eran imposibles que simplemente le sonrió.

— Me alegró que te guste. Pero... ¿de verdad sabes cocinar? — preguntó genuinamente sorprendida. — Bueno, supongo que es lógico, viviendo de un restaurante. Nada, olvidalo, a veces digo tonterias sin pensar.

Lo cierto era que dudaba de la habilidad de Ren en la cocina, le parecía demasiado energetica para poder estar en una cocina quieta y concentrada preparando algo. Hana principalmente tenía mano con los dulces, sin embargo, llevaban demasiado tiempo para hacerse bien, tiempo que en los Dojos no tenía. El resto de cocina la había aprendido por supervivencia. Si no se cocinaba ella, ¿quien demonios iba a hacerlo?