Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
8/07/2020, 16:27 (Última modificación: 8/07/2020, 16:33 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—¿¡M- Mo- Moririkage-dono!? —preguntó un tembloroso muchacho de cabellos azabache y gafas. Un shinobi de Uzushiogakure que Kintsugi enseguida reconoció como uno de los participantes del Torneo de los Dojos. De hecho, si no recordaba mal, en la primera ronda se había enfrentado al Conejo Blanco—. Disculpe mi intromisión pero, ¿busca a aquel shinobi? —agregó, señalando una camilla cercana.
Sobre ella, reposaba inconsciente el shinobi de inconfundibles cabellos verdes: Tsukiyama Daigo. Pero ni siquiera tuvo tiempo de acercarse a él.
¡¡¡GRRROOOOOOOOOAAAAARRRRRRR!!!
¡¡¡BOOOOOOOOOOMMMMMM!!!
Un gutural rugido, que parecía salido del mismísimo Yomi, precedió a una violenta explosión que hizo que el estadio temblara de los pies a la cabeza. Ninguna roca fue lo suficientemente fuerte como para resistir el envite del dragón, y todo comenzó a desmoronarse entre violentos temblores.
—¡Agáchate! —Aquella era la segunda orden que Kintsugi le daba a un shinobi de Uzushiogakure.
La mujer se adelantó a toda velocidad y entendió los brazos sobre Takumi y Daigo antes de que las losas de piedra comenzaran a caer sobre ellos sin remedio. Ella no era más que un Kage Bunshin, si se arriesgaba a recibir un solo golpe les dejaría abandonados a su suerte. Por eso, sólo le quedaba un cometido. Desde la pared más cercana se extendió en horizontal un muro de roca y tierra que les cubrió desde arriba. Y la réplica de la Morikage repitió la acción de la real: apoyó sendas manos en el muro y los tatuajes de sus brazos brillaron en oro y se desparramaron sobre la roca, cubriendo cualquier fisura, fortaleciendo su defensa.
—En cuanto la situación se estabilice un poco, coge a Daigo y sácalo de aquí.
Aquella fue la última orden. Había gastado casi todo su chakra intentando protegerles del derrumbamiento que se les venía encima. Esperaba que fuese suficiente.
- PV:
30/30
–
- CK Clon:
48/156
–
-120 CK
– (Chakra recalculado en base al original)
- Técnicas: ¤ Doton: Doryūheki (x5, defensa de 200 PV), ¤ Doton: Kintsugi no Jutsu, refuerzo de la defensa en 100 PV. Defensa total = 300 PV
La Morikage no tuvo tiempo ni de responder siquiera cuando un enorme estruendo resonó cerca de ellos.
¡¡¡GRRROOOOOOOOOAAAAARRRRRRR!!!
¡¡¡BOOOOOOOOOOMMMMMM!!!
Tras aquello el estadio entero comenzó a temblar como si de un terremoto se tratara, ¿habría sido cosa de aquella musculosa bestia? El techo comenzó a resquebrajarse y a ceder sobre las cabezas de todo aquel que se encontrara en la enfermería.
—¡Agáchate! —Le ordenó la cabeza de Kusagakure.
El marionetista ni se planteó durante un segundo aquella orden y se echó al suelo sin vacilar. Vio entonces como Kintsugi actuó velozmente y formó un grueso muro de tierra en horizontal que frenó la caída de los escombros y, tras tocarlo con ambas manos, lo cubrió con una especie de estrías o ramificaciones áureas.
—En cuanto la situación se estabilice un poco, coge a Daigo y sácalo de aquí. —Dijo resolutiva después de salvar la vida de los allí presentes.
—E-entendido Morikage-dono, su shinobi saldrá de aquí con vida, se lo prometo. —Realizó una rápida reverencia. —Y muchas gracias por su ayuda.
Se acercó rápidamente a la camilla donde el kusajin estaba tendido y buscó incorporarle, no sin dificultad, para luego intentar llevárselo conectando cinco hilos argénteos de chakra a él.
—¡Rápido, ayudadme a cargar con él! —Se dirigió a cualquier médico, enfermera o guardia que allí se encontrara. —En el momento en el que el derrumbamiento reduzca su intensidad tenemos que salir de aquí lo más rápido posible e ir al exterior. —Sentenció con confianza para intentar tranquilizar a los pocos sanitarios que allí se encontraban.
Él quería ayudar a evitar el mayor número posible de muertes, pero en aquella situación ya nada podía hacer. No había sido útil y su inacción se estaba cobrando ahora mismo la vida de varios civiles, tal vez aquel descarado amejin tuviera razón. Ahora solo podía ayudar a salvar la vida de Daigo y del personal que estuviera en aquella sala, y si eso es lo único que podía hacer se esforzaría al máximo para cumplir con su deber de la mejor manera posible.
¿Por qué tuvo que cerrar los ojos? ¡Él quería abrirlos!
La final de Daigo justo había terminado y ahora el chico estaba tirado en el suelo, fuera de combate. La suerte no estuvo de su lado cuando decidió abrir aquel pergamino y ahora eran sus ojos los que no conseguían abrirse.
¡Pero él quería seguir peleando. Él necesitaba...!
Sintió los dedos de su rival entrelazárse con los suyos formando el Sello de la Reconciliación. Estaba bien. El combate ya había terminado.
¡¡¡GRRROOOOOOOOOAAAAARRRRRRR!!!
¡¡¡BOOOOOOOOOOMMMMMM!!!
Calor, terror y dolor. El chico sufrió todo aquello, aunque no era suyo el sufrimiento, sino ajeno. Escuchaba gritos. Todo temblaba ¡pero él no podía ver nada!
Tenía que abrir los ojos. Tenía que levantarse. ¡Tenía que hacer algo! Tenía que...
—...Coge a Daigo y sácalo de aquí.
«¿Kintsugi-sama?» Pensó, esperanzado. Si Kintsugi estaba allí significaba que todo iba a estar bien. «¡No, espera!»
¿Pero bien para quién? ¿Para él? ¡Él no era quien necesitaba ayuda! Él no era quien gritaba. Él no era quien sufría. Eran los demás. Ellos también necesitaban a alguien que les salvara.
Su mano se movió por reflejo a un fino hilo que lo sostenía. No tenía las fuerzas suficientes como para arrancárselo, de hecho, todavía no tenía las fuerzas suficientes para abrir los ojos del todo.
—Rō... ga...
«Te debo un puñetazo, maldito».
Recordó que había sido ese cabrón quien lo dejó allí en primer lugar, pero ¿dónde estaba él ahora? No lo había escuchado en ningún momento. ¿Acaso estaba...?
«Dime que estás bien, Lobo...»
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El cansancio le golpeó el pecho con la fuerza de un tsunami. Su único pulmón trataba de conseguir oxígeno a toda costa, pero era como si una gran montaña hubiese caído sobre sus costillas y las presionase tanto que no pudiese abrir el pulmón para coger aire. El fuego de Kioku perdió fuerza, como si también se estuviese ahogando. El fūton del ricasso desapareció.
Necesitaba descansar. Necesitaba recuperar el aliento.
Entonces un gran trozo de hormigón cayó a su lado, con un hombre encima que chillaba de auténtico dolor. Tenía una pierna doblada en una posición antinatural y un hueso le sobresalía de la rótula. Puso fin a la miseria de aquel pobre diablo y abrazó la roca con ambos brazos.
Solo necesitaba un último esfuerzo. Solo necesitaba un último empujón.
—¡¡¡GRROOOOOOOOAAAAARRRR!!!
Lo dio. Con su último aliento. Con cada célula de su cuerpo rugiendo de dolor. Alzó la roca sobre su cabeza y la usó de paraguas contra escombros. Las piedras caían sobre ella. Él avanzaba un paso. Más piedras. Otro paso. La cabeza cedía ante el peso; tenía que agacharla. Ahora el hormigón reposaba sobre su nuca y sus hombros. Otro paso. Sudaba a mares. Sentía que iba a desfallecer. Otro paso.
Un último esfuerzo. Solo un paso más.
Entonces, lo vio venir. Él no era Ryū, sino Ryūnosuke, y por eso cuando llegó al cruce lo supo. Conocía su propia debilidad. Conocía sus limitaciones. Iba a desfallecer bajo todo aquel peso. Solo había una opción, entonces. Inclinarse y…
… lanzar la jodida roca contra las puertas del estadio que daban al ring. Las puertas salieron volando junto al hormigón, y el Heraldo del Dragón continuó avanzando, ahora libre. Le cayó una roca encima. La Armadura resistió. Cuando llegó al umbral, las vivencias del otro clon llegaron a su ser. También su chakra. También su cansancio.
Casi se cae allí mismo. Tuvo que apoyar la espalda contra la esquina y usar el mandoble de bastón. Las piernas le temblaban. La visión se le oscureció. Bufaba como un maldito pez fuera del agua. Pero lo vio. Algo que no debería estar allí.
Arrastrar al kusajin no era una labor muy complicada gracias a sus hilos de chakra, de tener que sacarlo a pulso el edificio inevitablemente les aplastaría. «Espero que no tarde mucho en despertar...» Y como si los dioses le hubieran escuchado unas palabras con un tono muy leve salieron de la boca del peliverde.
—Rō... ga... —Musitó, casi sin fuerzas. «¿Rōga? ¿Y eso qué o quién es?»
—¿Daigo-san? ¿Estás bien? —Preguntó mientras no dejaba de avanzar ya por el pasillo hacia el exterior del estadio. —¿Crees que puedes andar por tu cuenta? Hay que salir de aquí cuanto antes si no queremos acabar siendo papilla.
Takumi entendía que el genin de la Hierba acababa de recobrar la consciencia después de un buen golpe, pero rezaba por que pudiera correr aunque fuera torpemente para salir de ahí cuanto antes. Le respondiera o no el kazejin seguiría avanzando lo más rápido que pudiera hasta la puerta que daba al exterior de aquella escombrera en la cual estaban encerrados de momento.
Poco a poco Daigo iba recuperando la conciencia. Sus ojos se abrían del todo y sus brazos recuperaban la fuerza. Eso es lo que tiene ser boxeador, que al caer solo tienes diez segundos para levantarte y aunque a veces era mejor esperar hasta la cuenta de 8 para descansar antes de volver al combate, al final siempre debías acabar levantándote.
Aún así eran justo estos momentos los que diferenciaban a Tsukiyama Daigo de un boxeador común, pues cuando un púgil cae en medio de una ronda y estaba al borde de la inconsciencia lo usual era que intentase sobrevivir hasta la siguiente ronda, Él en cambio no necesitaba intentar sobrevivir, pues era justo entonces cuando él se sentía más vivo que nunca.
—¿Daigo-san? ¿Estás bien?
Contra todo pronóstico activado
Vivo, aunque siempre vivía con un pie metido en la tumba. Fuerte, pero su fuerza ahora era efímera y se podía escapar al mínimo error. Valiente y decidido el chico utilizó sus fuerzas renovadas para arrancar los hilos que lo sostenían, cayendo de pie antes de cruzar la puerta.
—¡Espera! Tienes que buscar al chico de antes, el que estaba conmigo. ¿Lo has visto? —Le dijo antes de girarse hacia su kage, preocupado—. ¡Kintsugi-sama, usted también tiene que salir!
No saldría de allí sin asegurarse de que ella también lo hacía. No podía perder a otro kage. No de nuevo. No por protegerlo a él.
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Y Takumi cumplió con su parte. En cuanto el edificio dejó de temblar lo suficiente como para poder moverse sin temor a ser aplastados por cualquier escombro, el de Uzushiogakure tomó a Daigo, le enganchó lo que parecían ser hilos de chakra y, tras solicitar ayuda a cualquier sanitario cercano, comenzaron su escapada hacia el exterior.
Pero Daigo parecía estar recuperando la consciencia justo en esos momentos. Se arrancó los hilos de chakra con sus propias manos antes de cruzar la puerta y se dispuso a buscar, presumiblemente, al chico que Kintsugi había visto anteriormente.
—Daigo, tienes que salir de aquí ya. El estadio no tardará demasiado en terminar de colapsar —suspiró Kintsugi, volviendo a ponerse el antifaz sobre los ojos. Lo último que podían hacer era ponerse ahora a buscar a su amigo Amejin entre los escombros, por muy duro que sonase. No había tiempo, y corrían el riesgo de quedarse ambos atrapados allí—. No os preocupéis por mí. Yo soy sólo un clon.
Y, dicho y hecho, la réplica desapareció en apenas una nube de humo. Ella no podía hacer mucho más allí y ya había cumplido su propósito. Ahora su yo real necesitaba las escasas reservas de chakra que le quedaban.
14/07/2020, 18:18 (Última modificación: 14/07/2020, 18:22 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
Se sintió ver a Kintsugi desaparecer y saber que no era más que un clon. Por un lado le aliviaba saber que la Kintsugi real estaba a salvo, pero por otro lado ahora estaban solos.
Confundido, se quedó quieto durante un segundo, pero no dos. No podían perder más tiempo.
—Sí, Yondaime-sama... —se giró hacia Takumi y hacia quienquiera que todavía estuviera allí con ellos—. ¡Vamos!
Cerró con fuerza sus puños mientras salía. Las órdenes de Kintsugi eran simples: tenía que salir de allí ¡pero él no era la única persona en el estadio! ¿De qué valía que él saliera con vida si el resto moría y él no hacía nada para evitarlo? Tenía que hacer algo. Tenía que sal...
BLAM una roca cayó justo frente a él. Así de fácil. Con solo un paso más su vida se podría haber terminado allí mismo. Entonces entendió que él no podía detener nada de lo que estaba sucediendo. Que él no podía salvar a nadie.
No. Quizá no podía salvarlos a todos, pero definitivamente podía salvar aunque sea a una persona.
Sus ojos, ahora brillando en un fulgor verdoso al igual que el resto de su cuerpo, se dirigieron a Takumi por un momento. En ese instante Daigo no le dijo nada al kazejin, pero aún así sus ojos parecían suplicarle algo.
«Por favor. Si sabes algo de Rōga ¡dímelo!»
Si el kazejin planeaba responderle al peliverde tendría que hacerlo rápido, pues poco después el boxeador salió corriendo, no a la salida, sino al Kreuzung.
—¡Cuento contigo! —Le dijo. Todavía habían médicos que necesitaban salir allí y ellos necesitaban su ayuda.
¤ Saidai no Doryoku ¤ Máximo Esfuerzo - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Taijutsu 70 - Gastos: 75 CK activación, (divide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:
+10 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad, Destreza y Percepción
Al finalizar la técnica, el usuario sufrirá una penalización de 10 puntos a los mismos atributos hasta que pueda descansar apropiadamente o vuelva a activar la técnica. Si ha utilizado la técnica durante un total de 6 turnos antes de descansar, esta penalización se extenderá a una estación. Si se utiliza un total de 10 turnos, esta penalización aumentará a 20 puntos, y no desaparecerá al activar la técnica.
Utilizando una gran cantidad de chakra, el usuario es capaz de obligar a su propio cuerpo a actuar al máximo de sus capacidades durante un periodo prolongado de tiempo, pero tal esfuerzo tiene el peligro de acumular una gran cantidad de tensión en el cuerpo, que además sufrirá un efecto rebote que podría prolongarse durante durante un largo periodo de tiempo hasta que el cuerpo del usuario pueda descansar apropiadamente.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
El kusajin recuperó la consciencia y parecía que su fuerza también, ya que se arrancó los hilos del kazejin y se mantuvo de pie sin mayor dificultad.
—¡Espera! Tienes que buscar al chico de antes, el que estaba conmigo. ¿Lo has visto? —Se giró hacia la Morikage. —¡Kintsugi-sama, usted también tiene que salir!
—Daigo, tienes que salir de aquí ya. El estadio no tardará demasiado en terminar de colapsar. —Se ajustó su antifaz. —No os preocupéis por mí. Yo soy sólo un clon.
Y tras estas palabras la Mariposa de la Hierba desapareció en una nube de humo, ahora sólo les quedaba salir de ahí cuanto antes.
—Sí, Yondaime-sama... —Entonces se dirigió hacia el marionetista. —¡Vamos!
Comenzaron a avanzar rápidamente, el edificio continuaba desplomándose y un enorme fragmento se precipitó frente a ellos. «Mierda... Tenemos que salir de aquí cuanto antes.» Pero entonces Daigo miró a Takumi con unos ojos suplicantes, el del desierto ni siquiera le dio tiempo a pensar que buscaba con ello ya que estaba centrado exclusivamente en salir de aquella tumba de hormigón que se precipitaba sobre ellos. El loco salió corriendo hacia el cruce, sin decir nada, seguramente para buscar al amejin que ni había vuelto de su aventura.
—¡Más te vale volver con vida! —Gritó sin parar de avanzar hacia la salida. —¡No quiero tener que rendirle cuentas a tu kage!
No podía arriesgarse, además, tenía que asegurarse de que el personal médico que les acompañaba salía ileso de ahí.
Para ir a la salida hay que pasar por el Kreuzung, fallo mío por no poner el dibujo. No pasa nada, solucionaré el hecho de que no vayáis a la vez para que no quede raro vuestro diálogo.
Los dos enfermeros se acercaron a Takumi —cuando este todavía se encontraba en la puerta de enfermería— como si el ninja fuese una especie de paraguas antiescombros o bote salvavidas. Se trataba de un hombre de cabellos rizados y castaños y una mujer morena.
—E-espera, chico. ¿N-no deberíamos quedarnos un po-co más? —preguntó, con voz temblorosa—. El muro de Kintsugi-sama nos protege y ahí afuera todavía se cae todo a pedazos.
—Pero, ¡Daichi! —protestó la enfermera—. ¡Piensa en todos los heridos que debe haber! ¡Tenemos que salir cuánto antes para ayudar!
—¡No le serviremos de nada muertos! —replicó, con voz aguda y chillona—. Además, ¿quién te dice a ti que todo esto haya acabado? ¡Igual lo peor todavía está por venir!
—¡Pues con más razón hay que salir!
Los ojos del hombre se redujeron a dos diminutos puntos negros. Negó con la cabeza enérgicamente.
—¿¡Pero es que no te das cuenta!? No, claro que no te das. Porque no lo has visto. No lo has vivido. ¿Me equivoco? No estuviste aquel día en el examen Chūnin.
—En eso… No, no estuve.
—¡Pues yo tampoco! —espetó—. ¡Pero oí cosas! ¡OÍ COSAS! ¡Bijūs descontrolados! ¡Bijūdamas! ¡Qué sé yo qué más cosas! No, no, no, no. ¡Yo voto por quedarnos aquí un ratito más! ¿¡Qué dices tú, uzujin!?
• • •
Daigo avanzó entre los escombros, las piedras que caían del cielo y algún cadáver. Llegó hasta el famoso cruce y le vio. Roga, inconsciente, con un montón de polvo y piedrecitas tapándole el cuerpo.
Seguía vivo.
¿Por cuánto tiempo? Un trozo de hormigón del tamaño de la roca que le había lanzado Datsue en el torneo caía primero hacia el muro del pasillo y luego, al rebotar, contra el cuerpo de Roga. Sus ojos lo previeron unos segundos antes de que sucediese. La adrenalina hacía que todo se moviese a cámara lenta. Apenas contaba con un latido de corazón para reaccionar a tiempo.
¿Qué haría?
Vamos a suponer que la roca tiene un valor de 40 PV
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18/07/2020, 03:00 (Última modificación: 18/07/2020, 03:17 por Tsukiyama Daigo. Editado 2 veces en total.)
El chico corrió tan rápido como su cuerpo se lo permitió, esquivando las rocas, escombros y cuerpos que había a su paso, pero él sabía que tenía que mantener la vista al frente. No podía detener esto. No podía ayudarlos a todos.
Si salvaba a una persona todo habría valido la pena. Si conseguía salvar aunque sea solo a una todo habría valido la pena.
Los gritos y los llantos eran ensordecedores, pero de alguna manera sus oídos escuchaban mejor que nunca mientras buscaban una voz en concreto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se esforzaba en continuar hacia adelante, ignorándolo todo para encontrar a solo una persona.
Sus piernas se movían, aunque cansadas, a toda velocidad para encontrar a solo una persona.
«Aunque sea solo una» se repitió. «¡Aunque sea solo él!».
Sus compañeros de aldea tenían que estar bien. No estaban en la misma enfermería que él, así que probablemente estaban juntos en alguna otra. Probablemente se habían ayudado entre ellos. Probablemente ya estaban fuera.
Y si no era así, Daigo se juró que volvería entrar cuantas veces hiciera falta para ayudarlos.
¿Y a los padres de Ranko quién los ayudaba? ¿Y a los de Etsu? ¿Y al resto? Daigo negó con la cabeza mientras avanzaba desesperado. Tenía que salvar a una persona a la vez y luego pensaría en lo que haría después.
Por suerte sus padres estaban a salvo en casa, y Gura, y Koku, y Yota, y Kazuma. Al menos eso lo aliviaba.
—Tienes que estar por aquí... —se dijo cuando llegó a aquel cruce maldito.
Allí fue donde vio a ese malnacido. ¡Todavía seguía vivo! Pero no por mucho. No si el kusajin no hacía nada al respecto.
¿Que qué haría el boxeador?
Pues... lo de siempre.
«No te dejaré morir hoy, Lobo».
En un parpadeo el joven se movió al lado de su rival para proteger su vida, y en un suspiro el fulgor verdoso de su chakra viajó desde la planta de su pies hasta su puño, que destrozó la roca en un instante.
Era curioso como cuando Ryūnosuke fue quien condenó todas aquellas vidas, no fue otro sino Ryū quien salvó la vida de una de ellas.
Aunque sea solo una.
—¡Takumi-san, he encontrado a Rōga! —gritó, mientras levantaba a su compañero.
¤ Saidai no Doryoku ¤ Máximo Esfuerzo - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Taijutsu 70 - Gastos: 75 CK activación, (divide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:
+10 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad, Destreza y Percepción
Al finalizar la técnica, el usuario sufrirá una penalización de 10 puntos a los mismos atributos hasta que pueda descansar apropiadamente o vuelva a activar la técnica. Si ha utilizado la técnica durante un total de 6 turnos antes de descansar, esta penalización se extenderá a una estación. Si se utiliza un total de 10 turnos, esta penalización aumentará a 20 puntos, y no desaparecerá al activar la técnica.
Utilizando una gran cantidad de chakra, el usuario es capaz de obligar a su propio cuerpo a actuar al máximo de sus capacidades durante un periodo prolongado de tiempo, pero tal esfuerzo tiene el peligro de acumular una gran cantidad de tensión en el cuerpo, que además sufrirá un efecto rebote que podría prolongarse durante durante un largo periodo de tiempo hasta que el cuerpo del usuario pueda descansar apropiadamente.
¤ Shunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos:Ninjutsu 40 - Gastos: 14 CK/20 metros (multiplicable) - Daños: - - Efectos adicionales:
Esta técnica no podrá volver a ser utilizada en 5 turnos
(Aguante 80) Esta técnica no podrá volver a ser utilizada en 3 turnos
- Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
Permite al usuario reforzar las capacidades corporales momentáneamente y realizar varios pasos e impulsos a velociades sobrehumanas. El ejecutor siempre se mueve en línea recta, ya sea por tierra o desde tierra hacia una elevación, siendo necesario en este último caso que haya un lugar donde apoyar los pies al final del recorrido. Como mínimo, el shinobi o kunoichi necesitará un apoyo por cada multiplicable. No pueden atravesarse técnicas ni otros obstáculos como armas o incluso otras personas. Si se utiliza para atacar por sorpresa, el oponente siempre sentirá al usuario antes de que aparezca debido a que la técnica mueve una gran cantidad de aire.
Los ninjas de las Tres Grandes son capaces de añadir pequeños elementos decorativos para llamar la atención de un observador al tiempo que desaparece de su vista. En Uzushiogakure, el usuario deja tras de sí pétalos de cerezo. En Kusagakure, hojas mecidas por el viento. En Amegakure, una suave neblina.
¤ Ryū ¤ Dragón - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos:Taijutsu 50 - Gastos: 18 CK (multiplicable x2) - Daños: Uppercut + 30 PV - Efectos adicionales: La versión multiplicada enviará al oponente por los aires - Carga:
1 (sin multiplicar)
2 (multiplicado x2)
- Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica utiliza la potencia de todo el cuerpo del usuario, quien canalizará una gran cantidad de chakra que viajará visiblemente desde las plantas de sus pies hasta el puño, culminando en un potente puñetazo ascendente que irá dirigido a la barbilla, el hígado o el bazo del oponente.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
El peliverde salió corriendo pero a Takumi unos enfermeros le retuvieron un rato más, comenzaron a discutir entre ellos. El hombre abogaba por quedarse en la enfermería, confiaba en que el muro de la Morikage aguantara lo suficiente como para que nada le pasara a esa sala. La otra enfermera quería salir de ahí cuanto antes para ayudar a salvar más vidas, un punto de vista mucho más acorde al del kazejin. Pero el otro comenzó a hablar de los Exámenes Chūnin y bijūdamas, se le veía completamente aterrado.
—¿¡Qué dices tú, uzujin!? —Le preguntó.
—Hay que salir de aquí. —Sentenció tajante, pero con calma. —Si nos quedamos los escombros nos sepultarán en el mejor de los casos y quién sabe si alguien podrá rescatarnos antes de que fallezcamos por inanición. Además tu compañera lleva razón, hay muchos heridos que atender y esa es tu labor como personal sanitario del Estadio. —Abrió la puerta, pero antes de cruzarla completamente se giró. —No sé que vais a hacer, pero yo me voy y os recomiendo que si queréis salvar la vida hagáis lo mismo.
Comenzó a avanzar, esperando que los sanitarios siguieran su consejo, y comenzó a avanzar hacia el cruce para dirigirse a la salida cuanto antes. Justo a mitad del camino escuchó una voz, la del kusajin.
—¡Takumi-san, he encontrado a Rōga! —«Menuda flor en el culo...»
El marionetista echó un vistazo y entre el polvo desprendido por los escombros pudo localizar a Daigo levantando amejin. Se acercó lo más rápido que pudo a ellos dos.
—Cuando salgamos de esta me vas a tener que explicar el por qué de la suerte que tienes. —Dijo al genin de la Hierba. —Ahora vamos, hay que salir del complejo sin demorarnos más.
Dicho esto último comenzó a avanzar desde el cruce a la salida, rezando por que el pasillo no estuviera obstruido con fragmentos de hormigón.
Daichi negó antes las palabras de Takumi, mas sin decir nada. Sus ojos viajaron del umbral de la puerta al muro de Kintsugi, y del muro de Kintsugi a la puerta. La confusión y el miedo le tenían paralizado.
—¡Vamos! —le apremió su compañera, tirando de él.
—¡Joder, está bien! ¡Está bien! ¡Pero que sepáis que mi espíritu os perseguirá a los dos hasta el fin de los días como acabe sepultado entre los escombros!
• • •
Mientras tanto, Daigo se sacudía los problemas de la mejor manera que sabía: a base de puñetazos. Tomó a un Roga inconsciente por el brazo, y no tardó mucho en oír la voz del uzujin. Juntos, y con algún que otro sobresalto, lograron llegar hasta el exterior.
Más que respirar aire puro y limpio, el olor a carne quemada invadió sus fosas nasales. Porque eso fue lo que hallaron. Cadáveres calcinados. Piel derretida. Huesos negros por el fuego. Un hombre moribundo y confuso trataba de encontrar a su hijo entre bultos negros e irreconocibles. Muchos otros corrían desesperados, alejándose del estadio. Otros pocos, que habían tenido la suerte de no morir por el fuego, lloraban y chillaban de dolor debido a alguna herida fatal producto del derrumbe del estadio. Los pocos médicos que quedaban en aquella parte del estadio hacían lo que podían, claramente sobrepasados.
Los enfermeros que acompañaron a Daigo y Takumi pronto se unieron a ellos, tratando de ayudar en lo que pudiesen.
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Daigo sonrió ampliamente al encontrarse con Takumi.
—¿Suerte? —respondió el chico, confundido—. Me esfuerzo siempre al máximo en todo lo que hago. Incluso cuando al intentar sobrevivir.
Dio una respuesta tan simple como tonta, pero eso fue exactamente lo que aprendió en el desierto: mientras su mente se mantuviese fuerte, siempre podría llevar su cuerpo al límite.
Y al límite estuvieron todos mientras intentaban escapar del estadio, sin poder detenerse por un segundo a sabiendas de que su vida dependía de ello, de que el mundo se les caía encima y lo único que podían hacer era apartarse.
Finalmente consiguieron salir del estadio, pero no de aquel infierno. Lejos de poder sentirse aliviados y descansar, el grupo se encontró con el dolor de quienes habían salido con vida, de quienes estaban a punto de perderla y de quienes habían perdido algo incluso más importante.
Le dolía. El sufrimiento de todas esas personas le dolía de una forma antinatural. Como si fuera su propio brazo el que hubiera sido cercenado, o como si fuera su propio padre quien se encontrase bajo los escombros.
Se sintió algo culpable al estar feliz de que su familia estuviera muy lejos de allí.
Daigo miró a su alrededor, buscando a algún conocido o a algún compañero. No encontró a nadie. Luego miró a Rōga, que todavía estaba inconsciente en sus brazos, pero estaba vivo y a salvo.
Sonrió, antes de dejar a su amigo en algún lugar apartado en el que no estorbase. Al menos había salvado a una persona.
Se irguió luego de recostar a Rōga en el suelo y casi sin pensarlo, de forma mecánica, el genin volvió a girarse hacia el estadio.
«Una persona más» se dijo antes de volver a adentrarse.
Si el estadio seguía de pie, Daigo intentaría salvar tantas vidas como pudiese hasta que fuera demasiado tarde.
Dos turnos dando su máximo esfuerzo.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Corrieron por sus vidas y esquivaron cualquier fragmento que se precipitaba sobre sus cabezas para, por fin, salir del Estadio. Pero lo que venía no era algo agradable, el olor a carne calcinada inundó las fosas nasales del joven de gafas, sólo se escuchaban gritos y llantos, lo único que había era caos. «¿Todo esto lo ha hecho aquella bestia?» Ahora le quedaba claro que de haberle plantado cara en el pasillo él mismo sería uno de los tantos cadáveres que ahora descansaban bajo el hormigón.
El peliverde parecía contento por haber rescatado al amejin, al cual dejó en el suelo para que pudiera descansar o recibir los cuidados médicos pertinentes. Entonces Takumi lo vio, vio al kusajin girarse hacia el estadio y vio la misma mirada que este tenía cuando salió a buscar a Rōga. «No se le ocurrirá, ¿no?»
Y el marionetista se quedó atónito viendo como sí que se le había ocurrido, el muy zote comenzó a avanzar hacia el edificio. El kazejin no dudó ni medio segundo y ejecutó rápidamente una cadena de tres sellos, acto seguido de sus manos brotaron veloces descargas eléctricas que impactaron en la espalda del taijutsero, el cual caería a plomo sin poder adentrarse en lo que a este paso acabaría por ser su tumba.
—Lo siento mucho Daigo-san... —Dijo acercándose a él. —Pero le prometí a Morikage-dono que no morirías hoy. —Buscó justificarse mientras arrastraba al inconsciente, en varios sentidos, Daigo.
No se la iba a jugar, le prometió a la máxima autoridad de la Aldea enemistada con la suya que sacaría a aquel shinobi de ahí con vida, no podía fallar ni romper su palabra.
- PV:
95/110
–
- CK:
69/120
–
+40
–
-12
–
- Daño provocado: 20PV
- Acciones ocultas:
- Aclaraciones: Los 40 de CK sumados son de los dos turnos anteriores que he estado sin acciones ofensivas ni gasto alguno