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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ren no se separó ni un segundo de ella ni soltó su agarre, lo cual le indicó a Hana que se hallaba en un estado realmente debil. Normalmente, Ren era mayormente borde y poco afectiva. En cuanto la rubia se le acercaba se ponía nerviosa y tensa, y ahora no la soltaba, solo había una explicación y era que realmente necesitase su apoyo para andar.

Al llegar a casa, Ren abrió mientras Hana la sujetaba usando ambas manos. Le costó pero finalmente abrió la puerta y pudieron entrar.

Necesito echarme otro rato...

Claro, yo haré algo de comer. Claro.

La soltó sintiendose un poco menos ella al ver como se alejaba. Negó un par de veces con la cabeza para sí misma, solo iba a tumbarse, no se iba de la casa ni de la ciudad. ¿Qué demonios era ese sentimiento? Quería seguir aferrandose a ella como si se acabase el mundo y Ren fuese la única salvación.

Volvió a negar y se fue a la cocina.

¿Te apetece algo en especial?

Prefirió saber la opinion de su hermanastra antes de empezar a cocinar.


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¿Te apetece algo en especial?

Uuuuuuuuuh... Lo que sea que me quite este puto dolor de cabeza — sus pies colgaban medio flexionados, con las rodillas sobre el reposa brazos, mientras ella se quejaba tapándose la cara con un cojín cercano; los rayos de sol le molestaban demasiado cuando le daban directamente. — Uuuuuhmmm... — se giró suavemente, hacia el interior del sofa, sin soltar el cojín.
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Uuuuuuuuuh... Lo que sea que me quite este puto dolor de cabeza

En cualquier otra situación, en que Ren le soltase esa perla de la mala educación se hubiese enfadado y la hubiese reprendido por ser tan mal hablada. Pero ahora, mientras se deshacía en el sofá doblandose de dolor, casi era como ver a un bebe decir una palabrota. Hana sonrió tiernamente y se metió en la cocina.

Tras unos minutos dejó en la mesa enfrente de Ren un cuenco con sopa y una pastilla de analgésico.

Ren-chan, te he hecho algo de sopa, cometela antes de tomarte la pastilla y después echate una siesta, ¿vale? — le pidió con ternura mientras le acariciaba el brazo.


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Se reincorporó con lentitud cuando escucho a Hana acercarse, y ver como dejaba el cuenco sobre la mesa. Le acarició con ternura el brazo, mientras esta miraba el plato algo embobada.

P-Perdona si te he dado más problemas... No era mi intención. Lo siento de veras... — respondió tras unos largos y silenciosos segundos, rompiendo el silencio.

Arrugó un poco la frente, en señal de decepción; pues claro que le debía haber dado más trabajo, por lo menos el hecho de tener que ir hasta la enfermería, y luego de vuelta a casa cargando con parte del peso de ella. Convivir sería algo complicado para ellas seguramente durante un tiempo, hasta que una se acostumbrase a la otra; pero ella lo haría, lo haría por su madre.
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P-Perdona si te he dado más problemas... No era mi intención. Lo siento de veras...

Hana se acarameló como un algodon de azucar al oir a su hermanastra titubear de esa manera mientras se disculpaba por estar enferma. Se sentó a su lado y le pasó un brazo por la cintura para acercarla aún más a ella.

Eh, eh, ya está. No pasa nada. Te perdono si te comes la sopa, ¿vale? — acercó la mano al rostro de Ren, apartandole unos mechones que tenía delante de los ojos y poniendoselos tras la oreja. — Venga, ya está, céntrate en ponerte bien.

Se separó lo justo para que Ren pudiese maniobrar y empezar a comer sin dejar de mirarla, observarla para ver si se valía por si sola o necesitaba ayudarla.


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Los dedos de Hana acariciaron su rostro con delicadeza, para apartarle tan solo un par de cabellos; pero para ella se sintieron como una caricia divina. Asintió con suave rubor, tomó la sopa de forma pausa y lenta; era un caldo simple de pollo con algunos fideos, de los de poner agua a hervir y poco más, pero la morena lo experimento de forma más acentuada; era lo que su cuerpo le pedía a gritos, un buen caldo.

Tras ello, tomó la pastilla que estaba al lado con un vaso de agua; recogió su mochila que había tirado malamente y se dirigió al cuarto, un poco cabizbaja.
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Observó en silencio mientras Ren se alimentaba y tras ello se tomó la pastilla y se levantó. Así, sin más, sin un gracias ni un gesto, ni siquiera una simple mirada. Cogió su mochila y marchó hacia la habitación de ambas. Hana torció el gesto. Era la primera que entendía que estaba algo enferma, pero podría haberle dicho algo. Lo que fuese.

Se quedó unos segundos mirando el pasillo por el que se había ido Ren, decidiendose en si seguirla o desistir y dejarla en paz. Pero finalmente decidió seguirla. Para asegurar que estaba bien, claro, nada más que eso.

¿Ren? ¿Estás bien? No... No me has dicho nada... — dijo mientras golpeaba su propia puerta con los nudillos, sintiéndose estúpida.

Abriría la puerta lentamente, contestase Ren o no.


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Dejo la mochila a los pies de la cama, y no tardó ni un momento en meterse en la cama como le habían "ordenado". Se aferró a las sabanas de forma accidentada, pero cuando olió aquel olor dulzón a melocotón, el mismo que desprendía Hana; su pelo, sus manos, su nuca...

¿Ren? ¿Estás bien? No... No me has dicho nada... — preguntó desde el otro lado de la puerta, tocando a ella previamente con suavidad.

¡S-Si! S-Solo estoy cansada —respondió con un claro tono nervioso, cuando su voz la devolvió a la realidad; para después acomodarse mejor entre los cojines.
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¡S-Si! S-Solo estoy cansada

Retrocedió levemente al ver la reacción de Ren, tal vez se habría tenido que quedar en el comedor o haber pasado al despacho, fuera como fuera estaba claro que la morena prefería estar sola.

Ah, vale. P-perdona, y-ya me marcho. Te dejo dormir. Llámame si necesitas algo, estaré... por aquí.

Señaló al pasillo para hacer referencia al resto de la casa básicamente. Si Ren no la detenía, cerraría la puerta y se marcharía al despacho para llamar al consejo a ver como habían ido las pruebas de la mañana.


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Ah, vale. P-perdona, y-ya me marcho. Te dejo dormir. Llámame si necesitas algo, estaré... por aquí.

¡No! — se reincorporó claramente exaltada y con la respiración agitada, sosteniendo la mirada por un rato más largo que el de antes en el salón. Desviaría entonces la mirada con lentitud, mientras se acariciaba un brazo. — Q-Quiero decir... Q-Quédate aquí, si puedes... Si quieres... — volvió a mirarla cabizbaja.
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¡No! Q-Quiero decir... Q-Quédate aquí, si puedes... Si quieres...

Sus mejillas se encendieron de inmediato. Pero se forzó a negar con la cabeza, solo estaba enferma y desvalida y no quería quedarse sola. Se lo hubiese pedido a cualquiera que estuviese en su posición. Ella no era especial para Ren. Era mejor no confiarse con su hermanastra.

C-claro, me quedo.

Cerró la puerta tras ella, dejando su mochila y su móvil en el comedor, Ren era más importante. Se acercó a la cama con lentitud, no sabiendo muy bien si mirar la cama, si mirar a Ren o cómo comportarse. Finalmente, llegó y se sentó en el borde con cuidado de no sentarse sobre su hermanastra.

Aquí estoy. ¿Q-quieres que...? — señaló a la cama esperando que entendiese su pregunta inacabada.


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No apartó la mirada sobre ella en ningún momento; a lo largo del día, y gracias en parte a Tsuki, descubrió que le había ocurrido y no podía evitar sentirse más vulnerable. Odiaba el alcohol con toda su alma.

Aquí estoy. ¿Q-quieres que...? — la morena solo asintió, dándole más espacio cuando esta se acercase; sin perder la preocupación de su mirada, pero además, ahora parecía estar apunto de llorar por el brillo de sus cristalinos ojos azulados.
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Ante el asentimiento de Ren, Hana se estiró sobre la cama a su lado. Entonces vio los ojos azulados de su hermanastra cristalinos por las lágrimas que se acumulaban en ellos. Lentamente la rodeó con sus brazos y la abrazó con fuerza, obligandola a apoyarse en su hombro.

¿Qué pasa, Ren? No me dices nada. ¿Te duele algo? Sea lo que sea, dejame ayudarte. Estoy aquí para ti. Somos hermanas, ¿no?

No sabía muy bien como consolar a Ren, era la última persona a la que esperaba tener que consolar algún día. Empezó a acariciar su cabeza con lentitud y cariño.


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Subió lentamente una mano hasta su abdomen, apretó su mano, agarrando su camisa intentando armarse de valor para lo que iba a decir.

Yo... Uhmm... S-Se que es tu amiga, y no se como de intimas sereis — se arqueó mirándola para dejar de apoyarse en ella, tapó su boca por un momento con una de sus manos y desvió la mirada un par de veces; le costaba estar observando esos ojos de color ambar, por más de unos segundos de forma seguida. — A-Ai me dió esta mañana un brick con bastante alcohol ¡No se en que lo habrá disuelto, porque no lo llegue a saborear! Y-Y yo... Yo...

Bajo lentamente la cabeza, mientras una lagrima bordeó su rostro a la par que se aferraba a las sabanas.

N-No lo soporto. Lo detesto. Lo odio; mi padre llegaba borracho siempre tarde a casa. Y... Mi madre...

Puede que no la creyera, que se estaba inventando una mentira elaborada y estaba haciendo un gran teatro solo para poder escaquearse de la bronca de haberse saltado las clases.
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Yo... Uhmm... S-Se que es tu amiga, y no se como de intimas sereis

Podía palpar la preocupación en los ojos de Ren, estaba claro que esto era algo importante para ella. Hana llevó su mano izquierda a la mejilla derecha de su hermanastra, acariciandola con cuidado.

No pasa nada, Ren, cuentaselo todo a tu hermanita.

Tal vez se había pasado con lo de hermanita, pero le enternecía el corazón y la obligaba a ponerse más tierna de lo habitual.

A-Ai me dió esta mañana un brick con bastante alcohol ¡No se en que lo habrá disuelto, porque no lo llegue a saborear! Y-Y yo... Yo...
N-No lo soporto. Lo detesto. Lo odio; mi padre llegaba borracho siempre tarde a casa. Y... Mi madre...


Hana se quedó totalmente en blanco. Sin despegar la mano de la mejilla de Ren, se quedó unos segundos mirando al infinito. ¿Cómo? ¿Qué Ai había hecho qué? Es decir, que lo que había pasado aquella mañana era culpa suya... Apartó la mano de la mejilla de la morena para llevarsela a su propia cara y restregarsela. Era tonta.

Lo entiendo, Ren, perdona, ha sido culpa mia. Centrate en descansar, hablaré con Ai mañana. Lo-lo solucionaré, Ren, te lo prometo.

Volvió a llevar su mano al pelo de Ren, volviendo a acariciarlo lentamente ahora con aún más preocupación en su mirada.


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