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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Se había pasado toda la tarde y la noche estudiando, probando por A y por B. Y nada, no era capaz de sacar ni uno de los problemas que habían caido en el examen. Las preguntas sencillas eran faciles para ella, irrisorias incluso. Pero cuando casi todo eran problemas, pues estaba jodida.

Se quedó hasta las tantas dandole vueltas a uno de ellos y no se acercó ni un poco. Antes de irse a dormir se acercó a la cocina a por un vaso de agua fría y se quedó varios minutos mirando a Ren dormir en el sofá. Todo era tan sencillo cuando llegó a la casa, los primeros días del curso, todo el tiempo para ellas. Dejó el vaso lentamente en el fregadero y se fue a la cama, donde se pasó aproximadamente una hora dando vueltas sin ver una solución.

Entonces recordó el examen perfecto de Ren. No le quedaba más remedio que pedirle ayuda. No le gustaba la idea, no le gustaba nada, pero sería solo eso, un par de días de estudio o un par de consejos y ya. Nada personal y, desde luego, nada de besos. ¿Por qué pensaba en los besos? No, no, nada de eso. Fuera, estudiar y ya.

Pero al día siguiente, Ren no estaba. Era cierto que se había despertado más tarde de lo normal, es lo que tenía estudiar hasta las tantas. Su padre no tenía ni idea de donde estaba, pero la madre de Ren le dijo que estaba trabajando. Cuando insistió en donde solo le dijo que volvería más tarde, que no se preocupase.

Sin embargo, Hana no tenía suficiente. Necesitaba hablar con Ren ahora, no podía simplemente cruzarse de brazos y esperar que llegase su salvadora. Resopló solo de pensarlo. se vistió en un vestido de color salmón apastelado con unos volantes preciosos, llevaba una diadema negra con detalles rosados y unas sandalias blancas. Se marchó en busca de Ren.

Se pasó casi una hora dando vueltas como una idiota por la ciudad, asomandose en cada tienda, cada restaurante y cada posible sitio donde podría trabajar Ren. Y nada, obviamente. Justo cuando estaba desanimandose, el mundo la remató con una fuerte lluvia repentina.

Tuvo que meterse en el primer café que vio, un maid café. Se quedó en la puerta, no quería entrar, pero tampoco quería mojarse. A regañadientes, acabó entrando en el café, a la espera de que una de esas "maids" viniese a darle una mesa. Todo aquel sitio era un grito al machismo y todas esas cosas malas y también influía que no estaba precisamente contenta. Para una sola vez que necesita a Ren, desaparece en un empleo misterioso.


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Y bueno... Es bastante mona y demás; de hecho cuando se comporta de forma tierna...

Oh, Ren ¿Todavía sigues así? ¿Porqué no le has preguntado ya salir? ¡Si cada vez que la mencionas te flaquean las fuerzas y te ruborizas! — contestó una chica de cabellos marrones.

¡N-No es tan sencillo! — respondió visiblemente nerviosa a la chica tras el mostrador y la caja registradora.

Cómele los morros de una vez, y dejanos en paz — puntualizó un joven, que estaba junto a ellas vestido de forma bastante elegante también, apoyado sobre una escoba.

¡TU CALLATE Y EMPIEZA A BARRER!

Tras el puñetazo directo al estómago que lo dejo medio postrado sobre la barra; la otra joven solo soltó una corta risa.

Oh venga, dejalo ya. Acaba de entrar otra clienta, ocupaté de ella, quieres? — respondió con ternura.

Ren no quiso rechistar más, he hizo caso. Deseaba volver a la semana temática donde podía ir como un chico; además, era en la que más popularidad tenía y cuando más clientela se acercaba. Mirando al exterior, se había sentado una chica rubia, a la que se dirigio pese a no poder ver su rostro, si pudiera, o hubiera estado atenta a quien entraba, jamás lo hubiera hecho.

Bienvenida señorita — añadió tras una suave reverencia, cruzando sus dos piernas y cogiendo los extremos de su falda para acentuar su respeto. — En que pue...

Prácticamente se quedó paralizada frente a ella cuando reconoció a Hana; mientras con una mano sostenía una pequeña libreta y en la otra un bolígrafo. Aquella dura imagen que tenía labrada podía echarse por tierra en cuestión de segundos; llevaba el pelo completamente suelto y con una pequeña diadema con un lazo rojizo, ni una peluca ni lentillas, un suave maquillaje era lo único que podría "engañarla"; pues el vestido blanco y negro de criada victoriana no le ayudaba.
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Bienvenida señoritanEn que pue...

Hana estaba rebuscando en la carta algo que fuese minimamente asequible y que estuviese rico. Ni siquiera le dedicó una mirada a la camarera, o por lo menos, no una demasiado precisa, solo quería beber algo y que pasase la tormenta o por lo menos aminorase.

Quiero un batido de chocolate con nata por encima y un poco de azucar adicional y un crepe de chocolate blanco.

Igual lo de asequible se le había ido por la ventana al verse sola y suspendida en un maid cafe en plena mañana de sábado. Una vez la maid se hubiese ido se tiraría sobre su mesa apoyando su cabeza sobre sus brazos y mirando a la ventana para ver como iba la lluvia. E iba igual que cuando había entrado. Empezó a mover las piernas bajo la mesa de forma distraida.


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Anotó el pedido alzando la libreta para ocultar su rostro, pero miró por encima de esta con curiosidad; Hana parecía reamente angustiada, y lo confirmó poco después recostándose sobre la mesa. Ren hacía un gran esfuerzo con su voz, intentando hacerla dulce y melosa cuando trabajaba. ¿No la reconoció por eso? No, estaba demasiado centrada en sus preocupaciones y por ello no le había prestado nada de atención.

Se acercó al lado de la caja para dar la comanda, y volver con sus dos compañeros.

N-No se que le pasa... Pero se la vé realmente preocupada...

¿Quien? ¿La chica que has...? ¡Oh, no me digas que es ella!

Ssssssh ¡Baja la voz que te va a escuchar! — respondió con un tono de voz bajo, dándole la espalda a su hermana pero mirándola de reojo nerviosa.

¿Estaría todavía molesta por lo de aquella noche? ¿O sería por otra cosa? Ren no estaba enfadada con ella, pero también estaba pasando bastante tiempo con sus amigos. Aunque... ¿Ella que tenía aparte del club? Tampoco la había visto por los pasillos con nadie, por las tardes no salia a ningún lado ni nada... ¿Se sentiría sola?
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Hana se quedó sobre la mesa, rebozándose en su desesperación. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué podía hacer? Nada, estaba acabada. Si suspendía una asignatura perdería su puesto en el consejo, se iría directa a ese bonito espacio de la gente que no tiene clubs o se queda sin él a mitad de curso, cuando todos están llenos. Solo acabar las clases se iría a su casa, donde no habría nadie, y comería galletas mientras mira a la caja tonta como un zombi.

En su expediente quedará para siempre la mancha de que tuvo que salirse del consejo a mitad de curso. Una mancha imborrable. Y después del primer suspenso, venía el segundo. Y acabaría como una nini. Y no entraría en ninguna universidad y acabaría arrastrandose por siempre en casa de su padre hasta que la devoren los gatos que recoge de la calle porque están tan solos y desesperados como ella mientras compraba cosas innecesarias de la teletienda.

Se estiró todavía más encima de la mesa, sin saber qué inventarse ya para retener las lágrimas. ¡Moriría sola por suspender física!


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Tras un rato, su camarera volvió con una pequeña bandeja. En mitad de su pataleta, dejaría su batido cerca de ella, para dar paso a un plato con crepes; ya solo quedaba ponerle el sirope de chocolate blanco que había pedido, en su bandeja, llevaba un bote del dulce.

Cuando llegase a casa, intentaría hablar con ella o inventarse alguna excusa para que le acabara dirigiendo la palabra, por lo pronto, intentaría hacer su trabajo. Dibujaría un pequeño panda con el sirope, y después escribiría "¡Animo!"; no era la gran cosa... Pero esperaba que aunque sea, e subiera un poco el ánimo.

N-No se preocupe señorita. S-Sea lo que sea, seguro que se soluciona... — Añadió con una suave sonrisa, pero sin perder la preocupación en a mirada.
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Al notar a la camarera cerca volvió en sí. Al llegar a casa asaltaría a Ren y punto. Debía ponerse seria.

N-No se preocupe señorita. S-Sea lo que sea, seguro que se soluciona...

¡Era pensar en Ren y ya podía oirla! Encaró a la maid, segura de encontrarse a una chica completamente distinta y ya darse por loca de inmediato. Era imposible que fuese Ren, estaba empezando a oirla en bocas ajenas. Pero se encontró con Ren. ¿Había perdido del todo la cabeza? Se quedó helada.

G-gracias, pero no lo creo. — apartó la mirada. No podía ser Ren. — Mi hermana me ignora y justo ahora que la necesito, ha desaparecido. — le dedicó una mirada de reojo a la maid, a la espera de su reacción para descubrir si era ella o no.


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G-gracias, pero no lo creo. Mi hermana me ignora justo ahora que la necesito, ha desaparecido. — le dedicó una mirada de reojo a la maid, a la espera de su reacción para descubrir si era ella o no.

«¿Q-Que me necesita? ¿P-Para qué? ¿Por qué?»

¿Y-Y eso señorita? Si me lo permite... ¿Q-Que ocurre con ella? — reguló su voz de nuevo, parecía que la había reconocido por un instante; puso la bandeja contra su propio pecho.

Se estaba metiendo en terreno fangoso, cuanto más tiempo pasara con ella; más probabilidad había de que la reconociera, pero eso ahora le daba igual ¡La necesitaba! Y era lo único que pasaba por su mente en aquel instante.
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¿Y-Y eso señorita? Si me lo permite... ¿Q-Que ocurre con ella?

Hana dudó. Era terriblemente parecida, pero esas cosas pasan, hay gente que se parece a gente. Aun así no lo tenía tan claro que no fuese ella. La rubia le dio un sorbo al batido y estaba tan dulce que incluso se sonrojó. Entonces empezó a removerlo para mezclar nata y batido.

No sé si debería decirlo, pero estoy en problemas. Problemas de esos que no deberías confesarle a nadie y solo puedo confiar en ella. Claro, que no está. Tal vez debería renunciar y arriesgarme sola. Así no la molesto, ahora que tiene amigos y es feliz. — seguía hablando demasiado incluso con desconocidos, pero se parecía tanto a Ren que no podía evitar confiar en ella.


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No sé si debería decirlo, pero estoy en problemas. Problemas de esos que no deberías confesarle a nadie y solo puedo confiar en ella. Claro, que no está. Tal vez debería renunciar y arriesgarme sola. Así no la molesto, ahora que tiene amigos y es feliz.

¡No! ¡Q-Quiero decir...! S-Seguro que no le importa que le importara que le pidas ayuda. Para eso estan las hermanas ¿No? — añadió con una risa nerviosa, para marcharse de vuelta con sus compañeros. — S-Si necesita algo más, pídamelo.
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¡No! ¡Q-Quiero decir...! S-Seguro que no le importa que le importara que le pidas ayuda. Para eso estan las hermanas ¿No?

Hana se levantó de golpe, impulsandose con las manos sobre la mesa con cuidado de no tirar nada, y agarró del brazo a la camarera. En cuanto perdió la compostura se dio cuenta, era Ren.

¡Ren! ¡Eres tú! ¿Por qué no me has dicho nada? Y yo aquí como una idiota hablandote como si nada. — la miró con los ojos cristalinos, al borde del llanto.


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¡Ren! ¡Eres tú! ¿Por qué no me has dicho nada? Y yo aquí como una idiota hablandote como si nada.

¿¡Que!? ¡N-No! ¡T-Te estás confundiendo de persona! — desviaba la mirada continuamente avergonzada; buscando la ayuda de sus compañeros, pero estos lo único que hicieron fue hacer como que estaban ocupados, sin conectarle la mirada. —Y-Yo me llamo Y-Yuki

La tenía cogida de la muñeca, no le costaría deshacerse de ella gracias a su fuerza, pero estaba demasiado nerviosa como para poder razonar.
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¿¡Que!? ¡N-No! ¡T-Te estás confundiendo de persona! Y-Yo me llamo Y-Yuki

Sabía que era ella, en cuanto la había mencionado se había puesto nerviosa y en cuanto se había puesto nerviosa y había vuelto a ser ella misma y la había pillado. Pero estaban en un lugar público, en su lugar de trabajo y tampoco quería montar una escena así que la soltó y se sentó.

Perdona, no me encuentro muy bien. El médico dice que me quedan meses todavía pero yo no me encuentro demasiado bien últimamente. Perdona, me he ido de la lengua. Ves, Yuki

Lo había hecho sin pensar, sin embargo, necesitaba una prueba que demostrase que ella era Ren. Y ahora le había puesto el cebo ahí mismo. Tosió un par de veces y bajó la mirada, no le era difícil aparentar estar mal, su vida no era una fiesta ahora mismo. Empezaría a comerse su crep en cuanto Ren/Yuki se hubiese marchado.


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Perdona, no me encuentro muy bien. El médico dice que me quedan meses todavía pero yo no me encuentro demasiado bien últimamente. Perdona, me he ido de la lengua. Ves, Yuki

¿M-M-Meses?... —repitió completamente sorprendida. — N-No pasa nada señorita...

Volvería entonces completamente pálida hacia su compañera, posando las manos sobre la bandeja. ¿Qué le quedaban solo unos meses? ¿Y en ningún momento le dijo nada? ¿Cómo podía gastar todo su tiempo en el instituto, si sabía que se marchitaría al llegar el invierno como una flor? ¿Por eso comía siempre sola? ¿Para qué nadie más llorara y sufriera por su perdida.

C-Cubreme lo que queda de día... T-Tengo que salir... — su compañera solo asintió, bastante preocupada; esta jamás la había visto así.

Tras cambiarse de ropas, se marcharía por la puerta trasera sin hablar con nadie más y volvería a casa sobre la hora de comer.
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Tras decirle eso, Ren/Yuki desapareció por completo. No solo de la escena sino del cafe, no había ni rastro de ella. Se quedaría en la cafeteria un buen rato, comiendo y bebiendo con tranquilidad y después sopesando qué hacer ahora. Volver a casa sonaba como lo más evidente, así que eso hizo.

Llegó a casa cuando Ren estaba poniendo la mesa. No dijo nada, ni la miró, como habían hecho todos esos días anteriores. Y no fue hasta que se sentaron a comer que empezaron a hacer como que no pasaba nada. Lo mejor sería pedirselo justo después de comer, delante de sus padres. Así no podía rechazarla.

Entonces, cuando ya estaban recogiendo la mesa se acercó y se lo dijo lo bastante alto para que todos lo esuchasen.

Ren-neechan, ¿me ayudas con una cosa de física? — eso solo era para que le dijera que sí, después la convencería para el rsto.


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