Camino largo y a paso lento

[Nara Jun]

Las palabras del Uchiha eran bastante reales y crudas, además de profundas. Era realmente trágica la vida de un ninja. Vivir esas "aventuras" muchas veces te ponían en situaciones de vida o muerte, no solo para unos sino para la gente que está involucrada. A pesar de tener muy presente que el estilo de vida de los shinobi era así, le chocó un poco la forma en que Datsue las contaba.

—No estoy tan loca para que me plazca eso, no. Quizás tienes razón, que te paguen por hacer cosas tan banales como investigar que tan grandes son los cuernos de una persona suena divertido. Me quedaré haciendo misiones rango D para siempre, gracias Datsue. — dijo sarcástica, con una sonrisa en la cara. —De todos modos, quizás ni llegue a hacer esas misiones tan arriesgadas.

Se quedó pensativa y reflexiva, había varias cosas que se le pasaron por la cabeza con lo que había dicho el muchacho.

—Creo que si les contarías más a detalle a niños de la academia como son esas "aventuras", habría muchos que no serían ninja, ¿no?

[Uchiha Datsue]

Le caía bien aquella chica. A Datsue le solía gustar la gente con buen sentido del humor y que usaba el sarcasmo. Tuvo que meditar la respuesta que le iba a dar. Le había hecho una muy buena pregunta.

—¿Crees que no nos las cuentan en detalle? ¿O que somos nosotros, que llenos de nuestros sueños y nuestro Camino del Ninja no tenemos sitio en el cerebro para hacer caso a la cara B de nuestra meta? —preguntó—. No es que no esté de acuerdo contigo. Seguro que si cada profesor se encerrase con cada alumno a contarle lo jodido que es este trabajo, la mitad se hubiese bajado del barco. Pero cuando te cuentan esa misma historia en clase, con tus colegas al lado… Pierde efecto, ¿sabes? Es como ver una película de terror solo en casa o acompañado con tus amigos. La peli es la misma, pero si has visto alguna, ya sabes que la sensación es totalmente diferente.

Datsue no iba a decir que se debía al poder de la amistad, pero seguramente fuese algo cercano. Los humanos eran seres sociales. En grupo, eran más fuertes, más valientes, más predispuestos a cometer una locura. Solos se solían cagar por la pata abajo.

—Además, seamos francos. El tipo medio ninja está ahí por lo que está. Huérfanos que le deben todo a la villa y quieren seguir los pasos de sus difuntos padres. Hijos de ninjas que quieren convertirse en el orgullo de sus padres, o que simplemente siguen la tradición familiar porque saben que tienen madera para ello y no tienen ni puta idea de qué harían con su vida sino. A esa gente no la vas a convencer de lo contrario.

—No te olvides de los que se alistan por venganza. Esos son los mejores —intervino Shukaku—¿De qué tipo eres tú, Jun?

[Nara Jun]

Todo el huracán de palabras que había tirado Datsue, fue interrumpido por la pregunta del Shukaku, cosa que le dejó expresarse desde un punto de vista más personal.

—Como mencionó Datsue, yo soy de esas que no saben que hacer con su vida. Y, bueno, también mi familia me pincha un poco el culo para que siga con esto, cosa que ya me está tocando un poco los ovarios. — suspiró, visiblemente harta y frustrada de aquella situación. —Pero, volviendo con lo otro, es cierto que se puede tomar las cosas de diferente manera cuando una está en grupo. También, como dijiste recién, depende mucho de cada persona. En mi caso, casi ni le daba mucha importancia a las clases. No es que ignoraba a los profesores totalmente, pero tampoco estaba tan concentrada en lo que decían.

»Hay muchos que siguen en la academia, incluso sabiendo el riesgo. Huérfanos, tradicionalistas, buscadores de aventuras. No conocí ninguno, pero supongo que también habrá vengadores. — señaló al Ichibi. —Y luego están las personas como yo, que, por ahora, no les queda otra que seguir con esto. Luego, creo yo, que otro tipo de persona dejan esto ni bien ven lo que realmente es.

Dejó una breve pausa, ya había hablado mucho durante ese corto tiempo y necesitaba tomar aire.

—¿Vos Datsue? ¿Por qué tienes esa bandana?

[Uchiha Datsue]

Coincidía bastante con los argumentos de la chica. Si bien pensaba que, una vez alistado, dejar la profesión no era tan fácil. Se podía hacer, claro. Al menos en Uzu, y con Hanabi al mando, así era. Pero no salía gratis. Desde el momento en que te ponías esa placa, llevas con ella una serie de secretos e información sensible sobre la villa que no puede ser tomada a la ligera. En el caso de Uzu, si algún día decidías abandonar la senda del ninja, debías permanecer en la villa, sin salir…

… para siempre.

—El motivo ha ido variando desde que me la puse por primera vez —reconoció, a la pregunta de Jun—. ¿Ahora mismo? Uzu es mi hogar. En Uzu está mi familia. Llevo esta placa para velar por ellos.

[Nara Jun]

Familia le parecía una palabra un poco fuerte, pero era bastante común que las personas desarrollen ese tipo de vínculo con el lugar donde vivían. Más si había estado tanto tiempo sirviendo como ninja a su aldea.

—Eso suena muy lindo y todo. Supongo que has ganado mucho cariño a tu aldea desde entonces. Pero ¿por qué te metiste en la academia en su momento? — miró de reojo, . —Si es que se puede saber, obviamente.

[Uchiha Datsue]

Datsue negó con la cabeza.

—Preferiría no…

—Para forrarse haciendo de relaciones públicas para una tienda de armas y llevarse parte del pastel de los compañeros a los que convenciese para comprar.

—¡Shukaku! —Maldita fuese su estampa. Aquel era un resumen muy simplista, muy cogido con pinzas, demasiado parcial y… bastante preciso, para su vergüenza.

—¿Qué? No me digas que no es gracioso. ¡JIA JIA JIA!

[Nara Jun]

Comenzó a reír al ver como la bestia lo mandaba al frente, revelando su pequeño secreto, el cual parecía verdad porque Datsue había reaccionado algo mal.

—No te tenía así Datsue eh. — soltaba entre risas y lo señalaba con el índice. —Pero, hey, no está tan mal. Me parece un propósito bastante realista, teniendo en cuenta los objetivos que tienen algunos. — abrió comillas con ambas manos y empezó a mover con su torso de un lado a otro. —"Quiero ser Arashikage", "quiero ser el ninja más fuerte de todos". — soltó en un tono más burlón y volvió a quedarse quieta, viendo al Uchiha con una sonrisa.

»Quizás querer llenarte de guita es un poco banal. Pero, seguramente, tenías tus razones y me parece mucho más cercano eso que proponerte llegar a otros objetivos, como los que tienen otros chicos recién graduados. Creo que todos sabemos lo difícil que es llegar a Kage y que es solo un sueño de muchísimos genin inexpertos.

[Uchiha Datsue]

Kage… Datsue probablemente lo llegase a ser. Si no la cagaba antes, claro. Como liando una muy gorda. O directamente palmándola. Hanabi le veía como su sucesor. El Consejo de Sabios también. Tan solo necesitaba el visto bueno del nuevo Señor Feudal, saliese quien saliese elegido, y estaría hecho.

Esperaba que ese momento llegase muy, pero que muy tarde.

—Tampoco es algo malo de por sí —dijo, respecto a lo de tener sueños inalcanzables—. Cuando más progresé como ninja fue cuando tenía un objetivo, una meta a la vista. Eso provoca que aprietes el paso, que estrujas más cada entrenamiento, cada hora de estudio.

Cuando quería salvar a Aiko. Cuando quiso ir a por cierto General. Ahora Akame. Todas esas metas le habían hecho esprintar. Sin ellas, seguiría siendo un buen ninja, claro. Pero no estaría en la cúspide. Ni de lejos.

—El único problema llega cuando esos sueños no se cumplen. Si sabes gestionarlo y readaptarlos a tus posibilidades, entonces serás una persona muy feliz. De lo contrario… —Frustraciones. Sensación de fracaso. Depresión. Tantas y tantas mierdas—. En nuestra profesión debería haber muchos más psicólogos, ¿sabes? Creo que es algo que está demasiado descuidado. Disponemos a los mejores ninjas médicos para tratar nuestro cuerpo, pero muy pocos que traten nuestra mente. Es casi como un tema tabú.

[Nara Jun]

No era solo que concordaba con muchas cosas que le estaba diciendo, sino que también estaba conociendo el punto de vista de alguien más grande que ella, cosa que le servía para tomar como punto de referencia para un futuro.

—Estoy de acuerdo. No se si está mal que tengan metas inalcanzables, después de todo, uno de esos tantos va a cumplir sus sueños. Supongo que el problema viene con los otros que mencionas, los que no llegan y tienen que readaptarse. Pueden a llegar a terminar muy mal. Yo ni siquiera tengo un objetivo, no me imagino lo difícil que será para los que tienen uno y tienen que cambiarlos completamente.

Meramente estaba especulando y analizando, no tenía algún caso directo que conociera sobre ese tema en específico, pero se imaginaba que habría más de un caso que terminara mal. Y no mal solo mental o anímicamente, sino que eligiera el camino equivocado. Incluso, ella misma sabe que puede terminar así si no tiene convicción y no se decide de una vez por todas para donde apuntar.

—Imagino que ahí deberían entrar los psicólogos, pero supongo que todavía están un poco infravalorados en este ámbito, ¿no? De hecho, no conozco ninguno y en mi vida escuche que nadie nombrara nada de ellos. Ni en la academia, ni en mi familia, nada. Quizás se debería expresar más esa necesidad sobre cuidar nuestra mente, evidentemente es un problema que está presente.

[Uchiha Datsue]

Datsue asintió.

—Te confieso que yo tampoco fui a ninguno. Y créeme, hubieron ciertas épocas en mi vida que las necesitaba como agua en el país del viento. Especialmente cuando cierto cabrón me torturaba cada noche y me impedía prácticamente descansar.

—¡JIA JIA JIA! Algo tuviste que hacer para ganarte semejante regalo —le devolvió Shukaku.

Datsue suspiró.

—En fin. Si algún día soy Kage, será algo que trate de reforzar. Entre otras cosas.

[Nara Jun]

Tras la confesión de Datsue, no pudo evitar mirar a Shukaku. Parecía que no eran solo palabras lo que habían mencionado antes sobre él, hizo sufrir, incluso, a su compañero actual y eso que parecía que se llevaban bien. Al parecer, no siempre fue así. Seguramente debe ser un infierno que alguien dentro tuyo te moleste todas las noches, más sabiendo como es el Ichibi, riéndose como un desgraciado y haciendo chistes espontáneos y de mal gusto.

—Kage, ¿eh? — levantó la ceja y volvió a mirar al Uchiha. Venían hablando de eso hace un rato y este no había mencionado nada sobre el tema. —¿Tienes ganas de ser Kage? No digo que no puedas, teniendo en cuenta la conversación que tuvimos recién, seguro tienes esa meta hace no mucho. Pero seguro que debe ser muy difícil. Muchas horas, mucha dedicación.

»Aunque, me alegra escuchar que ya tienes cosas pensadas si llega el día.

[Uchiha Datsue]

Datsue negó con la cabeza.

—Ganas ninguna. No pagan mal salario, eso es cierto, pero… Fuh, demasiadas responsabilidades. —Se encogió de hombros—. Pero a veces, uno no elige ser Kage. A veces le eligen.

Y a él le habían escogido tanto el Uzukage como el Consejo de Sabios, nada menos. Solo faltaba el Señor Feudal, cuando llegase el momento, y el sombrero sería suyo. A no ser que pasase algo por el camino que todo lo torciese, claro. Fuese como fuese, esperaba que ese día llegase muy, muy tarde.

[Nara Jun]

Rio leve al escuchar que lo primero que mencionó fue lo del salario. Parecía ser verdad lo que se había hecho ninja para hacerse una fortuna. No lo culpaba tampoco.

—Si, me imaginó que debe ser agobiante. Ni siquiera estuve cerca de un Kage ni nada, pero ser responsable de toda una aldea no suena muy divertido.

Colocó sus brazos hacia atrás, estirándolos y mirando hacia donde estaban los empleados del lugar. «¿Cuando viene este muchacho de nuevo? Debería disculparme, me pasé un poco.» Había otra cosa que se quedaba en su cabeza.

—¿Cómo se hace para que te elijan como Kage? Me imaginó que no solo te habrán echado el ojo por ser un jinchuriki.

[Uchiha Datsue]

Los ojos de Jun localizaron al camarero en seguida. Estaba hablando con dos samuráis de armadura brillante y armados hasta las trancas.

—Oh, para ser un Kage tienes que ser alguien que inspire respeto. Alguien en el que la gente confíe. Alguien que no se arrugue ante las adversidades ni deje tirado a sus compañeros a la primera de cambio. Alguien responsable y valiente. Alguien…

—Eh, vosotros —Los dos samuráis, indicados por el dedo acusador del camarero, caminaban hacia su mesa—. ¿Qué os pensáis que…?

—¡Kusareño el último! —exclamó Datsue, formando el sello del carnero bajo la mesa.

Todo sucedió muy rápido. Shukaku desapareció en una nube de humo. Datsue se intercambió en un parpadeo gracias al Kawarimi no Jutsu por una señora que tomaba algo junto a su nieta. La señora dio tal brinco por el susto que golpeó la mesa, derribándola sobre Jun. Datsue, en la otra esquina, se puso la tostada de la anciana en la boca, saludó a la niña, que tenía los ojos muy abiertos, y se escaqueó por la puerta de la salida mientras reinaba el caos.

Datsue había escapado y dejado en la estacada a Jun. Tenía una reputación que mantener si quería ser Kage, después de todo.

Los dos samuráis se quedaron algo confusos, intercambiándose miradas interrogativas. Pronto se enfocaron en la única que podía dar respuestas.

—Pero, ¿¡qué es esto!? ¡Explícate! —exigió uno de ellos a Jun.

[Nara Jun]

«Oh, mierda.»

Ya estaba viendo la jugada y no sabía muy bien como reaccionar. Para colmo, Datsue había empezado a hablar y no le dio pie a advertirle sobre la situación.

Lo primero que hizo al recibir las palabras de uno de los samuráis, fue mirar directamente al jinchuriki y su biju, luego de que el primero haya dado un discurso sobre inspiración, compañerismo y responsabilidad. Estaba esperando que estos tengan una solución madura y pacífica, y que puedan salir de aquella situación con el poder de la palabra. Pero las únicas palabras que pudo escuchar del Uchiha fueron:

—¡Kusareño el último!

Posteriormente, Shukaku se hizo una nube de humo y el uzujin fue intercambiado por una señora, la cual hizo un movimiento brusco que provocó el derribo de la mesa. Jun no reaccionó, mejor dicho, no pudo reaccionar a lo más inesperado. Quizá tuvo que estar más atenta, pero no fue el caso y la mesa cayó encima suya. No le fue problema sacársela, pero lo que debía sacarse de encima eran las dos personas que la estaban buscando. «Datsue... Pedazo de hijo de puta, me la vas a tener que pagar.»

—¿Q-qué pasó? ¿Dónde estoy? — la chica se tomó la cabeza con la zurda y cerró uno de sus ojos. —¿D-donde se ha ido el señor de sombrero? Agh... — frotaba su cabeza suave, intentando aliviar un dolor que no existía.