Tributo

[Himura Hana]

— No, no hemos hecho nada

No, si eso ya lo sabía. Pero que Ren bromease con eso significaba algo. Lo único es que Hana no veía o no quería ver el qué. Nunca había tenido hermanos, sin embargo, bromear con que algo había sucedido en la cama era... No era algo que harías con una hermana, ¿no?

¿O tal vez sí? Era difícil orientarse sin un referente.

— Pero cuando me desperté y me vi sola en la habitación... Me sentí algo abandonada... ¿Porque te fuiste? ¿No te ibas a quedar conmigo?

— Si, pero como pediste tener una habitación para ti sola... Pensé que querías tener algo de intimidad. Al fin y al cabo, yo ya te dije de dormir juntas antes de pedir la segunda habitación.

Lo recordaba como si fuera ayer. Porque había sido ayer.

[Himura Ren]

Ren abrió la boca, intentando decir algo, pero entonces se dio cuenta de que no tenía ninguna excusa. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué quería que le hubiera insistido y le hubiera dicho que no, que compartirían la misma? Realmente no hubiera necesitado insistirle más allá de una sola vez. Se sonrojó e inflo sus carrillos avergonzada, un poco decepcionada y enfadada, pero esto último consigo misma. Aunque sinceramente, no mucha gente le hacía caso a lo que decía, y que fuera Hana y le hiciera caso precisamente en eso, le molestó. Queria sentirse igual de necesitada para Hana de la misma forma que lo era para Ren.

— T-Tienes razón, que cosas tengo... — Soltó una débil risa, mordiéndose el labio inferior, mientras para los adentros no dejaba de llamarse estúpida. — ¿N-No tienes algo de hambre? Tal vez deberíamos desayunar algo, aunque sea un poco avanzada la mañana.

Aunque claro, era obvio que si Hana no procesaba el mismo sentimiento por ella, tanta sensación de necesidad no tendría al no tenerla a su lado tras tanto tiempo. Si no tenía ese afecto, era una tontería, pero si lo tenía, ¿cómo podría arrancárselo de sus rosados labios, de la misma manera que Hana le quitó su primer beso? Si fuera consciente de eso, a lo mejor podía lanzarse a la piscina y rezar.

[Himura Hana]

Hana torció el gesto. ¿Qué le pasaba a Ren? No dejaba de contradecirse y empezaba a ser verdaderamente difícil saber qué estaba pensando. En un principio, Hana le ofreció compartir habitación y cama, claramente estando ella más que dispuesta, precisamente porque Ren le había dicho que quería estar junto a ella.

Entonces la amejin la rechazó, diciendo que quería una habitación propia. Al quedarse dormida, obviamente, Hana se volvió a su habitación porque Ren quería dormir sola. Ya lo había dejado claro.

Y ahora se levanta y no solo la tiene en la cama sino que le pregunta por qué la ha dejado sola. Pues porque era lo que quería desde el principio, ¿no?

Aprovechó su fuerza superior para ponerse encima de Ren, apoyando un brazo a cada lado de su cara y cada rodilla a un lado de su cintura.

— Ahora me dices la verdad. ¿Qué pasa, Ren? Dices que quieres tu habitación y que no quieres dormir conmigo y ahora estás aquí diciendo que como que te deje dormir sola. ¿No era eso lo que querías?

Hana estaba claramente confusa y algo triste de nunca entender a su hermana y no poder satisfacerla.

[Himura Ren]

Y en tan solo un segundo, Hana la acorraló contra la pared. No la dejó maniobrar ni por la parte superior de torso, donde tenía sus brazos atentos para detenerla, ni el inferior, donde sus piernas le denegaban también el movimiento. Perder el mando y quien estaba dirigiendo algo más que la conversación, la hizo más que amedrentarse. El rubor de su rostro subió más allá de lo que podría imaginar, de la misma forma que lo hizo la temperatura de su cuerpo como le pasó a Hana varios minutos atrás, sus ojos se abrieron como platos sin perder de vista los de Hana. Su corazón empezó a latir de forma acelerada y a respirar pesadamente, intentando buscar la calma de forma inconsciente.

— ¿Y-Y-Y-Yo? ¿Q-Qué? ¿E-E-Eh? — de repente empezó a evitarla con la mirada, esbozando una nerviosa sonrisa que intentaba ocultar apretando sus labios. — ¿C-C-Cuál era la pregunta?

Jamás se había imaginado a Hana en una posición tan dominante y decida como esa, y no podía negar que lo estaba disfrutando. Ahora mismo, era un ovillo de nervios y Hana una gata que jugaba con ella.

[Himura Hana]

— ¿Y-Y-Y-Yo? ¿Q-Qué? ¿E-E-Eh? ¿C-C-Cuál era la pregunta?

Hana pudo observar a tiempo real como Ren se deshacía por completo, quedando en una masa tartamudeante de duda. Frunció el ceño y acercó el rostro al de Ren con los ojos clavados en los de su hermana.

— ¿Qué quieres, Ren?

Esa era la pregunta muy resumidamente. ¿Qué podía querer la amejin? Siempre estaba contradiciendose y diciendo una cosa cuando quería otra. Ni ella era tan indecisa con sus caprichos, o los quería o se contenía pero no hacía ambas cosas al mismo tiempo. O bueno, no tardaba en decidirse más bien. Pero Ren había tenido tiempo a decidirse y seguía dando vueltas.

[Himura Ren]

Se llevó las manos cerca del pecho, pasando los dedos de una mano por encima de la otra, jugando con ellos torpemente mientras agazapaba la cabeza muerta de la vergüenza y los nervios.

«"Oh Dios, oh Dios, oh Dios. Por favor, Amenokami sálvame» gritaba en su interior, clamándole a los cielos una solución externa o que se le viniera algo a la cabeza para salir de aquel entuerto. Quería decirlo, quería gritar lo que sentía alto y claro. Pero no estaba mentalmente preparada, no estaba ni lo más mínimo.

— N-No me pasa n-nada. H-Ha sido solo... E-Ehmm... ¿Oí ruidos raros? ¿Quería saber si no te habías ido? — Se encogió de hombros, esperando que alguna de esas preguntas, sirviera de respuesta de alguna forma u otra.

¿Cuánto más tendría que tardar para decírselo? ¿Cuánto más iba a seguir pasando por ese calvario si se la volvía a encontrar? Dijeron de celebrar un falso año nuevo, con las tradiciones de cada uno de sus países. Si, eso podía ser una buena idea, seguramente en la celebración de los Cerezos utilizarían yukatas de la misma manera que lo hacían en Amegakure por el año nuevo para ver los fuegos artificiales.

Ahí mismo, de modo inconscientemente, se prometió a ella misma, que se lo contaría cuando hicieran eso. Agruparía todo su coraje, toda su voluntad, y se lo gritaría si hacía falta.

[Himura Hana]

— N-No me pasa n-nada. H-Ha sido solo... E-Ehmm... ¿Oí ruidos raros? ¿Quería saber si no te habías ido?

Hana se apartó, sentándose en el borde de la cama, de espaldas a Ren. No es que se hubiese creído una sola palabra de la morena, es que le estaba mintiendo. Le ocultaba la verdadera razón, ¿por qué? Dudaba que fuese algo malo, pero era algo que Ren no consideraba que podía contarle a ella.

Al fin y al cabo, ¿quién iba a confiar en ella? Acababa de aparecer tras meses sin dar señales de vida. ¿Estaría Ren sufriendo algún trastorno que no quería contarle? En cualquier caso, insistirle le parecía una grosería y una falta de respeto. Ya le había preguntado y había esquivado la pregunta, ahora solo le quedaba aceptar que su hermana no confiase en ella.

— Voy a asearme y vamos a desayunar, ¿vale?

Se giraría dedicándole una sonrisa que Ren consideraría completamente sincera. Si no la detenía, se levantaría, cogería un pergamino y se iría al baño.

[Himura Ren]

Suspiró aliviada, dando una larga bocanada y posando una de sus manos sobre su alterado corazón. Seguramente no se había creído ni una sola palabra de lo que había dicho, pues todas eran excusas horribles. En cualquier caso, parece que sus plegarias en los altos cielos habían sido escuchadas. Hana le dedicó una sonrisa, y esta vez no le dio la sensación de que estuviera ocultando ninguna intención ni sentimiento. ¿Estaba jugando con ella de la misma manera que lo había hecho Ren momentos atrás?

— S-Si — respondió tartamudeando, todavía recuperándose del shock, y gateando hasta el final de la cama.

Volvió a suspirar, y una gota de sudor frío recorrió el lateral de su rostro. Había conseguido escaparse, pero a que coste era una incógnita. Hana fue la primera en levantarse yendo al baño, cosa que Ren aprovechó para apoyar el contorno del rostro con sus manos mirando al suelo. Había estado cerca, demasiado cerca. Un solo segundo más y no hubiera podido evitar robarle un beso sin importar el precio que sufriera posteriormente. Palmeó su rostro con suavidad buscando centrarse, y entonces se levantó, para esperarla en el marco de la puerta, para ir juntas.

[Himura Hana]

Para cuando Ren se levantó de la cama, Hana ya se había ido al baño. La morena recordaría lo pequeño que era del día anterior, seguramente les fuese complicado maniobrar a ambas si iban juntas.

Hana llegó y cerró la puerta del baño detrás suya, respirando profundamente. Todo se sentía aún muy raro, no sabía qué estaba pensando Ren y se comportaba de forma caotica. No entendía nada. Decidió no comerse demasiado la cabeza con eso, con el paso del tiempo volverían al cauce normal. Solo necesitaban eso, tiempo.

Empezó a limpiarse la cara, lavarse los dientes y peinarse con sus trenzas caracteristicas. Era un proceso laborioso y Hana lo hacía con el máximo de cuidado. Eran esas rutinas las que la habían mantenido cuerda todo ese tiempo, en cuanto se ponía con una se enfrascada en ella y dejaba de pensar en todo.

Media hora más tarde saldría del baño, peinada y limpia, volviendo a la habitación para vestirse y quitarse el pijama. Al llegar a la puerta, se asomaría a ver qué estaba haciendo Ren.

[Himura Ren]

La morena esperaba apoyada en una pared, mirando al fondo del pasillo por el que bajaban unas escaleras que llevaban a la entrada. Tenía una mirada completamente distinta a cuando se la encontró el día anterior. Era cierto que seguía teniendo ojeras, pero ahora no parecían tan marcadas, su palida piel parecía tener un color menos enfermizo y sus ojos brillaban con los destellos de la ilusión y los sueños que tenía en antaño.

Ladearía la cabeza, y al ver de reojo a Hana se giraría por completo avanzando hacia ella, tropezándose con uno de sus propios pies momentáneamente, pero no llegando a más que un par de pequeños peligrosos pasos con los que retomó el equilibrio. Río avergonzada ante su tropiezo.

— ¡V-Vamos, me muero de hambre!

Ren parecía una cachorrita que se sacudía completamente emocionada porque su dueña había vuelto a casa, y estaban a punto de dar un largo paseo del que volvería completamente exhausta.

[Himura Hana]

— ¡V-Vamos, me muero de hambre!

Ren apareció con toda la ilusión que se podía tener en el mundo por ir a desayunar, pero Hana tuvo que detenerla al momento.

— Eh, eh, señorita. ¿No vas a lavarte los dientes? ¿A lavarte la cara? ¿A peinarte? Nada de desayunar sin haberte cepillado los dientes como mínimo.

Agarró su muñeca e intercambió posiciones con ella, metiendola en el baño y quedandose ella en el marco de la puerta. De uno de sus pergaminos sacaría un estuche donde guardaba varios cepillos de dientes además de pasta dentifrica. Le tendió uno a Ren.

— Menos mal que siempre llevo uno de recambio. — se apoyó en el marco de la puerta a la espera de que Ren acabase de limpirse, impidiendole escapar si lo intentaba..

[Himura Ren]

Con total facilidad, fue arrastrada siendo tirada de la muñeca al interior de la pequeña habitación. Y para cuando pudo reaccionar, estaba frente a Hana con un cepillo en una mano y un pequeño bote en la otra. La morena parpadeó varias veces, sin terminar de procesar lo que estaba sucediendo.

— ¿E-Eh? ¿Q-Qué? — tartamudeó, mirando lo que tenia ahora entre sus manos, y después alzando la mirada a Hana. — ¿P-Pero eso no se hace después de desayunar? Y-Yo lo hago siempre después

No estaba negando el hecho de limpiarse los dientes ni luchaba por no hacerlo, tan solo le resulto algo extraño. Si según Hana esa era la forma correcta, no le discutiría, salvo añadir que ella siempre lo había hecho al revés y nunca nadie le había dicho nada. Las posteriores cosas señaladas, como lavarse la cara y arreglarse su algo despeinada cabellera ahora que se había levantado, no podía debatirlas.

[Himura Hana]

— ¿E-Eh? ¿Q-Qué? ¿P-Pero eso no se hace después de desayunar? Y-Yo lo hago siempre después

Hana se quedó pensativa un segundo. Podía comprarle que se cepillase los dientes después de desayunar, aunque ella siempre desayunaba ligero y por eso no necesitaba lavarselos, igual Ren se metía el tipico desayuno de huevos, bacon y salchichas. Eso no justificaba el resto de la higiene que se estaba saltando.

— Bueno, lavatelos después si quieres, pero al menos lavate la cara. — dijo mientras acercaba los dedos a su nariz, sacandole una lagaña.

Apartó la mano y la agitó para deshacerse de ella sin decir nada más. Esperando.

[Himura Ren]

El dedo de Hana se acercó hasta ella, y Ren no pudo perder la vista de este. Se sonrojó cuando tocó su piel, y cuando le mostró lagaña, el sonrojo pasó a ser por otro motivo distinto. Volteo entonces frente al espejo para lavarse el rostro en la pila, y posteriormente dedicarse una mirada al espejo cuando todavía las gotas de agua bañaban su rostro, y la punta de sus cabellos. Se llevó una mano a estos, tocándolos con la yema del índice y el corazón con delicadeza y posteriormente miró de reojo a Hana en el reflejo del espejo.

— H-Hana ¿me podrías hacer otro peinado como el de ayer? N-No tiene por qué ser ese mismo, puedes probar otro que te guste, o que creas que me quedaría bien — dijo recuperando un poco el rubor de antes, disimulando tan solo, dejando a la vista sus ojos por la toalla que estaba usando para secarse.

Tal vez le daba la sensación de que se estaba aprovechando de ella, pero no era así. Tan únicamente quería que volviera a acariciarle el pelo como el día anterior, pues le había resultado muy agradable aquella simple experiencia.

[Himura Hana]

Como era de esperar, Ren acabó por limpiarse, avergonzada, cuando Hana le sacó la legaña. No era para menos.

— H-Hana ¿me podrías hacer otro peinado como el de ayer? N-No tiene por qué ser ese mismo, puedes probar otro que te guste, o que creas que me quedaría bien

Hana practicamente se lanzó sobre ella, por la parte de atrás, cogiendo su melena y empezando a acariciarla mientras enumeraba en voz alta lo que podía intentar.

— Dos coletitas, una en cada lado sería lo mejor, la verdad. Te quedaba genial, lo más adorable que se ha visto en el mundo. Tal vez podría probar a hacerte un peinado como el mio, aunque a ti no te pega. Te pegan cosas más adorables. ¿Una trenza? Demasiado serio. Una coleta sola no es peinado ni es nada. Tal vez una coleta alta y después el pelo que cae recogerlo con la horquilla que te regalé. ¿La tienes aquí?

Preguntó, mirando a Ren a los ojos a través del espejo con una sonrisa.