Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Kinumi, malherida y tomandose su tiempo con cada paso, seguiría a Toshio allá donde la llevase. Le faltaban energías para discutirle y con cada paso notaba heridas nuevas en su cuerpo. Tal vez la adrenalina se le estaba yendo, al igual que la sangre. Supuso que en algún momento perdería tanta sangre que empezaría a bajarle la sensibilidad al dolor.
En cualquier caso, todos llegarían vivos a casa de Tamao.
Más tarde, al volver a casa, Toshio podría ver la carta, partida por la mitad, en el suelo, exactamente donde Kinumi la había dejado. Puede que no quisiera leerla, respetando la privacidad de su amiga, pero en una esquina podría discernir una formula de sellado y, si se acercaba, un pequeño parrafo explicando el extraño fuinjutsu que había usado.
¤ Furu rokku ¤ Cerradura Completa - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos:Fūinjutsu 30 - Gastos: 20 CK por etiqueta - Daños: - - Efectos adicionales: Asegura una puerta, haciendo su cerradura impenetrable e impidiendo que ni el sonido ni la luz atraviese los recovecos de la misma. - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
El usuario escoge una puerta y coloca sobre ella una etiqueta con una formula especifica de la técnica. A partir de ese momento, la puerta se vuelve infranqueable. No se puede abrir, independientemente de la cerradura que tenga, y ni el sonido ni la luz pueden atravesar ningún hueco alrededor de la misma. La etiqueta se puede despegar facilmente y reutilizar una segunda vez.
La técnica no aumenta la durabilidad de la puerta en sí, aún puede ser destruida como lo sería si no tuviese la etiqueta. Sin embargo, no se puede neutralizar el sello de ninguna manera por el lado que no tiene la etiqueta. También se puede usar en ventanas u otras superficies, aunque su efecto se vera reducido a discreción del narrador si se usa en superficies demasiado grandes.
Toshio siguió el camino en silencio, vigilando por si aparecía en alguna esquina quienquiera que hubiese incendiado la casa de los Uchiha o la persona que había atacado a Kinumi ayer. También se preocupaba por el estado actual de su amiga, claro. De hecho, le preocupaba mucho, pero ella había decidido hacerse la fuerte y no se lo iba a impedir.
Luego de salir de casa de Tamao, que aparentemente había estado todo el día ocupado en el hospital, ambos volvieron a casa del herrero, donde él se puso a recoger las cosas para poder ir a dormir.
— Te ayudo a buscar a tu padre en cuanto te recuperes, pero recupérate ¿eh? —Le decía, mientras barría el papel que Kinumi había dejado allí rasgado y tirado—. Vaya ¿y esto?
Se agachó para recoger un trozo de papel, donde venía explicada la fórmula de sellado que Dentō había utilizado anteriormente para mantener la puerta cerrada.
— Por cierto ¿qué hay con ese libro? Me alegro de que lo hayas conseguido recuperar. Parece muy importante para ti.
Kinumi siguió a Toshio en tanto o más silencio que con el que él lideraba la marcha. A diferencia del pelirrojo, no estuvo atenta a nada, iba con la mirada gacha y sin demasiados animos. Todo el enfado con lo de su padre se había desvanecido por completo. Apenas había asimilado el perder a su madre y ahora su padre desaparecía.
Antes de que pudiese reaccionar a la vida, ya estaba de nuevo en casa de Toshio y en la misma cama de la que había salido. ¿Y para qué? Para volver a quedarse hecha unos zorros.
— Te ayudo a buscar a tu padre en cuanto te recuperes, pero recupérate ¿eh?
Asintió quedamente, sin llegar a mirarle. No había soltado el libro en ningún momento, ni siquiera durante las curas de Tamao. Cómo si en él estuviese su alma. Toshio recogió lo que quedaba de la carta y no le pudo importar menos a la Uchiha.
Sin embargo, las siguientes palabras del muchacho la devolvieron a la vida.
— Por cierto ¿qué hay con ese libro? Me alegro de que lo hayas conseguido recuperar. Parece muy importante para ti.
— Eh... Es... Es un album. Bueno, era el regalo de cumpleaños que estaba preparando para mi madre. De hecho, era algo más para la familia. Es algo vergonzoso. Había ido recogiendo fotos y dibujos por la casa. No sé si te lo he dicho, pero antes dibujaba mucho. Sobre todo cuando era pequeña. Desperté el sharingan pronto y podía hacer dibujos realmente precisos.
Finalmente, abrió el libro para enseñarle a Toshio.
— Y cuando me aburría en casa cogía fotos y las dibujaba, siempre añadiendo algo. Incluso me dibujaba a mí de mayor. — en vez de abrir el libro por el principio, lo abrió por el final, donde la primera foto era una que se veía reciente. Muy reciente. — Normalmente nos tomamos una foto anual, ésta es la de este año.
Empezó a pasar las paginas y cada vez iba parando en una u otra para explicarla y en cada pagina había una imagen familiar.
— Mira, así me imaginaba de mayor. — señaló un dibujo de una chica de pelo rosa, largo hasta las rodillas recogido en una sola coleta, y toda su constitución era como dos veces la de una kunoichi fuerte, había más músculos que chica en ese dibujo. — Quería ser la más fuerte del lugar, y me lo tomé algo literal.
Cuando llegó a las primeras paginas lo cerró de golpe, sin dar más explicación.
— La cuestión es que era un secreto. Nadie más que yo sabía que existía este libro. Si no hubiese entrado, se hubiese quemado.
Toshio sonrió durante todo el tiempo en el que Kinumi estuvo enseñándole sus dibujos. Definitivamente parecía ser algo muy importante para ella, y parecía estar algo más animada que antes. Eso lo hacía feliz.
— Vaya... no sabía que te gustaba dibujar. —Comentó mientras veía sus dibujos—. Parece que tenemos bastante en común.
Esto último lo dijo entre risas, mientras veía su dibujo de cómo se imaginaba a si misma de mayor, y es que... bueno. A él también le gustaba dibujar.
— Pues qué suerte que hayamos estado allí entonces ¿eh? —Le dijo, mientras cogía su propia libreta que había dejado en la mesita de noche—. Ahora me toca a mí. Mira, es así como me imaginaba de mayor.
En principio no le enseñó toda la libreta, sino tan solo un dibujo muy detallado en el que se le podía ver con una pedazo de armadura enorme mientras sostenía en alto con una sola mano un espadón que era dos veces más grande que él, que era mucho decir, pues él también era enorme y tenía una larga melena que ondeaba con el viento.
— Joder, pues al final no me parezco en nada ¿eh? —Acabó comentando, riéndose.
A pesar de todo, Toshio se había tomado más o menos en serio lo que Kinumi le había enseñado. Por lo menos no se había reído cuando le había enseñado ese dibujo de ella misma de mayor. Por ello, intentó mantener al menos solo una media sonrisa cuando él le enseñó el mismo concepto hecho por él.
Pero falló. Se rió ante el dibujo. Aunque se recompuso rápido, aún con una sonrisa.
— Eh, tienes una forja y pelo. Creo que puedes apañar una armadura y una melena. Si uno de los dos tiene que cumplir los sueños de su niño interior, me llevas demasiada ventaja.
Tampoco sabía que Toshio dibujaba, al menos no más de lo que lo hace una persona normal. Aunque, ¿cuanto lo hace una persona normal?
— La espada no parece funcional del todo, ¿cortaría siquiera?
Había oído rumores. Leyendas. De una espada tan grande...
... Que en lugar de una espada parecía más bien un cacho de metal enorme. Sí, efectivamente ese era el enorme espadón que llevaba Toshio en el dibujo.
— No hay manera de que una cosa como esta funcione. —Le dijo Toshio que, de pronto y por culpa de Kinumi, se había puesto en modo herrero maestro de armas—. Una espada tan grande se partiría, sería demasiado flexible, o sería demasiado gruesa como para cortar. Sin importar lo que haga tendría uno de esos problemas.
Esa era la realidad de las espadas enormes de ensueño, que incluso si su usuario era capaz de usarlas, era muy difícil o casi imposible hacer bien una de esas, a menos que...
— Pero yo soy Kurogane Toshio. No hay nada en el mundo que pueda romper mi hierro negro, así que podría hacerla posible si me lo propusiera. —Dijo, y entonces se dio cuenta de lo que acababa de decir—. Las haré. ¡Haré la espada y la armadura! —Se propuso—. Y tú... bueno, puedes teñirte de rosa y pillar músculo.
Iba a decirle algo. A intentar, con su escaso conocimiento de espadas, convencerle de que algo se podía hacer. Existía el Fuinjutsu ¿no? ¿Para qué estaba el Fuinjutsu sino para hacer cosas que parecen completamente imposibles e ilegales? Seguro que más de un sociopata ha intentado hacerse inmortal con ello. ¿Por qué no intentar hacer una espada gorda?
Pero el propio Toshio se le adelantó y decidió simplemente dejarle ir, sonriente.
— Y tú... bueno, puedes teñirte de rosa y pillar músculo.
— ¡Ni de broma! Imaginate, aparecer un día con el pelo rosa chicle y el doble de mi peso en músculo. No, gracias. Te dejo a ti las armaduras, las espadas, los músculos y el pelo de color chillón. Ya me encargaré yo del resto.
Aunque el peinado de Toshio no le gustaba ni lo más minimo, el color era llamativo, eso era algo incontestable.
— Qué bien que digas eso. De verdad que ya tenía miedo, Kinumi-chan. —Le dijo, todavía riéndose—. Bien, pues yo me quedaré con las espadas, las armaduras, los músculos, el pelo chillón, las estrategias sin fisuras, la personalidad encantadora... ay, que se supone que tengo que dejarte algo ¿no?
No podía evitarlo. Él no era de las personas que presumían mucho. Bueno, no era de las personas que presumían demasiado, pero luego de lo de los últimos dos días sentía que podía darse una palmadita en la espalda y decirse a sí mismo lo guapo que era y lo mucho que valía.
— Qué bien que digas eso. De verdad que ya tenía miedo, Kinumi-chan.Bien, pues yo me quedaré con las espadas, las armaduras, los músculos, el pelo chillón, las estrategias sin fisuras, la personalidad encantadora... ay, que se supone que tengo que dejarte algo ¿no?
Kinumi empezó a reirse.
— Para empezar, la humildad. Y a ver, dejame que piense. — se llevó un dedo al menton y empezó a contar con la otra mano. — La sutileza, la elegancia, la cortesia y el dibujo. No sé qué decirte, pero mi dibujo era objetivamente mejor.
A diferencia del Kurogane, la Uchiha no era de presumir. Sin embargo, Toshio simplemente provocaba demasiado para no contestarle y dejarle en donde se merece. Justo debajo de sus zapatos.
Toshio se rio, mostrándole las palmas de las manos a Kinumi.
— Oye, oye, oye, ya está bien, tampoco tienes que matarme. —Se quejó—. Al menos soy algo elegante... a veces ¿no?
Rápidamente se arrepintió de preguntar y empezó a negar con ambas manos.
— Espera, espera, creo que no quiero conocer la respuesta. —Le dijo—. Ya se está haciendo tarde ¿no? Ha sido un día largo. —Bostezó y se estiró. Lo estaba diciendo como excusa, pero realmente estaba cansado—. Mejor te dejo descansar ¿vale? Cualquier cosa estoy en la forja.
Kinumi le apartó las manos en cuanto empezó a negar, por mucho que lo pidiese, no le iba a dejar irse sin oír la respuesta.
— ¡Eres la antielegancia! Creo que no he conocido a nadie tan poco interesado en parecer algo minimamente elegante, caminas por todas partes como si estuvieses en tu casa. ¡Seguro que tratarías a Kintsugi-sama de colega!
— Mejor te dejo descansar ¿vale? Cualquier cosa estoy en la forja.
La joven negó con la cabeza.
— Creo que he dormido demasiado esta mañana, o eso, o lo que me ha dado Tamao me ha hecho efectos secundarios porque me noto despierta.
Lo cierto era que no había sido lo de Tamao, la conversación con Toshio había despertado algo en ella. Quería dibujar. Le apetecía mucho más que volver a dormir aunque si se tumbaba seguramente se quedaría frita solo del esfuerzo que estaba haciendo su cuerpo en sanarse.
— ¿Tienes cosas para dibujar? Con un lapiz me bastaría, pero si tienes algo más... digno, lo aceptaré.
Pero Kinumi no tenía ninguna intención de dejarlo descansar. No, señor. Le apartó las manos sin ningún tipo de piedad para darle su respuesta.
«Ouch. ¿Desde cuándo está mal ser amigable?»
La Uchiha tampoco tenía intención alguna descansar ella, pues al hablar de dibujar en ella despertaron unas ganas incontrolables de hacer exactamente eso.
— ¡Claro! Ahora mismo voy a por algo. —Le dijo, sonriente.
Salió de la habitación y, al cabo de un minuto o dos regresó con todo. ¿Que qué era todo? Bueno, todo era todo. Trajo un par de lápices y colores en una caja, una pluma y un pincel en su estuche, tinta y varios papeles gruesos para que tuviese de donde escoger.
— Espero que las herramientas de este humilde herrero sean dignas de sus manos, mi reina. —Le dijo de forma exagerada mientras dejaba las cosas con cuidado en el escritorio.
Esperaba un lapiz y unos colores pero Toshio decidió traerle toda la libreria, la copisteria y la fotocopiadora. Esta vez fue Kinumi la que le enseñó las palmas para intentar detenerlo, aunque ya lo había traido todo así que importaba más bien poco.
— Solo necesitaba un par de lapices, tampoco hacía falta que trajeses todo lo que encontrases. Además, con la falta de practica que tengo mejor hacer unos bocetos y ya.
— Espero que las herramientas de este humilde herrero sean dignas de sus manos, mi reina.
Alzó una ceja.
— ¿Herramientas de herrero? ¿Qué clase de armadura puedes forjar con un pintel y una pluma?
Nunca le había dicho nada de cuando se ponía a exagerar y a llamarla reina o cosas igual de grandilocuente y lo cierto es que ya las veía como algo normal. La exageración y Toshio parecían sinonimos y cada día se hacía más obvio.
— "Herramientas de este humilde herrero" queriendo decir que soy un herrero y todas las herramientas en esta casa son mías. —No podía creerse que tuviera que explicarle aquello a la Uchiha. ¡Se suponía que ella creía ser la lista!— Pero probablemente sí podría utilizar algunas de estas cosas para forjar, sí.
Tomó el pincel y abrió un poco los filamentos, colocando una goma de borrar entre estos y cerrándolos a la vez que concentraba chakra en ambos objetos, tornándolos negros y endureciéndolos para mantenerlos unidos.
— Podría hacer esto si no tengo un martillo a mano. —Dijo, antes de darle el improvisado martillo a Kinumi. Era duro como el hierro y pesado—. Mola ¿eh?
Al poco rato, la técnica se cancelaría y ambos objetos volverían a la normalidad.
— "Herramientas de este humilde herrero" queriendo decir que soy un herrero y todas las herramientas en esta casa son mías.
Toshio estaba metiéndose en un debate semántico - gramatical que no podía ganar.
— Entonces has querido decir, utensilios de dibujo, ¿verdad? Herramientas serían las que sí utilizas en la forja.
Sin embargo, Toshio se puso a hacer alarde de una de las pocas técnicas que Kinumi le había visto utilizar.
— Eso dice muy poco del objeto. Podrías forjar con dos palillos con esa técnica. Espera, ¿también los hace resistentes al calor de la fragua?
El tono de Kinumi pasó de molesto a sorprendida. Hasta qué punto podria Toshio alterar las propiedades de los objetos estaba más allá de su conocimiento. Si era capaz de alterarlas tanto como decía, podría ser una técnica increíblemente poderosa, más allá de usar palos como armas.