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A la cansada kunoichi le gustaba el Bukijutsu, puntualmente el Kenjutsu. Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro de Moguko cuando escuchó ese comentario. Le agradaba conocer a más gente adepta a esa rama de combate, pues ella misma era una aficionada al Kenjutsu por su padre.
Sayori le enseñaría su espada, una sencilla Kodachi, humilde arma que por más que uno se dedicase a usar armas mas grandes, nunca estaba de más tenerla en el arsenal.
—¡Me gusta!
Comentaría en respuesta a la exhibición de la muchacha. Esta le preguntaría después si podía echarle un ojo a su wakizashi, lo cuál realmente no era ningún problema salvo por el hecho de que Moguko no cargaba en ese momento con la hoja y de todas maneras ambas tenían compromisos que atender.
—Por supuesto, pero tendrá que ser en otra ocasión.
Realmente la kunoichi no tenía ningún inconveniente de pavonearse de aquella hermosa espada que le habían regalado al graduarse de la academia. La cargaba en su cinturón con cierto orgullo, era la hija de un samurái después de todo.
—¿Sueles pasar por esta ruta al hacer tus cosas?
Consultaría queriendo saber un poquito más de la muchacha.
—A lo mejor la próxima puedo pasar con la espada... o podríamos entrenar juntas un día.
Terminaría por sugerir encogiendose ligeramente de hombros.
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*Sayori escuchó cada palabra, ahora se la podía ver un poco más entusiasmada y prestando más atención, se alegró de saber que la kunoichi no tendría problema en mostrarle su Wakizashi en otra ocasión, e incluso le preguntó si solía pasar por allí y sugirió volverse a ver para mostrarle el arma o incluso entrenar, esto último le animó aún más, no había tenido contra quién mostrar sus habilidades aparte de su padre quien la superaba por mucho y para ella no era divertido perder todo el tiempo, sería más divertido combatir contra alguien de su rango.*
- Sí, de hecho es una ruta común para llegar a mi casa... es raro que no nos hayamos visto antes
*Mintió puesto que la kunoichi no había salido nunca pero prefería no revelar esa información y aún menos contarle que había llegado hasta allí porque se había perdido al ir a realizar las compras, compras que aún no había hecho. Se preguntaba cuánto tiempo había pasado, seguramente su padre estaría muy preocupado ahora mismo, si se tardaba mucho más quizás y no la volvía a dejar salir, no quería perder la oportunidad de volver a toparse con Moguko.*
- Y me gustaría volver a vernos para practicar... si te parece bien
*Agregó finalmente esperando la respuesta de la joven.*
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Moguko no tenía motivo alguno para desconfiar de las palabras de la muchacha que acababa de conocer. Simplemente aceptaría con un leve gesto de su cabeza asintiendo.
—Sin duda alguna es curioso, quizás debería prestar más atención al moverme por la aldea...
Terminó reflexionando la médica.
La propuesta de la muchacha, de entrenar un día y de paso enseñarle su espada no sería algo que le cayera mal, sino todo lo contrario aparentemente. Lo cuál ciertamente le resultaba agradable, nunca estaba de más expandir su circulo de aliados y gente que tambien fuese un otaku de las armas.
—¡Bien!
Exclamaría con cierto entusiasmo.
—¿Qué día te resultaría cómodo que nos reunamos?
Consultaría queriendo desarrollar la idea un poco más.
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*Luego de escuchar la pregunta de la kunoichi, Sayori se quedó pensativa un momento, volverse a ver con Moguko en otra ocasión era algo que la entusiasmaba y no podía esperar para demostrar sus habilidades en combate, pero el problema radicaba en que no sabía qué día podría volver a salir, sin duda había sido un evento único y su padre se sorprendería si le dijera que quería volver a salir sola. Aunque lo más probable era que se lo tome bien y se alegrara de que finalmente su hija tuviese alguien de su edad con quien hablar.*
- ¿La siguiente semana está bien?
*Cualquier día estaría bien la verdad, no tenía ningún compromiso ni nada que hacer los días siguientes, pero pensó que una semana sería tiempo suficiente para conversar con su padre y aprovechar para entrenar un poco.
De pronto se puso a pensar en su padre, ya se había tardado mucho en realizar una simple tarea y seguramente estaba más que preocupado, a ese paso no la volvería a dejar salir nunca más y había algo más que le preocupaba y era que, había llegado a esa librería por coincidencia, ¿y si no volvía a encontrar ese lugar? ¿y si la siguiente vez llegaba tarde y Moguko se enojaba con ella?
Pensó rápidamente qué hacer, dónde encontrarse o cómo hacer para volverse a ver, hasta que tuvo una idea, sacó el listado de compras que tenía guardado y lo memorizó un tiempo, tenía buena memoria para casi todo, excepto claro las direcciones o los lugares.*
- Podríamos vernos allí... si no te queda muy lejos... allí es donde vivo...
*Le entregó el papel a la kunoichi, ya no lo iba a necesitar. En la hoja aparecía un listado: fideos, huevos, miso, carne de cerdo y un par de ingredientes más para preparar ramen, pero lo importante era la información de atrás, en donde aparecía como imagen principal un kanji (雪) la palabra “Yuki” debajo, y bajo todo esto en palabras más pequeñas “venta y reparación de armas shinobi” acompañado de una dirección...
...Y de esta forma, la kunoichi esperaba que Moguko no tuviese ningún problema encontrando el lugar y pudiesen volver a verse. De igual forma había hecho publicidad de la tienda de su padre, y quién sabe, quizá a Moguko le interesara algo del lugar, Sayo se ganaba una amiga y su padre conseguía un cliente nuevo.*
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La propuesta de la kunoichi se establecía para la semana siguiente, al menos en tiempo. Moguko hizo un repaso rápido de sus planes y concluyó que al cabo de una semana no tendría problema alguno de presentarse en aquel lugar nuevamente.
—¡Si, la semana que viene sería perfecto!
Comentaría con la mejor predisposición del mundo y una ligera sonrisa en el rostro.
Sayori se tomó un momento entonces, tomó su papel y le dedicó un instante de su vida para hacer algo con él. ¿Repasarlo? De una forma u otra fue la excusa que tomó para pensar las cosas por un instante, gesto que no pasaría desapercibido por la médica pero que sin duda alguna no tenía intenciones de interrumpir.
—Cada quien tenía su forma de hacer las cosas a fin de cuentas.
Luego de agregar un comentario, se le extendería la nota. Esta ahora había dejado de ser un mero listado de ingredientes y pasos a seguir para la preparación de una excelente comida para un frío día de Invierno, sino que ahora era la invitación a un encuentro. Encuentro que tenía como lugar la vivienda de la propia Yuki Sayori.
—Venta y reparación de armas shinobi...
Susurraría leyendo la información del papel que le habían entregado. Seguidamente lo almacenaría con cuidado en el interior de uno de sus bolsillos.
—La semana que viene me presentaré en ese lugar entonces.
Diría con una ligera sonrisa en el rostro.
—¿Ahí es donde vives?
Consultaría con ligera curiosidad. ¿Sería posible que esa tímida muchacha estuviese invitando a la médica a ir directamente a su hogar?
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*Ante la pregunta solo asintió, le había indicado que allí vivía con anterioridad pero no estaba de más confirmarle que efectivamente esa dirección de la tienda de armas también era la dirección de su hogar y que esperaba poder volver a verse en aquel lugar dentro de una semana.*
- Entonces… nos vemos allí en una semana, te estaré esperando…
*Intentó sonreír para parecer más amigable pero su rostro no colaboraba y permanecía inexpresivo. Aún tenía muchas habilidades sociales por practicar, de cualquier forma si seguían viéndose podría seguir trabajando en ello.*
- Tengo que ir a comprar unas cosas ahora… nos vemos Moguko
*No sabía que gesto realizar para despedirse, si darle la mano, chocar puños o algo, así que solo levantó su mano derecha en señal de despedida y comenzó a apartarse del lugar en dirección a la tienda de víveres que no estaba lejos y era visible desde su posición.*
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La kunoichi, en un intento de confeccionar un gesto de amabilidad con su rostro, le expresaría su sentimiento, la médica sería esperada una semana en aquella tienda a partir de aquel día.
Moguko se limitó a asentir con un gesto de su cabeza y palpar con su mano la nota en su lugar.
—Ahí estaré, Yuki-san. Será mejor que vaya marchando hacía la biblioteca, no quiero sacarte más tiempo.
Contestaría a sus palabras con una voz amable y no dejaría pasar la oportunidad de regalarle una ligera sonrisa más antes de tener que finalizar la conversación y partir en direcciones diferentes. Con una reverencia que podría ser tomada de ejemplo para un manual de etiqueta terminaría por agregar con palabras:
—Ha sido un placer conocerte, que tengas un buen día.
Y seguidamente comenzaría a caminar en un sentido diferente, rumbo al templo de conocimiento donde tenía que seguir con su rutina.
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*Habiéndose despedido de Moguko, la joven kunoichi se apura por hacer las compras, no había olvidado ninguno de los ingredientes que memorizó en su cabeza. El regreso no fue tan complicado, pudo escalar las paredes de una de las torres de la aldea para desde allí observar en qué dirección quedaba su casa y cuándo la encontró no tardó mucho en volver, aunque ya se había pasado la hora del almuerzo para cuando regresó.
Al ingresar a la vivienda con las fundas de compras, pudo ver que su padre ya había armado un pequeño altar con la foto de Sayori y le estaba rezando.*
- Ya estoy en casa…
*Fue todo lo que pudo decir antes de que su padre comenzara a abrazarle, pensando que la había perdido. Cuando se tranquilizó un poco la kunoichi le contó que había conocido a una genin como ella y que por eso se había tardado, ambas habían acordado en volverse a ver y eso llenó de alegría y orgullo al padre de la kunoichi que finalmente comenzaba a conocer gente y a salir al mundo.*
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