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El marionetista y su compañera continuaron la odisea de limpieza. Y en cierto momento la chica lanzó una interesante pregunta. El chico no pudo evitar sonreír ante la cuestión, pues si realmente lo pensaba, habían ahorrado un buen tiempo gracias a los particulares movimientos del títere. Moguko era realmente audaz, pues quizás otra persona ni se hubiese percatado de ese hecho.
—Quizás llevaríamos una o dos salas menos. Igual entre dos personas la limpieza de éstos quirófanos tampoco sería demasiado duro. —Contestó, quitando hierro al asunto.
Y conforme fueron acabando esa sala, y salieron, la marioneta volvió a convertirse en un rodillo de limpieza, que fulminó a toda velocidad la suciedad del suelo. El chico cerraría la sala tras sacar a la marioneta, y también los productos de limpieza. Llevaría consigo parte de éstos a la siguiente sala, y junto a Moguko y la marioneta terminarían trasladando el resto. Como anteriormente.
El quirófano que tenían ahora frente a ellos estaba casi igual al anterior, pero en éste caso la víctima del accidente o el operado no había tenido tanta suerte por lo visto. Había bastante más sangre, e incluso había sobre la camilla una sierra y varios útiles un tanto ensangrentados. El chico no pudo evitar una mueca de desagrado, pues a su mente se vinieron mil y una formas de usar esas herramientas...
—Uffff... —Apartó la mirada por un instante, armándose de valor. —¿Crees que fuese una amputación? Que desagradable...
Pero les pagaban por limpiar esa grotesca escena, y con menos ganas que otra cosa, el chico mandaría a la marioneta para dar limpieza a lo más dantesco: La camilla. Él se encargaría de recoger las herramientas, evitando que así tuviera Moguko que tocar demasiada sangre. No se lo desearía a nadie.
Por lo menos quedaba el alivio de quedar sólo esa sala y dos más. Ya casi habían acabado.
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Una o dos salas atrás sin duda alguna era un punto de vista un tanto optimista para la kunoichi médica, pero bueno, no iba a poner en tela de juicio las palabras de su compañero.
Finalizada la sala, pasarían a la siguiente, llevando consigo todo el equipamiento para realizar la limpieza del próximo cuarto. Al examinar el interior de esta, la postal que quería contar era un poco desalentadora, no parecía haber mucho rastro de que el resultado de aquella batalla por la salud hubiese resultado en una victoria. Lamentable, de verdad, pero era posible, después de todo el dado había sido lanzado al menos veinte veces en aquel edificio.
—Sea lo que haya sido, estoy segura de que hicieron su mejor esfuerzo...
Trataría de alentar a su compañero dándole una ligera palmada en la espalda mientras luchaba por ingresar al cuarto conteniendo el desayuno en su estomago.
La kunoichi, una vez dentro del cuarto y viendo todo lo que había que hacer, no podría evitar dedicarle una mirada de un par de segundos de duración a su compañero mientras este enviaba a la marioneta a hacer el trabajo sucio.
Gracias.
Pensaría mientras asentía con un gesto de su cabeza y luego se dedicaba a juntar todo el armamento médico y luego lo depositaba en el lavabo destinado para su esterilización. Tranquilamente el muchacho podría haberse dedicado a cualquier otra tarea, pero tuvo la suficiente empatía como para ahorrarle el mal trago que hubiese sido tocar los restos de aquella carnicería.
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Con un trabajo rápido y eficaz, sendos shinobis comenzaron la limpieza de la sala. El chico realizó la parte más incómoda, en lo que la compañera recogía el resto del material. El habitáculo no tenía demasiado trabajo, aunque el poco trabajo era grotesco. Así que terminado de limpiar la camilla y depositado el material en el lavabo, la sala quedaba lista para un fregado de suelo. Así pues, el marionetista comenzaría a recoger nuevamente el material, y poniéndolo en el exterior de la propia sala.
—Otra sala lista, solo queda fregar el suelo. —Informó a su compañera.
Quedaba tan solo que ambos salieran del quirófano, y así el títere se pondría manos a la obra. Eso sí, antes de ello tomaría un poco de agua para las mopas, que andaban un poco resecas. Terminada ésta sala solo quedarían dos restantes.
—Un par de salas más y acabamos la tarea.
En cuanto la marioneta terminase de fregar el suelo, nuevamente cerrarían la sala. La sala estaba terminada, y ahora se podrían dirigir a la siguiente. Ésta otra sala tenía bastante menos sangre, pero había algún resto en la camilla. En ésta escena también se podía ver restos de hilo, así como agujas. Quizás había tenido lugar algún tipo de sutura, o algo similar.
Eran afortunados, al menos ésta sala tenía poco trabajo..
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Los genin estaban en la zona, moviéndose como un bien aceitado mecanismo, por más bizarra que fuese la sala en la que les estuviese tocando trabajar, el trabajo avanzaba sin peros. Al llamado de sala lista, la kunoichi daría por concluido su labor en aquel quirofano y emprendería la retirada del mismo para dejarle via libre a su compañero de madera.
—Un par de salas más, ya casi lo tenemos.
Reconoció en respuesta a las palabras de su compañero.
En cuanto la marioneta terminase de fregar el suelo, nuevamente cerrarían la sala. La sala estaba terminada, y ahora se podrían dirigir a la siguiente. Ésta otra sala tenía bastante menos sangre, pero había algún resto en la camilla. En ésta escena también se podía ver restos de hilo, así como agujas. Quizás había tenido lugar algún tipo de sutura, o algo similar.
La última sala donde habrían estado trabajado sería sellada una vez Momo hiciese el digno trabajo de lavar el suelo. La siguiente sala en la lista casi finalizada no estaba tan pintada en tonos rojos, pero había algún que otro recuerdo en la camilla, evidencias de puntadas de alguna clase de intervención para cerrar alguna posible herida.
—Este podría ser mi futuro, ahora que lo pienso.
No pudo evitar reflexionar mientras ingresaba en la sala.
—Si me esfuerzo podría llegar a trabajar en alguno de estos quirófanos...
Se atrevió a soñar un segundo despierta, con el marionetista de testigo. Claramente le faltaba entrenamiento, pero si trabajaba duro como venía haciendo, era posible. Comenzó a juntar los restos de instrumental con cuidado de no dejarse ninguno y los fue llevando al lavabo, como le tocó hacer antes.
—Los ninjas médicos de este hospital deben ser muy buenos...¿No te parece?
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Con una sala menos a la espalda, los genins quedaban con tan solo dos salas más por ataviar o higienizar. Ambos coincidieron en el comentario, quizás deseando acabar de una vez. Eso, o quizás con ganas de llevarse el incentivo por acabar una misión. Al menos el titiritero sí que necesitaba ese jugoso dinero, pues el dinero no caía del cielo, y las marionetas no eran precisamente baratas. Con el dinero de esa misión, seguramente incluso terminase a Mimi. Ganas no le faltaban, eso seguro.
Moguko quedó por instante meditando, y terminó por informar que quizás en un futuro ese podía llegar a ser su labor. Su futuro. Dijo que si se esforzaba podía llegar a verse trabajando en ésos quirófanos. Entre tanto, la chica comenzó a recoger el instrumental de operatorio, para llevarlo al lavabo del final de la sala. El chico mientras hizo lo que venía sacando maestría, limpiar con la marioneta los pocos restos de color carmesí. Meditando sobre su futuro, y lo que debía ser el camino que aún le quedaba, la chica acabó por sugerir que los médicos de allí debían ser muy buenos.
El titiritero afirmó con la cabeza, totalmente de a cuerdo. —Así es, deben ser muy buenos. Pero no te desanimes, trabajando duro lograrás lo que buscas, señorita Moguko.
Con todo recogido y limpiado, de nuevo llegaba la hora de sacar el instrumental de limpieza, limpiar las mopas y acabar saliendo. Al hacerlo, dejaban paso libre a la marioneta —Momo— para que acabase de fulminar el trabajo, fregando el suelo. Una vez terminado, podrían dirigirse a la última sala. Eso sí, no sin antes cerrar la puerta al salir el títere.
—La última. —Informó de lo obvio.
La sala que quedaba tenía unas manchas de suelas en el suelo, poco material de operación sobre la camilla, y un poco de sangre en la misma. Si se ponían manos a la obra, acabarían en menos de lo que se tarda en cerrar y abrir los ojos.
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Sin duda alguna era mucho el trabajo que la médica tenía por delante, porque no quería simplemente estar a la altura de la gente que estuvo ganando batallas en aquel lugar, no. Yamanouchi Moguko quería superarlos a todos ellos. Tenía que destacar por encima de la media.
Momo haría lo suyo una vez que ella y su compañero hiciesen su parte, finalmente la habitación terminaría por poder catalogarse como higienizada y el trabajo podría seguir avanzando, prácticamente podrían ir cerrando ya la jornada, no quedaba casi nada por delante.
—Ya casi terminamos, solo un poco más.
Moguko no pudo evitar examinar un segundo la sala al ingresar en esta, recorrer con la mirada el escenario y tratar de volver en el tiempo imaginando como se habrían realizado las huellas que habían quedado marcadas en el piso.
—Espero haya sido una operación exitosa.
Deseo con buena fe y se dispuso a trabajar, de la camilla y del piso sabía que se iban a encargar el marionetista y Momo, por lo que simplemente se iba a dedicar a lo que estuvo haciendo en casi todas las salas. Recorrió el espacio recolectando las herramientas y las acercó al lavabo por última vez.
—Sería interesante volver a trabajar juntos algún día, Ichikawa-san.
No pudo evitar comentar por encima del hombro.
—Hoy nos fue bastante bien... ¿no te parece?
Hacían buen equipo, eso seguro.
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De nuevo coincidían, pareciendo ambos querer que concluyese la misión. Acabaron la sala, y ya solo quedaba la última. Para cuando llegaron a la susodicha sala, la kunoichi comentó que esperaba que todo hubiese ido bien en la operación o en la intervención. El chico miró por un instante el suelo, así como la camilla. Nada apuntaba a que las cosas hubiesen ido mal.
—Seguro que si.
Sin demora alguna, dejaron los productos a un lado de la puerta, justo al inicio de la sala. Tras ello, comenzaron la tarea. El marionetista se encargó como en anteriores casos de la limpieza de la camilla con Momo, en lo que su compañera recolectaba el material quirúrgico y lo llevaba al lavabo. Ésta era la definitiva, seguramente no volvían a repetir esa acción en un buen tiempo. Pero no por ello lo hicieron con pena, si no casi al contrario.
La morena pensó en voz alta que sería interesante que coincidiesen de nuevo en algún trabajo. Inquirió que les había ido bien en aquella tarea, y la verdad es que tenía razón. Formaban una combinación extraña, y que quizás no se podía enfocar demasiado al combate, al menos por ahora... Pero, no había ni modo de que fuesen a una misión con esas características, al menos por el momento.
—Si, formamos un peculiar equipo, y creo que nuestras habilidades pueden combinar muy bien, señorita Moguko. —Contestó en lo que acababa con la camilla. —Sería todo un placer coincidir de nuevo en una misión.
Con los últimos retoques a la camilla, y el material en su sitio, llegaba la hora de desalojar de material de limpieza el lugar y culminar con un fregado de suelo. Momo limpió las mopas en la cuba, y las escurrió bien. Tras ello Arata comenzaría a sacar el material, seguramente ayudado por Moguko. Cuando estuviesen fuera, Momo volvería a hacer esos movimientos rotativos de limpieza, convirtiéndose en un rodillo. En un abrir y cerrar de ojos, la sala estaría terminada.
—Y con ésto acabamos. —Sentenció.
Aunque, en realidad quedaban dos cosas por hacer. Faltaba guardar el material de limpieza, y tras ello informar al tipo de la recepción de que habían terminado el trabajo. Quizás el hombre comprobaba las salas, quizás no, eso no lo sabrían hasta que hablasen con él.
—Falta solo guardar las cosas e informar.
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El marionetista expresó la forma en la que sentía con respecto a la idea de volver a coincidir en tiempo y espacio para una próxima misión. Lo cuál realmente le sentó bien a la muchacha.
«Sin duda alguna es un placer coincidir con alguien tan competente y educado.»
Sentía que podía trabajar a gusto con Ichikawa Arata. Quería volver a hacerlo. Eran una dupla que a lo mejor no iban a ganar un combate en el frente, pero como soporte había mucho potencial. Pero en la clase de encargos que podían esperar a esa altura de sus carreras, lo cierto era que formar un buen lazo era lo mejor que podían hacer.
Con los últimos retoques a la camilla, y el material en su sitio, llegaba la hora de desalojar de material de limpieza el lugar y culminar con un fregado de suelo. Momo limpió las mopas en la cuba, y las escurrió bien. Tras ello Arata comenzaría a sacar el material, seguramente ayudado por Moguko. Cuando estuviesen fuera, Momo volvería a hacer esos movimientos rotativos de limpieza, convirtiéndose en un rodillo. En un abrir y cerrar de ojos, la sala estaría terminada.
Como podría haber llegado a esperar su compañero, la kunoichi prestó su ayuda para terminar de dejar en condiciones la sala de operaciones antes de que la marioneta se dispusiese a hacer de las suyas una última vez y pudiesen sellarla.
—Puedo ir a buscarlo, si te parece bien.
Ofrecería la kunoichi, junto a las cosas que había que llevar a la sala de limpieza. Ante el marionetista quedaba la opción que más le gustase, si encargarse de mover cosas o interactuar con la gente.
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28/05/2022, 21:58
(Última modificación: 28/05/2022, 21:58 por Senju Hayato.)
Una vez terminada la sala, y todos fuera, el chico cerraría la sala. Todo estaba limpio e higienizado, ahora estando sellada evitarían intromisión o suciedad no deseada. Tan solo quedaban dos cosas por hacer, y la chica se dispuso a contactar con el tipo bajo de recepción. El marionetista afirmó con un gesto rotundo de cabeza.
— Bien, entre tanto yo guardaré el material. —Confirmó.
El titiritero se dispondría a agarrar todo el material, con ayuda de momo. Tras ello lo llevarían a la sala de limpieza, donde terminarían ordenando el material en su sitio, para que quedase tal y como lo habían encontrado al inicio. Al acabar, quitaría los guantes de su marioneta, y se libraría del agua sucia tarándola por el desagüe del lavabo del cuarto de limpieza. Al acabar, esperaría al regreso de su compañera, revisando que Momo estaba en condiciones de ser guardada, y enrollándola en su medio de transporte.
...
Moguko podría encontrar al hombre ajustando algunos papeles, e informatizando datos. Al menos eso parecía. Para cuando la kunoichi se acercase lo suficiente, el hombre desviaría su mirada por encima del mostrador, buscando con sus orbes a la genin.
— ¿Han acabado ya con la tarea? ¡Que rápidos!.
El hombre casi daba por confirmada la interacción, incluso se dispuso a levantarse de su silla y se acercó a la kunoichi. Parecía dispuesto a echarle un ojo al asunto, quizás para comprobar el material de limpieza, o el orden que le habían dado al cuarto del mismo. Fuese como fuese, cuando éste les diese el visto bueno, habrían terminado su jornada laboral. Al menos por el momento.
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Moguko asentiría con un leve gesto de su cabeza al comentario de su compañero y se daría a la tarea de buscar al encargado de la misión, el propio recepcionista de la institución. Haría una rápida parada por la parte de la sala de limpieza y se apresuraría a dejar su equipamiento de limpieza y así también deshacerse de sus protecciones, lo último que quería era sorprender a la gente que estaba en la recepción del hospital.
Pasaría por las diferentes partes del hospital hasta llegar al lugar donde lo había visto por primera vez, y ahí estaría. Antes de que tuviese oportunidad de sorprenderle, el Akimichi terminaría por hacer contacto visual antes con ella.
Ante la pregunta del hombre, la chica no podría evitar afirmar con un rápido gesto de su cabeza.
—¡Si! ¡Todo debería estar en condiciones para que pueda hacer la verificación final!
Comentaría haciendo una ligera reverencia.
—Si fuese tan amable de acompañarme, mi compañero nos estará esperando para revisar las salas.
Agregaría disponiéndose a seguirle si se adentraba hasta le quirófano.
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El hombre sonrió, como sorprendido ante tantos modales. A lo mejor no había topado con trabajadores tan educados, o simplemente le parecía curioso. Acompañó la reverencia de la chica con una propia, y comenzó a caminar dirección al ala que habían limpiado, donde aguardaba el marionetista. Yamanouchi solicitó que le siguiese, para la comprobación del trabajo, revisar las salas. Pero no, eso no era lo que el hombre tenía en mente.
—Tranquila, solo quería cerrar el cuarto de limpieza, por seguridad. Estoy seguro de que habrán hecho un buen trabajo, de lo contrario no habrían avisado con tanto ánimo. Además, si no confiamos en la palabra de nuestros camaradas, ¿qué nos queda?.
»Cerraré el cuartillo de la limpieza, y podrán irse.
El hombre, acompañado de la chica —O al contrario—, se dirigieron caminando hasta el ala. Una vez allá, podrían ver al chico. Tenía todo ordenado a la perfección, y la marioneta puesta en su lugar, a la espalda. El hombre le dedicó una ligera sonrisa al chico también, aparentemente satisfecho por la labor.
—Muchas gracias por el servicio prestado al hospital, ha sido de gran ayuda vuestra labor. Informaré del éxito de la misión a la recepción de la señora Arashikage. Por mi parte, eso es todo. Que tengan un buen día. —Concluyó el hombre, en lo que buscaba la llave del manojo, y cerraba la puerta del cuartillo de limpieza.
—Ha sido un placer ayudar, señor. —Acompañó con una reverencia.
»Y también ha sido un placer coincidir con usted, señorita Moguko. Espero que el destino nos vuelva a hacer coincidir pronto.
Habían completado la misión. Saldría del hospital, seguramente acompañado de Moguko. Pero lamentablemente, el destino ahora les obligaba a decir adiós. Mimi no se iba a construir sola, y ese dinero tampoco se iba a gastar solo. Era una lástima despedirse, pero seguro que volvían a encontrarse pronto.
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Con toda la elegancia de un hombre adulto, apelaría a la honestidad de la dupla para dar por hecho el estado de limpieza de las salas de aquel hospital. Había una cierta calidez que a Moguko le sentó muy bien.
Asintió con un leve gesto de su cabeza ante las palabras del Akimichi sobre la clausura de la sala de limpieza y seguidamente avanzaría junto a él hasta dicho lugar.
Una vez en dicho lugar, ambos estarían complacidos por el trabajo que Arata habría hecho en la sala de limpieza. Esta se encontraba en perfectas condiciones, a la altura de las salas que habían limpiado durante esa jornada.
—¡Ha sido un placer ayudar, señor!
La kunoichi se sumó a la reverencia de su compañero emulando sus palabras con menos de un segundo de desfase, prácticamente agradeciendo a la par que él. Seguidamente su compañero le dedicaría unas palabras con una energía igual de cálida como las que el propio recepcionista le había dicho previamente.
—El placer ha sido mío, Ichikawa-san. Espero que podamos volver a trabajar juntos en el futuro.
Contestaría con una ligera sonrisa en el rostro para luego dedicarle una formal reverencia. Sin duda alguna la presencia de aquel curioso marionetista le había hecho el día.
Saldrían juntos de las instalaciones del hospital y teniendo que cerrar la historia por lo que aquel día se refería, se despediría de su nuevo vínculo y se daría a la tarea de regresar a su hogar.
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