Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La nueva proposición del ejercicio llamó bastante la atención de la médico. Sus lentes casi parecieron brillar por un instante, quizás la propia emoción fue imposible de ser ocultada. Respondió que se pondría a buscar un martillo, y así procedió. Entre tanto, el titiritero volvió a colocar a su marioneta en pie, retomando una posición semidefensiva. La chica no tardaría en encontrar un martillo bastante ligero, de empuñadura bien ornamentada. Parecía ligero y a la vez contundente, una simbiosis de lo más curiosa.
—Ese ejemplar se ve bastante interesante, señorita Moguko. ¿Qué opina?.
El chico también pareció apreciar el valor del arma, a pesar de la distancia que los separaba. Sin embargo, no era el único ejemplar de ese tipo. Poco más a su derecha, tenía también varios ejemplares de diferentes características. Había uno bastante pesado, que de seguro habría de usar a ambas manos. Por otro lado, había también otro que parecía tener una esfera en la cabeza, llegando a parecer más un lucero del alba que un mero martillo.
La elección sin embargo era cosa de la chica. Fuere lo que fuere, sería con lo que mejor se viese armada.
—Cuando esté lista, puede atacar. —Adelantó.
¤ Martillo ligero - Tipo: Arma contundente - Tamaño: Pequeña - Requisitos:Destreza 20, Fuerza 20 - Precio: 2250 ryos - Daño: 30 PV/golpe con lado, 40 PV/golpe con cabeza - Efectos adicionales: Puede bloquear otras armas
Martillo de batalla ligero, y realmente manejable. Un arma idónea para shinobis sin demasiada experiencia que permite desenvolver golpes contundentes a gran velocidad. El mango mide unos 20 cm, y la cabeza está consolidada por un trozo de metal de casi el mismo tamaño.
(Herencia Hirohito) El arma pesa mucho menos de lo habitual, y tiene un borde bastante más logrado que los de una herrería normal. Éste toque de forja solo es conocido en la herrería Hirohito, y exclusivo para Amegakure.
¤ Martillo pesado - Tipo: Arma contundente - Tamaño: Grande - Requisitos:
Destreza 30, Fuerza 50 (A una mano)
Destreza 20, Fuerza 25 (A dos manos)
- Precio: 2250 ryos - Daño: 80 PV/golpe con cabeza - Efectos adicionales: Puede bloquear otras armas
Martillo de batalla pesado, aunque realmente manejable dado su tamaño. Éste arma está pensada para shinobis de gran fuerza, o expertos en el arte de las armas. Es complicado de usar, pero una vez se le pilla el truco es realmente mortífero. El mango mide unos 70 cm, y la cabeza está consolidada por un trozo de metal que abarcan casi 40 cm de ancho por 20 cm de grosor.
(Herencia Hirohito) El arma pesa mucho menos de lo habitual, y tiene un borde bastante más logrado que los de una herrería normal. Éste toque de forja solo es conocido en la herrería Hirohito, y exclusivo para Amegakure.
- Precio: 3000 ryos - Daño: 50 PV/golpe con cabeza - Efectos adicionales: Puede bloquear otras armas
Éste arma es un híbrido entre un martillo ligero y uno pesado, pero con una forma peculiar. A diferencia de un martillo común, su extremo está conformando por una esfera de puro acero. No es complejo de usar, y sin embargo puede lograr unas tremendas sacudidas en el oponente. El mango mide unos 50 cm, y la cabeza está consolidada por un trozo de metal en forma de esfera que abarca casi 20 cm de diámetro.
(Herencia Hirohito) El arma pesa mucho menos de lo habitual, y tiene un borde bastante más logrado que los de una herrería normal. Éste toque de forja solo es conocido en la herrería Hirohito, y exclusivo para Amegakure.
—Me gusta mucho como se ve este, creo que es el apropiado... pero...
Contestaba la kunoichi mientras su miraba bailaba entre las diferentes opciones de armas contundentes que había en el repertorio. Todo era tan bello, tan lindo, tan abocado a la destrucción.
Intentó hacerse de uno de los martillos mas grande, la segunda opción en tamaño. Pero como era de esperarse, su escasa preparación física no le permitía moverse con la fineza que esta requería para desarrollar un ejercicio competente.
—Oh... supongo que aún falta para llegar a eso. Que se le va a hacer... Ichikawa-san, iré con este.
Declararía haciéndose del primer martillo, el mas pequeño en tamaño pero que sin duda alguna era el mas adecuado para el trabajo que tenía que realizar.
Se colocó en posición de guardia anteponiendo el cuerpo del martillo entre el suyo y el de la marioneta, su objetivo.
—¡A ver como recibe esto!
Diría para lanzarse en una zancada hacía delante cargando un golpe descendente buscando impactar de lleno en la cabeza de la fusión de ambas marionetas.
Tras un intrépido vistazo al arsenal, la kunoichi pudo ver unas armas contundentes relativamente interesantes. Al menos para el cometido que tenía ahora sobre los hombros, el de asestar un golpe contundente al híbrido de marionetas. La elección no era para nada fácil, al menos en primera instancia. Las armas tenían sus pros y sus contras, y se veían realmente bien elaboradas. Pero tras un vistazo más profundo a las cualidades y pesos de éstas, la chica pudo ver que su fuerza no era suficiente como para manejar algunas de manera cómoda. Ella misma lo aclaró, declarando que aún le quedaba camino para empuñar la más grande. Tras ello, tomó el martillo que parecía más ligero.
El titiritero pareció conforme con la elección de su compañera. Después de todo, simplemente necesitaban eso, un arma contundente. Tras probar con una, habrían cumplido con las exigencias del herrero, e incluso podrían valorar su forja. Realmente a eso es a lo que habían venido, ¿no?. El herrero quería ayuda para mejorar sus habilidades, sabiendo por parte de expertos en qué fallaban sus armas. Había buscado imitar todas las forjas de la villa, y había sacado la suya propia. Ahora buscaba la perfección.
La chica bramó anunciando su ataque. Se lanzó en una zancada frontal, y sacudió a las marionetas con un golpe directo, que surcó el cielo y acabó en metal. El estruendo fue brutal, tanto que la chica sentiría el temblor por todo su cuerpo, y le permanecería en el brazo un cosquilleo parecido al de mil hormigas trepando por su miembro. El mismo golpe le haría soltar el martillo.
¡¡CLONK!!
La cabeza del martillo terminaría hecha añicos. Los trozos volaron y se dispersaron como un cielo de invierno lleno de estrellas. Para desgracia del titiritero, el cráneo de su obra también sufrió un terrible destino. Sus orbes se abrieron ante el estropicio, viendo sin parpadear como su marioneta armadura perdía una importante parte del set.
El hierro del solicitante de la misión había sido bueno y malo a la misma vez. Bueno porque fue capaz de penetrar la armadura, y malo porque irremediablemente se volatilizó. El marionetista desvió su mirada al techo, y no tuvo más remedio que soltar un suspiro en lo que calmaba su tristeza.
—¡¡Fantástico chicos!! —Aclamó el herrero entre aplausos. —¡Simplemente fantástico! Creo que con eso ha sido suficiente. ¿Qué opinan de mi hierro? ¿Cómo podría mejorarlo?.
—Yo... yo... diría que el metal es demasiado denso y duro, a pesar de ser ligero. Quizás... quizás eso hace que se astille y rompa rápidamente. Una aleación un poco.. más maleable... supongo que lo haría más resistente.
El chico contestó a la pregunta del herrero, teniendo en cuenta que él mismo debía hacer lo mismo para sus creaciones. Debía darle un punto más de elasticidad, haciendo que los golpes rebotasen un poco. Eso mismo haría que la capacidad defensiva de sus marionetas se elevase por las nubes. Después de todo, ésta misión había sido todo un hallazgo para él, pese a su pérdida.
No podría evitar cerrar los ojos un momento en un pauperrimo intento de disimular el efecto que el estres del golpe había tenido en su cuerpo, la kunoichi realmente no estaba acostumbrada a esa clase de intercambios.
Para cuando quiso darse cuenta, en su poder solo contaba con el cabo de lo que alguna vez fue un precioso martillo de combate. Las esquirlas dispersas en el suelo de igual manera evidenciaban restos de una mayor cantidad de materia a la que podría constituir la cabeza del arma...
—¡Oh por Amenokami!
Exclamaría en un alarido al ver los restos del tercer y cuarto integrantes de aquel equipo, por poco no había terminado de decapitar de un martillazo a Mimo. En un acto reflejo soltó el cabo y se cubrió la boca para no dejar escapar ningún otro sonido. Seguidamente su mirada se posó en el titiritero, que sin duda alguna no la estaba pasando nada bien.
El herrero interrumpió sin mayor demora alabando el trabajo de la dupla y esperando una devolución por parte de estos sobre su material. Su compañero se adelantaría a hacer una certera objeción al respecto.
—Adhiero a lo que dice mi compañero. Una aleación que encuentre un equilibrio entre esa dureza y le de un poco más de elasticidad crearía un producto de una calidad singular.
No pudo evitar cruzarse de brazos reflexionando que podrían significar esas palabras para su compañero, para el encargado de la misión y eventualmente para ella.
—Confío en que en el futuro todos podamos hallar una lección de lo que hemos visto en este ejercicio.
Agregaría mirando entonces al herrero.
—Me gustaría adquirir un arma de su autoría con esas características el día de mañana , Hirohito-san.
Entonces posaría su mirada en su compañero.
—Voy a precisarla para seguir probando la resistencia del trabajo que estoy seguro mi compañero va a estar realizando en su refinado arte.
Seguidamente buscaría guiñarle un ojo de complicidad. Desde luego no había arma que hiciese el trabajo por sus propios medios, ella tenía que hacer un trabajo en si mismo, aprender a pelear mejor con estas.
La chica quedó horrorizada ante la catástrofe que había provocado el martillo. Cuando lo tomó, para nada se hubiese imaginado un resultado así. Sin embargo, al ver que su compañero se repuso relativamente rápido y contestó al herrero, ella misma también lo hizo. Corroboró las palabras del titiritero, e incluso sugirió que en un futuro querría apropiarse de un arma con la supuesta aleación más elástica. Seguramente la idea de un metal tan sofisticado y ligero, y a la vez resistente, la habría maravillado. Hirihito sonrió, en lo que se llevaba ambas manos sobre su estómago.
—Sí, no tendré problema en ofrecer mi metal a quien lo necesite. Muchas gracias por echarme una mano con las prácticas, y con las sugerencias. Aunque seáis jóvenes, se os ve muy aplicados. Je, je, je.
El marionetista se acercó a su destrozada creación, antepuso un pergamino en el suelo, y realizó un simple sello. Sus marionetas, y los restos de algunas de sus partes, volaron como por arte de magia hacia el pergamino, y se convirtieron en parte de éste. Una técnica simple pero eficaz, que había tenido que desarrollar tras demasiados casos similares.
—Ha sido todo un placer, señor Hirohito.
—Creo que por mi parte, han terminado satisfactoriamente el encargo. Yo voy a seguir trabajando, podéis cerrar la puerta cuando salgáis.
El chico correspondería con una ligera reverencia, un mero tramite de respeto.
El herrero les había dado el visto bueno para retirarse, consideraba suficiente el trabajo que la dupla había llevado adelante aquella jornada. Él tenía que ponerse manos a la obra y quizás a los genin les vendría bien un rato de descanso.
A la elegante despedida del marionetista le seguiría la propia de la kunoichi, quien no escatimaría formalidades a la hora de gesticular su saludo.
—Si, es momento de retirarnos Ichikawa-san.
Contestaría la médica dispuesta a retirarse de las instalaciones del taller.
Una vez fuera y bajo la protección de su piloto de lluvia sentiría la necesidad o las ganas de desarrollarle una idea a su compañero de trabajo.
—Debo decir que ha sido grato compartir este encargo, ojala en el futuro volvamos a coincidir nuevamente.
No podría evitar dedicarle entonces una ligera sonrisa que buscaría disimular rápidamente mirando hacía el cielo. El monótono y siempre igual lluvioso cielo de Amegakure.
—Hasta entonces espero que sigas mejorando tus habilidades, yo haré lo propio.
Agregaría sin terminar de establecer nuevamente contacto visual, más allá de ser una persona de la cual disfrutaba su compañía, estaban de servicio y había ciertas maneras que mantener.
Una vez fuera del refugio del metal, los genins quedaron bajo el eterno abrazo de la perpetua tormenta. La kunoichi, como en la anterior ocasión, alabó la colaboración entre ambos, y agregó que ojalá coincidieran de nuevo en el futuro. El titiritero afirmó con la cabeza, no podía estar más de acuerdo. Antes de la despedida, la chica inquirió que esperaba que el marionetita siguiese perfeccionando sus habilidades, y confirmó que así mismo ella lo haría.
—Sí, será un placer coincidir de nuevo en una misión con usted, señorita Moguko. Y la próxima vez que nos encontremos, mis marionetas serán mucho mejores. Puede contar con ello.
El shinobi realizó una leve reverencia también para despedirse de su compañera, como habría de esperar. Y sin más, procedería a ir a casa, pues le quedaba también un buen jornal. Tan solo si quería reparar a sus marionetas le costaría unas buenas horas, si se proponía mejorarlas de seguido, sin duda le costaría al menos una o dos semanas.
—Nos vemos en la próxima, señorita Moguko. —Terminaría despidiéndose.