11/04/2016, 01:05
—Vaya, así que perdiste contra Eri… —el Uchiha la recordaba menuda y frágil, pero la había visto luchar contra Yota en la segunda ronda y… de frágil no tenía nada—. Esa chica es la prueba viviente de que las apariencias engañan… Apenas medirá dos palmos —exageró, poniendo la mano a la altura de la mesa para representar su altura—, pero suelta unos zurdazos que hace temblar todo Ōnindo.
—Ciertamente —hubiese brindado por ello, pero ya no tenía con qué hacerlo—. Parece que en ocasiones la apariencia delicada de las flores oculta una fuerza mayor que el filo de las espadas. Prueba de ello es que la final sea un encuentro entre dos jovencitas que ya han demostrado su valía como Kunoichis.
De cierta manera resultaba algo irónico; Se sabía que tanto el Kage de Uzushio como el de Ame eran mujeres, y desde el inicio del torneo se rumoreaba que tenían una relación curiosa. Quizás fuera rivalidad, amistad o desprecio. Lo cierto era que estaban relacionadas, y ahora dos kunoichis se enfrentarían en su presencia. Era casi como si fueran jóvenes avatares de sus líderes durante sus primeros años fuera de la academia.
«Sin duda será un combate muy simbólico y que dejara mucho de qué hablar.»
Al salir de sus reflexivos pensamientos, Kazuma fue testigo de cómo Datsue encargaba un platillo tras otro. En sí, la mayoría no sonaban para nada apetitosos pero supuso que a su compañero lo guiaba la lógica de “entre más caro mejor”. Supuso que entre regiones los gustos eran muy variados, pero aun así toda aquella comida sonaba a que era más elegancia y adorno que calidad.
—Yo quisiera algo… No sé, más sustancioso —en realidad deseaba decir que podía comerse una res entera, pero pensó que aquello sería difícil de interpretar—. Esto se ve bien —paso la página hasta llegar a la sección de platos fuertes y carnosos—. Quisiera un costillar de cordero a las brasas con ajo y romero, un acompañamiento de papas con cebollas y champiñones todo bien salteado en aceite de oliva, una ensalada cesar con palmito y pan tostado y algún vino especiado a temperatura ambiente.
En general no era tan exquisito con la comida, pero luego de pasar casi una semana comiendo papillas, deseaba darse un gusto digno de un señor feudal. Cerró la carta y la señorita procedió a retirarse. Mientras le miraba marcharse con su atractivo caminar, recordó que no había pedido nada para el postre. Ya tendría tiempo para dulces si es que aquel banquete le dejaba algún espacio en el estómago. Por ahora solo les tocaría esperar a que las órdenes estuvieran listas.
—Ciertamente —hubiese brindado por ello, pero ya no tenía con qué hacerlo—. Parece que en ocasiones la apariencia delicada de las flores oculta una fuerza mayor que el filo de las espadas. Prueba de ello es que la final sea un encuentro entre dos jovencitas que ya han demostrado su valía como Kunoichis.
De cierta manera resultaba algo irónico; Se sabía que tanto el Kage de Uzushio como el de Ame eran mujeres, y desde el inicio del torneo se rumoreaba que tenían una relación curiosa. Quizás fuera rivalidad, amistad o desprecio. Lo cierto era que estaban relacionadas, y ahora dos kunoichis se enfrentarían en su presencia. Era casi como si fueran jóvenes avatares de sus líderes durante sus primeros años fuera de la academia.
«Sin duda será un combate muy simbólico y que dejara mucho de qué hablar.»
Al salir de sus reflexivos pensamientos, Kazuma fue testigo de cómo Datsue encargaba un platillo tras otro. En sí, la mayoría no sonaban para nada apetitosos pero supuso que a su compañero lo guiaba la lógica de “entre más caro mejor”. Supuso que entre regiones los gustos eran muy variados, pero aun así toda aquella comida sonaba a que era más elegancia y adorno que calidad.
—Yo quisiera algo… No sé, más sustancioso —en realidad deseaba decir que podía comerse una res entera, pero pensó que aquello sería difícil de interpretar—. Esto se ve bien —paso la página hasta llegar a la sección de platos fuertes y carnosos—. Quisiera un costillar de cordero a las brasas con ajo y romero, un acompañamiento de papas con cebollas y champiñones todo bien salteado en aceite de oliva, una ensalada cesar con palmito y pan tostado y algún vino especiado a temperatura ambiente.
En general no era tan exquisito con la comida, pero luego de pasar casi una semana comiendo papillas, deseaba darse un gusto digno de un señor feudal. Cerró la carta y la señorita procedió a retirarse. Mientras le miraba marcharse con su atractivo caminar, recordó que no había pedido nada para el postre. Ya tendría tiempo para dulces si es que aquel banquete le dejaba algún espacio en el estómago. Por ahora solo les tocaría esperar a que las órdenes estuvieran listas.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)