26/04/2016, 00:26
La camarera se acercó hasta ellos y depósito en la mesa un papelillo notablemente largo. Resultaba ser la dichosa cuenta. Kazuma la tomó entre sus manos y la observó con detenimiento. Al verla comprendió cómo era que conseguían costear un ambiente tan agradable. La suma tenía un par de ceros más de lo que se había imaginado, pero luego de la primera comida decente en tanto tiempo, bien merecían cada ryō que le estaban cobrando.
—Aquí tiene, señorita —de su morral tomó una bolsa y de la misma extrajo un fardo de billetes, los cuales colocó elegantemente sobre la cartilla—. No se preocupe, el resto es la propina. —Le dijo a la mesera en cuanto esta noto que le habían dado un poco más de la cantidad correspondiente de dinero.
La muchacha se retiró mientras que el peliblanco terminaba el agua que había en la mesa. La hermosa joven que hacía de espectáculo se preparaba para interpretar una última canción y ambos jóvenes dejaban todo en orden antes de ponerse en marcha. El nativo de Uzushio hubiese podido retirarse en aquel instante, pero deseaba escuchar una última pieza antes de partir. Se sentó e invitó al Uchiha a hacer lo mismo.
La canción comenzó un poco suave pero luego fue tomando vigor hasta convertirse en un ritmo más moderno y animado. Kazuma se encontraba encantado con aquella pieza tan bien ejecutada, pero el gusto no le duraría mucho. Un fuerte choque resonó por todo el local y las puertas ahora se encontraban abiertas de par en par, dejando que se colara el aire frío y la gris luz del exterior.
La cantante se detuvo y por un momento solo se escucho el sonido de la lluvia y el de los truenos lejanos. Todos los comensales se giraron al unísono cuando un silueta oscura cruzó el umbral, siguiendo el recto camino de luz mortecina. Desde la entrada se formaba un camino recto y sin obstáculos hasta la mesa de ambos ninjas. Y quién sabe si sería por su entrenamiento o por puro instinto, pero algo hizo que fijaron sus miradas en aquel que se aproximaba.
La figura se quedó de pie a mitad de camino, con su abrigo negro que se encontraba empapado. La brisa seguía entrando mientras alguien esperaba a que sucediera algo. El borde de su sombrero le cubría el rostro y hacía imposible saber si estaba mirando a alguna parte en específico. En cierto punto se llevó una mano hacia él, quitándoselo para luego sacudirlo con total normalidad. La gente se quedó viendo un rostro apacible, incluso hasta de gesto gracioso, que en nada concordada con el ambiente tan tenso que había creado.
Puede que las personas de alrededor no se dieran cuenta, pero tanto Kazuma como Datsue lo notaron de inmediato; Aquella sonrisa débil y eso ojos entrecerrados enmascaraban una especie de aura que denotaba mucho peligro, lo suficiente como para que los entrenados instintos de ambos jóvenes los pusieran en alerta.
—¡Buenas tardes, damas y caballeros! —Dijo con una voz alegre y amable que solo incomodaba más a ambos jóvenes.
—Disculpe, señ… —La chica que tenía por trabajo recibir a los clientes, la misma que los había atendido, no llegaría a completar la frase.
La bofetada tuvo una rapidez y una brutalidad que le quitaron el aliento a todos los presentes. Puede que todo hubiera pasado muy rápido, pero el Ishimura, y aún más el Uchiha, pudieron ver como de la boca de la muchacha se desprendía un roció de sangre y como salían volando algunos dientes que tintinearon en el suelo antes de que la muchacha cayera de bruces sobre una mesa.
—Solo he venido a encontrarme con unos "amigos". —Continuó con voz dulce y calmada mientras mostraba su sonrisa. El de tez morena se mantuvo tranquilo, pero no pudo disimular el leve crujir del vaso de vidrio entre sus manos.
»¡Oh, parece que hay están! —Abrió un poco sus ojos y ambos pudieron apreciar el peligro que emanaba de sus verdes y gélidos iris—. Oh, chicos, si pudieran acompañarme para dialogar sobre nuestras diferencias como personas civilizadas.
De repente y desde detrás de él aparecieron cerca de una docena de figuras más. De una manera extraña parecía que siempre habían estado ahí, pero todos estaban tan atentos al sujeto de negro que no los notaron. El de Uzushio reconoció a uno; era el sujeto al cual había golpeado en el callejón. El de Taki reconoció en otro al tipejo al cual le había prácticamente aplastado el rostro.
—Claro, podríamos conversar aquí mismo, pero me gustaría que fuera en privado... —hablaba casual y calmadamente, aunque ya se había dado cuenta del estado de alerta de los shinobis—. Pero si insisten, podríamos convertir este sitio en una sala de debates e incluir a todas estas personas en nuestro intercambio de opiniones.
Su amenaza era clara y gélida como el hielo. Su sonrisa era oscura y tenebrosa como la noche. Comparado con él, los demás matones a su alrededor parecían ratones insignificantes. Ambos sabían que estaba ahí por ellos, ambos sabían que se trataba de un sujeto peligroso y ambos eran conscientes de que el tipo se estaba divirtiendo con su sádica actuación.
—Aquí tiene, señorita —de su morral tomó una bolsa y de la misma extrajo un fardo de billetes, los cuales colocó elegantemente sobre la cartilla—. No se preocupe, el resto es la propina. —Le dijo a la mesera en cuanto esta noto que le habían dado un poco más de la cantidad correspondiente de dinero.
La muchacha se retiró mientras que el peliblanco terminaba el agua que había en la mesa. La hermosa joven que hacía de espectáculo se preparaba para interpretar una última canción y ambos jóvenes dejaban todo en orden antes de ponerse en marcha. El nativo de Uzushio hubiese podido retirarse en aquel instante, pero deseaba escuchar una última pieza antes de partir. Se sentó e invitó al Uchiha a hacer lo mismo.
La canción comenzó un poco suave pero luego fue tomando vigor hasta convertirse en un ritmo más moderno y animado. Kazuma se encontraba encantado con aquella pieza tan bien ejecutada, pero el gusto no le duraría mucho. Un fuerte choque resonó por todo el local y las puertas ahora se encontraban abiertas de par en par, dejando que se colara el aire frío y la gris luz del exterior.
La cantante se detuvo y por un momento solo se escucho el sonido de la lluvia y el de los truenos lejanos. Todos los comensales se giraron al unísono cuando un silueta oscura cruzó el umbral, siguiendo el recto camino de luz mortecina. Desde la entrada se formaba un camino recto y sin obstáculos hasta la mesa de ambos ninjas. Y quién sabe si sería por su entrenamiento o por puro instinto, pero algo hizo que fijaron sus miradas en aquel que se aproximaba.
La figura se quedó de pie a mitad de camino, con su abrigo negro que se encontraba empapado. La brisa seguía entrando mientras alguien esperaba a que sucediera algo. El borde de su sombrero le cubría el rostro y hacía imposible saber si estaba mirando a alguna parte en específico. En cierto punto se llevó una mano hacia él, quitándoselo para luego sacudirlo con total normalidad. La gente se quedó viendo un rostro apacible, incluso hasta de gesto gracioso, que en nada concordada con el ambiente tan tenso que había creado.
Puede que las personas de alrededor no se dieran cuenta, pero tanto Kazuma como Datsue lo notaron de inmediato; Aquella sonrisa débil y eso ojos entrecerrados enmascaraban una especie de aura que denotaba mucho peligro, lo suficiente como para que los entrenados instintos de ambos jóvenes los pusieran en alerta.
—¡Buenas tardes, damas y caballeros! —Dijo con una voz alegre y amable que solo incomodaba más a ambos jóvenes.
—Disculpe, señ… —La chica que tenía por trabajo recibir a los clientes, la misma que los había atendido, no llegaría a completar la frase.
La bofetada tuvo una rapidez y una brutalidad que le quitaron el aliento a todos los presentes. Puede que todo hubiera pasado muy rápido, pero el Ishimura, y aún más el Uchiha, pudieron ver como de la boca de la muchacha se desprendía un roció de sangre y como salían volando algunos dientes que tintinearon en el suelo antes de que la muchacha cayera de bruces sobre una mesa.
—Solo he venido a encontrarme con unos "amigos". —Continuó con voz dulce y calmada mientras mostraba su sonrisa. El de tez morena se mantuvo tranquilo, pero no pudo disimular el leve crujir del vaso de vidrio entre sus manos.
»¡Oh, parece que hay están! —Abrió un poco sus ojos y ambos pudieron apreciar el peligro que emanaba de sus verdes y gélidos iris—. Oh, chicos, si pudieran acompañarme para dialogar sobre nuestras diferencias como personas civilizadas.
De repente y desde detrás de él aparecieron cerca de una docena de figuras más. De una manera extraña parecía que siempre habían estado ahí, pero todos estaban tan atentos al sujeto de negro que no los notaron. El de Uzushio reconoció a uno; era el sujeto al cual había golpeado en el callejón. El de Taki reconoció en otro al tipejo al cual le había prácticamente aplastado el rostro.
—Claro, podríamos conversar aquí mismo, pero me gustaría que fuera en privado... —hablaba casual y calmadamente, aunque ya se había dado cuenta del estado de alerta de los shinobis—. Pero si insisten, podríamos convertir este sitio en una sala de debates e incluir a todas estas personas en nuestro intercambio de opiniones.
Su amenaza era clara y gélida como el hielo. Su sonrisa era oscura y tenebrosa como la noche. Comparado con él, los demás matones a su alrededor parecían ratones insignificantes. Ambos sabían que estaba ahí por ellos, ambos sabían que se trataba de un sujeto peligroso y ambos eran conscientes de que el tipo se estaba divirtiendo con su sádica actuación.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)