26/04/2016, 16:59
No podía dar crédito a lo que sus ojos acababan de mostrarle. El chico que le había estado acompañando desde hacía unos minutos se levantó y como si nada camino hacia aquel peligroso sujeto de ojos verdes. Sin mediar palabra alguna, le dio la espalda y procedió a bajarse los pantalones en una casi inconcebible muestra de indiferencia por su vida. Aunque resulto ser más una broma infinitamente inadecuada, pues al momento de darse una nalgada desapareció en una nube humo.
«Joder, Datsue ¿Qué has hecho?» Frunció el ceño mientras esperaba alguna reacción por parte del sujeto del abrigo.
—JAJAJA —su carcajada era estrepitosa y perturbadora—. Pero que chicos. La verdad… Me alegra que tengan sentido del humor y que puedan tomarse las cosas con calma, eso no hará las cosas más fáciles pero sí mucho más entretenidas.
Era increíble, pero era claro que cada palabra que salía de la boca de aquel sujeto era una amenaza con doble sentido. El tipo camino hacia una mesa cercana y quienes la estaban ocupando salieron corriendo. Tomó asiento y miró varias veces a su alrededor como si buscara algo, al Ishimura le hubiese gustado aprovechar la situación, pero el enemigo no bajó su guardia en ningún momento. Finalmente dio con algo que le gustaba y estiró su brazo hasta una de las hermosas camareras, que si bien estaba aterrada, el miedo le había impedido moverse de su sitio.
—Ven, querida, hazme un poco de compañía —atrajo a la mujer hasta él y la recostó en su regazo con la amabilidad de un amante—. Quisiera que me ayudaras a convencer a nuestros amigos —le susurro al oído mientras entrecruzaba su mano libre con la de ella—. ¡Vamos! Contemos juntos yo en alto y tú en silencio.
«Demonios ¿Por qué Datsue se habrá ido? ¿Acaso sabía que esto pasaría y huyó sin decirme nada? —Estaba tan atento del peligro que se le presentaba en frente que no había notado que el Uchiha se encontraba justo bajo la mesa.
—UNO. —Fue tan rápido que a nadie le dio tiempo de reaccionar, solo les quedo ver como la bella jovencita que yacía sobre él se retorcía mientras las lágrimas brotaban de sus ojos y mientras sus gritos eran ahogados por una fuerte mano enguantada.
»DOS. —Y esta vez el Ishimura pudo ver cómo el sujeto aplastaba otro de los dedos de la jovencita, produciendo en la misma fuertes espasmos de silencioso dolor y grandes ríos de lágrimas.
«Parece que estoy solo en esto.» —Se resignó a encarar aquella dificultad en solitario.
—¡Basta! Yo lidiare contigo. —Le dijo en tono desafiante mientras se erguía.
—Perfecto, pero ¿Y tu amigo? —Preguntó con malicia, pero al menos había dejado de torturar a la chica.
—Ni idea, seguramente ya se encuentra a kilómetros de aquí. —Aseguro con calma y confianza absoluta.
—Quién lo diría… Con esa cara tan seria y eres todo un comediante —sonrió macabramente y procedió a aplastar los dedos que le quedaban a su víctima, que luego de quedar inconsciente soltó para que cayera al suelo—, pero será mejor que saques al muchacho de debajo de la mesa antes de que se me vaya a olvidar que vine a conversar.
El peliblanco necesito de toda su fuerza de voluntad para no arrojarse sobre aquel maleante, pues sabía que solo le estaba provocando para que hiciera algún movimiento precipitado. Las palabras finales del sujeto le confundieron en extremo, y él pensaba que su enemigo debía estar de la misma manera.
Para probar que se equivocaba, dio sin siquiera mirar una patada a la mesa para que esta se volteara. Señaló con la mano, como esperando que viera que no había nada. Pero cuando observo la sádica sonrisa de aquel tipo supo que algo andaba mal. Giro su rostro, y ahí en el suelo, escondido como un ratón, estaba Uchiha Datsue.
«Qué vergüenza.» —Dijo Kazuma cuando sus miradas se encontraron, cuando con sus ojos transmitieron su infinito sentimiento de desaprobación, la misma dura expresión que el Uchiha había visto por última vez en sus padres.
«Joder, Datsue ¿Qué has hecho?» Frunció el ceño mientras esperaba alguna reacción por parte del sujeto del abrigo.
—JAJAJA —su carcajada era estrepitosa y perturbadora—. Pero que chicos. La verdad… Me alegra que tengan sentido del humor y que puedan tomarse las cosas con calma, eso no hará las cosas más fáciles pero sí mucho más entretenidas.
Era increíble, pero era claro que cada palabra que salía de la boca de aquel sujeto era una amenaza con doble sentido. El tipo camino hacia una mesa cercana y quienes la estaban ocupando salieron corriendo. Tomó asiento y miró varias veces a su alrededor como si buscara algo, al Ishimura le hubiese gustado aprovechar la situación, pero el enemigo no bajó su guardia en ningún momento. Finalmente dio con algo que le gustaba y estiró su brazo hasta una de las hermosas camareras, que si bien estaba aterrada, el miedo le había impedido moverse de su sitio.
—Ven, querida, hazme un poco de compañía —atrajo a la mujer hasta él y la recostó en su regazo con la amabilidad de un amante—. Quisiera que me ayudaras a convencer a nuestros amigos —le susurro al oído mientras entrecruzaba su mano libre con la de ella—. ¡Vamos! Contemos juntos yo en alto y tú en silencio.
«Demonios ¿Por qué Datsue se habrá ido? ¿Acaso sabía que esto pasaría y huyó sin decirme nada? —Estaba tan atento del peligro que se le presentaba en frente que no había notado que el Uchiha se encontraba justo bajo la mesa.
—UNO. —Fue tan rápido que a nadie le dio tiempo de reaccionar, solo les quedo ver como la bella jovencita que yacía sobre él se retorcía mientras las lágrimas brotaban de sus ojos y mientras sus gritos eran ahogados por una fuerte mano enguantada.
»DOS. —Y esta vez el Ishimura pudo ver cómo el sujeto aplastaba otro de los dedos de la jovencita, produciendo en la misma fuertes espasmos de silencioso dolor y grandes ríos de lágrimas.
«Parece que estoy solo en esto.» —Se resignó a encarar aquella dificultad en solitario.
—¡Basta! Yo lidiare contigo. —Le dijo en tono desafiante mientras se erguía.
—Perfecto, pero ¿Y tu amigo? —Preguntó con malicia, pero al menos había dejado de torturar a la chica.
—Ni idea, seguramente ya se encuentra a kilómetros de aquí. —Aseguro con calma y confianza absoluta.
—Quién lo diría… Con esa cara tan seria y eres todo un comediante —sonrió macabramente y procedió a aplastar los dedos que le quedaban a su víctima, que luego de quedar inconsciente soltó para que cayera al suelo—, pero será mejor que saques al muchacho de debajo de la mesa antes de que se me vaya a olvidar que vine a conversar.
El peliblanco necesito de toda su fuerza de voluntad para no arrojarse sobre aquel maleante, pues sabía que solo le estaba provocando para que hiciera algún movimiento precipitado. Las palabras finales del sujeto le confundieron en extremo, y él pensaba que su enemigo debía estar de la misma manera.
Para probar que se equivocaba, dio sin siquiera mirar una patada a la mesa para que esta se volteara. Señaló con la mano, como esperando que viera que no había nada. Pero cuando observo la sádica sonrisa de aquel tipo supo que algo andaba mal. Giro su rostro, y ahí en el suelo, escondido como un ratón, estaba Uchiha Datsue.
«Qué vergüenza.» —Dijo Kazuma cuando sus miradas se encontraron, cuando con sus ojos transmitieron su infinito sentimiento de desaprobación, la misma dura expresión que el Uchiha había visto por última vez en sus padres.
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