27/04/2016, 23:56
Nada más sacar el diamante a relucir, Datsue captó su efecto: los bandidos habían avanzado un paso de puro instinto, y sus ojos, anhelantes, parecían devorar el pedrusco con la mirada. Todos habían caído bajo el efecto de la codicia, como si de un Genjutsu se tratase.
Todos salvo él.
—Lo siento, pero no puedo aceptarlo —se disculpó, borrando la sonrisa que Datsue acababa de esbozar—. Yo soy un hombre de principios… Uno de ellos reza que “Las mejores cosas de la vida no se pueden comprar”. Como el sufrimiento humano... Como el tuyo, por ejemplo.
¿Principios? ¿Pero qué demonios le pasa a este tío? Datsue no comprendía a aquel hombre. Y como no le comprendía, le daba aún más miedo. Volvió a guardar el diamante en el bolsillo interior de su yukata, retrocediendo un paso para luego…
... El frío acero de una katana besó su abdomen. Era la katana de Kazuma, que rajó parte de su prenda para poder alcanzar al hombre. Datsue se echó a un lado por puro instinto, con el corazón en un puño por el susto, pese a saber que para su piel aquello no era peor que la caricia de una pluma. Luego, miró a su supuesto compañero con la mirada encendida. Encendida por el Sharingan.
Ésta te la guardo, Kazuma. Aquel malnacido había estado dispuesto a matarle con tal de segar la vida de aquel hombre. No iba a olvidar algo así.
—Eso estuvo cerca… Para ambos —interrumpió el bandido, mientras se acomodaba el sombrero—. Pero como ya les he dicho; Solo he venido a hablar, no tienen por qué ponerse tan locos.
—Yo también tengo principio que se aplican a la gente como tú. —Aseguro con una frialdad notable.
Datsue cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra, incómodo. Lo que pensaba que era una simple venganza por los cabezazos que le había dado a su compañero, se había convertido en una simple… conversación. ¿Hablar? ¿Pero de qué cojones quiere hablar?
—Te escucho —dijo finalmente Datsue, sin poder disimular del todo su nerviosismo—. Pero yo de ti hablaría rápido… Porque los guardias deben estar a punto de llegar.
Todos salvo él.
—Lo siento, pero no puedo aceptarlo —se disculpó, borrando la sonrisa que Datsue acababa de esbozar—. Yo soy un hombre de principios… Uno de ellos reza que “Las mejores cosas de la vida no se pueden comprar”. Como el sufrimiento humano... Como el tuyo, por ejemplo.
¿Principios? ¿Pero qué demonios le pasa a este tío? Datsue no comprendía a aquel hombre. Y como no le comprendía, le daba aún más miedo. Volvió a guardar el diamante en el bolsillo interior de su yukata, retrocediendo un paso para luego…
... El frío acero de una katana besó su abdomen. Era la katana de Kazuma, que rajó parte de su prenda para poder alcanzar al hombre. Datsue se echó a un lado por puro instinto, con el corazón en un puño por el susto, pese a saber que para su piel aquello no era peor que la caricia de una pluma. Luego, miró a su supuesto compañero con la mirada encendida. Encendida por el Sharingan.
Ésta te la guardo, Kazuma. Aquel malnacido había estado dispuesto a matarle con tal de segar la vida de aquel hombre. No iba a olvidar algo así.
—Eso estuvo cerca… Para ambos —interrumpió el bandido, mientras se acomodaba el sombrero—. Pero como ya les he dicho; Solo he venido a hablar, no tienen por qué ponerse tan locos.
—Yo también tengo principio que se aplican a la gente como tú. —Aseguro con una frialdad notable.
Datsue cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra, incómodo. Lo que pensaba que era una simple venganza por los cabezazos que le había dado a su compañero, se había convertido en una simple… conversación. ¿Hablar? ¿Pero de qué cojones quiere hablar?
—Te escucho —dijo finalmente Datsue, sin poder disimular del todo su nerviosismo—. Pero yo de ti hablaría rápido… Porque los guardias deben estar a punto de llegar.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado