4/05/2016, 23:08
El grupo de rufianes se encontró motivado por la burla del Ishimura. Mas sin embargo, ninguno se atrevía a dar el primer paso hacia dentro y comenzar la pelea. Siguieron en su formación de rodeo, buscando alguna vulnerabilidad en la postura de su víctima. En cuanto consiguieron una posición favorable, procedieron a desenfundar sus armas. Los filos que sostenían no eran nada comparados a la amenaza de Bohimei, pero las posturas que mantenían indicaron que tenían conocimientos de cómo usarlos.
«Tal como lo esperaba.» —Pensó con satisfacción, mientras que el oponente a sus espaldas comenzaba a moverse.
Tanto el sujeto como sus pasos eran pesados y el sonido que hizo al pisar la charca le delató por completo. No solo resultaba una táctica predecible, por el hecho de rodearlo y posicionar al más grande detrás de él, si no que los gestos y posturas acechantes de los otros cinco eran claros indicadores de lo que venía.
Al joven apenas le dio tiempo de ver de reojo lo que se acercaba hacia él, pero fue suficiente para comprender que aquel enorme machete tenía como objetivo su delgado cuello. El arma alcanzó su objetivo y provocó un gesto de arrogante satisfacción en quien la blandía.
—Bushido: Kikai —el atacante abrió los ojos de par en par al ver que la cabeza de su víctima aún seguía en su sitio—. Ninpō: Bunkai...
En un movimiento demasiado veloz para el voluminoso cuerpo de aquel con el machete, Kazuma permitió que el brazo enemigo pasará por encima y procedió a retorcer con fuerza su muñeca para hacerse con el control del arma oponente. Dio una patada trasera y el sujeto retrocedió para encogerse sobre su estómago. Otro de los matones trato de aprovechar la aparente brecha para atacar, pero el joven espadachín fue consciente de sus intenciones en todo momento.
Aquel cuchillo alcanzó a rozar lo blanco de su patilla, pero de todas formas jamás tuvo oportunidad de alcanzarlo. En un impiadoso movimiento ascendente, impulsó el machete hasta dar con la parte externa del antebrazo oponente. Le hubiese gustado que fuera un corte limpio, pero a aquella arma le hacía falta una buena afilada, pues solo consiguió la mitad de su deber, dejando un brazo medio cercenado.
Para su sorpresa el sujeto, ahora manco, se desmayó en temible silencio. Por su parte, el gordo había logrado recuperarse lo suficiente como para atenazarle la pierna. El peliblanco le miro desde arriba con frialdad extrema, y lo siguiente que vería su agresor sería su propio machete descendiendo en picada para clavar su brazo en el suelo.
«Parece que Datsue también se está divirtiendo.» —Podía escuchar claramente los gritos desde el interior del local.
Los otros cuatro intuyeron el peligro que se les cernía encima y retrocedieron un paso, pero no hozaron alejarse más que eso. Se le hacía obvio que sus oponentes le temían más a su jefe que a él y que era por eso que no se atrevían a escapar. No sabría decir porqué, pero el que provocara tanto miedo, más que él, le causaba una repugnante mezcla de celos e indignación.
«Tal como lo esperaba.» —Pensó con satisfacción, mientras que el oponente a sus espaldas comenzaba a moverse.
Tanto el sujeto como sus pasos eran pesados y el sonido que hizo al pisar la charca le delató por completo. No solo resultaba una táctica predecible, por el hecho de rodearlo y posicionar al más grande detrás de él, si no que los gestos y posturas acechantes de los otros cinco eran claros indicadores de lo que venía.
Al joven apenas le dio tiempo de ver de reojo lo que se acercaba hacia él, pero fue suficiente para comprender que aquel enorme machete tenía como objetivo su delgado cuello. El arma alcanzó su objetivo y provocó un gesto de arrogante satisfacción en quien la blandía.
—Bushido: Kikai —el atacante abrió los ojos de par en par al ver que la cabeza de su víctima aún seguía en su sitio—. Ninpō: Bunkai...
En un movimiento demasiado veloz para el voluminoso cuerpo de aquel con el machete, Kazuma permitió que el brazo enemigo pasará por encima y procedió a retorcer con fuerza su muñeca para hacerse con el control del arma oponente. Dio una patada trasera y el sujeto retrocedió para encogerse sobre su estómago. Otro de los matones trato de aprovechar la aparente brecha para atacar, pero el joven espadachín fue consciente de sus intenciones en todo momento.
Aquel cuchillo alcanzó a rozar lo blanco de su patilla, pero de todas formas jamás tuvo oportunidad de alcanzarlo. En un impiadoso movimiento ascendente, impulsó el machete hasta dar con la parte externa del antebrazo oponente. Le hubiese gustado que fuera un corte limpio, pero a aquella arma le hacía falta una buena afilada, pues solo consiguió la mitad de su deber, dejando un brazo medio cercenado.
Para su sorpresa el sujeto, ahora manco, se desmayó en temible silencio. Por su parte, el gordo había logrado recuperarse lo suficiente como para atenazarle la pierna. El peliblanco le miro desde arriba con frialdad extrema, y lo siguiente que vería su agresor sería su propio machete descendiendo en picada para clavar su brazo en el suelo.
«Parece que Datsue también se está divirtiendo.» —Podía escuchar claramente los gritos desde el interior del local.
Los otros cuatro intuyeron el peligro que se les cernía encima y retrocedieron un paso, pero no hozaron alejarse más que eso. Se le hacía obvio que sus oponentes le temían más a su jefe que a él y que era por eso que no se atrevían a escapar. No sabría decir porqué, pero el que provocara tanto miedo, más que él, le causaba una repugnante mezcla de celos e indignación.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)