8/05/2016, 23:36
Tres. Ese era el número que le separaba de la victoria. De la supervivencia. Uno de ellos era el hombre que había reventado a cabezazos hacía unas horas. Se mantenía en un segundo plano, a la espera de su oportunidad. Los otros dos eran los que le habían atacado al mismo tiempo hacía tan sólo unos instantes. Y parecía que querían volver a repetir táctica.
Los dos se separaron, daga y garrote en mano respectivamente, tratando seguramente de atacarle por los flancos: no tenía falta de ningún Sharingan para imaginárselo. Están demasiado cerca… No me dará tiempo a terminar los sellos del Goukakyuu. ¿Pero entonces qué?
Entonces sólo le quedaba atacar. Tomar la iniciativa.
El kunai salió disparado contra el enemigo que representaba una mayor amenaza: el del garrote. Para la mayoría de gente, una daga supondría una mayor amenaza que un garrote. No para él. No para su piel impenetrable.
Aprovechando el impacto del kunai, que acertó en pleno hombro, saltó hacia su oponente entre un grito de rabia y le asestó un tremendo testerazo en la nariz. El hombre trastabilló y cayó de culo al suelo, cosa que Datsue aprovechó para brindarle un contundente rodillazo en plena sien.
Acto seguido, sintió el frío acero de un puñal acariciando su piel, pero lo que pretendía ser una puñalada en plena espalda se quedó en un simple rasguño.
—¿¡Pero qué…!?
Datsue aprovechó el breve momento de confusión para darle un codazo en la quijada mientras se giraba, combinando el movimiento con una patada en la boca del estómago.
—Eso es, ya os tengo maldi…
No pudo terminar la frase. Alguien acababa de hacerle una llave por la espalda y apretaba con fuerza su garganta. La asfixia que había sentido hacía unos minutos se repitió, y ahora ya no le quedaba ningún kunai con el que zafarse del enganche.
Los pulmones empezaron a arderle, exigiendo un oxígeno que no parecía llegar. Pataleó, arañó, gimió… Empezó a ver puntitos de luz aquí y allá y la angustia que sentía se fue acentuando hasta hacerse insoportable. Pero entonces…
¡Plaf!
Alguien acababa de estrellar una botella en la nuca de su agresor. Ni siquiera tuvo que seguir forcejeando. El hombre al que horas antes había machacado a cabezazos cayó inerte en el suelo.
Las rodillas de Datsue, flojas, fueron incapaces de mantenerle en pie. El Uchiha cayó, con un ataque de tos sacudiéndole el cuerpo. ¿Su salvador? Una camarera. Una endeble muchacha que se había armado de valor y puesto punto y final a aquella locura.
Le dio las gracias. Le debía la vida.
Los dos se separaron, daga y garrote en mano respectivamente, tratando seguramente de atacarle por los flancos: no tenía falta de ningún Sharingan para imaginárselo. Están demasiado cerca… No me dará tiempo a terminar los sellos del Goukakyuu. ¿Pero entonces qué?
Entonces sólo le quedaba atacar. Tomar la iniciativa.
El kunai salió disparado contra el enemigo que representaba una mayor amenaza: el del garrote. Para la mayoría de gente, una daga supondría una mayor amenaza que un garrote. No para él. No para su piel impenetrable.
Aprovechando el impacto del kunai, que acertó en pleno hombro, saltó hacia su oponente entre un grito de rabia y le asestó un tremendo testerazo en la nariz. El hombre trastabilló y cayó de culo al suelo, cosa que Datsue aprovechó para brindarle un contundente rodillazo en plena sien.
Acto seguido, sintió el frío acero de un puñal acariciando su piel, pero lo que pretendía ser una puñalada en plena espalda se quedó en un simple rasguño.
—¿¡Pero qué…!?
Datsue aprovechó el breve momento de confusión para darle un codazo en la quijada mientras se giraba, combinando el movimiento con una patada en la boca del estómago.
—Eso es, ya os tengo maldi…
No pudo terminar la frase. Alguien acababa de hacerle una llave por la espalda y apretaba con fuerza su garganta. La asfixia que había sentido hacía unos minutos se repitió, y ahora ya no le quedaba ningún kunai con el que zafarse del enganche.
Los pulmones empezaron a arderle, exigiendo un oxígeno que no parecía llegar. Pataleó, arañó, gimió… Empezó a ver puntitos de luz aquí y allá y la angustia que sentía se fue acentuando hasta hacerse insoportable. Pero entonces…
¡Plaf!
Alguien acababa de estrellar una botella en la nuca de su agresor. Ni siquiera tuvo que seguir forcejeando. El hombre al que horas antes había machacado a cabezazos cayó inerte en el suelo.
Las rodillas de Datsue, flojas, fueron incapaces de mantenerle en pie. El Uchiha cayó, con un ataque de tos sacudiéndole el cuerpo. ¿Su salvador? Una camarera. Una endeble muchacha que se había armado de valor y puesto punto y final a aquella locura.
Le dio las gracias. Le debía la vida.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado