14/06/2016, 18:08
Juro se cruzó de brazos, mientras lentamente, avanzaban su cometido. Aunque era complejo, el tener que ponerse de acuerdo y discutir ante cada adversidad era, a fin de cuentas, lo que les iba a hacer ser un mejor equipo. Eso, o se matarían por el angosto y espeluznante camino de la limpieza.
—Eso suena como una opción aceptable —opino con calma—, pero ¿Qué pasaría si nos separamos y ustedes se pierden?
Por eso solo sera ir en linea recta y volverse. Son dos caminos, que uno de nosotros se quede aqui y vigile.
Y dicho esto, sin hacer nada más, Nabi se encaminó hacia los peligros que suponía acercarse a la flecha negra. Era el camino negro. Esto dejo a Juro y a Kazuma solos.
— Tienes razón, no sería buena idea que Nabi y yo saliésemos a lo loco y nos perdiésemos para dejarte solo — admitió Juro — Pero Nabi parece muy seguro. Quizá sea mejor que vayas tu al segundo camino. No creo que pase nada, pero si me quedo quieto no causare problemas innecesarios.
Quizá fuese por la enervación de Nabi, que ya le estaba afectando, pero pensó en que era mejor que alguien que sabía orientarse fuese en lugar de ir él. Total, todo el mundo sabía que el que se quedaba vigilando en realidad no hacía nada nunca. Y eso se le daría mejor.
Por tanto, si Kazuma no daba problemas, Juro se quedaría totalmente recostado sobre la pared contraria, vigilando los movimiento de las tres calles por si algo pasaba. Tenía la mira puesta en cualquier mujer bajita con gafas, o en mujeres con delantales y sartenes. De momento, ese era el único peligro...
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Si Nabi se dirigía hacia la calle marcada por la flecha negra, se encontraría con una pequeña calle estrecha. Podía ser más parecido a un callejón que a una calle peatonal. No había tapas de alcantarillas, ni vertederos, ni una oscuridad inusual. Solo algo de sombra, y una calle recta.
Sin embargo, si seguía caminando por la calle, poco a poco la sombra de los edificios comenzaría a tapar parcialmente la calle y a los rayos del sol, nublando su vista. La calle no medía mucho, ni duraría mucho hasta que el Uchiha se encontrase con otra decisión.
Seguía sin haber gente. Tampoco había señales de identificación. Parecía una calle al margen de la villa. Tapada por la oscuridad, era difícil ver mucho más ahí, aunque en las paredes había rastros de suciedad. Nabi se encontraría con otra bifurcación.
Por un lado, había una calle que continuaba recto. La luz del día parecía volver por esa zona, aunque desde esa distancia no podría saber a donde continuaba. Por otro, había una calle a la misma altura que giraba por la derecha. La calle era más estrecha, oscurecida, y tenía otra prolongación a la izquierda. Desde esa distancia, solo podría ver una pared de ladrillos al fondo. Esta tenía otra gran flecha negra, que indicaba seguir por ese camino.
En este caso, la pintura de la flecha estaba desteñida, y algunas gotas habían rociado la pared hasta caer hasta el suelo. No parecía que se hubiese hecho hace mucho tiempo.
No se escuchaba ni un solo ruido. Nada que le indicase lo que hacer.
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Por su parte, Kazuma tendría mucha más suerte. Recorrería un pequeño trayecto tranquilo, a la luz del sol, repleto de flores y cantos de pájaro, hasta entrar por el lateral de otra enorme calle, similar a la que habían recorrido para llegar hasta la casa de la mujer. Había también una gran cantidad de casas apiladas con distintos jardines, con diferentes colores su vez.
Si se fijaba, encontraría un letrero con la inscripción: "Calle Carmesi".
A diferencia de antes, esta si era una zona residencial. Ante él pasaría un hombre adulto, musculoso, de aproximadamente treinta años, que vestía ropa deportiva, a gran velocidad, como si tuviese mucha prisa.
Apacible, unos metros por detrás iba una ancianita, con el pelo canoso y un gran collar de perlas rojas. En el lado contrario, había una mujer bien arreglada y maquillada, que andaba con la misma prisa, aunque este se encontraba en dirección hacia Kazuma y podría verla perfectamente. Sus tacones restallaban contra el suelo, como pequeñas balas...
—Eso suena como una opción aceptable —opino con calma—, pero ¿Qué pasaría si nos separamos y ustedes se pierden?
Por eso solo sera ir en linea recta y volverse. Son dos caminos, que uno de nosotros se quede aqui y vigile.
Y dicho esto, sin hacer nada más, Nabi se encaminó hacia los peligros que suponía acercarse a la flecha negra. Era el camino negro. Esto dejo a Juro y a Kazuma solos.
— Tienes razón, no sería buena idea que Nabi y yo saliésemos a lo loco y nos perdiésemos para dejarte solo — admitió Juro — Pero Nabi parece muy seguro. Quizá sea mejor que vayas tu al segundo camino. No creo que pase nada, pero si me quedo quieto no causare problemas innecesarios.
Quizá fuese por la enervación de Nabi, que ya le estaba afectando, pero pensó en que era mejor que alguien que sabía orientarse fuese en lugar de ir él. Total, todo el mundo sabía que el que se quedaba vigilando en realidad no hacía nada nunca. Y eso se le daría mejor.
Por tanto, si Kazuma no daba problemas, Juro se quedaría totalmente recostado sobre la pared contraria, vigilando los movimiento de las tres calles por si algo pasaba. Tenía la mira puesta en cualquier mujer bajita con gafas, o en mujeres con delantales y sartenes. De momento, ese era el único peligro...
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Si Nabi se dirigía hacia la calle marcada por la flecha negra, se encontraría con una pequeña calle estrecha. Podía ser más parecido a un callejón que a una calle peatonal. No había tapas de alcantarillas, ni vertederos, ni una oscuridad inusual. Solo algo de sombra, y una calle recta.
Sin embargo, si seguía caminando por la calle, poco a poco la sombra de los edificios comenzaría a tapar parcialmente la calle y a los rayos del sol, nublando su vista. La calle no medía mucho, ni duraría mucho hasta que el Uchiha se encontrase con otra decisión.
Seguía sin haber gente. Tampoco había señales de identificación. Parecía una calle al margen de la villa. Tapada por la oscuridad, era difícil ver mucho más ahí, aunque en las paredes había rastros de suciedad. Nabi se encontraría con otra bifurcación.
Por un lado, había una calle que continuaba recto. La luz del día parecía volver por esa zona, aunque desde esa distancia no podría saber a donde continuaba. Por otro, había una calle a la misma altura que giraba por la derecha. La calle era más estrecha, oscurecida, y tenía otra prolongación a la izquierda. Desde esa distancia, solo podría ver una pared de ladrillos al fondo. Esta tenía otra gran flecha negra, que indicaba seguir por ese camino.
En este caso, la pintura de la flecha estaba desteñida, y algunas gotas habían rociado la pared hasta caer hasta el suelo. No parecía que se hubiese hecho hace mucho tiempo.
No se escuchaba ni un solo ruido. Nada que le indicase lo que hacer.
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Por su parte, Kazuma tendría mucha más suerte. Recorrería un pequeño trayecto tranquilo, a la luz del sol, repleto de flores y cantos de pájaro, hasta entrar por el lateral de otra enorme calle, similar a la que habían recorrido para llegar hasta la casa de la mujer. Había también una gran cantidad de casas apiladas con distintos jardines, con diferentes colores su vez.
Si se fijaba, encontraría un letrero con la inscripción: "Calle Carmesi".
A diferencia de antes, esta si era una zona residencial. Ante él pasaría un hombre adulto, musculoso, de aproximadamente treinta años, que vestía ropa deportiva, a gran velocidad, como si tuviese mucha prisa.
Apacible, unos metros por detrás iba una ancianita, con el pelo canoso y un gran collar de perlas rojas. En el lado contrario, había una mujer bien arreglada y maquillada, que andaba con la misma prisa, aunque este se encontraba en dirección hacia Kazuma y podría verla perfectamente. Sus tacones restallaban contra el suelo, como pequeñas balas...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60