19/06/2016, 19:07
La breve y fugaz idea que a Len se le ocurrio para dejar la reputación del poeta, se vió arruinada de una manera que sin duda alguna, no se esperaba para nada. Con la intención de hacer de hacer de una joven no mayor de edad la cual estaba siendo acosada, y hacerle parecer como un pervertido sin limites, se arruino cuando un tosco hombre le agarró del brazo, tirandolo hacia un lateral de la sala.
— ¡Y encima está aquí tan tranquilo, el cabrón, dispuesto a encamarse con una fulana después de haber humillado a la gloriosa Uzushiogakure! — Gritó uno de los primeros en entrar en el angosto lugar para posteriormente otro, acercarse a Len y lanzarlo contra varios objetos de madera.
— Vete a calentarle la cama a otro, furcia, ¡este va a tener que sorber el ramen con una pajita cuando haya terminado con él! — Chocó bruscamente contra una caja con su espalda al ser lanzado, al menos, el traje seguia "funcionando".
Una vez en el suelo y algo dolorido en la espalda, recupero las fuerzas y se levantó del suelo, viendo la multitud furiosa la cual parecia una manada de ñus furiosos que huian de alguien, con la vitalidad mas que suficiente como para enfrentarse a un león y pasarlo por encima hasta matarlo.
— T-Tsk.. M-Mi brazo... — Acariciandose el hombro derecho con su mano, apenas podia moverlo debido al dolor del golpetazo. Su mirada se dislumbro algo triste, pero antes de casi perder la vista en el vació, vio como alguien le hacia señas desde atras de la multitud; avanzó algo pegado a una pared con miedo a recibir mas daño en su hombro hasta llegar a Anzu.
— B-Bueno... P-Parece que al final lo conseguimos... — Susurró casi de manera imperceptible a Anzu y Mogura, mirando de reojo a la multitud. Pero lo que se convirtió en una chiquillada, parecia tener pinta de acabar mas lejos; la furiosa muchedumbre, no dejaba de descargar golpes sobre la víctima de Uzushiogakure, una avalancha de patadas, puñetazos e incluso golpes con objetos como sillas y demas caía sin cesar sobre el rubiales extranjero. Len no podia creer lo que estaba viendo, y acabó por derramar una lagrima mientras se mordia el labio inferior con una tez aun mas palida de la normal.
— A-Anzu... E-Esto no esta bien... S-Siguen asi... — Dió un paso hacia atras, ocultandose detras de uno de sus compañeros bastante aterrado.
— S-Si esto sigue asi... Y se llega a descubrir... P-Podrian acusarnos como asesinos... — Por un momento, el dolor del brazo se desvaneció, y una profunda angustia en la garganta la sustituyó, haciendo que se llevara una mano a la boca para evitar un llanto, al ver como entre la muchedumbre lo unico visible uno de los brazos del poeta cayendo rendido al suelo junto a un charco de sangre.
— ¡Y encima está aquí tan tranquilo, el cabrón, dispuesto a encamarse con una fulana después de haber humillado a la gloriosa Uzushiogakure! — Gritó uno de los primeros en entrar en el angosto lugar para posteriormente otro, acercarse a Len y lanzarlo contra varios objetos de madera.
— Vete a calentarle la cama a otro, furcia, ¡este va a tener que sorber el ramen con una pajita cuando haya terminado con él! — Chocó bruscamente contra una caja con su espalda al ser lanzado, al menos, el traje seguia "funcionando".
Una vez en el suelo y algo dolorido en la espalda, recupero las fuerzas y se levantó del suelo, viendo la multitud furiosa la cual parecia una manada de ñus furiosos que huian de alguien, con la vitalidad mas que suficiente como para enfrentarse a un león y pasarlo por encima hasta matarlo.
— T-Tsk.. M-Mi brazo... — Acariciandose el hombro derecho con su mano, apenas podia moverlo debido al dolor del golpetazo. Su mirada se dislumbro algo triste, pero antes de casi perder la vista en el vació, vio como alguien le hacia señas desde atras de la multitud; avanzó algo pegado a una pared con miedo a recibir mas daño en su hombro hasta llegar a Anzu.
— B-Bueno... P-Parece que al final lo conseguimos... — Susurró casi de manera imperceptible a Anzu y Mogura, mirando de reojo a la multitud. Pero lo que se convirtió en una chiquillada, parecia tener pinta de acabar mas lejos; la furiosa muchedumbre, no dejaba de descargar golpes sobre la víctima de Uzushiogakure, una avalancha de patadas, puñetazos e incluso golpes con objetos como sillas y demas caía sin cesar sobre el rubiales extranjero. Len no podia creer lo que estaba viendo, y acabó por derramar una lagrima mientras se mordia el labio inferior con una tez aun mas palida de la normal.
— A-Anzu... E-Esto no esta bien... S-Siguen asi... — Dió un paso hacia atras, ocultandose detras de uno de sus compañeros bastante aterrado.
— S-Si esto sigue asi... Y se llega a descubrir... P-Podrian acusarnos como asesinos... — Por un momento, el dolor del brazo se desvaneció, y una profunda angustia en la garganta la sustituyó, haciendo que se llevara una mano a la boca para evitar un llanto, al ver como entre la muchedumbre lo unico visible uno de los brazos del poeta cayendo rendido al suelo junto a un charco de sangre.