24/06/2016, 19:29
El dueño de aquel humilde, pero bonito, puesto de periódicos, se mostraba un tanto confuso ante las palabras del joven que acababa de presentarse ante él. Quizás fuera que Kazuma hablaba con demasiada premura, pero la situación así lo exigía. El duro anciano pareció analizar sus palabras por unos instantes. Al final, su rostro pasó de una incomprensión a mostrar un gesto de interés un poco perturbador.
—Por supuesto, le daré uno de los mejores ejemplares que tengo. Con uno tan bueno encontrara lo que sea en un santiamén —le dijo, guiñandole un ojo. Acto seguido, rebuscó entre numerosos periódicos, para finalmente sacar un mapa nuevo a escala de lo que parecía ser la villa—. Aquí tiene, son 150 ryos.
Pese a la ignorancia económica y buena disposición de Ishimura Kazuma, se le hizo evidente que el precio era en extremo exagerado. El sujeto debió de hacerse una idea de su posición social, al menos lo suficiente para sacar provecho de ello. Sus ropas y su cabello bien arreglado le delataban como alguien de buenos fondos, por lo que era algo de esperarse. Aunque, por más que tuviera el suficiente dinero para pagar, le seguía pareciendo un abuso.
«Es verdad aquel dicho de “Cuando hay dificultades o desgracia en tu vida, siempre habrá una persona que pueda sacar provecho de ello”.» Su maestro solía decirlo en cada ocasión que explotaba alguna situación que le permitiera salir ganando en los negocios, pero recién en ese lugar y momento fue que lo comprendió.
—Cielos… Está bien, démelo. —Era el único dinero que llevaba consigo, pero igual seguía siendo una cantidad inauditamente grande para un chico normal.
Resultaba una verdadera suerte el que su guardiana insistiera en que llevara dinero extra en caso de que algo ocurriese en la misión. Él le había perseverado en que llevar cien ryos más era demasiado, pero al final puede que aquella previsión terminará salvando la misión.
Tomó el mapa y le echó una rápida ojeada.
Era un poco más complejo y elaborado que los planos que estaba acostumbrado a utilizar, pero aun así seguía siendo posible ver con claridad la ruta que debía tomar para llegar a la calle que buscaba. «Todo sea por el bien de la misión.» Pensó mientras veía como el anciano se deleitaba contando el dinero. Por un instante sintió una leve molestia, pero no era el dolor de perder un dinero que poco le importaba... Era la frustración de sentir que lo habían robado sin esfuerzo alguno.
Ahora solo le quedaba devolverse por donde había venido para que sus compañeros y él pudieran seguir con lo que tenían pendiente.
—Por supuesto, le daré uno de los mejores ejemplares que tengo. Con uno tan bueno encontrara lo que sea en un santiamén —le dijo, guiñandole un ojo. Acto seguido, rebuscó entre numerosos periódicos, para finalmente sacar un mapa nuevo a escala de lo que parecía ser la villa—. Aquí tiene, son 150 ryos.
Pese a la ignorancia económica y buena disposición de Ishimura Kazuma, se le hizo evidente que el precio era en extremo exagerado. El sujeto debió de hacerse una idea de su posición social, al menos lo suficiente para sacar provecho de ello. Sus ropas y su cabello bien arreglado le delataban como alguien de buenos fondos, por lo que era algo de esperarse. Aunque, por más que tuviera el suficiente dinero para pagar, le seguía pareciendo un abuso.
«Es verdad aquel dicho de “Cuando hay dificultades o desgracia en tu vida, siempre habrá una persona que pueda sacar provecho de ello”.» Su maestro solía decirlo en cada ocasión que explotaba alguna situación que le permitiera salir ganando en los negocios, pero recién en ese lugar y momento fue que lo comprendió.
—Cielos… Está bien, démelo. —Era el único dinero que llevaba consigo, pero igual seguía siendo una cantidad inauditamente grande para un chico normal.
Resultaba una verdadera suerte el que su guardiana insistiera en que llevara dinero extra en caso de que algo ocurriese en la misión. Él le había perseverado en que llevar cien ryos más era demasiado, pero al final puede que aquella previsión terminará salvando la misión.
Tomó el mapa y le echó una rápida ojeada.
Era un poco más complejo y elaborado que los planos que estaba acostumbrado a utilizar, pero aun así seguía siendo posible ver con claridad la ruta que debía tomar para llegar a la calle que buscaba. «Todo sea por el bien de la misión.» Pensó mientras veía como el anciano se deleitaba contando el dinero. Por un instante sintió una leve molestia, pero no era el dolor de perder un dinero que poco le importaba... Era la frustración de sentir que lo habían robado sin esfuerzo alguno.
Ahora solo le quedaba devolverse por donde había venido para que sus compañeros y él pudieran seguir con lo que tenían pendiente.