2/07/2016, 05:56
Mientras caminaba de regreso a aquella intersección, tan solitaria como un desierto, comenzaba a sentirse un poco más optimista respecto al desarrollo de las cosas. «Quizás este relajándome demasiado pronto, pero creo que vamos avanzando.»
Pero ningún ser humano, por más calmo que pueda ser, es capaz de llegar a disipar todas sus preocupaciones. En él se removía cierta inquietud por sus compañeros, los había dejado solos en aquella calle desolada.
—Espero que los encuentre para cuando regrese —no quería ni imaginar cómo se complicarían las cosas si al llegar no veía a los integrantes de su equipo por ninguna parte—. No puedo hacer nada al respecto… Será mejor que no me preocupe más de la cuenta.
Dejó que sus sentidos le llevaran a un estado más apacible; Se concentró en la sensación del sol bañando su piel. En la fresca brisa que mecía sus cabellos y agitaba los pliegues de su ropa mientras también esculpía las blancas nubes que flotaban en el infinito cielo sobre él. Por unos minutos dejó que sus pupilas pasearán por aquel intrincado montón de líneas que representaban el orden espacial por el que se regía su aldea. Estando tan tranquilo, confirmó que el lugar al cual tenían que ir no estaba tan lejos como había pensó en un primer instante. Lo único que tenía que hacer era seguir hasta el final de la Calle Carmesí, para luego girar hacia la izquierda y seguir recto hasta llegar a la Calle de los Cerezos. Estaba tan cerca que se veía tentado a tomar por fácil lo que restaba de misión.
«Me pregunto, ¿cómo es el proceso tras la elaboración de uno de estos mapas? Es como si alguien hubiera dibujado la aldea mientras la ve desde el cielo.»
Estando tan sumido en lo fascinante de aquel mapa, por poco no se da cuenta del momento en que llegó hacia el sitio de donde había partido. En cuanto consiguió separar su vista del pergamino, se encontró con sus camaradas, que no daban señas de haber tenido algún problema en su ausencia y que parecían estar ansioso por continuar.
—No ha aparecido nadie sospechoso por la zona —dijo Juro, simulando la seriedad de Nabi—. ¿Habéis descubierto algo? ¿Cuál es el bueno?
—Bien… Eso es bueno —contestó con cierta extrañeza, pues no esperaba tanta seriedad por parte del joven que portaba un látigo—. He obtenido un mapa con el cual podremos llegar sin problemas a las casas faltantes.
»Vamos, denle un vistazo para que sepan por dónde hay que ir —le entrego el mapa a Nabi quien estaba más cercano, y quien, incluso sin su sharingan, podría apreciar lo irónicamente cerca que estaba su objetivo—. Por cierto, perdí un poco la noción del tiempo, ¿tienen idea de que hora es y cuanto tiempo nos queda?
Pero ningún ser humano, por más calmo que pueda ser, es capaz de llegar a disipar todas sus preocupaciones. En él se removía cierta inquietud por sus compañeros, los había dejado solos en aquella calle desolada.
—Espero que los encuentre para cuando regrese —no quería ni imaginar cómo se complicarían las cosas si al llegar no veía a los integrantes de su equipo por ninguna parte—. No puedo hacer nada al respecto… Será mejor que no me preocupe más de la cuenta.
Dejó que sus sentidos le llevaran a un estado más apacible; Se concentró en la sensación del sol bañando su piel. En la fresca brisa que mecía sus cabellos y agitaba los pliegues de su ropa mientras también esculpía las blancas nubes que flotaban en el infinito cielo sobre él. Por unos minutos dejó que sus pupilas pasearán por aquel intrincado montón de líneas que representaban el orden espacial por el que se regía su aldea. Estando tan tranquilo, confirmó que el lugar al cual tenían que ir no estaba tan lejos como había pensó en un primer instante. Lo único que tenía que hacer era seguir hasta el final de la Calle Carmesí, para luego girar hacia la izquierda y seguir recto hasta llegar a la Calle de los Cerezos. Estaba tan cerca que se veía tentado a tomar por fácil lo que restaba de misión.
«Me pregunto, ¿cómo es el proceso tras la elaboración de uno de estos mapas? Es como si alguien hubiera dibujado la aldea mientras la ve desde el cielo.»
Estando tan sumido en lo fascinante de aquel mapa, por poco no se da cuenta del momento en que llegó hacia el sitio de donde había partido. En cuanto consiguió separar su vista del pergamino, se encontró con sus camaradas, que no daban señas de haber tenido algún problema en su ausencia y que parecían estar ansioso por continuar.
—No ha aparecido nadie sospechoso por la zona —dijo Juro, simulando la seriedad de Nabi—. ¿Habéis descubierto algo? ¿Cuál es el bueno?
—Bien… Eso es bueno —contestó con cierta extrañeza, pues no esperaba tanta seriedad por parte del joven que portaba un látigo—. He obtenido un mapa con el cual podremos llegar sin problemas a las casas faltantes.
»Vamos, denle un vistazo para que sepan por dónde hay que ir —le entrego el mapa a Nabi quien estaba más cercano, y quien, incluso sin su sharingan, podría apreciar lo irónicamente cerca que estaba su objetivo—. Por cierto, perdí un poco la noción del tiempo, ¿tienen idea de que hora es y cuanto tiempo nos queda?