12/07/2016, 00:22
Fue en ese momento en el que estaba cerca del rubio, ese momento tras pararse frente a frente tras desactivar una de sus técnicas particulares, en el que se dio cuenta que ambos shinobis estaban realmente cansados. El Uchiha parecía estar agotado de actividades anteriores, seguramente por su combate en el torneo. O por lo menos eso era lo que pudo deducir rápidamente el calvo. Incluso le pareció un poco increíble cómo podía camuflar el desgaste y aun así defenderse de un agresor a tal velocidad.
Pero eran temas de otro momento los cuales permanecerían encerrados en la cabeza del monje, justo debajo de esa pelada brillosa. Como ya era un poco costumbre para él en sus encuentros con otros shinobis, Karamaru recibía una orden, y como siempre él trataba de cumplirla con seriedad, rapidez y eficacia.
Deberíamos movernos rápido.
En eso estaban los dos de acuerdo. El cenobita estaba completamente ensangrentado y quería limpiarse en ese mismo instante de haber podido, pero otras cosas eran más importantes que la limpieza corporal. Se encontraban en un lugar desconocido lleno de mugre y animales nunca antes vistos. Si ese era el tamaño de una rata por esos lares ni quería imaginarse lo que debía de ser un respetable combatiente.
Ya tomé la batuta una vez y no conseguí resultados. Pido perdón y espero que puedas encontrar un camino de vuelta ya que hasta ahora solo parece ser que nos alejáramos.
Karamaru seguía sin tocar un tema que lo preocupaba. Recordaba las palabras, en aquellos lejanos tiempos, de un shinobi de Taki.
"Dicen que los ojos de los tigres brillan de un color verde cuando quieren matar."
Casi de reojo había podido vislumbrar ese brillo de color rojo en los ojos de Nabi. Los mismos ojos que una vez se reflejaron en Datsue y que tanto tiempo después los podía ver de nuevo. ¿Acaso eran familia? ¿Acaso eran verdad las palabras del que una vez fue su compañero de aventuras?
Pero eran temas de otro momento los cuales permanecerían encerrados en la cabeza del monje, justo debajo de esa pelada brillosa. Como ya era un poco costumbre para él en sus encuentros con otros shinobis, Karamaru recibía una orden, y como siempre él trataba de cumplirla con seriedad, rapidez y eficacia.
Deberíamos movernos rápido.
En eso estaban los dos de acuerdo. El cenobita estaba completamente ensangrentado y quería limpiarse en ese mismo instante de haber podido, pero otras cosas eran más importantes que la limpieza corporal. Se encontraban en un lugar desconocido lleno de mugre y animales nunca antes vistos. Si ese era el tamaño de una rata por esos lares ni quería imaginarse lo que debía de ser un respetable combatiente.
Ya tomé la batuta una vez y no conseguí resultados. Pido perdón y espero que puedas encontrar un camino de vuelta ya que hasta ahora solo parece ser que nos alejáramos.
Karamaru seguía sin tocar un tema que lo preocupaba. Recordaba las palabras, en aquellos lejanos tiempos, de un shinobi de Taki.
"Dicen que los ojos de los tigres brillan de un color verde cuando quieren matar."
Casi de reojo había podido vislumbrar ese brillo de color rojo en los ojos de Nabi. Los mismos ojos que una vez se reflejaron en Datsue y que tanto tiempo después los podía ver de nuevo. ¿Acaso eran familia? ¿Acaso eran verdad las palabras del que una vez fue su compañero de aventuras?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘