16/07/2016, 14:42
—Por supuesto, señor ninja —respondió la anciana, con más respeto hacia Kazuma—. Le diré todo lo que vi aquella noche, con pelos y señales.
De momento, parecía que todo estaba marchando tal como quería; la señora iba a colaborar, brindándole toda la información que tenía. No pudo evitar sentirse satisfecho porque las cosas estaban avanzando, pero aún así trato de evitar el dar la misión por resuelta.
La señora se tomó unos instantes, cruciales para estar en condiciones de conversar adecuadamente.
—Verá… Esa noche estaba yo en mi cama, intentando dormir. Cuando entonces, oí un ruido extraño. Eran las doce de la noche. Debe saber señor ninja, que yo soy de sueño ligero, desde pequeñita. Cuando mis padres vivían, siempre sabía cuándo se levantaban. Un día, alguno de mis padres se dejó la ventana abierta en mi cuarto, y no pude pegar ojo con el viento que hacía. Hacia un vendaval…
«Habíamos comenzado bien… —noto como la anciana se iba a la deriva en el mar del pensamiento—. Además, me parece poco probable que sea de sueño ligero si ni siquiera puede notar el martirio que causa ese viejo “reloj” o lo que sea.»
De la nada un, rápido y espontáneo, estornudo se alojó en su fosas nasales. Por suerte se había cubierto la boca y la nariz. Tomó un pañuelo de su bolsillo y procedió a limpiar cualquier cosa que hubiese quedado en su rostro.
—Ya veo… Sorprendente —no podía simplemente sacarla de la corriente en la que había caído, por lo que tendría que ir guiandola de apoco—. Entonces aquel malhechor no contaba con su ligero sueño, me imagino que cuando usted se despertó fue a averiguar qué sucedía. ¿Cierto?
De momento, parecía que todo estaba marchando tal como quería; la señora iba a colaborar, brindándole toda la información que tenía. No pudo evitar sentirse satisfecho porque las cosas estaban avanzando, pero aún así trato de evitar el dar la misión por resuelta.
La señora se tomó unos instantes, cruciales para estar en condiciones de conversar adecuadamente.
—Verá… Esa noche estaba yo en mi cama, intentando dormir. Cuando entonces, oí un ruido extraño. Eran las doce de la noche. Debe saber señor ninja, que yo soy de sueño ligero, desde pequeñita. Cuando mis padres vivían, siempre sabía cuándo se levantaban. Un día, alguno de mis padres se dejó la ventana abierta en mi cuarto, y no pude pegar ojo con el viento que hacía. Hacia un vendaval…
«Habíamos comenzado bien… —noto como la anciana se iba a la deriva en el mar del pensamiento—. Además, me parece poco probable que sea de sueño ligero si ni siquiera puede notar el martirio que causa ese viejo “reloj” o lo que sea.»
De la nada un, rápido y espontáneo, estornudo se alojó en su fosas nasales. Por suerte se había cubierto la boca y la nariz. Tomó un pañuelo de su bolsillo y procedió a limpiar cualquier cosa que hubiese quedado en su rostro.
—Ya veo… Sorprendente —no podía simplemente sacarla de la corriente en la que había caído, por lo que tendría que ir guiandola de apoco—. Entonces aquel malhechor no contaba con su ligero sueño, me imagino que cuando usted se despertó fue a averiguar qué sucedía. ¿Cierto?