14/08/2016, 15:37
Ya no solo eran Juro o ella, inclusive Riko, que acababa de conocer al chico del látigo, se unió a la pequeña promesa que estaba siendo creada a través de las palabras de los tres shinobi del remolino; con estas palabras:
— No os preocupéis chicos, por mi quedamos las veces que hagan falta y cada vez invita uno y listo, ¿os parece justo?
Eri fue a coindicir con el de rastas, pero Juro se adelantó a su voz mientras los pasos no cesaban.
— Bien, vale, vale... Pero para estar en paz tendremos que hacerlo mucho, que conste.
—Claro, ¡todas las veces que queráis! Y cuando tenga mi heladería, seréis los primeros clientes que tenga, porque tendréis descuento especial. — Aseguró asintiendo con la cabeza varias veces, convencida de sus palabras.
Un par de minutos más tarde y varias calles pasadas mientras duraba su pequeña conversación, Eri paró de dar saltos rítmicos y señaló con su mano izquierda un pequeño puesto de fideos, contando cinco asientos y dos ocupados por una pareja de personas de la tercera edad. Emocionada, salió corriendo en su dirección.
—¡Vamos, vamos! — Exclamó durante el trayecto de su carrera, asegurándose de que ambos jóvenes la escuchaban bien.
Cuando llegó al lugar, un hombre de poco pelo y una barba que le ocupaba más de media cara, de un color carbón fue la persona que la recibió con una sonrisa en los labios - que, misteriosamente, Eri pudo lograr ver - y una risotada fue su saludo. La joven saludó con su mano izquierda y esperó a que sus acompañantes llegaran a su posición para comenzar a hablar.
Sin embargo, una vez todos juntos, el primero en hablar fue el encargado.
—¡A las buenas! Veo que estos jóvenes de hoy en día están llenos de energía, ¡y eso hace que yo tenga incluso más energía que de costumbre! — Habló mientras se giraba y hacía esos fideos tan característicos. — Así que hoy estáis de suerte, ya que tenemos una promoción especial.
— No os preocupéis chicos, por mi quedamos las veces que hagan falta y cada vez invita uno y listo, ¿os parece justo?
Eri fue a coindicir con el de rastas, pero Juro se adelantó a su voz mientras los pasos no cesaban.
— Bien, vale, vale... Pero para estar en paz tendremos que hacerlo mucho, que conste.
—Claro, ¡todas las veces que queráis! Y cuando tenga mi heladería, seréis los primeros clientes que tenga, porque tendréis descuento especial. — Aseguró asintiendo con la cabeza varias veces, convencida de sus palabras.
Un par de minutos más tarde y varias calles pasadas mientras duraba su pequeña conversación, Eri paró de dar saltos rítmicos y señaló con su mano izquierda un pequeño puesto de fideos, contando cinco asientos y dos ocupados por una pareja de personas de la tercera edad. Emocionada, salió corriendo en su dirección.
—¡Vamos, vamos! — Exclamó durante el trayecto de su carrera, asegurándose de que ambos jóvenes la escuchaban bien.
Cuando llegó al lugar, un hombre de poco pelo y una barba que le ocupaba más de media cara, de un color carbón fue la persona que la recibió con una sonrisa en los labios - que, misteriosamente, Eri pudo lograr ver - y una risotada fue su saludo. La joven saludó con su mano izquierda y esperó a que sus acompañantes llegaran a su posición para comenzar a hablar.
Sin embargo, una vez todos juntos, el primero en hablar fue el encargado.
—¡A las buenas! Veo que estos jóvenes de hoy en día están llenos de energía, ¡y eso hace que yo tenga incluso más energía que de costumbre! — Habló mientras se giraba y hacía esos fideos tan característicos. — Así que hoy estáis de suerte, ya que tenemos una promoción especial.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)