14/08/2016, 21:33
La caida de la puerta de acero retumbo en la sala a la que iban a entrar, pero en el exterior el ruido tampoco fue precisamente leve. Sus compañeros, los cuales ya se habian adelantado a entrar sin muchos reparos, atravesaron el marco ahora dañado de donde colgaba el robusto trozo de acero. Caminó con intención de entrar tambien, pero no con la misma confianza que parecian demostrar sus compañeros. Ya habia estado en un zulo por casi un año entero, y no queria volver a perder de vista la luz del sol; los meses de gran oscuridad con un solo leve rayo de luz que solia aparecer en muy pocas ocasiones, era lo mas parecido que tenia sobre el mundo exterior. Se acercó hasta el marco, y sujetandose a la pared, asomo la cabeza para ver que habia en adelante.
— Es la fiesta de cumpleaños mas siniestra a la que creo que he asistido. — Susurró por lo bajo, tal vez sus compañeros lo escucharian, pero como anteriormente seguro que no le prestaban ni importancia ni atención. Tras ello, se adentró muy lentamente, parecia casi tener miedo. Estaba algo nervioso y su rostro estaba ligeramente sudoroso, tragó su exceso de saliva debido al nerviosismo y se apego un poco a Katomi, sabia que si ocurria habia dos opciones: O que fueran un buen par de escudos humanos; o que la mala hostia de su compañera hiciera acción y los sacara de ahí a base de golpes y quemaduras.
Siguio observando el lugar, era bastante pintoresco y casi atemporal. No parecia de la misma cultura sobre a la que ellos estaban acostumbrados; casi parecia ser sacada de las divagancias de algun loco, pues los juegos de sombras que se extendian por todo el edificio, daban lugar a deformes y tetricas sombras chinescas. Len, quien no dejaba de contemplarlo todo algo aterrado, se amedentro un poco, y termino por pegarse a la espalda de Katomi, mirando por encima de su hombro y susurrandole.
— Oye... Aqui dudo que haya cabras... De hecho si las hay creo que esas buenas gentes o una de dos, se las han comido o las han usado para alguna especie de ritual. Quien sabe, a lo mejor es nuestro dia de suerte y podemos ver fuerzas del mas allá. — Las divagancias y su agudo sentido del humor, era lo que le hacia poder avanzar en muchas de las situaciones; y tambien lo que le habia llegado a costar mas de una buena paliza. Pero era algo que no tenia intención ni de cambiar ni de evadir, nadie entendia su buen sentido del humor; solo lo hacia con la misma intención que con la que lo decia para el mismo, evadir algo la realidad y sobrellevar las situaciones con humor buscandoles el lado positivo.
— Es la fiesta de cumpleaños mas siniestra a la que creo que he asistido. — Susurró por lo bajo, tal vez sus compañeros lo escucharian, pero como anteriormente seguro que no le prestaban ni importancia ni atención. Tras ello, se adentró muy lentamente, parecia casi tener miedo. Estaba algo nervioso y su rostro estaba ligeramente sudoroso, tragó su exceso de saliva debido al nerviosismo y se apego un poco a Katomi, sabia que si ocurria habia dos opciones: O que fueran un buen par de escudos humanos; o que la mala hostia de su compañera hiciera acción y los sacara de ahí a base de golpes y quemaduras.
Siguio observando el lugar, era bastante pintoresco y casi atemporal. No parecia de la misma cultura sobre a la que ellos estaban acostumbrados; casi parecia ser sacada de las divagancias de algun loco, pues los juegos de sombras que se extendian por todo el edificio, daban lugar a deformes y tetricas sombras chinescas. Len, quien no dejaba de contemplarlo todo algo aterrado, se amedentro un poco, y termino por pegarse a la espalda de Katomi, mirando por encima de su hombro y susurrandole.
— Oye... Aqui dudo que haya cabras... De hecho si las hay creo que esas buenas gentes o una de dos, se las han comido o las han usado para alguna especie de ritual. Quien sabe, a lo mejor es nuestro dia de suerte y podemos ver fuerzas del mas allá. — Las divagancias y su agudo sentido del humor, era lo que le hacia poder avanzar en muchas de las situaciones; y tambien lo que le habia llegado a costar mas de una buena paliza. Pero era algo que no tenia intención ni de cambiar ni de evadir, nadie entendia su buen sentido del humor; solo lo hacia con la misma intención que con la que lo decia para el mismo, evadir algo la realidad y sobrellevar las situaciones con humor buscandoles el lado positivo.