2/09/2016, 18:16
Nabi empezaba a cansarse de las falsas excusas del ladrón de gallinas. Estaban en su casa, él lo sabía y encima venía a buscarlas al mismo sitio cada vez que se escapaban. Pero es que todavía tenía más chica el asunto, conocía al gallinero y sabía que estaba ahí al lado y casualmente nunca se preguntó si las gallinas podian ser de aquel hombre.
—¡Y dale! ¿No es sospechoso que todas aparezcan siempre en el mismo lugar? ¡Un poco de sentido común! ¡Y deja de acusarme!
— ¡Dejare de acusarte cuando dejes de parecer tan culpable!
— No señor, Hikaru me ayudó cuando me perdí por la villa, ¡no sé orientarme!
—¿Ves? ¡Deja de acusar cuando no tienes pruebas de algo, melón!
La única respuesta fue una mala mirada de Nabi dirigida a aquel sujeto. Desde el primer momento algo en él le había olido mal al rubio, y era un animal de instintos, cuando a un animal se le cruza alguien, se le cruza hasta el final de los finales. Y eso mismo pasaba con el Uchiha.
Siguió a Eri sin dejar de dedicarle esa mirada suspicaz al sospechoso.
—Vaya, hola, veo que habéis traído a todas mis gallinas de vuelta, ¡muchísimas gracias! ¿Cómo puedo agradecéroslo?
— No es problema, solo le quiero avisar que tenga cuidado, con nosotros viene el ladrón. Alega que no tenía conocimiento de que estas gallinas eran suyas, pero...
Soltó las gallinas en el gallinero y se quedó mirando a Eri a ver qué tenía ella que decir.
—¡Y dale! ¿No es sospechoso que todas aparezcan siempre en el mismo lugar? ¡Un poco de sentido común! ¡Y deja de acusarme!
— ¡Dejare de acusarte cuando dejes de parecer tan culpable!
— No señor, Hikaru me ayudó cuando me perdí por la villa, ¡no sé orientarme!
—¿Ves? ¡Deja de acusar cuando no tienes pruebas de algo, melón!
La única respuesta fue una mala mirada de Nabi dirigida a aquel sujeto. Desde el primer momento algo en él le había olido mal al rubio, y era un animal de instintos, cuando a un animal se le cruza alguien, se le cruza hasta el final de los finales. Y eso mismo pasaba con el Uchiha.
Siguió a Eri sin dejar de dedicarle esa mirada suspicaz al sospechoso.
—Vaya, hola, veo que habéis traído a todas mis gallinas de vuelta, ¡muchísimas gracias! ¿Cómo puedo agradecéroslo?
— No es problema, solo le quiero avisar que tenga cuidado, con nosotros viene el ladrón. Alega que no tenía conocimiento de que estas gallinas eran suyas, pero...
Soltó las gallinas en el gallinero y se quedó mirando a Eri a ver qué tenía ella que decir.
—Nabi—