11/01/2017, 16:40
Tras aquel momento de debate interior entre derecha e izquierda volví a mirar abajo, los brillos provocados por los rayos de Sol reflejados por las incontables gotas que salian despedidas por la cascada formaban un arcoiris alrededor de la cascada. O era cosa mia porque estoy loco, no sé. Lo que sí que no era ninguna imaginación era la menuda muchacha que escalaba la pared a unos cuantos metros de la cascada.
La reconocí, Mizumi Eri, me habia graduado con ella. Mantuve la mirada clavada en ella desde que la habia avistado cuando le quedaba aún un trecho de escalada hasta que subió, recuperó el alento, se dio cuenta de mi presencia, se acercó y se sentó sobre sus pies abruptamente.
— ¡Hola!
— Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.
Me habia solucionado el día, pero antes de poder llevar a cabo semejante plan genial una rana apareció por los arboles que estaban tras la muchacha, a una distancia razonable cabe decir. No le di mayor importancia, hasta que detras de la pobre e indefensa rana apareció un shinobi, y no un shinobi bueno, no, un Amegakuriense.
Sin dudarlo un instante me puse entre Eri y el amenazante delincuente que habia irrumpido en el lugar. El sapo estaba ya más cerca del lago que del ninja, lo cual aproveché para lanzar un shuriken entre el animal y su cazador sanguinario, a modo de advertencia.
— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
Antes de que pudiera contestar apareció una cuarta persona, que venia rodeando el lago y se cruzaria con el sapo en cualquier momento. Mirando por el rabillo del ojo sin perder de vista al primero pude contemplar la bandana del último, al cuello, como la llevaba yo. Era un aliado, tambien era conocido, Riko, Senju Riko. No parecia ser consciente de la situación.
¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.
— ¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!
Esperaba que el reaccionara más rápido que el malvado torturador de ranas mutantes que entraba en escena. Si el shuriken que le habia lanzado para detenerlo y salvar al amfibio no surtia efecto tendría que lanzarse a por él. A por su cuello.
La reconocí, Mizumi Eri, me habia graduado con ella. Mantuve la mirada clavada en ella desde que la habia avistado cuando le quedaba aún un trecho de escalada hasta que subió, recuperó el alento, se dio cuenta de mi presencia, se acercó y se sentó sobre sus pies abruptamente.
— ¡Hola!
— Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.
Me habia solucionado el día, pero antes de poder llevar a cabo semejante plan genial una rana apareció por los arboles que estaban tras la muchacha, a una distancia razonable cabe decir. No le di mayor importancia, hasta que detras de la pobre e indefensa rana apareció un shinobi, y no un shinobi bueno, no, un Amegakuriense.
Sin dudarlo un instante me puse entre Eri y el amenazante delincuente que habia irrumpido en el lugar. El sapo estaba ya más cerca del lago que del ninja, lo cual aproveché para lanzar un shuriken entre el animal y su cazador sanguinario, a modo de advertencia.
— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
Antes de que pudiera contestar apareció una cuarta persona, que venia rodeando el lago y se cruzaria con el sapo en cualquier momento. Mirando por el rabillo del ojo sin perder de vista al primero pude contemplar la bandana del último, al cuello, como la llevaba yo. Era un aliado, tambien era conocido, Riko, Senju Riko. No parecia ser consciente de la situación.
¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.
— ¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!
Esperaba que el reaccionara más rápido que el malvado torturador de ranas mutantes que entraba en escena. Si el shuriken que le habia lanzado para detenerlo y salvar al amfibio no surtia efecto tendría que lanzarse a por él. A por su cuello.
—Nabi—