11/01/2017, 16:55
El desconocido casualmente no era tan desconocido como ella creía, pues resultaba que era un conocido, y no uno cualquiera, no, uno de su propia villa.
— Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.
La susodicha parpadeó varias veces, se acordaba de él y de su extraño y rebelde pelo, pues no todos los días encontrabas a alguien tan rubio, y es que Senju Nabi era un chico con un cabello muy especial. Así que dispuesta a ayudar como kunoichi que era, se levantó y asintió mientras eliminaba las partículas de polvo que se habían instaurado en su ropa, dispuesta a cumplir los deseos del Uzushiogakuriense.
Pero algo ocurrió antes de que pudiese emprender su cometido, pues un — ahora sí — desconocido apareció persiguiendo a lo que parecía ser una rana envenenada, pues no tenía buena pinta la pequeña.
''Pobrecita, lo mejor será llevarla a un veterinario o algo.''
Pero sus pensamientos fueron abordados por la estridente voz de Nabi.
— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
La pobre e indefensa rana estaba siendo víctima de experimentos por el intruso, ¡y eso no se podía permitir! Así que la pequeña se puso manos a la obra para idear un gran plan: el rescate de la rana loca. Sí, ideal, al menos el nombre era tan genial como el plan que saldría de aquello. Ni si quiera reparó en que un cuarto apareció en escena, ella solo quería salvar a la ranita.
— ¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.
— ¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!
— ¡ES MÍA! — Chilló la pequeña lanzándose a por el animal, y una vez entre sus brazos, la acunó como si de un pequeño bebé se tratase. — No te preocupes pequeña, ahora estás a salvo, vendrás conmigo a mi casa y juntas nos ayudaremos hasta que te pongas bien, ¡porque ese color no es normal!
— Eres Eri, ¿no? Me vienes de perlas, mira, tú tienes que seguir el acantilado por este lado de la cascada hasta la estatua y entonces ver qué kage es, mientras yo ire al otro kage. Así seguro que uno de los dos encuentra a nuestro Uzukage. ¿Vale? Pues venga va.
La susodicha parpadeó varias veces, se acordaba de él y de su extraño y rebelde pelo, pues no todos los días encontrabas a alguien tan rubio, y es que Senju Nabi era un chico con un cabello muy especial. Así que dispuesta a ayudar como kunoichi que era, se levantó y asintió mientras eliminaba las partículas de polvo que se habían instaurado en su ropa, dispuesta a cumplir los deseos del Uzushiogakuriense.
Pero algo ocurrió antes de que pudiese emprender su cometido, pues un — ahora sí — desconocido apareció persiguiendo a lo que parecía ser una rana envenenada, pues no tenía buena pinta la pequeña.
''Pobrecita, lo mejor será llevarla a un veterinario o algo.''
Pero sus pensamientos fueron abordados por la estridente voz de Nabi.
— ¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biologicos? ¿Quereis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
La pobre e indefensa rana estaba siendo víctima de experimentos por el intruso, ¡y eso no se podía permitir! Así que la pequeña se puso manos a la obra para idear un gran plan: el rescate de la rana loca. Sí, ideal, al menos el nombre era tan genial como el plan que saldría de aquello. Ni si quiera reparó en que un cuarto apareció en escena, ella solo quería salvar a la ranita.
— ¡Hombre, qué sorpresa! No esperaba encontrarme ningún compatriota por aquí.
— ¡Riko, cuidado! ¡Intercepta esa rana!
— ¡ES MÍA! — Chilló la pequeña lanzándose a por el animal, y una vez entre sus brazos, la acunó como si de un pequeño bebé se tratase. — No te preocupes pequeña, ahora estás a salvo, vendrás conmigo a mi casa y juntas nos ayudaremos hasta que te pongas bien, ¡porque ese color no es normal!