11/01/2017, 19:43
(Última modificación: 11/01/2017, 19:46 por Manase Mogura.)
En medio de su carrera contra el sapo raro aquel, una shuriken hizo de aviso para que desacelere el motor y baje la velocidad de sus pasos a cero, es responsable de aquel pedazo de metal clavado en el piso y las palabras siguientes no sería otro que un shinobi de una de las tres grandes aldeas ninja, pero no de Amegakure sino de Uzushiogakure.
¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biológicos? ¿Queréis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
El joven médico no tenía mucha idea de lo que hablaba ese chico pero de todas formas detuvo sus pasos después de que aquella shuriken impactara a unos centímetros de donde estaba parado, el sapo por su parte aprovecharía para extender la distancia con el Amegakuriense.
De algún lado un cuarto entraría en escena, camarada de los dos que ya tenía del otro lado de la shuriken. Tres ninjas de Uzushiogakure y uno solo de Amegakure, las cosas estaban bastante claras para el muchacho de cabello azabache.
¡Tengan cuidado con ese sapo, por favor!
Exclamó Mogura ante la orden dada por el rubio. Echando rápidamente las cosas sobre la balanza de prioridades, pesaba mas la necesidad de advertirles a los tres desconocidos esos sobre el sapo que detallar lo que estaba intentando hacerle al bicho que de pobre no tenía nada.
¡ES MÍA!
Fue entonces que la pelimorada se lanzó a atrapar la criatura en brazos. Habiendo logrado su cometido le dedicaría unas muy amables palabras al sapo.
Oh...
No tardaría mucho tiempo hasta que el animal se hiciese su camino entre los brazos de la joven, no es que el agarre de la kunoichi fuese pobre sino que este se aprovecharía de la viscosidad de su piel y a un hecho curioso del momento, Eri tenía la toda la parte del cuerpo, que había entrado en contacto con las motas azules del sapo, totalmente paralizadas.
Croá
Dejaría escapar el sapo viendo a la muchacha dura como una estatua, al menos los brazos y parte del pecho, para luego seguir su camino de vuelta al bosque. Un detalle a resaltar era que las motas azules del sapo habían desaparecido y en su lugar los brazos de la chica parecían cubiertos con una baba azulada.
¿Qué le estas haciendo a ese pobre animal? ¿Experimentos biológicos? ¿Queréis invadirnos con sapos mutantes? ¿Por qué tiene esos colores tan raros?
El joven médico no tenía mucha idea de lo que hablaba ese chico pero de todas formas detuvo sus pasos después de que aquella shuriken impactara a unos centímetros de donde estaba parado, el sapo por su parte aprovecharía para extender la distancia con el Amegakuriense.
De algún lado un cuarto entraría en escena, camarada de los dos que ya tenía del otro lado de la shuriken. Tres ninjas de Uzushiogakure y uno solo de Amegakure, las cosas estaban bastante claras para el muchacho de cabello azabache.
¡Tengan cuidado con ese sapo, por favor!
Exclamó Mogura ante la orden dada por el rubio. Echando rápidamente las cosas sobre la balanza de prioridades, pesaba mas la necesidad de advertirles a los tres desconocidos esos sobre el sapo que detallar lo que estaba intentando hacerle al bicho que de pobre no tenía nada.
¡ES MÍA!
Fue entonces que la pelimorada se lanzó a atrapar la criatura en brazos. Habiendo logrado su cometido le dedicaría unas muy amables palabras al sapo.
Oh...
No tardaría mucho tiempo hasta que el animal se hiciese su camino entre los brazos de la joven, no es que el agarre de la kunoichi fuese pobre sino que este se aprovecharía de la viscosidad de su piel y a un hecho curioso del momento, Eri tenía la toda la parte del cuerpo, que había entrado en contacto con las motas azules del sapo, totalmente paralizadas.
Croá
Dejaría escapar el sapo viendo a la muchacha dura como una estatua, al menos los brazos y parte del pecho, para luego seguir su camino de vuelta al bosque. Un detalle a resaltar era que las motas azules del sapo habían desaparecido y en su lugar los brazos de la chica parecían cubiertos con una baba azulada.
Hablo - Pienso